Nueve carmelitas de diversos países se preparan a los votos perpetuos en el Desierto de las Palmas
Durante tres meses nueve carmelitas de diversos países de Europa y la cuenca mediterránea se preparan a su profesión solemne en el convento de la Transverberación de Santa Teresa, en el Desierto de las Palmas. Los candidatos son de España, Líbano, Bielorrusia, Croacia y Egipto. El padre Antonio de María González López, responsable de este tiempo de preparación, destaca la oportunidad de reflexionar juntos de modo que «la formación sirva de apoyo para una relectura y reflexión personal».
En algunos ámbitos religiosos se ha cuestionado si en la cultura actual es posible seguir proponiendo unos votos perpetuos. Los carmelitas siguen defendiendo este don de si mismo total y definitivo, aunque explican que en un mundo que está cambiando continuamente la clave está en la propia persona: «La vivencia de la vocación hoy en día no se apoya tanto en estructuras externas como en cultivar esa opción de vida con lo que se significa. La clave es la relación personal con el Señor vivida en comunidad». El secreto para perseverar después es «situarse adecuadamente ante las diversas circunstancias, sin dejar nunca de aprender», declara el P. Antonio de María.
De Ávila, Líbano y Egipto
Luis de San José, abulense en la comunidad de Madrid, es uno de los españoles que se preparan a la profesión solemne. A la sombra de la glorieta del jardín conventual explica la disposición para dar este paso: «Se trata de ser consciente de lo que vas a hacer, que es la definitiva, tu compromiso con el Señor para siempre».
Junto a él está el hermano Marc María de la Eucaristía Kanaan, libanés: «A lo largo de estos años – ingresó en el Carmelo en 2010- lo que personalmente más he experimentado es el descubrirme a mí mismo, una verdad que crece día a día en mi, una relación de amistad con el Señor que ya había comenzado antes, pero que crece con la experiencia y la vida de los hermanos con los que vivo».
En ese momento llega Zacarías de la Cruz, originario de Asiut, Egipto. Lleva ocho años en la orden, y entre castellano e italiano -acaba de terminar los estudios en el Instituto Teresianum de Roma- confiesa que lo esencial para él ha sido descubrir que la vida tiene un sentido: «Sé por qué vivo y lo que me da fuerza y alegría».
Dejarse sorprender
Conscientes de los aprietos en que se encuentran muchas comunidades por falta de vocaciones, reafirman que lo importante es el testimonio de vida: «Ante los jóvenes no se trata de hablar mucho, sino de vivir la realidad con una experiencia justa». Insisten en que la primera pastoral vocacional está en la familia, y al que se sienta interpelado por la llamada de Dios, le dicen «que no tenga miedo de arriesgar, salir de su zona de confort con confianza: La clave está en dejarse sorprender».
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