Encuentro diocesano de Infancia Misionera
Queridos diocesanos:
El cuarto domingo de enero, el día 26, celebramos en España la Jornada de la Infancia Misionera. En nuestra Diócesis está precedida por el encuentro anual de Infancia Misionera, el sábado anterior, el día 25. Es muy reconfortante y un verdadero gozo encontrarse cada año con más de 500 niños y jóvenes, venidos de todos los rincones de la Diócesis, acompañados por padres, catequistas, profesores y sacerdotes. Los pequeños intuyen muy bien y celebran con alegría que ellos también son Iglesia y que están también llamados a la misión de anunciar el Evangelio; ellos quieren ser “pequeños misioneros” (san Juan Pablo II) aquí y ahora; ellos saben que su testimonio misionero, por pequeño que sea, es importante. La experiencia del encuentro nos anima a todos, pequeños y mayores, a ser misioneros con la fuerza y el coraje necesarios para poder anunciar el Evangelio en medio de las dificultades.
El papa Francisco nos recuerda una y otra vez que el envío a la misión es parte fundamental de nuestra fe desde que somos bautizados. También en el caso de los niños, que son, precisamente, los protagonistas de la Infancia Misionera.
El lema para la Jornada y el encuentro de este año es: “Con Jesús a Egipto ¡En marcha!”. Acompañamos a Jesús a Egipto: lo vemos refugiado, huyendo del egoísmo y del odio de Herodes y viviendo en carne propia el sufrimiento y la injusticia que afligen a los más débiles. Desde el principio Jesús conoce la oposición y la persecución, y también desde estos primeros momentos manifiesta cómo Dios opta por los pequeños y los libera del mal. Esta es la gran esperanza que nos mueve a quienes somos enviados a transmitir al mundo el amor de Dios, como hacen los misioneros.
En Egipto, la Sagrada Familia tendrá que aprender a convivir con gente distinta, pero comprenderá, sobre todo, que Jesús ha venido a compartir la vida con todos los hombres, sin mirar raza, color, lengua, cultura o tradición. Jesús, desde el comienzo, se manifiesta como el Señor de todo y de todos.
La Sagrada Familia se ve obligada a ponerse “en marcha”, en camino, como tantos migrantes, refugiados y desplazados forzosos de nuestros días. “En marcha” se ponen los misioneros para anunciar a Jesús a quienes no lo conocen. Y esto vale también para nosotros, para que salgamos al encuentro del otro y de Dios. El Papa Francisco nos pide reiteradamente que nos pongamos en camino; es decir, que salgamos de nosotros mismos y vayamos a las periferias, no sólo las geográficas sino también las existenciales. Ponerse en camino es una actitud del corazón. Es una invitación a mirar a los que están a nuestro alrededor, a los que tenemos cerca y a superar nuestra indiferencia ante sus necesidades de pan, de cultura y del amor de Dios. Es una llamada a acoger a todos, a compartir con los necesitados, a anunciar a Cristo a todos, porque a todos quiere llegar el Señor; Él es la buena Noticia, de que Dios ama a todos sin distinción alguna.
La marcha de Jesús a Egipto es todo un signo para nosotros: lo podemos enseñar a los más pequeños. Jesús tuvo que huir a Egipto con sus padres. Allí fue acogido hasta que regresó a Nazaret. No fue rechazado. ¿Sabemos mirar con ojos limpios y acoger con los brazos abiertos a los que ‘no son como nosotros’, a quienes huyen de la miseria, de la guerra, del hambre? ¡Qué hermoso escuchar las palabras de Jesús: “Fui forastero y me hospedasteis. Venid, benditos de mi Padre”! Hospedar al forastero implica ser receptivo a la llamada del otro. Su necesidad nos debería remover, conmover y empujar a considerarla también como una de nuestras prioridades. Nuestra misión empieza en el rellano de nuestra casa. Nuestros vecinos son nuestros primeros destinatarios.
Os animo a todos –niños y niñas, catequistas y profesores, parroquias, movimientos y comunidades eclesiales, a todos los sacerdotes- a participar en el Encuentro diocesano de Infancia Misionera el próximo sábado, día 25, en el Seminario Diocesano Mater Dei. Estoy seguro que nos os defraudará.
Queridos niños y niñas de Infancia Misionera, la misión es de Jesús, pero cuenta con cada uno de vosotros. Cuenta con vuestra oración, con vuestro sacrificio y con vuestro amor por las misiones. Ojalá que, un día, algunos lo hagáis también como misioneros. ¡Gracias por vuestra implicación! ¡Sed amigos de Jesús y vedlo en el forastero! ¡No perdáis vuestro espíritu misionero!
Con mi afecto y bendición,
+Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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