Del 18 al 21 de septiembre de 2023 (plazas limitadas)
Lo anunció Mons. Casimiro López Llorente ante el Nuncio de S.S en España el pasado 16 de abril en la ceremonia de clausura del Año Jubilar Diocesano.
Tras un año de gracia en el que hemos hecho memoria agradecida del pasado por el importante legado de fe que dejaron nuestros antepasados, con renovado espíritu, hemos fortaleciendo el vínculo con la Iglesia de Segorbe-Castellón de la que formamos parte, y hemos crecido en comunión con nuestro Obispo y con nuestros hermanos.
Ahora es momento de emprender la misión evangelizadora que nos ha sido encomendada y anunciar la alegría del Evangelio. Para culminar este Jubileo, acudiremos a Roma, sede de la sucesión Apostólica, para dar Gracias a Dios por todos los dones recibidos. En peregrinación diocesana, y sintiéndonos parte viva de la porción del Pueblo de Dios en Segorbe-Castellón, junto a nuestro Pastor, renovaremos nuestro firme compromiso para contribuir en la tarea pastoral y emprender la misión según nuestra condición y vocación.
Serán tres días en los que habrá ocasión de visitar la Roma Barroca, Cristiana e Imperial, así como viajar hasta Asís para, entre otras actividades visitar la tumba de San Francisco. Todo ello desde la participación en la Eucaristía diaria en los principales templos para, unidos a Jesucristo, fortalecer nuestra comunión con Él y en Él.
Los peregrinos participarán en la audiencia pública del Santo Padre y visitarán la Basílica de San Pedro así como los museos vaticanos y la Capilla Sixtina. Del mismo modo asistirán a la Eucaristía que celebrará nuestro Obispo en el altar de la Cátedra de San Pedro.
Inscripción y formalización de la reserva
La peregrinación se ha organizado en colaboración con la agencia de viajes «Viajes para no parar». Al objeto de poder facilitar al peregrino la gestión de su reserva, se ha elaborado un formulario de inscripción y así poder recopilar los datos necesarios para poder realizar la compra de los billetes de avión y la reserva de hotel.
Es necesario, por tanto, inscribirse a través del formulario (accede AQUÍ). Una vez registrados tus datos, te enviarán un email para formalizar tu reserva a través del pago mediante transferencia bancaria siguiendo las indicaciones. Tu plaza quedará reservada tras remitir el justificante del pago.
Modalidades de pago y plazos
La peregrinación tiene un coste de 875€ con todos los gastos incluidos (excepto bebidas, propinas y gastos personales), y de 1.025€ en caso de solicitar habitación individual. Al objeto de facilitar el pago existe la opción de poder pagar en dos plazos.
Opción A: pago único de 875€ o 1.025€, según tipo de habitación
Opción B: pago en dos plazos
500 € antes del 15 de junio
375€ o 525€ (según tipo de habitación) antes del 15 de julio
MÁS INFORMACIÓN
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La Santa Iglesia Catedral Basílica de Segorbe ha acogido esta misma mañana la última peregrinación con motivo del Año Jubilar Diocesano para celebrar los 775 años de la creación de la Sede Episcopal en Segorbe.
Más de 400 fieles pertenecientes a los arciprestazgos de Albocácer, Pla de l’Arc y Lucena del Cid han abarrotado el templo en una celebración muy especial que ha coincidido con la solemnidad de la Anunciación del Señor, que recuerda la aparición del arcángel Gabriel a la Virgen María para explicarle que Dios la había elegido para concebir a su Hijo.
La jornada ha comenzado en la Iglesia del Seminario con la exposición del Santísimo Sacramento donde ha habido oportunidad para recibir el Sacramento de la Reconciliación.
Y después, fieles, sacerdotes, y el Obispo; han peregrinado hasta el claustro de la Catedral, para tras pasar por la Puerta Santa y rezar el Credo ante la Pila Bautismal, dirigirse hacia el Sagrario «meta de nuestra peregrinación que es siempre el encuentro con Jesucristo, presente en la Eucaristía».
Inmediatamente ha comenzado la solemne eucaristía, presidida por el obispo de la diócesis, D. Casimiro López Llorente y concelebrada por todos los sacerdotes de los respectivos arciprestazgos. Durante la homilía el obispo ha resaltado la importancia de haber celebrado todas estas peregrinaciones «en la Iglesia Madre, la Catedral».
«Es bonito este encuentro, que a la vez es una acción de gracias al Señor que nos une en la caridad», señalaba. «Un día en el que además recordamos la Encarnación del Hijo de Dios. Por eso podemos considerar este acto como algo providencial al celebrarlo en este día. No olvidemos que todo comenzó en la Encarnación», decía D. Casimiro.
El Obispo ha insistido en que «la Iglesia ha de llevar la Buena Nueva a los hombres de este mundo». A ejemplo de la Virgen María, elegida por Dios, mujer activa porque mostró en todo momento su disponibilidad. «Disponibilidad que ha de tener también nuestra Iglesia Diocesana, y que ha de ser un lugar de la presencia de Dios en medio del mundo», afirmaba D. Casimiro.
Finalmente, el Obispo ha remarcado la figura de la Catedral «como símbolo de nuestra Iglesia Diocesana». Recordando que el templo es un símbolo de lo que es nuestra comunidad, la que formamos todos. Por eso este año ha querido ser un agradecimiento al Señor por tantos dones recibidos en casi ocho siglos de existencia como diócesis (en varias etapas y momentos). Y ha concluido advirtiendo: «No podemos hacer un pacto con la mediocridad ni la tibieza». Animando a todos a renovarse para seguir anunciando a aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida.
El incendio del Alto Mijares y la sequía que padecen los campos han estado muy presentes durante la celebración. También al final de la misa se ha entregado a cada párroco una credencial, acreditando la participación de cada comunidad en la peregrinación.
Aniversario Episcopal También hoy la celebración ha tenido un carácter muy especial al coincidir con el 22 aniversario de la ordenación episcopal (25 de marzo del 2001) de D. Casimiro López Llorente. Por eso, al final de la misma los tres arciprestes en representación de los sacerdotes y de los fieles le han entregado un obsequio en cerámica elaborado en una empresa de l’Alcora: un copón, un cáliz y una patena.
La jornada ha concluido con una comida de fraternidad de todos los fieles, sacerdotes y el Obispo, en el comedor del Seminario.
Los Arciprestazgos de san Juan Bautista de Albocàsser y de san Miguel Arcángel del Pla de l’Arc, se han reunido en los salones parroquiales de san Juan Bautista de La Vall d’Alba para ultimar los detalles de la próxima peregrinación a la Catedral de Segorbe, con motivo del Año Jubilar Diocesano, que tendrá lugar el sábado 25 de marzo. Según indican, son muchos los feligreses que se han apuntado para celebrar este histórico acontecimiento con entusiasmo e ilusión.
Además, trataron los planes de las parroquias para Semana Santa, así como el retiro de Cuaresma que celebrarán el sábado 18 de marzo en Atzeneta.
Palabras de D. Casimiro en la Peregrinación Jubilar de los Arciprestazgos de Vila-real y Burriana
Cientos de personas de las comunidades parroquiales de los Arciprestazgos de Vila-real y Burriana, celebraron ayer la Peregrinación Jubilar a la Catedral de Segorbe lo hicieron acompañados de los párrocos y sacerdotes de las diferentes parroquias y en comunión con nuestro Obispo tal como viene sucediendo este Año de Gracia en el que estamos celebrando el 775º Aniversario de la creación de la sede episcopal en Segorbe.
Los peregrinos se reunieron a primera hora de la mañana en la Capilla del Seminario Diocesano donde se unieron en oración ante el Santísimo Sacramento expuesto en el Altar, donde se celebró un acto penitencial para, a través del Sacramento de la Reconciliación, recibir la misericordia de Dios, a través del perdón de los pecados. Así, a través de la gracia del perdón recibida, los peregrinos partieron en procesión hacia la Catedral, donde, tras cruzar la Puerta Santa, renovaron la fe haciendo parada en la pila Bautismal y frente al Sagrario, uniéndose así a Cristo Jesús, a través de la Eucaristía.
Tras la celebración de la Liturgia de la Palabra, D. Casimiro manifestó «la alegría del corazón al ver a los hermanos unidos en oración, en la escucha de la Palabra y la renovación del Misterio Pascual que es la muerte y resurrección del Señor para que todo el que crea en Él tenga vida eterna», en una celebración muy especial que, como viene siendo habitual en este Año Jubilar la Iglesia de Segorbe-Castellón celebra en la Iglesia Madre Catedral.
El Obispo, saludó afectuosamente al Cabildo Catedral, a los arciprestes de Vila-real y Burriana, así como a los párrocos y vicarios parroquiales que, «en sus manos, el Señor ha puesto al cuidado de cada una de las comunidades parroquiales» dijo D. Casimiro, dirigiéndose con especial cariño «a los fieles que representan a la Iglesia peregrina del Señor» en dichos arciprestazgos.
Y allí, frente a la cátedra del Obispo en la Iglesia Madre de nuestra Diócesis, origen de nuestra Iglesia Diocesana, dio gracias a Dios «por tantos dones que, como Iglesia del Señor, hemos recibido de Él, fuente y origen de todo don, a quien también pedimos perdón para que nos purifique de todos los pecados que a lo largo de la historia haya podido cometer nuestra Iglesia por no haber sido transparente del Señor entre los hombres o bien, por nuestros propios pecados».
D. Casimiro recordó que el Señor, que es misericordia, «nos ha concedido la gracia del perdón y limpiar así las huellas que el pecado deja en nuestra alma y que nos impiden caminar hacia el bien, logrando así la indulgencia plenaria», recordando el acto penitencial que se celebró previamente en la Capilla del seminario.
La celebración estuvo cargada de «signos visibles que como los sacramentos nos ayudan y nos llevan a contemplar lo invisible». Uno de ellos la propia peregrinación, dijo D. Casimiro, que es «signo de nuestra condición de Iglesia peregrina del Señor, integrada por cuantos forman la porción del Pueblo de Dios que representan los arciprestazgos de Vila-real y Burriana y llamados a caminar siempre al encuentro con el Señor».
Y, en ese encuentro «hemos atravesado la Puerta Santa que es signo de Cristo Jesús, puerta que nos lleva a ingresar en su comunidad», recordando que así lo hacemos al recibir el Bautismo, «a través del cual no solo somos limpiados de todo pecado sino también somos hechos hijos e hijas de Dios, hermanos de Cristo y miembros de esta Iglesia».
La entrada en esta Iglesia, templo físico y morada de Dios entre los hombres, «es signo de que aquí vive Dios, y al mismo tiempo símbolo de nuestra Iglesia Diocesana», donde nos reunimos bajo la presidencia de su Pastor «alentada por el Espíritu, congregada en torno a la Palabra y a la Eucaristía para crecer en comunión con Dios y con los hermanos para salir así a la misión y que nos invita a ser un templo de piedras vivas».
Así, exhortó a los presentes a vivir, «con intensidad desde la raíz y desde el fundamento con una fidelidad creciente esa nueva vida que recibimos el día de nuestro bautismo para que así nuestra Iglesia sea de verdad transparencia de Dios ante los hombres». Y no para poseer y como ámbito de poder, resaltó D. Casimiro, sino «para servir a Dios sirviendo a los hermanos, siendo instrumento para crear unidad con Dios y entre los hombres». Estamos llamados «a recuperar nuestra identidad como Iglesia – dijo el Obispo -. En este sentido se refirió a las comunidades eclesiales en la medida que están insertas en la Iglesia Diocesana y así en la Iglesia Apostólica y «trabajar para no perder la eclesialidad «que toda la Iglesia sea una transparencia de la presencia del Señor», invitándoles «a vivir nuestra condición de Iglesia del Señor elegida para ser su signo de salvación entre los hombres».
Prosiguió la homilía detallando el resto de los signos y destacó aquellos otros como el altar, donde además de la sede episcopal se encuentra el ambón desde donde se proclama de la Palabra y el mismo altar que representa a Cristo que «es la piedra angular desde donde se ha de construir cada comunidad cristiana y cada vida cristiana, todo ello bajo la acción del Espíritu Santo que sigue presente entre nosotros, para seguir siendo Iglesia peregrina del Señor».
Y desde esa comunión, dijo D. Casimiro, «el Señor nos envía a la misión», y, refiriéndose a la Palabra proclamada durante la celebración, acentuó que «es la misma Palabra de Dios, de Cristo Jesús vivo, aquí y ahora». Una Palabra con la que el Obispo bendice tras su proclamación, a los fieles. Una Palabra que está dirigida a cada uno de los que, «entorno a su mesa, nos reunimos y que somos enviados a predicar el Evangelio y llegar a la plenitud de la vida». «Él nos envía como a Jeremías – dijo D. Casimiro en referencia a las lecturas – y lo hace recordándonos que contamos con su presencia todos los días hasta el fin del mundo».
Por ello, si creemos de verdad que «Jesucristo es el camino, la verdad y la vida, y que fuera de Él no hay salvación ni transformación de la humanidad, no hay justicia ni gracia, tenemos que ofrecerlo a otros porque gratis lo recibimos y gratis lo hemos de ofrecer según nuestra condición, vocación, ministerio y carisma recibido», refiriéndose a los niños, jóvenes, adultos y presbíteros que ayer le acompañaron en la celebración «y hacerlo juntos según los dones recibidos al servicio de los demás, y, sobre todo, al servicio del anuncio del Evangelio, aún cuando las mujeres y los hombres de hoy intenten eludir la presencia de Dios en su vida».
La misión hay que realizarla «juntos» resaltó D. Casimiro, «porque solos nos perdemos, nos desalentamos y nuestra fe va menguando y nuestro ánimo se desalienta y caemos un poquito en la tristeza o el tibieza de ser cristianos». Y, en este sentido, se refirió a cómo, a través de la celebración Jubilar, «el Señor nos invita a recoger su gracia, su vida, su comunión, para salir a la misión y para crecer como Iglesia Diocesana que es don de Dios para toda la humanidad, sirviéndole y amándole integrados en ella para vivir mejor nuestra condición de cristianos».
Para concluir, elevó petición «para que Dios nos conceda la gracia de abrir nuestros corazones a la acción del Espíritu y salir con esperanza y alegría a la misión», todo ello de la mano de la Virgen, siguiendo su ejemplo, haciendo siempre «lo que Él os diga».
La parroquia de La Transfiguración del Señor de Les Useres ha sido el lugar elegido para celebrar hoy sábado, el II Encuentro de parroquias del Arciprestazgo de Llucena (Arciprestazgo nº 14, “San Vicente Ferrer”).
Casi un centenar de personas (entre fieles y sacerdotes) se dieron cita en esta segunda convocatoria en la que participaron representantes de los municipios de L’Alcora, Castillo de Villamalefa, Cortes, Costur, Figueroles, Llucena, San Vicente de Piedrahita, Les Useres, Villahermosa del Río y Zucaina, así como las pedanias de Araia y La Foia.
El encuentro comenzó con un volteo manual de campanas en la torre campanario, al que siguió una breve presentación en el templo a cargo del párroco anfitrión, mosén Jaime Arenós; quien destacó que este acto “era una nueva oportunidad para conocernos, para compartir nuestras realidades.
Lo que hacemos en las parroquias del arciprestazgo y para preparar la peregrinación a Segorbe en este año Jubilar”. Seguidamente se realizó una oración en la que se tuvieron muy presentes las tristes realidades de la guerra de Ucrania y el terremoto en Turquía y Siria. “Los cristianos debemos rezar por ellos y en el contexto de este encuentro los vamos a tener muy presentes” remarcó mosen Jaime Arenós. La oración concluyó con un símbolo ante el altar (encendiendo velas) y cantando el himno de la Virgen de Lourdes, en el día de su fiesta, recordando a los ancianos y enfermos.
Después el historiador de Les Useres, José Rubio; explicó la historia de la parroquia, de sus altares y de la torre campanario de forma magistral y con mucho detalle. La segunda parte del encuentro se realizó en el pabellón municipal. Allí el Delegado Diocesano para los Laicos, Javier Vicente; habló sobre el primer anuncio de la Buena Noticia e invitó a reflexionar a los presentes entorno a las preguntas: ¿Qué hemos de hacer para anunciar a la Iglesia? ¿Mi parroquia cómo está? ¿Creamos comunidad? “Es importante reflexionar porque estamos trabajando para profundizar en la renovación de la Iglesia”, puntualizó.
Después se puso en valor el testimonio de varias realidades diocesanas, movimientos como los Equipos de Nuestra Señora, Vida Ascendente o la Adoración Nocturna; que tuvieron su protagonismo a través de la experiencia de algunos de sus integrantes. La mañana concluyó con una comida de fraternidad. El párroco de l’Alcora y Arcipreste de la zona, mosén Pepe Aparici; señaló que “esta jornada ha sido un verdadero gozo y es necesario que nos felicitemos todas las parroquias”.
Un nutrido grupo de fieles han peregrinado a la tierra de Jesús
La tierra que vio nacer, vivir, morir y resucitar a Jesucristo ha acogido a un nutrido grupo de fieles de la parroquia de Ntra. Sra. de La Asunción, en La Vall d’Uixó, que peregrinaron a Tierra Santa recientemente. Acompañados por el párroco D. Marc Estela, han podido vivir con la misma intensidad que narran las Sagradas Escrituras, los acontecimientos que cambiaron la historia de la humanidad, y visitar los lugares en los que acontecieron.
Renovación de las promesas matrimoniales
Así, Caná de Galilea fue la primera parada de la peregrinación. En el mismo lugar donde Cristo realizó el primer milagro convirtiendo el agua en vino, los esposos peregrinos pudieron renovar sus promesas matrimoniales. Allí todo el grupo, se unió en oración por aquellos otros de la parroquia, que ya descansan junto al Padre.
En el mismo lugar donde María recibió el anuncio del Ángel, los peregrinos visitaron la casa donde vivió María y rezaron el Ángelus junto a los Padres Franciscanos. En la casa de José, donde vivió y trabajó la Sagrada Familia, dieron gracias a Dios por el don de la familia y rezaron, especialmente, por todas las de la Parroquia. Pudieron revivir la transfiguración de Jesucristo bajo la quietud y el silencio del Monte Tabor en una jornada que estuvo cargada de fe.
Dejándose encontrar por Jesucristo, de la mano de San Pedro, visitaron el monte de las Bienaventuranzas y el lugar donde se produjo el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, paseando también a orillas del lago, visitando también la ciudad de Cafarnaún donde Jesús vivió en la casa de Pedro, predicó en su sinagoga y obró varios milagros. Frente a las ruinas de la ciudad de Magdala, pudieron conocer el manantial de la vida de Pedro, Pablo y María Magdalena, que no es otro que Cristo.
Desde Nazaret hasta Belén, recorrieron el mismo camino que tomaron José y María, y visitaron el lugar donde María daría a luz al Salvador y rezar en la Basílica de la Natividad donde sigue resonando la buena noticia que llena de alegría el mundo entero. En el trayecto también pudieron renovar la gracia que se nos concede a todos el día de nuestro bautismo en el mismo río Jordan donde fue bautizado el Señor.
Junto a Jesucristo, entraron triunfantes en Jerusalén, y tras visitar la Iglesia de la Ascensión y del Padrenuestro, rezaron el oficio de Laudes en el mismo lugar en el que Jesús, conmovido, lloró ante la ciudad Santa. También hubo ocasión para rezar en silencio en la Basílica de la Agonía situada en el huerto de los olivos y visitar la Iglesia en la que los hermanos ortodoxos conservan la tumba de la Virgen. Se unieron a Cristo en el mismo lugar donde estuvo encarcelado, así como el Cenáculo, lugar donde instituyó la Eucaristía y el sacerdocio, y donde después de su Resurrección, tuvo lugar la efusión del Espíritu Santo a los apóstoles, reunidos con María.
Frente al muro de las lamentaciones rezaron por la tan deseada paz y desde el punto exacto del pretorio de Pilato acompañaron al Señor por la Vía Dolorosa al Señor, recorriendor las calles de la ciudad vieja de Jerusalén meditando cada una de las estaciones del Vía Crucis.
Ya en la Basílica del Santo Sepulcro, y no exentos de emoción, visitaron la capilla de la crucifixión y el Edículo del Sepulcro, donde Jesús venció la muerte. Emaús fue la última parada, y lugar donde tuvieron la oportunidad de revivir la misma experiencia de los discípulos a los que Cristo salió a su encuentro viendo renacer el entusiasmo de la fe, el amor a la comunidad, y la necesidad de comunicar la buena nueva, dando testimonio de todo lo vivido durante la peregrinación.
Los peregrinos han participado diariamente en las Eucaristías que ha celebrado el párroco, D. Marc Estela en lugares tan emblemáticos como la Basílica de la Encarnación, donde “el Verbo se hizo carne”; a orillas del lago de Galilea, donde Pedro manifestó su amor a Cristo; en Jericó; o en el mismo ‘Cenaculin’ donde, de forma especial, pidieron por todos los sacerdotes, y acompañaron al párroco en la renovación de las promesas del día de su ordenación sacerdotal.
Con motivo del Año Jubilar por el Centenario de la Coronación de la Virgen
Con júbilo y alegría se celebró esta segunda Peregrinación de Familias de Catequesis cuyos protagonistas principales fueron los niños. La celebración del Año Jubilar con motivo del Centenario de la Coronación de la Virgen de los Desamparados, fue lo que motivó esta peregrinación tan especial que, tal como ha asegurado el párroco de La Asunción, D. Marc Estela, «se ha estado preparando con antelación y con una participación destacada de los niños que confeccionaron una ofrenda con flores realizadas por ellos mismos que incluían una petición a la Virgen».
El acto principal de la jornada fue la celebración de la Eucaristía en la Basílica que presidió D. Marc Estela. El Evangelio proclamado (Mateo 18,12-14) sirvió de referencia para poner el énfasis, durante la homilía, «en el pastor que va a buscarnos cuando estamos perdidos» haciendo un paralelismo con «la Madre» poniendo en valor la figura referencial y protectora de la Virgen y que, «como Jesús, cuida y sana con ternura».
Tras la celebración Eucarística tuvo lugar la presentación de todos los niños a la Virgen que culminó con la ofrenda floral de los niños y una oración de agradecimiento por la acogida que se hizo extensiva al Rector de la basílica, D. Melchor Seguí, «por su cordialidad y disponibilidad para que pudiéramos celebrar con tanta alegría la Eucaristía en honor a nuestra Madre», dijo Marc Estela.
La jornada continuó en el Parque de San Vicente, en Llíria, con todas las familias. Allí tuvieron la oportunidad de realizar divertidos juegos en familia a través de los cuales pudieron descubrir la necesidad que tenemos unos de otros, poniendo en valor que ‘juntos somos Iglesia’.
La peregrinación sacerdotal a Barcelona encaró hoy su última jornada con una visita guiada a una bodega de Sant Sadurní d´Anoia, concretamente la del grupo familiar Pere Ventura Family Wine Estates, que elabora y comercializa sus propios vinos y cavas, conocidos en todo el mundo por su gran calidad y prestigio.
Los sacerdotes y el Obispo, D. Casimiro, pudieron conocer de primera mano todo el proceso de elaboración del cava, gracias a las explicaciones de los propietarios y de sus colaboradores más directos.
En la tarde de ayer, los sacerdotes de la Diócesis que se encuentran de peregrinación a Barcelona, visitaron la Catedral, dedicada a la Santa Cruz y a Santa Eulalia, realizando un recorrido junto al canónigo, mosén Josep Vives Traval, quien les enseñó las diferentes capillas y estancias.
También pudieron visitar la cripta de Santa Eulalia, Patrona de la ciudad, siendo éste uno de los lugares más eminentes y entrañables de la Catedral, ya que acoge la magnífica tumba gótica, cuyos relieves narran por un lado el martirio de la santa después de despedirse de sus padres, durante la persecución religiosa en el año 304, decretada por el emperador Diocleciano; y por otro lado el descubrimiento y primer traslado de sus reliquias desde Santa María del Mar a la Catedral.
Los sacerdotes tuvieron allí un rato de oración, pidiendo la intercesión de la santa por su ministerio, por sus comunidades parroquiales y por la Diócesis.
Tras ello se dirigieron a la Basílica de Santa María del Mar, donde el párroco, Mosén Salvador Pié Ninot, les enseño el que está considerado como el mejor ejemplo del Gótico Catalán en Barcelona.
Esta mañana a primera hora, los sacerdotes que están participando en la peregrinación diocesana junto al Obispo de la Diócesis, se han trasladado hasta la Basílica de la Sagrada Familia, donde han realizado una visita guiada.
Este templo, diseñado por Antonio Gaudí, fue dedicado por el Papa Benedicto XVI en el año 2010 y representa una de las obras cumbres del modernismo catalán. La visita ha comenzado por la fachada principal, donde han podido conocer con detalle las esculturas del Nacimiento, así como la imponente estructura de la Basílica.
Una vez en el interior del templo, y siguiendo la explicación del guía, han conocido los detalles de la decoración de las vidrieras, así como del altar y de la bóveda. Así, han contemplado los fundamentos de la Religión Católica a través de una arquitectura que está repleta de simbolismo, pues el templo en sí mismo es un resumen en piedra de la fe cristiana.
De hecho, tal como se les ha explicado, toda la edificación, tanto la parte que está construida como la que está en fase de construcción, expresa la fe en un único Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Cuando la Basílica esté finalizada, sobre la fachada principal se podrá leer «credo in unum deum, in jesum christum, in spiritum sanctum», mostrando así la fe de la Iglesia cristiana y católica, que era también la fe de Antonio Gaudí.
Una vez finalizada la visita han celebrado la Eucaristía, que ha presidido el Obispo.
Durante la homilía, D. Casimiro ha recordado los dones y virtudes de cada uno de los miembros de la Sagrada Familia. En este sentido, ha indicado que José, María y Jesús, nos hablan del «designio amoroso de Dios». De José, como esposo y padre; de María como esposa y madre; y de Jesús, como Hijo enviado por Dios para hacernos partícipes de su amor para que lleguemos al cielo para su gloria y alabanza por siempre. Cada uno de ellos, ha dicho, «tiene, como también cada uno de nosotros, su don, su vocación y su misión», y así la debemos asumir, «porque es un don de Dios que hemos recibido», ha concluido.
La celebración, en su parte musical, ha sido interpretada por Juan de la Rubia, organista oficial de la Basílica de la Sagrada Familia, natural de La Vall d’Uixó y perteneciente a la Parroquia de La Asunción, que les ha explicado cuál es su función en La Sagrada Familia.
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