El Prepósito General del Carmelo Descalzo visita las comunidades de la Diócesis
Durante esta semana las comunidades de carmelitas descalzos de la Diócesis –Desierto de las Palmas, Benicasim y Burriana- han recibido la visita del Prepósito General, el P. Saverio Cannistrà (Catanzaro, Italia, 1958). Al venir por primera a la Diócesis, reconoce “la riqueza de una larga historia del Carmelo y sobre todo de hombres de Dios, de contemplativos que han buscado a Dios”. El superior general anuncia que está previsto que el curso que viene se acoja un grupo de novicios de la Provincia Ibérica, la más numerosa de la Orden.
El P. Cannistrà considera que la principal riqueza que la vida consagrada, y el Carmelo en particular, sigue ofreciendo al mundo actual es “una comunidad y hermandad alrededor de Jesucristo”. En este sentido advierte de una clericalización de la vida religiosa y defiende la relación fraterna como base, junto con una actitud abierta que no esconde sus debilidades, y bajo el modelo de María: “No hizo grandes cosas en el sentido del mundo, pero ha dejado a Dios actuar grandes cosas en ella”.
El Prepósito General del Carmelo descalzo reconoce en el pontificado del Papa Francisco la inlfuencia de su vivencia como religioso – Mons. Jorge Bergoglio ha sido jesuita –, como su trato cercano: “Puede parecer pequeño pero en realidad es muy importante. Él se acerca a la gente de una manera muy fraterna. La primera vez que hablé con él personalmente, me quedé asombrado porque éramos dos amigos, dos hermanos compartiendo y hablando de nuestra vida”. También destaca el hecho de predicar cada día en Santa Marta.
Presentar la santidad encarnada
En referencia a la última Exhortación del Papa sobre la santidad, el P. Cannistrà piensa que “hoy tenemos que presentarla de una manera más encarnada”. Y tomando el modelo propio carmelitano, pone el acento en la dimensión contemplativa de la persona humana: “Es una manera de pensar la persona humana más amplia, con un horizonte que no está limitado simplemente a las realidades materiales, concretas. Evidentemente que en la Iglesia hay muchos carismas, y el nuestro es más bien cómo dar un color y un sabor a la santidad de este tipo de ternura, y de dejarse ensanchar por la experiencia de Dios”.
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