Nuevo proyecto de «Primer Anuncio» de Acción Católica General
Expectantes e ilusionados acudieron a este Encuentro cuatro40 de agentes de pastoral que se celebró el pasado fin de semana en Pozuelo de Alarcón. La propuesta nace como un proyecto de «Primer Anuncio» y está impulsado por Acción Católica General y busca posibilitar el encuentro de las personas con Jesucristo.
Miembros de las comunidades parroquiales de La Sagrada Familia (Castellón), San José (Almassora) y Santos Evangelistas (Vila-real), junto a varios integrantes del equipo general de cuatro40 de nuestra Diócesis, así como el Vicario de Pastoral, D. Miguel Abril, participaron en el encuentro del fin de semana con el objetivo de convertirse en parroquias de acogida de este proyecto que, en nuestra Diócesis, se va a impulsar a partir del próximo curso.
La experiencia, tal como afirma la Presidenta de Acción Católica General, Mamen Salvador, fue especialmente enriquecedora. Sintieron como el Espíritu había tocado sus corazones para «convertirlos, a través de la luz de la Palabra, ilusionados, alegres y también con ideas e interrogantes sobre cómo llevar a cabo este encuentro en nuestra Diócesis».
Estos encuentros se fundamentan en un proyecto pastoral tiene una clara identificación parroquial, se ubica en la misma comunidad y es ella quien acompaña a las personas participantes para facilitar, tal como aseguran desde Acción Católica General «el encuentro personal con Jesucristo, el único que sana, salva y nos dota de vida».
La iniciativa está dirigida a todas las personas mayores de 18 años que esténbautizadas que pertenezcan a una comunidad parroquial y quieran renovar su fe o a aquellas que en algún momento de su vida se alejaron de la Iglesia y quieren conocer la verdadera imagen de Cristo. También está destinado a las personas que no están bautizadas pero caminan en búsqueda.
La Acción Católica General (ACG) renovó su Proyecto pastoral en el 2009, reforzando sus principios fundamentales: la parroquia, la Diócesis, la acción, la comunidad, y el acompañamiento; y los puso al servicio de toda la Iglesia convirtiéndose en un instrumento habitual de los laicos de parroquia.
Esta experiencia evangelizadora está estructurada en un encuentro de fin de semana, que se complementa con siete encuentros posteriores en las parroquias de acogida que posibilitan la continuidad del proceso personal de fe dentro de la parroquia a través de equipos de vida. De esta forma, se fortalece y complementa este Proyecto Pastoral dotándole de una experiencia de Primer anuncio que posibilita la fe en el corazón de las personas y su inserción en la parroquia.
La pasada semana, los sacerdotes de la Diócesis de Segorbe-Castellón han participado en una tanda de ejercicios espirituales que se han celebrado en la casa de espiritualidad del Desierto de la Palmas y que han estado dirigidos por el Arzobispo Castrense, Mons, Juan Antonio Arnárez Cobo.
En los mismos han participado 25 sacerdotes de la Diócesis junto con el Obispo, D. Casimiro López Llorente, y también el Obispo auxiliar emérito de San Bernardino, D. Rutilio del Riego, con la mirada puesta en la escucha atenta a la Palabra de Dios y la oración al objeto de la renovación pastoral. Esta tanda de ejercicios espirituales responde a la llamada que la Iglesia hace a los sacerdotes, más si cabe, como advertía D. Casimiro en la carta de invitación, «en estos tiempos de especial dificultad para nuestra tarea pastoral». En este sentido, el Obispo de la Diócesis, advertía también la necesidad que tienen, en el ejercicio de su ministerio, «de cultivar la vida espiritual con momentos fuertes y prolongados de encuentro con el Señor, para descansar en Él y ponernos a su escucha en la oración».
Las jornadas se han celebrado con un horario en el que, además de las meditaciones dirigidas por Mons. Juan Antonio Arnárez Cobo, se han completado con la celebración diaria de la Eucaristía, la oración (Laudes, Vísperas y Completas) y el encuentro íntimo con el Señor ante el Santísimo Sacramento con el corazón abierto a la escucha de su voluntad y atentos a lo que espera de los sacerdotes para su renovación pastoral.
El encuentro con el Señor a través de la oración ha permitido a los sacerdotes leer con los ojos de Dios el momento actual y conocer los que los fieles necesitan y esperan de cada uno de ellos, pero también contribuye a reforzar las relaciones de fraternidad entre ellos para ser instrumentos de la luz del Señor, y estímulo y esperanza cristiana para los demás.
Los próximos 9 y 10 de febrero, en el contexto de celebración del Año Jubilar
Este próximo fin de semana tendrá lugar, en dos sesiones, la Conferencia de Pastoral, que se va a celebrar en el contexto de celebración del Año Jubilar Diocesano.
Bajo el título «Segobricensis 775, una Pastoral para nuestro tiempo», D. Juan Manuel Gallent, tratará de «volver a las huellas de Jesús guiados por el Espíritu Santo» con el objetivo de realizar una «mirada evangélica a nuestra Diócesis» desde la renovación espiritual y pastoral, pero también estructural, haciendo una lectura atenta de los signos de los tiempos para afrontar los caminos de renovación de nuestra Diócesis a partir de la luz de la Palabra de Dios.
Así, este próximo jueves, 9 de febrero, la conferencia tendrá lugar en el salón de actos de la Parroquia de Santa María, en Castellón, a las 19.00h de la tarde.
Ya, el viernes, 10 de febrero, para todos los fieles de la comarca del Alto Palancia, se celebrará, a las 19.30h de la tarde, en la S.I. Catedral de Segorbe.
Los obispos españoles, entre ellos D. Casimiro López Llorente, han celebrado esta semana la Asamblea Plenaria, en formato online y presencial a causa de la pandemia.
Sesión inaugural
Comenzó el lunes con el discurso del presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Barcelona, cardenal Juan José Omella. Apoyándose en tres versículos de san Lucas, el cardenal Omella relató la realidad social que ha dejado la pandemia y señaló algunas claves para superar de manera conjunta esta situación.
“En España existe un creciente y grave problema que se llama desigualdad social”, señaló el presidente de la Conferencia Episcopal. “Este es un reto -añadió- que tenemos que abordar para asegurar la dignidad de todos y la necesaria justicia social que es siempre garantía de paz social. No es momento para disputas inertes entre partidos políticos, no es tiempo para soluciones fáciles y populistas a problemas graves, no es el momento de defender intereses particulares. Ahora es el momento para la verdadera política, que sume a todas las partes y que trabaje para el bien común de toda la sociedad y el fortalecimiento y credibilidad de las instituciones en las que se asienta nuestro sistema democrático”.
Seguidamente intervino el nuncio apostólico en España, Mons. Bernardito C. Auza, quien, entre otros temas, destacó el trabajo “bien realizado” por parte de la Conferencia Episcopal Española, siguiendo los deseos del Santo Padre, en materia de abusos de menores. “Nadie puede interpretar –afirmó- falta de trasparencia o negativa a secundar lo que el Papa pide al respecto. Los animo pues a la necesaria colaboración en este doloroso tema sobre el que, desde la Secretaría General, se ha manifestado justamente, hace pocos días, S.E. Monseñor Luis Arguello ante la opinión pública. Con el espíritu de colaboración y honestidad bien expresado, nadie puede poner en duda la credibilidad de la Iglesia en sus declaraciones y actividades”.
Obispos fallecidos
En la sesión inaugural también se recordó a los obispos fallecidos desde la última Asamblea Plenaria: Mons. Damián Iguacen Borau, obispo emérito de Tenerife; Mons. Alfonso Milián Sorribas, obispo emérito de Barbastro-Monzón; Mons. Juan del Río Martín, arzobispo castrense; y Mons. Rafael Palmero Ramos, obispo emérito de Orihuela-Alicante.
“Fieles al envío misionero”, líneas de acción pastoral 2021-2025
La Asamblea Plenaria ha aprobado las líneas de acción pastoral para el quinquenio 2021-2025 con el título, “Fieles al envío misionero. Claves del contexto actual, marco eclesial y líneas de trabajo”. Unas líneas de acción en las que la llamada del Señor,” Id y anunciad el Evangelio”, se hace pregunta: ¿Cómo evangelizar en la actual sociedad española?.
El marco general de la acción pastoral de la CEE es una invitación a acoger el desafío de una conversión pastoral para una salida misionera. Salir para “hacerse prójimos” a las personas con las que compartimos espacio, trabajo, vocación y misión. Salir al encuentro de la sociedad para hacer presente la presencia de la Iglesia que anuncia, celebra y sirve. Salir al encuentro para la escucha y el diálogo y también acoger y generar ámbitos para realizar un trabajo conjunto con los de dentro. Para ello se propone un trabajo en cuatro líneas: primer anuncio del Evangelio, acompañamiento a las personas, presencia misionera en la vida pública y procesos formativos.
Protección de menores
También se ha aprobado la creación de un servicio de asesoramiento para las oficinas diocesanas para la protección de los menores y la prevención de abusos. Este servicio de comunión y ayuda se presta a las oficinas diocesanas creadas en toda España para apoyar sus trabajos en las diversas áreas de su actividad. Se estará también a disposición de las oficinas creadas por las congregaciones religiosas.
Nuevo texto del Testamento vital
La Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida ha presentado a la Asamblea un informe acerca de la eutanasia y el testamento vital y la propuesta de un nuevo texto de Declaración de Instrucciones previas y voluntades anticipadas, que ha sido aprobado por la Plenaria.
A continuación, el modelo de documento a firmar.
A mi familia, al personal sanitario, a mi párroco o al capellán católico:
Si me llega el momento en que no pueda expresar mi voluntad acerca de los tratamientos médicos que se me vayan a aplicar, deseo y pido que esta Declaración sea considerada como expresión formal de mi voluntad, asumida de forma consciente, responsable y libre, y que sea respetada como documento de instrucciones previas, testamento vital, voluntades anticipadas o documento equivalente legalmente reconocido.
Considero que la vida en este mundo es un don y una bendición de Dios, pero no es el valor supremo absoluto. Sé que la muerte es inevitable y pone fin a mi existencia terrena, pero desde la fe creo que me abre el camino a la vida que no se acaba, junto a Dios.
Por ello, yo, el que suscribe …………………………………………………………………………………. (nombre y apellidos), de sexo…………………………….., nacido en………………………… con fecha …………………., con DNI o pasaporte nº……………………………. y tarjeta sanitaria o código de identificación personal nº……………………………………., , de nacionalidad…………………….., con domicilio en……………………………………………… (ciudad, calle, número) y con número de teléfono ……………………………,
MANIFIESTO
Que tengo la capacidad legal necesaria y suficiente para tomar decisiones libremente, actúo de manera libre en este acto concreto y no he sido incapacitado/a legalmente para otorgar el mismo:
Pido que, si llegara a padecer una enfermedad grave e incurable o a sufrir un padecimiento grave, crónico e imposibilitante o cualquier otra situación crítica; que se me administren los cuidados básicos y los tratamientos adecuados para paliar el dolor y el sufrimiento; que no se me aplique la prestación de ayuda a morir en ninguna de sus formas, sea la eutanasia o el “suicidio médicamente asistido”, ni que se me prolongue abusiva e irracionalmente mi proceso de muerte.
Pido igualmente ayuda para asumir cristiana y humanamente mi propia muerte y para ello solicito la presencia de un sacerdote católico y que se me administren los sacramentos pertinentes.
Deseo poder prepararme para este acontecimiento final de mi existencia, en paz, con la compañía de mis seres queridos y el consuelo de mi fe cristiana.
Suscribo esta Declaración después de una madura reflexión. Y pido que los que tengáis que cuidarme respetéis mi voluntad.
Designo para velar por el cumplimiento de esta voluntad, cuando yo mismo no pueda hacerlo, a………………………………, DNI ……… , domicilio en ……………………. y teléfono………….. y designo como sustituto de este representante legal para el caso de que éste no pueda o quiera ejercer esta representación a……………………………….., DNI ……… , domicilio en ……………………. y teléfono…………..
Faculto a estas mismas personas para que, en este supuesto, puedan tomar en mi nombre, las decisiones pertinentes.
En caso de estar embarazada, pido que se respete la vida de mi hijo.
Soy consciente de que os pido una grave y difícil responsabilidad. Precisamente para compartirla con vosotros y para atenuaros cualquier posible sentimiento de culpa o de duda, he redactado y firmo esta declaración.
Firma: Fecha: DNI:
Nueva ley educativa
La Comisión Episcopal para la Educación y Cultura ha informado sobre los trabajos realizados en diversos ámbitos en relación a la nueva ley educativa, la LOMLOE. Uno de estos trabajos es la actualización del currículo del área de Religión Católica, desde Educación Infantil hasta Bachillerato, para adaptarlo al marco curricular de la ley.
Mons. Alfonso Carrasco, presidente de la Comisión, ha informado a la Plenaria de la síntesis del foro «Hacia un nuevo currículo de religión», y ha presentado la creación de un departamento de Pastoral del Deporte que haga presente la misión de la Iglesia en este campo importante de la actividad humana.
Otras informaciones
Los obispos españoles también han estudiado estos días la puesta en marcha de la carta del papa Francisco “Spiritus Domini”, para la institución estable de laicos como lectores y acólitos.
Dentro del ámbito de la Comisión Episcopal para la Liturgia, han aprobado el nuevo ritual de exequias, el Misal y al Leccionario para las misas de la Bienaventurada Virgen María; y a la traducción de los textos Litúrgicos de la Memoria libre de la Bienaventurada Virgen María de Loreto.
La Comisión Episcopal para los Laicos, la Familia y la Vida ha informado sobre el Año “Familia Amoris Laetitia” (19 de marzo de 2021-26 de junio de 2022) convocado por el papa Francisco en el 5º aniversario de la publicación de la exhortación apostólica Amoris Laetitia y sobre la consulta acerca de la “Pastoral de Mayores”, a instancias de Roma. Los obispos han acordado celebrar cada 26 de junio, memoria de S. Joaquín y Sta. Ana, la fiesta de los abuelos.
También han recibido información sobre las implicaciones para la Iglesia en España de la obligación del cumplimiento normativo y de la necesidad de un plan de “Compliance” en las instituciones eclesiales, y han recibido información sobre el estado actual de Ábside (TRECE y COPE).
Los obispos han elegido a Mons. José Manuel Lorca, obispo de Cartagena, nuevo presidente de la Comisión Episcopal para las Comunicaciones Sociales. Sustituye a Mons. Juan del Río, fallecido el pasado 28 de enero.
Como es habitual en la primera Plenaria del año, se han aprobado las Intenciones de la Conferencia Episcopal Española del año 2022 por las que reza el Apostolado de Oración-Red Mundial de Oración del Papa.
Hace un mes que estamos en estado de alarma. Sin poder salir de casa, sin poder entrar en las iglesias ni salas de catequesis. A la espera que se levante este estado excepcional, nuestras comunidades parroquiales han tenido que aprender a realizar una pastoral en tiempos de confinamiento. Aunque al principio no se tenía demasiada idea sobre cómo se podría hacer –todo era una novedad-, Miguel Abril, vicario de pastoral, defiende que la Iglesia ha sabido reaccionar “estando cerca de la gente, cuidando la fe, ofreciendo los medios para seguir la Eucaristía y ayudando para que cada familia sea una pequeña iglesia doméstica”.
Los obispos pertenecientes a la Provincia Eclesiástica Valentina -integrada por las tres diócesis de la Comunidad Valenciana y las tres de las islas Baleares- han celebrado durante dos días una reunión, presididos por el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, en la que han revisado el documento sobre la iniciación cristiana para su posterior aprobación.
Asimismo, los obispos han comenzado a estudiar y redactar un documento sobre la atención a enfermos y moribundos y han expuesto las distintas realidades que se encuentran en las diócesis con respecto a la situación de la enseñanza religiosa escolar en los colegios concertados.
La reunión, que terminará la tarde de este viernes, ha servido también para que los obispos de nuestra provincia eclesiástica comenten sobre otros temas relacionados con la actualidad de la vida de la Iglesia de manera más distendida.
Además del Obispo de Segorbe-Castellón, Don Casimiro López Llorente, están participando los obispos de Orihuela-Alicante, don Jesús Murgui ; los obispos auxiliares de Valencia, Esteban Escudero, Javier Salinas y Arturo Ros; los obispos de Mallorca, Menorca e Ibiza, monseñores Sebastià Taltavull, Francisco Conesa y Vicente Juan Segura, respectivamente, así como el vicario general de la archidiócesis de Valencia y secretario de la Provincia Eclesiástica, Vicente Fontestad.
Nuestra Iglesia diocesana está trabajando por hacer de nuestras parroquias comunidades vivas desde el Señor y misioneras; esto pasa por ayudar a los bautizados a ser verdaderos cristianos, discípulos misioneros del Señor. Este es y debe ser el objetivo primero y fundamental de todo proceso de iniciación cristiana: sea el caso de adultos no bautizados, que piden el bautismo, o sea el caso de los bautizados en su infancia que desean recibir la primera Eucaristía o la Confirmación, o bien de los bautizados adultos que desean personalizar su fe mediante un proceso catecumenal.
La base indispensable para ser cristiano es el bautismo y el encuentro personal con Jesús, el Señor resucitado, que transforma el corazón, vivifica con la Vida de Dios y da la esperanza de la vida eterna; un encuentro que lleve a una adhesión de mente, de corazón y de vida a Cristo y su Evangelio. El papa Francisco, citando a Benedicto XVI, nos recuerda: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva» (EG 7). Este encuentro con Cristo es fuente de alegría y aviva nuestra condición de bautizados, llamados a ser discípulos misioneros del Señor, cada cual según su vocación y ministerio: como presbíteros, diáconos, religiosos o seglares o como familias cristianas. Este encuentro personal con Cristo vivo será también la garantía de un buen proceso catecumenal de adultos. Y desde este encuentro se irán generando, con la ayuda del Espíritu Santo, comunidades de discípulos misioneros y viviremos “en estado permanente de misión”.
Son muchos los lugares y ámbitos donde el Señor sale a nuestro encuentro y nos podemos encontrar con Él: en la escucha atenta de su Palabra, en los sacramentos, de modo único en la Eucaristía, en la Liturgia de la Horas, en la lectio divina, en la oración personal y comunitaria, en cada hombre y en cada acontecimiento, en especial, en los hambrientos y sedientos, en los enfermos y encarcelados, y en las distintas expresiones de la piedad popular. Entre estas últimas destaca el Rosario, que es necesario recordar al comienzo del mes de octubre en que celebramos la fiesta de la Virgen del Rosario.
Algunos piensan que el Rosario es algo trasnochado, llevados quizá por la forma rutinaria, distraída y superficial con que tantas veces se reza. Cierto que hay que mejorar mucho su rezo, pero nunca dejarlo de rezar. Porque el rezo sosegado y atento del Rosario es una oración que nos lleva a escuchar a Jesucristo y a contemplar su rostro. Rezar el Rosario es en realidad contemplar con María el rostro de su Hijo. El Rosario es una oración sencilla y profunda a la vez. Rezado con fe y atención nos lleva al encuentro con Cristo, con sus palabras y con sus obras salvadoras a través de los misterios de gozo y de luz, de dolor y de gloria. Desde los misterios del Rosario llegamos al Misterio del Hijo de Dios. Su rezo se encuadra perfectamente en el camino espiritual de nuestra Iglesia diocesana, llamada a ser evangelizada y evangelizadora con la mirada, la mente y el corazón puestos en el Señor.
El rezo del Rosario, bien hecho, nos lleva al encuentro con Cristo. Con la Virgen María podemos aprender a contemplar la belleza de su rostro y a experimentar la hondura y la anchura de su amor desde todo el Evangelio. Pues el Rosario es una oración profundamente evangélica. No sólo los misterios, sino que también las mismas oraciones principales están tomadas del Evangelio: el Padrenuestro, la oración que Jesús enseño y mandó orar a sus discípulos; el Avemaría, con que saludamos a la Virgen con las palabras del ángel Gabriel y de su prima Isabel, y pedimos su intercesión en el presente y en el paso definitivo a la vida eterna. Al finalizar cada misterio, invocamos y alabamos a Dios Uno y Trino, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. En verdad: el rosario es un verdadero ‘compendio del Evangelio’.
El Rosario es fuente de gracia y de santidad para todos. Nos abre y dispone a la gracia de Dios. Es fuente de comunión con Dios mediante la comunión con Cristo en la contemplación de sus misterios; y es fuente de comunión con los hermanos en Cristo al ofrecer su rezo por alguna necesidad propia o ajena.
Recuperemos el rezo del Rosario: en privado o en grupo, en parroquias y comunidades, y también en las familias. Una familia que reza unida, permanece unida.
En la Jornada diocesana de Apertura del Curso pastoral tuvimos la ocasión de reflexionar sobre los problemas de fondo de la iniciación cristiana hoy. La cuestión que latía en el corazón de los numerosos participantes en el encuentro era cómo hacer hoy un cristiano para ser fieles al mandato de Jesús: «Id y haced discípulos míos… bautizándolos». Pues constatamos con dolor que nuestros esfuerzos no consiguen su objetivo: hacer discípulos misioneros del Señor de los bautizados.
Una de conclusiones de la Jornada es la necesidad de un cambio de mentalidad, que nos lleve a un cambio en la pastoral . Para ello es preciso, antes de nada, no olvidar que la iniciación cristiana es la inserción progresiva de una persona en el misterio de Cristo, muerto y resucitado, y en la Iglesia por medio de la fe y de los sacramentos: el Bautismo, que es el comienzo de la Vida nueva; la Confirmación, que es su afianzamiento; y la Eucaristía, que alimenta al discípulo con el Cuerpo de Cristo para ser transformado en Él. A todo este proceso o camino en el que la Iglesia hace nuevos cristianos lo llamamos iniciación cristiana.
La iniciativa de Dios, la respuesta de la persona y la mediación de la Madre Iglesia son esenciales e inseparables en este proceso. En primer lugar, la iniciación cristiana es un don de Dios; sólo Dios puede hacer que el ser humano renazca en Cristo por el agua y el Espíritu; sólo Él puede comunicar vida eterna; suya es la iniciativa y suya es la capacidad de santificar al ser humano por su gracia, que se comunica eficazmente en dichos sacramentos. En segundo lugar, la iniciación es un don de Dios a la persona, quien ha de responder libremente al don de Dios, recorriendo un camino de liberación del pecado y de crecimiento en la fe; la gracia santificante comunicada en los sacramentos es un don que pide ser acogido e incide en todas las dimensiones que configuran su existencia humana; es una realidad que implica a toda la persona y que ha de ser continuada por una educación permanente de la fe en el seno de la comunidad eclesial. En tercer lugar, la iniciación cristiana es un don de Dios que recibe la persona humana por mediación de la Madre Iglesia, que recibe la vida de Cristo para engendrar, por mandato suyo y por la acción del Espíritu Santo, nuevos hijos para Dios.
El proceso de la iniciación cristiana se realiza principalmente mediante la catequesis y la liturgia, dos dimensiones de una misma realidad: introducir a los hombres en el misterio de Cristo y de la Iglesia. La catequesis no es un mero requisito previo para recibir los sacramentos, ni menos puede reducirse a una clase escolar. Toda la comunidad diocesana, y especialmente cuantos intervenimos en la iniciación cristiana (sacerdotes, padres, catequistas, etc.) necesitamos un cambio de mentalidad. Hemos de ser conscientes que la celebración de los sacramentos debe ser siempre precedida y acompañada por la evangelización, la fe y la conversión, porque sólo así pueden dar sus frutos en la vida de los fieles. Jesús nos mandó hacer discípulos y bautizarlos.
Es importante destacar algunos elementos importantes que hay que recuperar en nuestra pastoral. Primero, el anuncio de la Palabra, que suscita la fe y la conversión; hoy tiene como destinatarios a los que no creen como los que viven en la indiferencia religiosa; pero es necesario también un nuevo anuncio a nuestros niños bautizados e incluso a los bautizados que creen saberlo todo sobre el cristianismo pero realmente no lo conocen. Segundo, la conversión inicial de los adultos equivale, en el caso de la iniciación cristiana de los niños bautizados en la infancia, al despertar religioso; es responsabilidad de los padres acompañar a sus hijos en este despertar a la fe, porque su ausencia tendrá consecuencias negativas en todo el proceso; las parroquias han de suplir o apoyar este momento, por ejemplo con el oratorio de niños. Tercero, en el proceso de iniciación es necesario el discernimiento; la Iglesia siempre juzgó sobre quién podía o no comenzar un proceso de iniciación, si había vivido una auténtica primera conversión, y sobre quién lo podía culminar o no, según hubiese asimilado la vida cristiana y sus exigencias a lo largo del proceso; no basta con asistir a catequesis el tiempo establecido; tiene que poder verificarse una adhesión cordial a Cristo, un cambio de valores y de conducta: esto implica hoy discernir en cada caso; mediante el diálogo pastoral deben superarse los posibles conflictos e incomprensiones, tratando de hacer descubrir la dignidad y la belleza de la vida en Cristo. Y, cuarto, en la catequesis de iniciación es básica la persona del catequista, que ejerce una auténtica misión eclesial; esto requiere una profunda experiencia de fe y una sólida formación para poder ser guía espiritual de los catequizandos, acompañándoles en el aprendizaje y maduración de la fe.
Después de la pausa del verano, os saludo a todos en el Señor. Poco a poco se va poniendo en marcha un nuevo curso. También en nuestra Iglesia diocesana, en nuestras comunidades parroquiales y religiosas, movimientos, asociaciones y grupos nos disponemos a comenzar un nuevo curso pastoral al servicio de la misión evangelizadora que Jesús nos ha confiado. Esta misión es la que nos identifica como cristianos, como parroquias y comunidades cristianas, como Iglesia. Jesús nos sigue diciendo hoy: “Id y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado” (Mt 28,19-20).
Este mandato del Señor de hacer cristianos, discípulos misioneros del Señor, es tremendamente actual y muy urgente en nuestra Iglesia diocesana. El gran reto de nuestra Iglesia diocesana es hoy, como en los primeros tiempos, llevar a las personas y bautizados al encuentro o al reencuentro transformador y salvador con Cristo; un encuentro, que haga verdaderos cristianos. Con otras palabras: nuestro gran reto y urgencia es la Iniciación cristiana. Como nos dice el Catecismo de Iglesia Católica, «desde los tiempos apostólicos, para llegar a ser cristiano se sigue un camino y una iniciación que consta de varias etapas (…) con unos elementos esenciales: el anuncio de la Palabra, la acogida del Evangelio que lleva a la conversión, la profesión de fe, el Bautismo, la efusión del Espíritu Santo, el acceso a la comunión eucarística» (n. 1229). Se trata del catecumenado: un camino y un proceso sólido, bien trabado y completo, que acoge a los candidatos a las puertas de la fe, los acompaña a lo largo de varias etapas y los conduce a una fe adulta.
Desde hace años estamos encontrando dificultades crecientes para engendrar y tallar en la fe y la vida cristiana a las nuevas generaciones. Con frecuencia lamentamos con tristeza y desazón que quienes reciben los sacramentos de la iniciación cristiana (Bautismo, Confirmación, Eucaristía) no llegan a ser discípulos de Jesús y testigos suyos en la Iglesia y en el mundo, y que pronto se alejan de la Iglesia. Esta realidad nos tiene que interpelar y mover a una conversión pastoral, como nos pide el papa Francisco No podemos mantener una situación, en la que la mayoría de los procesos de iniciación cristiana son débiles y no conducen a una confesión personalizada de la fe, a una inserción viva en la comunidad eclesial, y a una implicación gozosa en la vida y misión de la Iglesia. Por ello nos hemos de hacer la pregunta: ¿Cómo hacer un cristiano hoy?.
Antes de nada hemos de asumir que el contexto social ha cambiado radicalmente. Ya no vivimos, como hace unos años, en una sociedad homogénea, con una cultura y un ambiente social cristianos, donde la iniciación cristiana era acompañada y realizada de forma espontánea por la sociedad y la tradición familiar, apoyadas por la catequesis parroquial y la escuela donde se impartía una formación cristiana. Esa situación ya no se da; pero en la práctica seguimos actuando como si nada hubiera cambiado. El pluralismo religioso, la secularización de la sociedad y de las instituciones, la descristianización ambiental, el laicismo excluyente y beligerante, el proceso de alejamiento y el abandono de numerosos bautizados, el fuerte impacto de los medios de comunicación sobre todo en niños y jóvenes, el debilitamiento de la familia en su tarea educadora y transmisora de la fe, entre otros fenómenos, cuestionan la iniciación cristiana, tal como la seguimos ofreciendo en general. El proceso de iniciación que reciben hoy muchos bautizados es un proceso superficial, discontinuo e incompleto, que difícilmente puede asegurar consistencia y coherencia cristiana.
Por todo ello, al comenzar un nuevo curso tendremos una Jornada diocesana de Apertura del Curso pastoral sobre la Iniciación cristiana, uno de los objetivos concretos para este curso. Juntos rezaremos y reflexionares sobre los problemas de fondo de la Iniciación cristiana: qué es la Iniciación cristiana, qué es lo que constituye a un cristiano, cómo se hace un cristiano, cómo hay que plantear hoy la iniciación cristiana en un mundo que ha cambiado tanto. La Jornada tendrá lugar, Dios mediante, el sábado 16 de septiembre, por la mañana, en el Seminario Diocesano Mater Dei en Castellón. A ella os invito a todos los cristianos católicos. Hasta ese día os saludo a todos.
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