El Obispo, D. Casimiro López Llorente, presidió ayer las celebraciones del Domingo de Ramos en Castellón y Segorbe, dando comienzo a la Semana Santa en la Diócesis. En esta ocasión, a las 11:30 h. partió la procesión desde la plaza de Las Aulas, donde tuvo lugar la bendición de ramos. Desde allí, recorriendo la calle Caballeros se dirigió a la Concatedral de Santa María, donde tuvo lugar la Eucaristía. Ya por la tarde, a las 18:30 h., el Obispo presidió en Segorbe la bendición de ramos en la iglesia del Seminario, seguida de una procesión hacia la Catedral, donde celebró la Santa Misa.
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Durante la homilía, D. Casimiro destacó el doble significado del Domingo de Ramos: la alegría de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y el dolor por su Pasión, anticipado en el Evangelio. “Hemos expresado la alegría de saber que Cristo vive, está entre nosotros y viene a nuestro encuentro”, afirmó. “Jesús es Dios, pero se ha bajado a caminar con nosotros; se ha hecho Emmanuel”.
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El Obispo subrayó que la alegría cristiana nace del amor de Dios, no de la posesión de cosas: “Nuestra alegría no nace de tener, sino de saberse amados, perdonados y acompañados por Dios, incluso en los momentos más difíciles”. Y añadió: “Jesús entra en Jerusalén para morir, para ser azotado, humillado, coronado de espinas. Pero es precisamente ahí donde resplandece su realeza, porque la cruz es su trono”.
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Al meditar el relato de la Pasión según san Lucas, D. Casimiro recordó cómo el corazón de Cristo rebosa amor y misericordia: “Jesús cura, mira con ternura, habla con compasión, perdona… Del corazón de Jesús brotan solo amor, perdón y vida”. En la cruz, añadió, “Cristo toma sobre sí el pecado, el sufrimiento y la muerte, y los vence con el poder del amor”.
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Invitó a los fieles a vivir intensamente estos días santos: “La Semana Santa nos invita a contemplar a Jesús, a dejarnos encontrar y amar por Él, a caminar con Él hacia la Pascua. Participemos con fe y recogimiento, meditando los relatos de la Pasión como si estuviéramos presentes, para que calen en nuestra mente y en nuestro corazón”.
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Finalmente, animó a no avergonzarse nunca del signo cristiano por excelencia: “No nos dejemos quitar la cruz como símbolo de amor, reconciliación y paz. Desde la cruz, Cristo nos reconcilia con Dios y entre nosotros”.
«Túmulos, funerales y exequias en la Catedral de Segorbe en la festividad de los Difuntos. La tumba «en efigie» o en «simulacro» de la Reina María«
Pocos testimonios nos quedan de la intensa legislación y ritos referentes a las tradiciones funerarias en nuestros templos, cuya máxima expresión, a lo largo de los siglos, han sido los túmulos o catafalcos. Conmemoraciones que suponían una magnífica manifestación del arte efímero, donde se destacaba el respeto por el difunto y su gran trascendencia social. En este sentido, si en un lugar cobraba especial relevancia esta tradición era en el gran escenario arquitectónico de la Catedral, donde el monumento fúnebre alcanzaba toda su aparatosidad y magnificencia en su simbolismo del tránsito entre el cielo y la tierra, cual «officium defunctorum» ya plasmado escultóricamente, a finales del siglo XIV, en el remate escultórico de la tumba de los Vallterra en la capilla de El Salvador de la Seo.
En la Catedral, habitualmente, el lugar donde se elevaban los túmulos era delante de la capilla mayor, en el centro de la nave. En un principio, el túmulo, desde los Reyes Católicos a Felipe II -cuyo funeral en la Catedral de Segorbe fue especialmente nombrado y celebrado con un gran aparato escenográfico-, como simple armazón de madera cubierto por los ornamentos propios, estaba reservado o era privativo para las honras fúnebres de monarcas o de la familia real.
En este sentido, se conserva un ceremonial propio de la Seo transcrito como «Modo y forma que se ha de observar en las exequias de los Reyes y Príncipes Jurados de España», que venía a proponer como modelo las «Exequias de la Reyna Nuestra Señora Dª María Luisa de Borbón [esposa de Carlos II y Reina consorte entre 1679 y 1689] año 1689» [ACS, 530]. Un funeral cuyos gastos aparecen reflejados en las cuentas del libro de fábrica de la Seo de 1688-1689.
«En medio de la distancia, que ay de el coro a los bancos se levantó un tablado de 36 palmos cada lienzo, y de alto siete palmos, sobre este, otro de 16 palmos cada lienzo, y sobre este otro de 10 palmos, en el que havia por remate una tumba cubierta de terciopelo carmesi, que es el sitial de su Ylustrissima, y sobre el una almoada, y de los dos lados de ella salían dos leonzillos levantados, que sustentavan una imperial corona, que coronava todo el tumulo: estaban los lienzos de el entapizado en la forma siguiente. El tablado immediato a la tumba con los reposteros de la Yglesia, que fueron de el Señor Obispo Gavaldan, y el otro tablado immediato con los paños de las Amazonas, y el tercero de diferentes paños, que tiene la Yglesia. El ultimo lienzo immediato al suelo estaba vestido de bayetas negras, la escalera estava puesta a la parte que mira al altar mayor, y toda estava cubierta de bayetas, las luces estavan colocadas de esta forma: en cada uno de los angulos de los tres tablados mayores avía uno de los blandones grandes plateados, que tiene la yglesia para las fiestas de Juebes y en cada uno de ellos, que eran doce, avia una acha de cera blanca, sobre los pies de los blandones asentavan unas varas de madera teñidas de negro, que tomaban toda la longitud de el lienzo, y de dos en dos palmos salia de la misma vara un acherito de madera tambien dado de negro, en que estaban puestas las velas de cera amarilla, y de peso cada una de 4 libras al pie de la tumba avia a las esquinas de el tablado quatro blandoncillos menores, y se sacaron de la Sangre en las quales se pusieron valas blancas, y rodeado el tabladillo con otros blandoncillos de la Yglesia en numero de 20. En el altar mayor havia seis blandones de plata con velas amarillas, dos en el coro, y otros dos en los blandones de el pie del altar, que en todas se pusieron 172 velas.
Estaban tambien las paredes de el tumulo adornadas con las Armas Reales y calaveras con coronas, y estaban distribuidas en esta forma; en los lienzos mayores havia en cada uno cinco papeles interpolados; las pradas estavan las de el altar mayor, y pulpito con bayetas, las pertas de Santa Maria, y la principal enlutadas, y puestos papeles con las armas y calaveras».
No obstante, fue en el gobierno de Carlos II cuando una pragmática permitió la utilización de éstos para el recuerdo de particulares, estableciéndose limitaciones en la presencia de ciertas colgaduras y restringiendo, como mucho, a doce los hachones o velas presentes. No obstante, tras la Guerra de Sucesión, se llegó a tener por contradictoria la actitud de algunas familias aristocráticas, en su voluntad de emular a la monarquía en sus empresas de autoridad y patrimonio. En la Seo pronto se planteó su uso para los funerales de los prelados, canónigos o capellanes, como testimonian las actas capitulares del uno de marzo del año 1804, en las que se plasmaba las características que tenían que tener estos monumentos [ACS 599].
«Distincion y tumulo que tienen en el acto funeral los señores capitulares, y capellan de esta Santa Yglesia. […] El memorial que presentaron los beneficiados y capellanes de esta Santa Yglesia para el logro de alguna distincion sobre los legos en su acto funebre interin los cadaveres permanecer en la Santa Yglesia; manifestaron un papel que a la letra dice asi: memoria del tumulo que se hace cuando muere algun señor capitular. El primer cuerpo ha de tener ocho palmos de alto, diez y seis de largo, y diez y seis en cuadro; el segundo cuerpo ha de tener seis palmos de alto, y diez en quadro, de ancho, y sobre estos dos cuerpos se coloca el cadaver y si no se pone este se coloca la dumba de las almas que tiene cinco palmos. El que se ha de hacer para los oficios beneficiados y capellanes de esta Santa Yglesia puede tener y ha de tener quatro palmos de alto y doce en quadro».
Está bien documentada, en este sentido, la existencia de la «Hermandad de viáticos, entierro y funerales de la S. I. Catedral de Segorbe» que, a principios del siglo XX presentaba sus estatutos y el modo y orden en el que debían hacerse las exequias por sus difuntos, con aprobación capitular.
Sin embargo, en tiempos de Carlos III, siguiendo la política al respecto de su padre, se rebajaron paulatinamente las pretensiones barrocas de estos decorados y tramoyas, a la par que se fueron reduciendo los enterramientos en las iglesias y catedrales con la construcción de nuevos cementerios y con la aplicación de nuevos reglamentos al respecto. Un progresivo devenir que tendría como remate definitivo el Concilio Vaticano II, convocado en 1962 por San Juan XXIII; los cambios litúrgicos introducidos en la cuestión de exequias conllevarían la eliminación progresiva y paulatina de estas estructuras efímeras en funerales.
La tumba «en efigie o en simulacro» de la Reina
La reina María de Luna (¿?, 1356-Vila-real, 1406), Condesa de Luna, Reina de Aragón, Valencia, Mallorca y condesa de Barcelona y conocida por la historiografía como «La Grande», Hija de Lope de Luna, I conde de Luna, hombre de confianza del Ceremonioso, y de Brianda de Agout (Got), de un antiguo linaje provenzal, fue la primera esposa del rey de Aragón Martín I «El Humano» y una de las más destacadas y atractivas personalidades femeninas de los tiempos medievales en la Corona de Aragón. En un tiempo marcado por los propósitos de hombres poderosos, ella se valió del patronazgo, su reconocida piedad, su habilidad política y práctica gestión para desarrollar sus iniciativas y agrandar su influencia, complementando la figura de un rey ausente y enfrascado en otros asuntos.
En la línea de todo lo que vamos diciendo, son constantes las noticias de la celebración de los aniversarios de la Catedral por alma de la reina, muy querida en la ciudad de la que no era natural pero donde era Señora y en toda su diócesis. Tenemos noticias de unos primeros cobros por el gasto de las celebraciones por la Reina María en febrero de 1447 [ACS, 706], de unos bienes otorgados por el beneficiado Galcerán de Rada por legado dejado por la Reina (¿María de Luna?) y de noviembre de 1488, donde se cita la figura del conocido judío Luis de Santángelo [ACS, 1262] de la epopeya americana, tan cercano a la figura del patrimonio regio.
En el año 1547 se evoca la memoria de la Reina, en el Libro de Aniversarios y Doblas [ACS, 568], entre otras muchas tumbas de consideración en la Catedral como la del obispo Gilabert Martí, los Vallterra en la Capilla de El Salvador y la del canónigo obrero Lop Sánchez de Montalbán («que esta en mig dels banchs que es una pedra blava on esta esculpida la sua figura…»).
«E axi mateix lo dia de partir lo pa a pres que sia dita la missa de alba ordinaria cantada tanto a immediate sea de dir la missa cantada en lo altar maior y anima de la Reyna dona María (¿de Luna?) […] y a les absolucions que son uns respons sobre la tumba de la Reyna, lo qual se ha de dit immediate apres de haver acabada la missa gratis sobre la tumba».
El 3 de noviembre de 1597 se celebraba el aniversario por la reina María «según cada un año se acostumbra», gastando treinta y dos sueldos y medio en las vísperas, más un responso, el pan y gastos para «parar la tumba» [ACS, 59]. Mucho más tarde, en los ejercicios de 1672-1673, 1674-1675 y 1681-1682, se gastaban cuatro sueldos y tres dineros en las vísperas y aniversario de la Reina doña María, «de buena memoria» [ACS, 365).
Del año 1756 tenemos una referencia del día de la conmemoración de los Difuntos en la Seo de Segorbe, entre los que se encontraba la Misa y los responsos cantados a la Reina de Aragón María Anna y los suyos, sobre su tumba (o catafalco) [ACS, 198].
«La Serenissima Señora Doña María Anna Reyna de Aragon.
De tiempo inmemorial se ha celebrado en esta Santa Yglesia en el dia de la comemoracion de los difuntos un Aniversario general con vísperas el dia antes y despues de las vísperas solemnes de difuntos y antes de completas con Libras 9 de distribución a los Señores Prebendados, y Libras 6; a los Beneficiados y Capitulares y al otro día despues de Prima Missa cantada con distribucion de 3 Libras y 2 Libras y al fin de toda la funcion de aquel dia 2 responsos cantados todo para alma de la Serenissima Señora Doña María Anna Reyna de Aragon y los suyos. Y los dichos responsos se han de celebrar sobre la tumba que iluminada de 6 hachas se sitúa sobre la sepultura de dicha Serenissima Señora Reyna.
Y á mas de dichos suffragios se dan 6 barchillas de candeal para distribuir á los Señores Capitulares, 8 barchillas de trigo ordinario para repartir á los pobres que asisten a dicho Aniversario y todo el dicho trigo hecho pan. Mas 30 Libras para repartir á pobres vergonzantes, y se dan 4 Libras a los platos que antiguamente eran muchos, y se mandava se repartiessen, esto es: Libras 4 a cada uno de dichos platos con otros Libras 4 de pan. Y aora por no haver quedado mas que el plato de las Almas corriente parece deveran darse los 4 Libras á dicho plato de las Almas. Y aunque parece no debe dudarse estar // este Aniversario mandado ó en la fundacion del vinculo de este Ducado de Segorbe ó en el testamento de dicha Serenissima Señora Doña María Anna Reyna de Aragón pero hasta este año 1756 no se halla en esta Santa Yglesia titulo alguno solo se halla en una carta del Excelentísimo Señor Duque de Segorbe su fecha de 9 de noviembre 1683 y otra del Excelentísimo Señor Don Luis Fernandez de Cordova su fecha en 27 de setiembre 1756 en que se manda se pague dicho Aniversario despues de haberse puesto varios reparos paran dichas cartas en este mes y número 217.
Aniversario día 2 de noviembre, por la serenissima Señora Doña María Anna Reyna de Aragon. Paga el Excelentísimo Señor Duque de Segorbe [en margen]».
Sabemos que la Catedral de Segorbe no albergó la tumba real de la reina María de Luna, citada como María Anna en la documentación del XVII, seguramente por una equivocación lógica producida por el paso del tiempo, la desaparición de sus contemporáneos que la amaron y respetaron y el escribir de referencias de sus sucesores en el Cabildo Catedral. Conocemos, por la documentación al respecto, que la Reina María de Luna murió en Vila-real a finales de 1406, llevando su cuerpo a Valencia para la celebración de unas exequias dignas de su rango, erigiéndose una sepultura provisional en el monasterio de San Vicente. Curiosamente, no será hasta finales de 1407 cuando su cuerpo será llevado al Panteón Real del Monasterio de Poblet, pasando por un recorrido prefijado, donde era recordada y honrada en muchas poblaciones del camino. A principios de 1408, con su cuerpo en manos de los cistercienses, ya se celebraban funerales de aniversario en su memoria en principales templos de la Corona.
Pese a todo ello, la documentación conservada humildemente aportada en este documento no tiene por qué indicar que en Segorbe estuviera la tumba auténtica ni el cuerpo, sino que, probablemente, se esté hablando en todo momento de una tumba «en efigie», es decir, un “simulacro”, un catafalco o sepulcro de madera pintado y ornamentado con textiles lujosos que recordaba la memoria de la monarca, con su nombre, enseñas y emblemas heráldicos, ante el cual se pudieran celebrar las Misas de aniversarios y responsos. Un caso que no era exclusivo ni único, habiendo testimonios similares en la Corona como, entre otros, el de la Infanta Joana de Foix, la Reina Blanca de Anjou, Brianda de Agout, Leonor de Portugal o Leonor de Sicilia en Calatayud, antes de ser sepultadas en su lugar de descanso definitivo.
«Item, que apprés la vida del senyor rey e de la reyna, seen tenides les dites duenyas menoretes de cantar por ánima de los ditos senyores cada setmana dos missas cantadas conventualment de Requiem, e después de la missa que fagan absolució solemnial sobra un túmulo de fust, con un panyo d’oro o de ceda cubierto; e si la uno será deffuncto, l’otro vivent, non serán /sean\ tenidas de dir sino una missa sollemnial por la manera damunt dita. (Les Menoretes de Calatiud, doc. 867)».
Muchas veces, la espera se debía a la necesidad de acabar la labra del sepulcro en piedra, aguardando el difunto en su destino último en el ataúd de madera, cubierto con paños negros y de alguna tela de oro, como en el caso del rey Martín I. también cabe recordar que, en tiempos bajomedievales, estos traslados de grandes distancias conllevaban un viaje largo y difícil, que no podía realizarse sin el tratamiento previo o embalsamamiento del cadáver, a la espera de poder realizar las exequias definitivas con la pompa y el boato que requería la ocasión.
Por desgracia, esta joya del arte funerario que se conservaba en la Catedral de Segorbe desapareció en 1936. Sin duda una evidencia del recuerdo y respeto a todos los difuntos en la festividad fijada el 1 de noviembre por Gregorio III, fijando la consagración de Bonifacio IV del Panteón de Roma como templo dedicado a la Santísima Virgen y de todos los Mártires, siendo Gregorio IV que extendería esta festividad tan arraigada a toda la Iglesia Universal en el siglo IX. El recuerdo y veneración de todos nuestros difuntos para alcanzar la vida eterna se fue extendiendo durante toda la baja Edad Media. Unas costumbres progresivamente fijadas por los propios reyes en sus pragmáticas y por las diócesis y estamentos eclesiásticos.
Las demarcaciones históricas de los Serranos y el Rincón de Ademuz, todas ellas tierras, salvo poblaciones muy concretas, en el antiguo Reino de Valencia, en el interior de su actual provincia, pertenecieron a la antigua Diócesis de Segorbe hasta 1960. Por ello, es de destacar la gran presencia y testimonio de todas aquellas localidades del valle del Turia en la documentación histórica diocesana y catedralicia.
El mapa, bellamente dibujado y coloreado sobre papel, de 305 x 795 mm, refleja el recorrido de la acequia de Villanueva, con la plasmación de los regadíos tradicionales del sistema que conducía el agua del río Chelva, en la parte inferior del dibujo, hasta los términos de Tuéjar, Chelva y Calles, regando las huertas entre el citado río y la vertiente del Guadalaviar, tras la sierra. En el recorrido se plasman los diferentes parajes que atravesaban las aguas de la canalización, como Molinar, Tudela, Molino viejo, la Cueva y Arco, Cañadiso, Cueva de Cervera, Cueva de las palomas, Cueva del Claro, Zae, Mosayra, Olinches, San Christoval, Balbona, Alberca, Campillo, La Garcesa, Sevilla, Contador Cañada de Rochina, Cañada de Morón, Cueva Santa, etc.
Con la leyenda: «Estos nombres que estan, en el plan son partidas que ay en esta asequia, de Villanueva asi Secano como uerta», el dibujo ofrece una hermosa descripción visual para el conocimiento de todo este importante enclave que, en el pasado, fue uno de los más importantes epicentros agrícolas de la diócesis.
En proceso de estudio para su datación y restauración, la obra bien podría formar parte de un expediente o haberse utilizado en tiempos del obispo ilustrado, el trinitario Alonso Cano y Nieto (1711-1780), para el conocimiento y la mejora de la agricultura en este importante enclave, lugar de aprovechamiento selecto de las vías fluviales desde la antigüedad romana, con importantes restos arquitectónicos como el acueducto de Peña Cortada, islámica y medieval. Cabe recordar que fue este prelado un gran impulsor de la agricultura y la industria en su tiempo, tan necesitada de una modernización, incentivando la plantación de olivares, castaños y otros frutales y cultivos, así como el aprovechamiento de las aguas, fomentando el reparto de tierras a labradores pobres y los montepíos agrícolas.
El presente mapa es, pues, un rico testimonio de todo el sistema de abastecimiento de agua en épocas pasadas, cuyo aprovechamiento fue vital para la vida de los pobladores de uno de los territorios históricos más importantes del obispado.
El Miércoles de Ceniza da comienzo al tiempo litúrgico de la Cuaresma: son los 40 días que llevan hasta la Pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Por ello, nuestro Obispo D. Casimiro ha presidido esta mañana la Misa de imposición de la Ceniza en la Catedral, y que ha reunido a las comunidades educativas de los colegios diocesanos de Segorbe, La Milagrosa y el Seminario.
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La ceniza simboliza a la vez nuestro pecado y nuestra fragilidad. Al recibirla realizamos en forma tangible un reconocimiento público, por el cual nos declaramos frágiles, incapaces, pecadores, en busca de la misericordia de Dios, por lo que iniciamos un camino de conversión, de arrepentimiento y de humildad.
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Una llamada a la conversión
“La ceniza es símbolo de que somos limitados en el tiempo, que somos caducos, que nuestro tiempo en esta tierra es limitado, somos mortales, y somos también limitados en nuestro amor a Dios y a los hermanos” ha señalado el Obispo en la homilía, “por eso la Iglesia nos llama, Jesús nos llama a convertirnos”.
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«Conviértete y cree en el Evangelio»
Ha recordado también las dos fórmulas que se pueden usar en el rito de imposición de la ceniza: «Polvo eres y en polvo te convertirás» (de Génesis 3,19), o bien «Conviértete y cree en el Evangelio» (de Marcos 1,15). Ese es el objetivo de la Cuaresma, ha recodado D. Casimiro, convertir la mirada y el corazón a Dios “para que Él ocupe el centro de nuestra vida”. También “el de toda familia cristiana, de nuestros colegios diocesanos, y de nuestra vida y misión como Iglesia”.
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40 días que nos llevan a la Pascua
La Cuaresma dura 40 días, “lo que nos recuerda los 40 años que el pueblo de Israel, una vez liberado de la esclavitud del faraón en Egipto, caminó, peregrinó hacia la tierra prometida”, ha explicado. También fueron los días “que estuvo Moisés en el Sinaí en diálogo con el Señor para recibir las tablas de la ley y hacer la antigua alianza”. Pero, sobre todo, fueron los días que “estuvo Jesús en el desierto para prepararse para su misión. 40 días de soledad y también de tentación, donde el diablo le quería apartar de los caminos que su Padre Dios le había puesto para llevar a cabo la reconciliación de todos nosotros, de toda la humanidad, con Dios y con los hermanos”.
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Del mismo modo, durante estos próximos 40 días la Iglesia nos invita a prepararnos para la celebración de la Pascua. “Esa es nuestra tierra prometida en este momento, celebrar la Pascua con gozo, con alegría. Una Pascua que es a la vez figura de la Pascua futura, porque somos peregrinos en esta vida hacia el encuentro con el Señor.
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Oración, ayuno y limosna
Para ello, la Iglesia en este tiempo nos ofrece tres caminos: la oración, el ayuno y la limosna. “La oración para encontrarnos con Jesús vivo, el camino que nos lleva al Padre”. El ayuno, “no sólo de comida, sino de tantas cosas que nos impiden que Dios, que Jesús, ocupe el centro de nuestra vida”. Y la limosna, “que no es solo dar esos céntimos que nos sobran y nos molestan, es pensar en el que lo necesita, qué puede ser el enfermo, la persona que está sola, el que pasa hambre…”.
Esta mañana, nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, ha presidido el acto de presentación del Año Jubilar con motivo del 775º Aniversario de la creación de la Sede Episcopal en Segorbe (1247/2022), y, por ello, del nacimiento de nuestra Iglesia diocesana de Segorbe-Castellón.
En la rueda de prensa, que se ha celebrado en la Capilla de El Salvador de la Catedral de Segorbe, ha intervenido también D. Federico Caudé, deán de la Catedral, que ha dado la bienvenida a los medios de comunicación y a todos los asistentes, y ha contextualizado históricamente la efeméride que se va a celebrar. Por otra parte, D. Miguel Abril, Vicario de Pastoral y presidente de la Comisión Diocesana para el Año Jubilar ha explicado de forma general el programa de actos organizado para su celebración. Ha moderado D. Héctor Gozalbo, Delegado Diocesano para los Medios de Comunicación.
Es un Año de Gracia de Dios que debemos aprovechar espiritual y pastoralmente, una ocasión especial para “hacer memoria agradecida del pasado, de purificación y renovación personal, comunitaria y pastoral en el presente que nos aliente a salir a la misión, con la fuerza del Espíritu Santo, para llevar a todos la alegría del Evangelio”, decía el Obispo al inicio del presente curso, cuando presentó la Carta Pastoral con motivo de este jubileo que comenzará el día 12 de abril de 2022, Martes Santo, y que será clausurado el 16 de abril de 2023, Domingo de la Divina Misericordia.
Finalidad
La finalidad, recordemos, es dar gracias a Dios por el don de nuestra Iglesia diocesana y por tantos dones recibidos, pedir perdón por nuestros pecados e infidelidades, favorecer la conversión personal y comunitaria, propiciar la conversión pastoral y misionera de nuestra Iglesia diocesana, fortalecer la comunión eclesial, y caminar juntos favoreciendo la corresponsabilidad de todos en la vida y misión de nuestra Iglesia diocesana según la propia vocación, ministerio o carisma para ser una Iglesia en salida, evangelizada y evangelizadora.
Lema
“Crecer en la Comunión para salir a la Misión”. Este es el lema elegido para vivir con intensidad este Año y cumplir el objetivo de crecer juntos como Pueblo de Dios, siguiendo la exhortación de la Carta Pastoral de D. Casimiro: “La tarea de la misión de nuestra Iglesia corresponde a la Iglesia entera, a cada uno de los bautizados conforme a su vocación, a su carisma y su estado en la Iglesia –laicos, religiosos, diáconos y sacerdotes- y a cada una de las comunidades cristianas. Nuestra Iglesia entera –miembros y comunidades- estamos llamados a ponernos en estado de misión y comprometernos en el anuncio del Evangelio, que lleve al encuentro personal con Jesucristo y da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”.
En cuanto a la programación, la Comisión para el Año Jubilar Diocesano ha preparado un amplio calendario de actos y eventos con los que celebrar debidamente esta efeméride, y que nos ayudarán a hacer experiencia de Iglesia diocesana. Entre ellos contaremos con exposiciones, eucaristías, peregrinaciones, cadenas de oración, conferencias, convivencias, vigilias, encuentros y jornadas de formación.
Durante el transcurso del acto, el Obispo ha recordado que “el origen de la Iglesia no está en uno mismo, sino en Dios”. “Como hijos de Dios, como bautizados, debemos recordar el pasado siempre dando gracias para vivir el presente y mirar con esperanza al futuro”, ha puntualizado.
El logotipo
La imagen visual para conmemorar esta efeméride trata de visualizar la cátedra del Obispo a través de una interpretación del báculo.
Báculo: creado a partir del palo o asta original que acompaña al Obispo. El cayado o voluta se forma a partir de la tipografía utilizada para la numeración, concretamente a partir del semicírculo que se forma con el “5”, acompañado de la Cruz, que simboliza a Cristo como cabeza de la Iglesia. Este mismo elemento, pero dispuesto en ángulo diferente, forma la “S”en alusión a la “Sede” de “Segorbe”.
Color: la tonalidad utilizada, el rojo, en la variedad burdeos, lo es para otorgar notoriedad a la efeméride. Representa el Amor de Cristo y su Pasión.
Proyecto de Viviendas de Alquiler Social «Betania»
También se ha presentado el Proyecto de Viviendas de Alquiler Social «Betania», que se pone en marcha con motivo del Año Jubilar diocesano con el objetivo de buscar el acceso a un alquiler razonable para personas con unos ingresos mínimos, a través de la mediación en el alquiler por parte de Cáritas Diocesana.
La Confederación de Cabildos de España se ha reunido en Burgos para celebrar su encuentro anual en el VIII Centenario de su Catedral.
La Catedral de Burgos ha sido el foco, a lo largo de esta pasada semana, entre el 14 y el 17 de septiembre, del encuentro anual de Cabildos de España, en unas jornadas con la asistencia de 84 canónigos procedentes de las distintas catedrales y colegiatas de nuestro país.
El encuentro ha combinado los momentos celebrativos con las sesiones de formación y las visitas culturales a varios monumentos de la ciudad y de la archidiócesis. En el mismo, la Catedral de Segorbe ha contado con la representación de D. Federico Caudé, deán de la Catedral, D. José Cebrián y D. Jesús Vilar.
Las jornadas se inauguraron con la celebración de la fiesta del Santísimo Cristo de Burgos, una solemne Eucaristía presidida por el Obispo emérito de Jaén, D. Ramón del Hoyo, con motivo del 25 aniversario de su ordenación episcopal, que contó, además, con una procesión de la venerada imagen por las naves de la Seo. El arzobispo, D. Mario Iceta, fue el encargado de presidir la Misa de clausura, en la que los canónigos asistentes celebraron su propio jubileo con motivo del VIII Centenario de la Catedral. Las jornadas finalizaron con una visita guiada al templo y una comida de hermandad.
Tras el gran impulso constructor del primer tercio del siglo XVII en Segorbe y poblaciones cercanas, la implantación del estilo barroco en la Diócesis era muy desconocido. Hasta la publicación del artículo en el último número de la revista Yuste, presentado el sábado pasado. Lo firman David Montolío y Ángel Albert, doctor en historia del arte y arquitecto diocesano, respectivamente, de la Delegación de Patrimonio, junto con el archivero municipal de la ciudad, Rafael Simón. El objetivo es «aportar a los investigadores informaciones documentales de un periodo artístico brillante en el que se generan edificaciones religiosas de un grandísimo calado histórico para nuestras comarcas».
Siguiendo el programa que anunció en el primer día de las fiestas de Segorbe, en la segunda celebración, dedicada a la advocación de la Virgen de Loreto, D. Casimiro López Llorente ha desgranado la fe. En la homilía ha afirmado que «creer es fuente de alegría». Y ésta proviene, aseguraba el Obispo en la Catedral esta mañana, de «la certeza de saberse amado personalmente por ese Dios que se nos da por Jesucristo de manos de María».
La celebración de la Virgen de la Esperanza, que abre las fiestas de la ciudad de Segorbe, se trasladó ayer, miércoles 2 de septiembre, a la Catedral. La procesión, Misa y bendición del agua en la ermita se tuvieron que suspender por razones de prudencia sanitaria. Sin embargo, «la Virgen está aquí. Como estaba en Caná y a los pies de la Cruz, también hoy está aquí con nosotros», aseguraba el Obispo en la homilía de la Eucaristía. D. Casimiro López Llorente anunció que aprovechará las tres celebraciones de estas fiestas dedicadas a las advocaciones de la Esperanza, Loreto y la Cueva Santa, para presentar las virtudes de la esperanza, la fe y la caridad.
Ya queda menos para que los templos vuelvan a abrir las puertas para el culto con fieles. Aún no se podrá asistir con plena normalidad, pero sí que podo a poco, dentro de las medidas de desescalada del confinamiento y siguiendo las instrucciones de las autoridades sanitarias, se podrá participar en la celebración de la Eucaristía presencialmente. Los párrocos aseguran que la gente espera este momento con alegría. Para que todo vaya bien estos días las parroquias están disponiendo las medidas de higiene necesarias y los sacerdotes aseguran que si es necesario aumentarán el número de misas para que todo el que lo desee pueda comulgar.
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