Nules acoge el XIII Encuentro Interdiocesano de Cofradías y Hermandades de Semana Santa
La parroquia de San Bartolomé y San Jaime de Nules ha acogido esta mañana la Misa Solemne, presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro, en el XIII Encuentro Interdiocesano de Cofradías y Hermandades de Semana Santa.
Hasta esta localidad se han trasladado los representantes de todas las Cofradías y Hermandades de la Archidiócesis de Valencia y de la Diócesis de Orihuela-Alicante, que se han sumado a las 60 que hay en nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón.
Entre ellos D. Pascual Luis Segura, Delegado de la Junta de Cofradías y Hermandades de Semana Santa de Segorbe-Castellón, Dña. María Beatriz Gandulla, Presidenta de la Junta de Orihuela-Alicante, y D. Antonio Alejandro Atienza, Presidente de la Junta de Valencia. También D. Federico Caudé, Consiliario para la Junta de nuestra Diócesis, D. Francisco Javier Rodríguez, Consiliario de Orihuela-Alicante, y D. Antonio Díaz, Delegado Episcopal de la Junta en Valencia.
Tras la proclamación de las lecturas del día, el Obispo ha recordado en la homilía que el momento central del Encuentro es la Eucaristía, y ha destacado tres palabras: subir, escuchar y bajar.
«En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos»
“Subir al monte significa subir al encuentro con Dios”, ha indicado D. Casimiro, “y también nosotros, como cristianos y como cofrades, hemos de ir al encuentro con Dios, que está en la escucha de la Palabra”.
«Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: “Este es mi Hijo amado; escuchadlo”».
“La escucha de la Palabra de Dios cambia el corazón y lo transforma”, ha continuado, “hemos de dejarnos purificar por la Palabra para que nuestras palabras sean solo de bendición y nunca de maldición”. También ha exhortado a ser coherentes con nuestra fe y con nuestra condición de bautizados, “cuantas veces nuestros hechos contradicen la fe y la Palabra que proclamamos”.
«Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: “No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos”».
Bajaron de la montaña “para ser testigos de la transfiguración que habían contemplado, como bien nosotros no vivimos para nosotros mismos, sino que, fortalecidos por la Palabra de Dios, salimos a la misión”, siendo testigos de Jesús en el mundo, “del Misterio Pascual, de su muerte y resurrección, para que todo el que crea en Él tenga vida, y vida eterna”.