El pasado 8 de julio salieron, con destino a Kenia, 6 seminaristas acompañados por tres sacerdotes de la Diócesis de Segorbe-Castellón, D. Juan Crisóstomo, D. Javier Santos y D. Jaime Arenós. En Nairobi estarán hasta el 25 de julio viviendo una experiencia misionera, concretamente en las parroquias de Kayole, Soweto y Mihango; en un viaje organizado por la Asociación Cultural Ameafrica.
Ya llevan 10 días y, como estaba previsto, cada uno de los tres grupos ha acompañado a un sacerdote. Según ha explicado D. Juan Crisóstomo, “hemos participado en las eucaristías dominicales, y entresemana hemos estado celebrando en las casas lo que aquí se llama pequeñas comunidades cristianas”.
También “hemos visitado a los enfermos en las chabolas, acompañando a los Misioneros Combonianos y a las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado”, dedicando las tardes a la oración y a una meditación que dirigen los sacerdotes. Además, el viernes pasado “repartimos las equipaciones que nos han dado los equipos de fútbol Levante UD y Valencia CF y jugamos una liga”, señala.
Nació en La Vall d´Uixó el 20 de junio de 1935. Conoció a la “Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesús” por un libro de orientación vocacional e ingresó en ella, haciendo la Profesión Perpetua en 1963, en San Angelo (EEUU).
Destinada a España fue Consejera y Secretaria General en la casa de La Loma, desde 1966 a 1972; a Surat (India) en 1973; y en 1975 fue nombrada Superiora Regional de India.
Estuvo casi siempre en Servicios de Responsabilidad, siendo elegida Superiora General en tres ocasiones. Fueron 18 años de entrega en este servicio, visitando las comunidades de Colombia, Haití, Perú, Marruecos, Rep. D. del Congo, Chad, Camboya e India. Después se dedicó varios años a formar a todas las hermanas en el Carisma y Espiritualidad de la “Compañía Misionera”.
En 2003 fue destinada a Tetuán (Marruecos), donde participó en los servicios de esa comunidad – visitas a cárceles, atención a discapacitados, a familias, dando clases de Informática y de Español.
En 2008 regresó a España. En Madrid estaba integrada en la vida de la Casa de “Las Rosas”, participaba en los servicios de la Comunidad de Acogida, en la Formación de Laicas de la Compañía, y en el Catecumenado de Adultos de la parroquia.
Su preocupación era que las hermanas mayores y enfermas de “Las Rosas” no solo tuvieran un cuidado físico, sino también espiritual; ella misma les acompañaba en su caminar diario. Todo eso lo vivó con pasión por Dios, por la Iglesia y por la Compañía Misionera a la que se entregó con generosidad.
Falleció el pasado 14 de mayo de 2022. Descanse en la Paz del Señor.
El anuncio del Evangelio es un mandato del Señor que afecta a todos los cristianos. Todos los bautizados están llamados a difundir la fe que han recibido en la familia, en la catequesis, en la parroquia, en la celebración. La fe se conserva en el corazón, se alimenta en la oración, pero se comparte con la palabra, con el ejemplo, incluso con la propia vida.
Aunque todos somos llamados al anuncio, algunos son llamados a consagrar la vida entera a ese anuncio. Son llamados a cumplir con el «id por todo el mundo y anunciad el Evangelio» en toda su extensión. Así, son miles de hermanos nuestros los que lo han dejado todo para ganarlo todo. Han dejado su familia, su trabajo, su tierra para para ganar una familia y una tierra trabajando para el Señor.
Conscientes de que la mayor pobreza es no conocer a Jesucristo, los misioneros buscan liberar a las personas de todas las otras pobrezas: de la falta de educación, de la falta de salud, de la falta de medios de subsistencia para que, una vez, liberados puedan acoger libremente a Jesucristo. La evangelización culmina con la incorporación a la Iglesia, con la fe recibida que acaba encarnada en una nueva persona, en una nueva familia, en un nuevo territorio de misión.
La misión de la lglesia que afecta a todos se sostiene con la oración de miles de personas consagradas y de comunidades cristianas que rezan por los misioneros. También se sostiene en la ayuda económica que a través de diversas organizaciones se les hace llegar. Es otra forma de participar en la misión de la Iglesia y de hacer real el compromiso con el anuncio del Evangelio de todos los bautizados.
De esta manera, religiosas, religiosos, sacerdotes y laicos, también, cada vez más, familias enteras se arraigan en una tierra nueva para hacer presente El Señor y a su Iglesia. Lo hacen en primer lugar con el testimonio de su vida desde la escucha orante de lo que el pueblo concreto con el que viven necesita. Después con el trabajo al servicio de la comunidad, en lo material y en lo espiritual. Y siempre con el afán de que, en el tiempo, vayan surgiendo vocaciones nativas que implican ya la continuidad de la vida cristiana.
Nunca como hoy ha habido tantos seguidores de Jesucristo en esta tierra. El trabajo fecundo de aquellos primeros doce ha dado fruto en todo el mundo. Pero también, al mismo tiempo, hay que reconocer que nunca como hoy hay tanta gente en el mundo que no conoce al Señor. Esta convicción debe remover a todos los cristianos para asumir un compromiso misionero en la propia tierra, en el propio vecindario y hasta los confines del mundo.
Entrevista a David Rubio, tras regresar de misión en Ucrania
3.200 kilómetros separan la ciudad de Zhytomyr (Ucrania) con Castellón. Allí, la familia Rubio Millán fue enviada a misión por la Iglesia, ahora hace doce años, primero en la Diócesis de Odessa, y desde el pasado año al norte del país. Se acostaron el jueves 24 de febrero tras una jornada en la que todo transcurrió con normalidad, y se despertaron la madrugada del viernes 25 tras estallar dos bombas muy cerca de su hogar.
La entrevista se realizó en El Espejo de COPE CASTELLÓN, el espacio informativo de la actualidad de la Diócesis de Segorbe-Castellón.
David, lo primero de todo, ¿cómo os encontráis emocionalmente?
Estamos agradecidos a Dios por encontrarnos ya en Castellón y haber podido salir del país, agradecidos también por la acogida de la parroquia, de nuestra comunidad, del párroco, pero es verdad que nos dejamos el corazón en Ucrania, y tenemos una sensación de desgarro y pena de haber dejado allí muchas cosas y muchos años de trabajo y de misión.
¿Cómo ha sido recorrer esos 3.200km que separan Zhytomyr de Castellón? Suponemos que los primeros 1000 kilómetros fueron los más difíciles….
Así es. La madrugada del jueves 24 al viernes 25 de febrero escuchamos caer dos bombas en nuestra ciudad. Nos despertaron las bombas. El día anterior los niños habían ido al colegio, yo había estado en el proyecto de construcción que estábamos haciendo allí…, había sido un día normal, y de madrugada nos despertaron las bombas. Nos levantamos, recogimos lo que pudimos y salimos corriendo, porque también habían llamado algunos hermanos de Kiev que habían caído bombas allí, y entendimos que había empezado la invasión. Salimos corriendo con los coches y fue muy difícil, porque uno de los dos coches solo tenía gasolina para hacer 100km y todas las gasolineras estaban colapsadas… Cuando se acabó el gasoil nos paramos en la gasolinera a esperar… Gracias a Dios, porque los ucranianos son muy buena gente, y al vernos con niños nos dejaron pasar y pudimos llenar el depósito. Así, directamente hicimos los 1000km hasta la frontera, sin parar a dormir, porque sabíamos que cuanto más tiempo nos retuviéramos más tapón habría en la frontera… Cuando llegamos las colas ya colapsaban las fronteras… y también nuestros hijos nos abrieron el camino porque los militares abrían el paso a las familias con niños menores de un año, y en tres/cuatro horas pudimos cruzar la frontera gracias a Dios, porque sabemos de otros hermanos que han estado más de dos días haciendo cola… Es verdad que fueron los 1000 km más difíciles, con mucha tensión, una rueda pinchada…en fin mucho lío.
Tras 12 años de misión en Ucrania, primero en la Diócesis de Odessa y desde 2021 en Zhytomyr… ¿qué habéis dejado allí?
Ciertamente hemos dejado muchos hermanos… mi esposa y yo éramos catequistas de tres comunidades, así que hemos dejado muchos catecúmenos, muchas personas a las que ayudábamos en la fe… muchos hermanos con los que hemos estado durante 12 años juntos, muchos proyectos como la construcción de una casa de convivencias … hemos dejado muchísimas cosas porque hemos dejado 12 años de nuestra vida… y lo peor es que lo hemos dejado de golpe… porque nuestra vida era continuar allí… nuestros hijos han dejado amigos de la infancia, de la escuela…
¿En qué ha consistido la misión que os encomendó la Iglesia? ¿Por qué Ucrania?
Nosotros pertenecemos al Camino Neocatecumenal, a la 4ª Comunidad de Santo Tomas de Villanueva de Castellón, que es el lugar donde tuvimos un encuentro con Dios, y en agradecimiento nos ofrecimos a la Iglesia para ir en misión a cualquier parte del mundo, pero en una convivencia que organizan los responsables del Camino Neocatecumenal (Kiko, el Padre Mario y todavía Carmen), nos invitaron y por sorteo nos tocó Ucrania. Al preguntarnos si estábamos dispuestos, pues en Ucrania había esta necesidad, dijimos que sí. La misión abarcaba muchísimas cosas…, en primer lugar hacer presente a Jesucristo resucitado con nuestra vida, porque una persona cree que Cristo ha resucitado y que le quiere cuando se encuentra con otro cristiano, es mostrar cómo vive una familia cristiana, abierta a la vida…, evangelizando… Nosotros salíamos a la plazas anunciando Kerygma, la Buena Noticia, que Dios ama a esta gente… pero sobre todo en el día a día, formando una comunidad de familias, como los primeros cristianos, anunciando que Jesucristo ha resucitado. Además teníamos otros proyectos, como la construcción para una casa de convivencias, la pastoral de la post confirmación de los chicos, con 38 jóvenes, catequizando en las parroquias…
¿Hay tiempo para la esperanza? ¿piensas que podréis volver?
Los cristianos no pierden la esperanza porque nuestra esperanza está puesta en Dios y estamos llamados a la vida eterna … esa es nuestra esperanza. No te puedo decir si vamos a volver, el cristiano vive el hoy, porque el futuro nadie lo sabe, lo que sí puedo decir es que el Señor me invita a vivir en la historia, hoy… y hoy debemos empezar aquí… matricular a los niños, buscar un trabajo… nos gustaría mucho volver, pero tenemos que ver si es voluntad de Dios o no… De momento la voluntad de Dios es que estemos aquí.
Puedes escuchar la entrevista AQUÍ
David y María (en el centro) y sus nueve hijos fueron acogidos al salir de Ucrania por Daniel y Ana, familia en misión de Burriana en Budapest
Compartió su experiencia en la Parroquia de Santa Joaquina Vedruna
Ana María Soria es hermana Carmelita Vedruna y ha participado en una charla organizada por la parroquia de Santa Joaquina Vedruna en este mes de octubre que la Iglesia dedica a las misiones. Con el objetivo de animar a participar en la jornada del DOMUND que se celebró el pasado domingo, Ana María explicó ante los feligreses su experiencia como misionera en la Amazonía peruana, concretamente en la Ribera del río Ucayali donde hay más de 200 poblados.
Su última misión, en el poblado de San Juan, ha desarrollado, junto con los nativos varios proyectos de agricultura, enfermería y corte y confección. Durante la charla en la que compartió su experiencia se pudieron ver imágenes de su estancia en esta misión a través de las cuales los presentes pudieron comprobar, según afirma el párroco de Santa Joaquina Vedruna, Juan Crisóstomo «la humildad de la Iglesia donde se reunían como una gran familia, los nuevos y acogedores hogares hechos con mucho esfuerzo pero con ilusión, las telas y prendas cosidas por ellos mismos para cubrirse durante los periodos de mayor frío o incluso la sencilla pero emotiva merienda con la que celebraban la Navidad».
Gracias a sus palabras, asegura Juan Crisóstomo, «aprendimos que l@s misioner@s no sólo tienen que llevar la Palabra de Jesús allá donde van, sino que también la tienen que expresar con sus obras y acciones, y de una manera especial, con los pobres».
Cada penúltimo domingo del mes de octubre celebramos con toda la Iglesia católica el Domingo Mundial de las Misiones, el Domund. Cada año, este día constituye una ocasión privilegiada para recordar, orar y ayudar con nuestra generosa aportación económica a todos los misioneros en los ‘países de misión’.
Pero esta Jornada nos ayuda a todos los cristianos a tomar conciencia de que el Señor nos llama a todos a ser sus discípulos misioneros, en todas partes, allá donde nos encontremos, también entre nosotros. Como Iglesia hemos sido convocados por Jesús para ser enviados a la misión; esta es nuestra razón de ser, nuestra dicha y nuestro gozo. Al despedirse de sus Apóstoles, Jesús les dijo: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15). Estas palabras de Jesús, este envío y este mandato, valen para todos los bautizados de todos los tiempos. “La misión atañe a todos los cristianos” (Juan Pablo II, Redemptoris Missio, n. 2).
Los discípulos de Jesús “no podemos menos de contar lo que hemos visto y oído” (Hech 4,20). Así respondieron Pedro y Juan ante el Sanedrín que les prohibió bajo amenazas predicar y enseñar en el nombre de Jesús. Es la respuesta de todo bautizado que quiere ser verdadero cristiano; es decir, discípulo misionero del Señor. Para sentir este ardor misionero, para salir a la misión y contar lo que hemos visto y oído, primero hay que experimentar el amor de Dios por toda la humanidad en el encuentro personal con Jesús, encarnado, muerto y resucitado. Es la experiencia que hicieron los primeros discípulos al ver a Jesús curar a los enfermos, dar de comer a los hambrientos, perdonar a los pecadores, invitar a las bienaventuranzas, enseñar de una manera nueva y con autoridad, entregar su vida hasta la muerte para el perdón de los pecados y resucitar para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. Esta experiencia transforma el corazón de los discípulos, provoca su asombro y genera en ellos un ardor y una alegría expansiva y gratuita que nada ni nadie puede contener.
Andrés, después del encuentro con Jesús y haber pasado con Él toda la tarde junto con Juan, al salir se encuentra con su hermano Pedro y le dice lo que ha visto y oído: “Hemos encontrado al Mesías”, le dice; y lo llevo a Jesús (Jn 1,41). Quien hace la experiencia del encuentro con Jesús, el Mesías, quien en Jesus, la misericordia encarnada de Dios, se siente amado por Dios, no puede retenerlo para sí solo; se siente impulsado a contar lo que ha visto y oído, se siente llamado a llevar a otros al encuentro con Jesús y anunciarlo de palabra y por el testimonio de vida. Como Pedro y Juan, el discípulo misionero no se arredra ante la dificultad o la prohibición de anunciar a Cristo y de mostrar con su formar de ser y de actuar el amor de Dios a todos, en especial a los más pobres, enfermos y necesitados.
Nuestra Iglesia diocesana y cuantos la formamos nos estamos preparando para celebrar el Año Jubilar diocesano, que tiene como objetivo: crecer en comunión para salir juntos a la misión. Si acogemos de corazón este año de gracia de Dios, este Jubileo nos ayudará a ponernos con nuevo ardor y esperanza al servicio de la Evangelización. Recordar con gratitud en este día del Domund el testimonio de vida de los misioneros nos ayudan a renovar nuestro compromiso bautismal de ser apóstoles generosos y alegres del Evangelio. Recordemos especialmente a quienes fueron capaces de ponerse en camino, dejar su tierra y sus hogares para que el Evangelio pueda alcanzar a tantas personas sedientas de bendición. Renovemos nuestro recuerdo agradecido, nuestra oración sincera y nuestro compromiso solidario con tantos misioneros y misioneras, que, siguiendo la llamada del Señor, lo han dejado todo y entregan su existencia para que la Buena Nueva resuene en todos los continentes.
Son muchas y, en algunos casos, extremas las carencias y necesidades materiales de los misioneros en el cumplimiento de su tarea evangelizadora y promotora del desarrollo de las personas, en especial de los más pobres. Seamos generosos en la colecta del Domund. La pandemia del Covd-19 ha agravado la situación de pobreza y de marginación de los países más pobres. Hagamos un mayor esfuerzo en nuestra colaboración económica.
El Señor nos llama a anunciar y testimoniar el Evangelio; Él nos llama a compartir nuestros bienes y a hacerlo de modo especial con los más necesitados desfavorecidos.
Con la memoria litúrgica de Santa Teresa de Lisieux, proclamada por el Papa Pío XI Patrona de las Misiones junto con San Francisco Javier, hoy se inaugura el mes de octubre, el Mes Misionero, en el que celebraremos el Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND), el domingo 24. El tema que ha escogido el Papa Francisco está tomado de los Hechos de los Apóstoles: «No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hch. 4,20).
La Diócesis de Segorbe-Castellón lo hizo ayer por la tarde-noche con la celebración de la “Vigilia con Santa Teresita” en la parroquia de San Cristóbal de Castellón, organizada junto a la Delegación diocesana para las Misiones y la Cooperación de las Iglesias. Estuvo presidida por el Delegado, D. Salvador Prades, y por el párroco, D. Recaredo Salvador.
Tras la exposición del Santísimo se proclamó el Evangelio de San Marcos: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio”. Después se leyeron varios fragmentos de cartas que la santa escribió a dos misioneros, concretamente al P. Roulland, en China, y al P. Bellière, en Argel, mostrando como ella también era misionera por la oración, el sufrimiento y las pequeñas obras de amor.
D. Salvador dio su testimonio misionero, explicando su experiencia en Safané (Burkina Faso), y mostrando el compromiso de los misioneros. Tras ello se visualizó el video del DOMUND de este año.
Para finalizar, se invitó al compromiso misionero a través de pequeñas acciones que podemos realizar todos. Ello se hizo a través de la reflexión en tres campos: en nuestro entorno y en nuestra vida diaria, en las Redes Sociales, y en la compra y consumo de cosas.
Vigilia de Oración «Pétalos de Rosas«
Por otra parte, mañana a las 18 h. habrá otra celebración, en esta ocasión será en la capilla del Carmen de Benicàssim, que acogerá la Vigilia de Oración «Pétalos de Rosas». Está organizada por la Comunidad de las Bienaventurazas, y su objetivo es confiar a Santa Teresita las intenciones de quienes participan en ella.
Tiene 31 años y pertenece a la Parroquia de San Bartolomé y San Jaimede Nules
Es la segunda de siete hermanos y vive su fe en el Camino Neocatecumenal desde hace 19 años. La inquietud por la misión evangelizadora y llevar a los demás el testimonio de Jesús vivo y resucitado le llegó a partir del sufrimiento, «tras una etapa de conflicto interior», según afirma ella misma, en la que sintió «la necesidad de acompañar en el sufrimiento a quienes se sienten solos por no conocer el amor de Jesús». Buscando respuestas a esta inquietud, hizo un voluntariado en Calcuta junto a las Hermanas de la Caridad, y allí, asegura, «se me concedió como gracia, compartir el amor que yo he recibido de Dios».
Llegó la pandemia y el confinamiento que María vivió como «tiempo de gracia que me sirvió para escrutar la palabra de Dios». Dedicó el confinamiento a vivir en total plenitud la Eucaristía (online) y a incrementar el tiempo dedicado a la oración lo que contribuyó a su discernimiento sintiendo una «llamada muy fuerte a dedicar mi vida a la misión evangelizadora». Tras un periodo de tres meses en Mombassa (Kenia) donde se entregó a las necesidades de la Iglesia y del Señor colaborando con una comunidad de esta ciudad, ocupada principalmente, por los musulmanes Mijikenda y la población swahili, puso en conocimiento de su párroco, Manuel Agorreta, la voluntad de servir a la Iglesia, al Señor y a su comunidad, en misión.
María Planelles, segunda por la izquierda, en Mombassa (Kenia)
El pasado sábado, en el transcurso de la celebración Eucarística, presidida por nuestro Obispo, se oficializó el envío a misión de María Planelles, que va destinada a dos parroquias de Arusha (Tanzania). Durante la homilía, D. Casimiro, puso en valor «el Sí de María» desde su pertenencia a la comunidad y a la Iglesia que es a quien representa en esta misión que, tal como afirma María «no es fácil» por el fuerte arraigo de los nativos a la «tribu», cuya cultura y tradición es tan fuerte, que influye en su camino de fe en Dios. María se encuentra ultimando la documentación necesaria para, en una semana, desplazarse a su destino y cumplir con la voluntad del Señor, «allí donde Él me necesita».
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