La Delegación de Medios, presente en Roma para despedir al Papa Francisco: «Rezamos por su alma y por toda la Iglesia»
La muerte del Papa Francisco el lunes de Pascua conmocionó al mundo entero y transformó Roma en el epicentro de la fe y la esperanza. Entre los miles de fieles que han acudido a la Ciudad Eterna para despedirse del Santo Padre se encontraba Juan Gozalbo, miembro de la Delegación de Medios de Comunicación de la Diócesis de Segorbe-Castellón, quien, providencialmente, viajó a la capital italiana con su familia para vivir el Jubileo de la Esperanza.

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Lo que estaba previsto como un viaje familiar para recorrer los lugares santos y celebrar el Año Jubilar, se convirtió en una vivencia histórica y profundamente espiritual. «Fue un impacto fuerte, pero por otra parte nunca imaginábamos que podríamos estar aquí despidiendo al Papa Francisco», relataba Juan en una conexión en directo para el programa de radio “El Espejo de la Iglesia” de COPE Castellón. «Sentimos la tristeza de su muerte, pero también la alegría de la Pascua, porque creemos que Francisco se ha encontrado con Cristo resucitado y que ha vuelto a la casa del Padre», añadía.
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Durante estos días de duelo, Roma se ha llenado de fieles de todas partes del mundo. La Plaza de San Pedro y la Basílica de San Pedro se han abarrotado de miles de personas que, bajo el sol, aguardaban en silencio para rezar unos segundos ante el féretro del Pontífice. «Roma está triste, pero a la vez unida y en oración», describía Juan. «Se llora, se canta, se reza, pero con un recogimiento que sobrecoge», señalaba, al tiempo que destacaba el ambiente de esperanza que se respiraba en la ciudad, fiel al mensaje que Francisco predicó hasta el final: «Cristo ha resucitado, la muerte no tiene la última palabra».
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Tras su regreso, Juan ha querido compartir su testimonio: «Ya estamos de vuelta toda la familia y estamos muy contentos de haber tenido la oportunidad de despedirnos del Papa Francisco. Ante él rezamos por su alma y le pedimos que intercediera por toda la Diócesis, nuestras familias, nuestras comunidades y por toda la Iglesia». La despedida no fue fácil: cinco horas de espera en una cola que parecía interminable, entre sacerdotes, familias, religiosos y grupos parroquiales. «Sin duda, valió la pena», afirma.

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El recuerdo de Francisco queda ahora en el corazón de quienes pudieron acompañarlo en sus últimos momentos. Como apuntaba Juan Gozalbo, «Francisco nos enseñó a evangelizar tocando el corazón del otro con ternura y misericordia. Sigamos anunciando lo esencial, como él lo hizo: que Cristo vive y que su misericordia es para todos. Que Él ha resucitado, que ha vencido el pecado y la muerte”.

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La Iglesia universal permanece ahora en oración, pidiendo al Espíritu Santo que ilumine a los cardenales en la elección del nuevo Papa, mientras el testimonio de Francisco sigue inspirando a millones de fieles en todo el mundo.