Las monjas contemplativas celebran 20 años de encuentros
La víspera del Domingo de la Santísima Trinidad, las monjas contemplativas de la Diócesis han celebrado 20 años de encuentros entre ellas y junto al Obispo con motivo de la Jornada Pro Orantibus. Mons. Casimiro López Llorente ha declarado que “es un pequeño pero elocuente signo del aprecio de nuestra Iglesia en mi persona por todas y cada una de las monjas de clausura y por vuestras comunidades”. Con este motivo, la reunión ha sido, por primera vez, en el Seminario Mater Dei.
En los años inmediatamente posteriores al Concilio Vaticano II se organizaron tres encuentros en la casa de espiritualidad de Bechí –ahora Seminario Redemptoris Mater- con el obispo D. José Pont y Gol para explicar a las monjas lo que representó para la Iglesia a las monjas.
Ese fue el inicio, aunque se tuvo que esperar a 1997 a consolidar los actuales reuniones: “Algunas monjas conocíamos que habían encuentros de las contemplativas en diversas diócesis, y en 1997 sugerimos al obispo D. Juan Antonio Reig que se hicieran. Así comenzó esta etapa que tiene la finalidad de vivir un día de comunión con el pastor de la Diócesis y también entre nosotras, poniendo caras a las comunidades y conociendo los diversos monasterios”, explica la hna. Cecilia Torres, miembro del Grupo de Enlace entre religiosas.
Once monasterios en la Diócesis
Actualmente en la Diócesis hay 11 monasterios de vida contemplativa: las Agustinas de Montornés en Benicasim, tres comunidades de Carmelitas Descalzas en Castellón, Alquerías del Niño Perdido y Caudiel, cuatro de Clarisas en Almazora, Onda, La Vall d’Uixó y Vila-real, las Dominicas de Burriana, las Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Inmaculada en Castellón y la Fraternidad Monástica de la Paz, también en la capital de la Plana.
La Jornada Pro Orantibus, que este año tiene por lema Contemplar el mundo con la mirada de Dios, pretende que toda la Iglesia recuerde y rece “por quienes se dedican a la vida íntegramente contemplativa y que tanto rezan por la Igelsia y por el mundo”. En el saluda que el Mons. López Llorente ha enviado a las comunidades, asegura que son “en efecto, un don de Dios, un faro luminoso y una riqueza espiritual inestimable para nuestra Iglesia, aunque a veces no seáis conocidas ni valoradas; y lo sois también para nuestra sociedad, aunque ésta no entienda vuestra vida de clausura y de contemplación, al estar cada vez más alejada de Dios y dominada por la utilidad y la eficacia, el ruido, el dinero y la superficialidad”.
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