Ayer, domingo 24 de abril, segundo domingo de Pascua, la Iglesia celebraba la festividad de la Divina Misericordia, establecida por san Juan Pablo II en el año 2000, año en el que fue canonizada Santa Faustina Kowalska, Apóstol de la Divina Misericordia.
El Centro de Orientación Familiar «Domus Familiae» celebra este día especialmente, ya que está dedicado a La Divina Misericordia. En esta conmemoración, los colaboradores y voluntarios del Centro se reunieron para celebrar la Eucaristía, que tuvo lugar en el convento de las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret, en Benicàssim, y que estuvo presidida por D. Rafael Manzaneque, Capellán del Centro.
La misión principal del COF, que lleva trabajando 22 años en la Diócesis de Segorbe-Castellón, es ser una auténtica ayuda efectiva para los matrimonios y las familias, como un servicio especializado de atención integral a los problemas familiares en todas sus dimensiones. Escuchando, orientando y acompañando a cada persona que lo solicite.
En el Evangelio de este Domingo Jesús dice «paz a vosotros», “porque sabe que probablemente no tenemos paz, y es lo que más necesitamos en nuestro corazón “, decía el Capellán en la homilía.
Señaló, como una de las principales causas por las que no tenemos paz y no podemos vivir en la alegría de la Pascua, “la falta de seguridad, la precariedad y la incertidumbre que nos produce el futuro”. Y ante la tribulación el Señor nos anima a esperar, a perseverar y a tener fe, “porque todo lo que hay en tu corazón se va a cumplir”.
Otra de las causas “son las relaciones personales y los conflictos”, apuntó, “entre hermanos, esposos, padres e hijos, compañeros de trabajo, amigos… se dan circunstancias que nos hacen daño”. Ante ello tenemos dos caminos: “el camino de la justicia y de la razón, reteniendo el pecado del otro y haciéndonos daño a nosotros mismos”, o “el camino de la misericordia, acercándonos al otro y no retenerle el pecado, sino perdonárselo”.
Concebida como la gran fiesta de las familias, ha tenido lugar hoy en el Seminario diocesano Mater Dei y ha estado presidida por el Obispo de la Diócesis, Mons. D. Casimiro López Lloente, que ha estado acompañado por el Vicario General, D. Javier Aparici; el Vicario de Pastoral, D. Miguel Abril; y el Delegado Diocesano para la Pastoral Familiar y de la Vida, D. Luis Oliver.
La Diócesis de Segorbe-Castellón ha querido este año impulsar una celebración conjunta en el contexto de la celebración de la Pascua de Resurrección, donde las familias han sido las verdaderas protagonistas habiendo participado diferentes generaciones de miembros de una misma familia, siendo la propia Diócesis «la familia de todas las familias diocesanas», como ha asegurado nuestro Obispo en las palabras de bienvenida.
Una Iglesia viva y evangelizadora
Un día de «alegría y de gozo» ha dicho D. Casimiro, «en el que manifestamos la verdad de nuestra fe puesto que Él vive y está en medio de nosotros y gracias a Él nos podemos unir como Iglesia Diocesana, como familia de las familias». La jornada de hoy, ha dicho nuestro Obispo, lo es para manifestar «la alegría del amor, en el matrimonio y en la familia, para que nuestra Iglesia sea una Iglesia viva desde el Señor, y evangelizadora».
Esta es la fuerza que pone en pie la Iglesia
Tras la Oración inicial ha tenido lugar una charla del director de cine Juan Manuel Cotelo, que ha puesto en valor la unidad familiar haciendo alusión a la oración previa que han rezado todos juntos por ser «la fuerza que pone en pie la Iglesia en medio de las plazas (las familias), y levanta testigos en el pueblo (los hogares), para hablar con palabras como espadas delante de los jueces (todos)». Y es que «las familias somos una pancarta abierta a la sociedad y nuestra condición familiar, nuestra educación, y los hábitos que hemos adquirido en casa salen a la calle con nosotros».
Así, ha hecho hincapié en el amor, el servicio y el perdón en la familia para exportarlo al resto de la sociedad siendo ejemplo de familia cristiana, porque, «si eso es lo que hemos aprendido en casa nos será muy fácil amar, servir y perdonar a los demás en la sociedad». La familia no es una institución teórica, ha resaltado, «es el lugar de formación natural de cualquier persona».
En los pequeños actos de servicio del día a día en la familia, está también nuestra aportación a la sociedad. En este sentido se ha referido al «goteo pequeñito, permanente, constante, silencioso, que va regando el mundo con cada uno de nosotros cuando salimos a la calle porque es super eficaz y tiene su efecto».
Juan Manuel Cotelo ha compartido con las familias su propia experiencia con la suya reconociendo que la principal fuente de aprendizaje «han sido los errores cometidos» y su mayor descubrimiento fue, a través de sus hijas, darse cuenta que «cada hijo que viene al mundo no lo has creado tu eres testigo por lo que tu misión no es formar-le, crear-le, ni juzgar-le, sino descubrir-le, contemplar-le y acompañar-le» para potenciar aquello que tiene, dándonos a ellos».
Acompañar, contemplar, escuchar, observar, servir, perdonar, darse a los demás y sacrificarse, entre otras, han sido las palabras que ha exprimido el director de cine para, siguiendo el ejemplo de Jesucristo afirmar que «quien quiera ganar la vida la perderá y quien quiera perderla la ganará», reconociendo que, «el secreto y el éxito es dar la vida por los demás y generar cultura del servicio».
La conferencia de Juan Manuel Cotelo está diponible, íntegramente, en el canal diocesano de Youtube:
La Iglesia que acompaña, cuida y protege
También se han vivido y sentido diferentes experiencias familiares con nombre propio que han encontrado, en su unión a Jesucristo y la Iglesia, el camino y la guía donde sentirse acompañados, y cuyo testimonio ha sido una invitación a la esperanza. Dos jóvenes madres solteras acogidas en Hogar de Nazareth han conmovido a los asistentes compartiendo su experiencia personal y sabiéndose acompañadas por la familia de la Iglesia, que las acogió cuando se sentían perdidas, solas y sin saber hacia donde dirigir su vida.
También un matrimonio que, a través del acompañamiento de Equipos de Nuestra Señora, han pasado a formar parte de este movimiento han descubierto la riqueza del «sacramento del matrimonio a través del diálogo, la oración y la formación».
Por último, también ha compartido su experiencia un matrimonio que tras el enlace se fueron alejando poco a poco hasta darse cuenta del vacío que les causaba ese alejamiento. Se han unido de nuevo a la Iglesia dejándose acompañar y participando en los Encuentros Matrimoniales organizados por la Delegación Diocesana para la Pastoral Familiar y de la vida que se celebran mensualmente en el Seminario Mater Dei en los que, a partir del análisis de diferentes parejas bíblicas, se propicia un encuentro de los matrimonios participantes con Cristo y construir de manera más fuerte su matrimonio.
Exposición del Santísimo, Santo Rosario y Consagración de las Familias
El encuentro ha finalizado en la Iglesia del Seminario donde se han rezado los Misterios Gloriosos del Santo Rosario, pidiendo el don de una fe viva y fuerte para todas las familias, y que puedan vivir su vocación con alegría según la voluntad de Dios.
Cada Misterio del Rosario se ha ofrecido por una intención y, ante el Santísimo Sacramento del Altar se ha encendido una vela, al tiempo que se recitaban mensajes del Papa Francisco y se rezaba un Padre Nuestro y diez Ave María.
La resurreción de Jesús: “El matrimonio es un camino juntos de un hombre y una mujer, en el que el hombre tiene la misión de ayudar a la mujer a ser mejor mujer, y la mujer tiene la misión de ayudar a su marido a ser más hombre. Esta es la misión que tienen entre ustedes. Es la reciprocidad de la diferencia”. El misterio se ha ofrecido por los esposos. La vela, llevada al altar por un matrimonio, simboliza la unidad entre los esposos y de estos con Jesús. El matrimonio es una realidad entre los tres: ella, él y Dios.
La ascensión de Jesús a los cielos: «Cuando se trata de los niños que vienen al mundo, ningún sacrificio de los adultos será juzgado demasiado costoso o demasiado grande.” El misterio se ha ofrecido por los niños. La vela, llevada, en esta ocasión por un grupo de niños, simboliza la santidad de toda vida humana, desde su concepción, hasta la muerte natural.
La venida de Espíritu Santo: “Queridos jóvenes, no es posible recomenzar sin vosotros. Para volver a levantarse, el mundo necesita la fuerza, el entusiasmo y la pasión que tenéis.» El misterio se ha ofrecido por los jóvenes. La vela, levada al altar por los jóvenes, simboliza la vitalidad, el amor y el entusiasmo, con el cual los jóvenes pueden llegar a realizar su misión en la Iglesia y en el mundo entero.
La asunción de Nuestra Señora a los cielos: “Así como los ancianos necesitan a los jóvenes, los jóvenes necesitan a los ancianos, especialmente en esta cultura del descarte. Los abuelos tienen la savia de la historia, que sube y fortalece al árbol para que crezca.” El misterio se ha ofrecido por todos los ancianos y por nuestros abuelos y abuelas. La vela, llevada al altar por una paraja de abuelos, simboliza la fidelidad y sabiduría que estas personas mayores aportan generosamente a nuestras familias y la sociedad.
La coronación de la Santísima Virgen como Reina de los cielos y de la tierra: “Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. ¿Qué es la vida eterna? Es el amor desmedido y gratuito del Padre que Jesús ha donado en la cruz, ofreciendo su vida por nuestra salvación”. El misterio se ha ofrecido por los difuntos. La vela, llevada por una Hermana de la Sagrada Familia de Nazaret, simboliza la vida que cambia, pero no acaba, porque nosotros no somos inmortales pero si eternos.
Tras el rezo del Santo Rosario, las familias se han Consagrado al Inmaculado Corazón de María.
Durante la charla y los testimonios los más pequeños han podido disfrutar de su especial jornada en familia compartiendo juegos y dinámicas con las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret.
Todas las instituciones sufren, en este tiempo, los cambios fuertes y las transformaciones profundas y rápidas en la sociedad y en la cultura. La familia los padece de un modo más íntimo pues en muchos casos, esas transformaciones se dirigen a modificar su esencia ampliando su definición: cuando todo es familia, nada es familia. En este contexto, la Iglesia, que se describe a sí misma como familia de familias y que es consciente de que la familia es uno de los bienes más valiosos de la humanidad, reconoce la aportación insustituible de la familia, defiende sus valores y anima y sostiene a quienes han decidido sacar adelante con libertad su propio proyecto familiar.
La familia es la primera institución humana. El amor fecundo entre el hombre y la mujer están en el corazón de la naturaleza humana. La igual dignidad de ambos y su valiosa complementariedad sostienen una relación que permite a los hijos que nacen de ella un entorno seguro en el que poder desarrollar su humanidad protegidos por el amor de sus padres. Además, un ambiente familiar de protección, respeto y libertad que se basa en el amor es el mejor ambiente para el desarrollo de los rasgos personales de los hijos y su maduración.
En la familia se realiza de manera primera y fundamental la vocación genuina del ser humano que es el amor. El amor está en el origen de la existencia y en la vocación final de cada persona: somos creados por amor y somos creados para el amor. Los vínculos que se establecen en la familia entre el varón y la mujer, entre los padres y los hijos, entre los hermanos, son relaciones de amor. Esa relación se entreteje de entrega y sacrificio. Sostiene a sus miembros en los momentos de dificultades y los impulsa hacia delante en los momentos favorables.
De la misma forma que cada persona es imagen de Dios y en ello radica su dignidad infinita, cada familia es imagen del amor de Dios en sus tres personas y está llamada a una comunión entre sus miembros. La Iglesia propone esta mirada a la familia y por eso se ofrece a ella y se entrega para hacerla visible en este tiempo y en esta sociedad concreta.
La Delegación diocesana para la Pastoral de la Familia y Defensa de la Vida vuelve a organizar el Retiro del Proyecto Amor Conyugal, una nueva oportunidad para reavivar el matrimonio cristiano. Cabe recordar que el primer Retiro en la Diócesis de Segorbe-Castellón tuvo lugar el pasado mes de febrero, participando un total de 40 matrimonios.
Se trata de un método suscitado por la Santísima Virgen María que tiene sus comienzos en Málaga, en el año 2002, de la mano de José Luis y Magüi, un matrimonio que pasó de estar a punto de separarse a iniciar este Proyecto que está implantado hoy en multitud de diócesis de España.
Este itinerario para matrimonios está basado en el profundo tesoro de las catequesis de san Juan Pablo II, y en esta ocasión se celebrará del 13 al 15 de mayo en el Seminario Mater Dei. Para más información: proyectoamorconyugal.castellon@gmail.com y en www.proyectoamorconyugal.es
El 19 de marzo del 2021 comenzábamos la celebración del Año de la Familia, un año convocado por el Papa Francisco para profundizar en la pastoral familiar, en el quinto aniversario de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia sobre el amor en la familia.
En el marco de este tiempo especial, las parroquias del Arciprestazgo de La Vall d’Uixó han celebrado un encuentro festivo de familias bajo el lema “La alegría del amor familiar”. Fue ayer, domingo 3 de abril, en el Barrio de Carmaday, y participaron más de 600 personas.
La jornada dio inicio con diversas dinámicas para los más pequeños, al tiempo que los más mayores compartían el precioso testimonio de un matrimonio. Tras la celebración de la Eucaristía dominical, centro de la vida de toda familia, la jornada continuó con un hermoso tiempo de fraternidad entre todas las familias que concluyó con la actuación del Mago Orbit.
Cabe recordar que los objetivos de este Año son difundir el contenido de la exhortación apostólica “Amoris Laetitia”, anunciar que el sacramento del matrimonio es un don y tiene en sí mismo una fuerza transformadora del amor humano, hacer a las familias protagonistas de la pastoral familiar, concienciar a los jóvenes de la importancia de la formación en la verdad del amor y el don de sí mismos, y ampliar la mirada y la acción de la pastoral familia.
Con el lema “Acoger y cuidar la vida, don de Dios”, la Iglesia celebra hoy, solemnidad de la Anunciación del Señor, la Jornada por la Vida, con la que se conmemora «el misterio más excelso de nuestra fe, la encarnación del Hijo de Dios», como recuerdan los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida en su mensaje para este día.
Celebramos el “Sí” de una mujer, de María, que cambió la historia de la humanidad, concibiendo desde aquel momento a Jesús y convirtiéndose en protectora del Niño que un día nacería y salvaría con amor al mundo. Desde aquel momento María tuvo en su vientre a Jesús, no a los tres meses o cuando el embrión tenía forma humana, sino desde el momento de la concepción. He aquí una razón más por la que la Iglesia defiende al bebé desde el primer instante de su vida.
Además, durante toda su vida, la Virgen fue capaz de afrontar con fortaleza todas las dificultades y sufrimientos que se le presentaron: dio a luz a Jesús en un establo, no dudó en afrontar un duro viaje y huir a Egipto para proteger a su hijo recién nacido, pero sobre todo estuvo siempre junto a Él, incluso cuando lo abandonaron los discípulos, y tuvo que ver como lo maltrataron y lo crucificaron. Supo acoger y cuidar la vida, don de Dios.
Los obispos de la Subcomisión explican que María es la puerta que nos ha abierto todos los tesoros de la redención. Y puntualizan, «en este sentido acoger la vida humana es el comienzo de la salvación, porque supone acoger el primer don de Dios, fundamento de todos los dones de la salvación; de ahí el empeño de la Iglesia en defender el don de la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural, puesto que cada vida es un don de Dios y está llamada a alcanzar la plenitud del amor».
Por eso, «acoger y cuidar cada vida, especialmente en los momentos en los que la persona es más vulnerable, se convierte así en signo de apertura a todos los dones de Dios y testimonio de humanidad; lo que implica también custodiar la dignidad de la vida humana, luchando por erradicar situaciones en las que es puesta en riesgo: esclavitud, trata, cárceles inhumanas, guerras, delincuencia, maltrato».
Es lamentable y doloroso que se permita jurídicamente y se promueva la eliminación de la vida por criterios económicos o utilitarios, alegando “humanidad” y desde el emotivismo. Sin embargo, «lo cierto es que acabar con una vida humana es lo más contrario a la verdadera humanidad». En esta situación, la Iglesia hace una llamada a acoger y cuidar la vida, principalmente la que se encuentra en una situación de mayor vulnerabilidad, como es el caso de los concebidos no nacidos o de los más enfermos o ancianos.
Se nos exhorta a los cristianos a ser centinelas del Evangelio de la vida, testigos de su belleza como don de Dios, y vigilar para salvaguardarla de cualquier atentado o manipulación. Ser «centinela» implica según los obispos, «tomar conciencia de la necesidad de formarnos y de formar a las generaciones más jóvenes para conocer y comprender la verdad del hombre, creado por Dios, llamado a amar y ser amado en plenitud. De ahí la importancia de una correcta formación de la afectividad y la sexualidad, como elementos constitutivos del ser humano que definen su identidad».
El Delegado diocesano para la Pastoral de la Familia y Defensa de la Vida, D. Luis Oliver, ha indicado que éste, a causa de la destrucción y la muerte que estamos viendo en Ucrania, es un momento especial para acoger y proteger toda vida humana, que es a lo que estamos llamados todos, más aún los cristianos. Y ante este drama, con la estremecedora destrucción de la vida, debemos cuidar toda vida, tanto la física como la interior, pues hay quien muere físicamente a causa de las bombas, pero también hay quien muere interiormente a causa de la indiferencia, del olvido y de la falta de amor y caridad.
La plataforma `Sí a la Vida´ convoca a la sociedad civil a la Marcha Por La Vida, el domingo 27 de marzo en Madrid, a la que se adhiere la Delegación diocesana para la Pastoral de la Familia y Defensa de la Vida con la colaboración de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP).
Tras dos años celebrándose de manera telemática, este volverá a ser un acto unitario, constructivo y positivo, con el que celebrar por todo lo alto el Día Internacional de la Vida. Para ello se han movilizado todas las organizaciones que defienden la vida, tiñendo de verde las calles de la capital, alzando la voz en defensa del derecho a la vida y de la dignidad de cada ser humano, desde su concepción hasta su muerte. La marcha se iniciará a las 12:00 h. de la mañana de la calle Serano/Goya hasta la Plaza de Cibeles.
Para todas aquellas personas y familias de la Diócesis que deseen asistir, desde la estación de autobuses de Castellón partirá un autobús gratuito, gracias a ACdP, a las 6:00 h. Para inscribirse y más información: pastoralfamiliar@obsegorbecastellon.org .
Hace unos días informábamos de la presentación de esta nueva iniciativa en defensa de la vida en la parroquia de Almenara. Hoy te invitamos a la próxima presentación de la campaña «40 Días Por La Vida» en la Diócesis, que será el miércoles 16 de febrero, a las 19:30 h. en la parroquia de San Miguel Arcángel de Castellón (C/ dels Germans Quintero, n.º 27).
40 Días por la Vida es una campaña mundial de 40 días dirigida a acabar con el aborto a nivel local mediante la oración, el ayuno, la sensibilización de la comunidad y una vigilia pacífica, diaria y constante frente a los abortorios.
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