La Conferencia Episcopal Española (CEE) celebró ayer una Asamblea Plenaria extraordinaria, convocada la semana pasada por su Comisión Permanente. En esta Asamblea Plenaria se han aprobado tres documentos: las Líneas de trabajo de las instituciones de la Iglesia Católica en España; el Plan de Reparación Integral a menores y personas equiparadas en derechos, víctimas de abusos sexuales; y los Criterios orientadores para la reparación integral.
Junto a los obispos de la Conferencia Episcopal y dada la cuestión que se abordaba participaron en la Asamblea Plenaria Fr. Jesús Díaz Sariego OP, presidente de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER) y Jesús Miguel Zamora, Secretario General. El presidente de la CEE, Mons. Luis Argüello, y el presidente de la CONFER han informado, después, en rueda de prensa.
Asamblea plenaria extraordinaria
En la sesión, presidida por Mons. Luis Argüello, han participado 70 obispos, entre ellos el de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente. Una vez presentados los tres documentos a los obispos de la Plenaria ha comenzado un diálogo entre los asistentes con diversas aportaciones y propuestas. Al finalizar el diálogo, los tres documentos, las Líneas de trabajo, el Plan de Reparación Integral a las víctimas (PRIVA) y los Criterios orientadores, se han sometido a votación.Los tres documentos han sido aprobados.
1.- Líneas de trabajo de las instituciones de la Iglesia católica en España
Las cinco líneas de trabajo expresan lo que las instituciones eclesiales ya están realizando e indican los principios que orientan el trabajo de la Iglesia en adelante. Son las siguientes:
Reconocer y reparar. En esta línea se encuadra el reconocimiento y la reparación simbólica a través de la adhesión al acto público de reconocimiento a las víctimas; el reconocimiento y reparación de las víctimas de abusos sexuales prescritos o en los que el victimario ha fallecido; y el reconocimiento y reparación de aquellos casos en los que la acción penal no ha prescrito. Esta línea de trabajo incluye la elaboración del Plan de Reparación Integral a los menores y personas equiparadas en derechos, víctimas de abusos sexuales.
Atender a las víctimas y/o supervivientes. La propuesta trata de asegurar la atención integral de las víctimas y/o supervivientes en particular a través de las Oficinas de Atención a las Víctimas.
Prevenir. Continuar la difusión en los centros educativos de la Iglesia de la “Guía para la prevención y reparación de abusos sexuales a menores en centros educativos” publicada por Escuelas Católicas; y trabajar en la implantación en los centros de la figura del coordinador de bienestar y protección.
Formar y sensibilizar. En esta línea se busca la formación de los profesionales en contacto con personas menores de edad en materia de violencia sexual; y la sensibilización con la difusión de las medidas de prevención y protocolos de las instituciones educativas de la Iglesia.
Informar e investigar. Mediante la promoción de estudios sobre la prevalencia de violencia sexual en la infancia y la adolescencia.
2.- Plan de Reparación Integral a los menores y personas equiparadas en derechos, víctimas de Abusos sexuales (PRIVA)
La realización de un Plan de Reparación a las Víctimas de abusos sexuales en el ámbito de la Iglesia católica fue aprobada por la Asamblea Plenaria del pasado mes de noviembre en que se aprobó también la estructura de este trabajo. El Plan ha sido elaborado por el Servicio de Asesoramiento de las Oficinas, y en él han trabajado de manera conjunta la CEE y la CONFER, con diversas aportaciones del Secretariado para Asuntos Jurídicos de la CEE y del órgano de Compliance de la CEE.
El Plan ha sido definitivamente aprobado esta mañana junto con las líneas de trabajo de las instituciones de la Iglesia católica en España y los criterios orientadores para la Reparación integral a los menores de edad o personas equiparadas, víctimas de abusos sexuales en el seno de la Iglesia católica.
La Iglesia Católica en España promueve la denuncia de los abusos ante las autoridades correspondientes, confiando a la justicia ordinaria el establecimiento ordinario del marco de reparación oportuno. Pero cuando el cauce legal no es posible, por la prescripción legal del delito o por el fallecimiento del victimario, la Iglesia sostiene que toda víctima, también en estos casos, debe ser acogida, atendida y reparada de manera integral. Esto es lo que se atiende desde el Plan de Reparación Integral para las Víctimas de Abusos sexuales en el ámbito de la Iglesia.
Para su ejecución, el Plan recoge la creación de un órgano que coordinará la respuesta integral a las víctimas mediante un procedimiento no judicial. Este organismo tratará de verificar individualmente cada caso para ver la condición de los hechos y establecer el marco de reparación oportuno. La reparación parte de lo que la víctima solicita para su sanación, afecta al victimario y a la institución a la que este pertenecía y busca la reparación integral de la víctima en todos los aspectos.
La CEE y la CONFER respaldarán subsidiariamente la reparación establecida de modo que ninguna víctima pueda quedar sin la reparación correspondiente establecida por el órgano de coordinación.
Principios que informan los ejes del PRIVA
El Plan de atención y reparación a las víctimas tiene cinco ejes de los que se derivan las acciones que siguen, referidas al reconocimiento de la víctima, la reparación y la prevención.
La víctima en el centro de la reflexión y la acción de la Iglesia. La búsqueda de la verdad y la realización de la justicia requieren centrar la mirada en quienes han sido víctimas directas o indirectas de abusos. Se deben crear las condiciones para su acogida, escucha y atención. Se les debe ofrecer la tutela y la protección de la Iglesia, y una asistencia adecuada en todo lo que pudieran necesitar.
La búsqueda de la verdad y de la justicia, que se explicitan en la investigación y el esclarecimiento de los hechos, así como en el enjuiciamiento y determinación de las responsabilidades jurídicas.
Acción coordinada en lo que se refiere al tratamiento de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia, de manera que las medidas adoptadas resulten similares y que la diversidad institucional no redunde en perjuicio de las víctimas.
Asumir los cauces de reparación, para que, tratando de dar una respuesta integral al fenómeno de los abusos, no olvidemos la reparación económica, espiritual o psicológica cuando esta sea necesaria.
Evitar toda revictimización, por lo que el trabajo partirá de la información que la víctima haya aportado ya, en las oficinas diocesanas, de congregaciones o del Defensor del Pueblo.
En el tratamiento jurídico de los casos de abusos, se seguirá lo establecido en la Instrucción de la CEE sobre abusos sexuales, de abril de 2023.
Propuesta de acción para la puesta en marcha del PRIVA
El Plan prevé tres campos de acción: la víctima, la reparación y la prevención.
En relación a la víctima, todas las diócesis e institutos de vida consagrada y otras instituciones eclesiales han creado oficinas de acogida, atención y acompañamiento a las víctimas de abusos en la Iglesia. En ellas se ha de procurar:
Acoger a las víctimas y ofrecer servicios específicos como parte de una asistencia integral.
Prestar orientación y asistencia legal y mejorar la información ofrecida en los tribunales eclesiásticos.
Dotar a las víctimas de recursos o personas que puedan acompañar y seguir los distintos procesos que quieran iniciar para poder sanar su situación.
Contribuir a crear entornos seguros favoreciendo que estos se desarrollen en todos los ámbitos de la Iglesia.
Promover una cultura de pleno rechazo hacia los abusos sexuales y crear mapas de riesgos y de daños que puedan servir de orientación a la hora de atender a las víctimas.
En relación a la reparación, el compromiso que se adquiere es:
La asistencia debe ser integral, según la necesidad de cada uno: pastoral y espiritual; médica, terapéutica, psicológica y social; y legal, jurídica y económica.
Los victimarios son los principales responsables de la reparación. Subsidiariamente, la Iglesia tiene una responsabilidad moral de reparar, cuando el agresor no pueda hacer frente a ello.
La reparación material puede ser: económica en forma de indemnización a partir de una sentencia; económica en especie, en forma de prestación de servicios médicos o terapéuticos; y económica en forma dineraria reconocida y asumida voluntariamente por la Iglesia al término del procedimiento establecido al efecto.
la Iglesia, por medio de la CEE y la CONFER, debe arbitrar los medios para que se pueda propiciar un resarcimiento de los daños ciertos y reales.
En ámbito canónico, la prescripción o el fallecimiento del victimario no impedirá buscar la convicción acerca de la certeza o, al menos, de un juicio de verosimilitud.
En relación a la prevención, se propone:
Proponer medidas y protocolos de actuación en las actividades con menores y personas equiparadas en derechos.
Ofrecer formación inicial sobre el tema de abusos a menores al inicio de cada curso pastoral en los diversos ámbitos de la pastoral.
Realizar desde la Iglesia un examen sobre las causas que desencadenan el abuso y pautas y orientaciones para la vida y misión de la Iglesia.
Procurar el tratamiento a los victimarios con los programas de intervención basados en la evidencia que se usan para otros abusadores por parte de profesionales de la Psicología.
Próximos pasos
Para la puesta en marcha del PRIVA se establecerá una Comisión Asesora que tendrá como objetivo evaluar cada caso de manera singular para analizar los daños causados a las víctimas y definir las vías de reparación a las entidades que deban llevarlas a cabo.
Esa Comisión estará formada por diez personas: cuatro expertos del ámbito médico forense, cuatro del ámbito jurídico y un representante de la CEE y otro de la CONFER. La Comisión podrá convocar a un representante de las víctimas o de las asociaciones que trabajan con víctimas.
La Comisión recogerá toda la información ya elaborada por las personas que han atendido a esa víctima, para no revictimizar. Con todos los datos, la Comisión ofrecerá un informe de los casos presentados, que se circunscriben a aquellos que no pueden ser juzgados por el fallecimiento del victimario o por la prescripción del delito.
La Comisión, con la ayuda de la Vicesecretaría para Asuntos Económicos, elaborará un posible baremo o sistema de valoración de los daños y perjuicios padecidos. Para ello se tendrán en cuenta los baremos propuestos por la ley civil y los criterios orientadores de otras Conferencias episcopales del entorno.
Palabras de clausura del presidente de la CEE, Mons. Luis Argüello
La Asamblea Plenaria extraordinaria finalizó con una sesión de clausura en la que el presidente de la CEE señaló que la aprobación de estos documentos “supone una llamada a la conversión, a la comunión, de lo que hemos recibido del señor de la cruz”.
Mons. Argüello recordó que en estos años se han puesto en marcha casi 300 oficinas en las diócesis y en las congregaciones religiosas. Muchas de ellas, precisó, han dado el paso de ser también oficinas que acompañan en la prevención, la formación y la reparación.
El presidente de la CEE precisó que el PRIVA que se ha aprobado esta mañana “no significa el comienzo de este trabajo» porque, “ya llevábamos tiempo trabajando”. Pero “creíamos conveniente dotarnos de criterios comunes». También precisó que este Plan es subsidiario para «cuando se han acabado las vías judiciales”.
La Iglesia, afirmó “mantiene la puerta abierta para escuchar a las víctimas”. Con este Plan, queremos escucharlas y acompañarlas. Además, pidió respeto a la sociedad y a las administraciones públicas porque la Iglesia en España “tiene sus reglas de funcionamiento”.
“No firmamos un decreto que obligue”, precisó, sino “unos criterios de comunión para que las personas que crean que deben ser reparadas puedan acudir a cada diócesis y cada congregación o también acudir a una comisión asesora para que les ayude”.
El presidente señaló que este compromiso “decidido de acompañar y reparar” brota de la responsabilidad moral y del dolor que “acogemos como propio”. Además, pidió perdón a las víctimas y respeto a su propio caminar. “Lo que hemos aprobado – concluyó- no ha supuesto el comienzo del trabajo de la Iglesia en España a la hora de abordar la problemática de las víctimas de abusos, pero tampoco es el final”. La Iglesia “tiene las puertas abiertas para acoger a quienes quieran venir a nuestra casa. La respuesta de la Iglesia quiere ir más allá de lo que la legalidad nos pide”.
Palabras del presidente de la CONFER, Jesús Díaz Sariego, OP
Tras unas palabras de agradecimiento del Nuncio, el presidente de la CONFER también señaló que la Iglesia viene trabajando, “por su solidaridad con el sufrimiento”, desde hace varios años en todo lo relativo a los abusos sexuales a menores. Pero hoy, la Iglesia en su conjunto “da un paso grande en España”. Una muestra “pública y visible”, de un discernimiento común. Sin perder el objetivo, que son las víctimas, “ellas son el centro de nuestro trabajo”.
También destacó que aún queda mucho trabajo por hacer, “pero ya partimos de una base muy desarrollada y vivida en comunión”.
La Comisión Permanente celebró su 267º reunión los días 2 y 3 de julio en la sede de la Conferencia Episcopal Española (CEE), en Madrid. Ha sido la primera reunión de la Permanente tras la renovación de cargos en la Plenaria de marzo, y ha contado con la participación del Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, D. Casimiro López Llorente.
El secretario general de la CEE, Mons. Francisco César García Magán, informó en rueda de prensa, el jueves 4 de julio, sobre los trabajos de esta Permanente.
Plan de reparación integral de víctimas de abusos sexuales en el ámbito de la Iglesia
La Comisión Permanente ha estudiado el “Plan de Reparación Integral a las Víctimas de Abusos sexuales a menores y personas equiparadas en derecho” (PRIVA). En el diálogo participó, junto a los obispos, el secretario general de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), Hno. Jesús Miguel Zamora, FSC.
La Permanente estudió el Plan y realizó diversas aportaciones al texto. Se le dio el visto bueno y se aprobó su pase a estudio en la próxima Asamblea Plenaria. Para ello, la Comisión Permanente acordó convocar una Asamblea Plenaria extraordinaria, que tendrá lugar este martes 9 de julio, con el fin de que todos los obispos conozcan el texto definitivo y, si procede, den su aprobación.
El PRIVA ha sido elaborado por el Servicio de Asesoramiento de las Oficinas para la protección de menores, y ha ido incorporando las observaciones de los obispos en sus distintas reuniones; las ideas recogidas en el Mensaje al Pueblo de Dios «Enviados a acoger, sanar y reconstruir» (Plenaria noviembre 2023); las indicaciones del Consejo Episcopal de Asuntos Jurídicos, del que D. Casimiro es el Presidente; del órgano de Compliance de la Conferencia Episcopal; y de la CONFER.
El Plan está orientado a la reparación integral de las víctimas de abusos sexuales en el ámbito de la Iglesia, principalmente en los que ha fallecido el victimario o el caso ha prescrito, para ofrecer una reparación adecuada que responda a la demanda que cada caso particular requiere.
Implementación de los criterios para la reforma de los seminarios en España
El presidente de la Subcomisión Episcopal para los Seminarios, Mons. Jesús Vidal, llevó a la reunión el borrador del Plan de aplicación de los criterios para la reforma de los seminarios en España.
La base de este borrador es el documento “Algunos criterios para la actualización de la formación sacerdotal inicial en los seminarios mayores de las Iglesias particulares que conforman la Conferencia Episcopal Española”, que recibieron los obispos españoles en su encuentro, del pasado 28 de noviembre, con el Papa y el Dicasterio para el Clero.
Los miembros de la Comisión Permanente valoraron el documento y realizaron sus aportaciones. El documento será estudiado en la próxima Asamblea Plenaria de noviembre.
Propuesta de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe
Por su parte, el presidente de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, Mons. Francisco Conesa, propuso la redacción de una Declaración con ocasión del 1700º aniversario del Concilio de Nicea, como una invitación a renovar la fe de Nicea. Esta Declaración se realizaría en el ámbito de una celebración ecuménica basada en el Credo, coordinada con la Subcomisión Episcopal para las Relaciones Interconfesionales y el Diálogo Interreligioso.
Además, compartió una reflexión sobre el papel de la CEE en el proceso de discernimiento de fenómenos sobrenaturales y apariciones a la luz del documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe titulado “Normas para proceder en el discernimiento de presuntos fenómenos sobrenaturales” a fin de determinar cuál sería el organismo competente de la CEE para intervenir en dichos casos.
Dos eventos eclesiales en 2025: Congreso Nacional de Vocaciones y Jubileo
El secretario técnico de la Comisión de la Conferencia Episcopal Española para el Jubileo 2025, Francisco Romero, explicó los objetivos y actividades que se están llevando a cabo, en relación con los responsables diocesanos y la Santa Sede, de cara al Jubileo 2025, que ha convocado el papa Francisco.
Además, el presidente de la CEE, Mons. Luis Argüello, como responsable del Servicio de Pastoral Vocacional, presentó un informe sobre la preparación del Congreso Nacional de Vocaciones “¿Para quién soy? Asamblea de llamados a la misión”, que va a tener lugar en Madrid del 7 al 9 de febrero de 2025.
En la página web del Congreso (https://paraquiensoy.com/) se están actualizando los materiales del congreso y ya están disponibles los recursos que se ofrecen a las diócesis para estos meses previos de preparación: el documento de trabajo y cuatro fichas para el discernimiento.
Otros temas del orden del día
Entre otros temas tratados, la Permanente dio su visto bueno al calendario de los órganos de la CEE para el año 2025, recibió información sobre distintos temas de seguimiento y económicos; y realizó una serie de nombramientos.
Durante estos días, la Conferencia Episcopal Española ha puesto en marcha una nueva campaña con el fin de informar sobre las ventajas que tiene la nueva ley de mecenazgo en relación a las deducciones de los donativos a la Iglesia. Con tal fin, ha distribuido en todas las parroquias de la Diócesis cartelería y dípticos.
El Real Decreto-ley 6/2023 publicado en el BOE de 23 de diciembre de 2023 incluye una modificación del artículo 19 de la Ley 49/2002 del régimen fiscal de las entidades sin fines lucrativos y de los incentivos fiscales al mecenazgo.
En el caso de las PERSONAS FÍSICAS:
Se amplía la cuantía del micro mecenazgo de 150€ a 250€.
Se aumenta la deducción del 80% para los primeros 250€ donados (en el total de lo que se done a las distintas causas solidarias con las que se colabore).
A partir de ese importe, es decir para el importe donado por encima de los primeros 250€:
Se incrementa del 35% al 40% el porcentaje de deducción aplicable con carácter general.
Deducción del 45% para los donativos recurrentes (donaciones a la misma entidad en los dos ejercicios anteriores con un importe igual o superior).
En el caso de las PERSONAS JURÍDICAS:
También se incrementa el porcentaje de deducción que pasa del 35% al 40%.
La base de esta deducción no podrá exceder del 15% de la base imponible del período impositivo, frente al 10% anterior.
Deducción del 50% para los donativos recurrentes (donaciones a la misma entidad en los dos ejercicios anteriores con un importe igual o superior).
Para cualquier duda se puede poner en contacto llamando al 900 10 91 30 o visitando la webwww.donoamiiglesia.es
Con el inicio del mes de julio se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Santo Padre dirige su intención por el cuidado pastoral de los enfermos: “Oremos para que el sacramento de la Unción de los Enfermos dé a las personas que lo reciben y a sus seres queridos la fuerza del Señor, y se convierta cada vez más para todos en un signo visible de compasión y esperanza.”
Hoy quisiera hablaros del sacramento de la Unción de los enfermos, que nos permite tocar con la mano la compasión de Dios por el hombre. Antiguamente se le llamaba «Extrema unción», porque se entendía como un consuelo espiritual en la inminencia de la muerte. Hablar, en cambio, de «Unción de los enfermos» nos ayuda a ampliar la mirada a la experiencia de la enfermedad y del sufrimiento, en el horizonte de la misericordia de Dios.
Hay una imagen bíblica que expresa en toda su profundidad el misterio que trasluce en la Unción de los enfermos: es la parábola del «buen samaritano», en el Evangelio de Lucas (10, 30-35). Cada vez que celebramos ese sacramento, el Señor Jesús, en la persona del sacerdote, se hace cercano a quien sufre y está gravemente enfermo, o es anciano. Dice la parábola que el buen samaritano se hace cargo del hombre que sufre, derramando sobre sus heridas aceite y vino. El aceite nos hace pensar en el que bendice el obispo cada año, en la misa crismal del Jueves Santo, precisamente en vista de la Unción de los enfermos. El vino, en cambio, es signo del amor y de la gracia de Cristo que brotan del don de su vida por nosotros y se expresan en toda su riqueza en la vida sacramental de la Iglesia. Por último, se confía a la persona que sufre a un hotelero, a fin de que pueda seguir cuidando de ella, sin preocuparse por los gastos. Bien, ¿quién es este hotelero? Es la Iglesia, la comunidad cristiana, somos nosotros, a quienes el Señor Jesús, cada día, confía a quienes tienen aflicciones, en el cuerpo y en el espíritu, para que podamos seguir derramando sobre ellos, sin medida, toda su misericordia y la salvación.
Este mandato se recalca de manera explícita y precisa en la Carta de Santiago, donde se dice: «¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que recen por él y lo unjan con el óleo en el nombre del Señor. La oración hecha con fe salvará al enfermo y el Señor lo restablecerá; y si hubiera cometido algún pecado, le será perdonado» (5, 14-15). Se trata, por lo tanto, de una praxis ya en uso en el tiempo de los Apóstoles. Jesús, en efecto, enseñó a sus discípulos a tener su misma predilección por los enfermos y por quienes sufren y les transmitió la capacidad y la tarea de seguir dispensando en su nombre y según su corazón alivio y paz, a través de la gracia especial de ese sacramento. Esto, sin embargo, no nos debe hacer caer en la búsqueda obsesiva del milagro o en la presunción de poder obtener siempre y de todos modos la curación. Sino que es la seguridad de la cercanía de Jesús al enfermo y también al anciano, porque cada anciano, cada persona de más de 65 años, puede recibir este sacramento, mediante el cual es Jesús mismo quien se acerca a nosotros.
Pero cuando hay un enfermo muchas veces se piensa: «llamemos al sacerdote para que venga». «No, después trae mala suerte, no le llamemos», o bien «luego se asusta el enfermo». ¿Por qué se piensa esto? Porque existe un poco la idea de que después del sacerdote llega el servicio fúnebre. Y esto no es verdad. El sacerdote viene para ayudar al enfermo o al anciano; por ello es tan importante la visita de los sacerdotes a los enfermos. Es necesario llamar al sacerdote junto al enfermo y decir: «vaya, le dé la unción, bendígale». Es Jesús mismo quien llega para aliviar al enfermo, para darle fuerza, para darle esperanza, para ayudarle; también para perdonarle los pecados. Y esto es hermoso. No hay que pensar que esto es un tabú, porque es siempre hermoso saber que en el momento del dolor y de la enfermedad no estamos solos: el sacerdote y quienes están presentes durante la Unción de los enfermos representan, en efecto, a toda la comunidad cristiana que, como un único cuerpo nos reúne alrededor de quien sufre y de los familiares, alimentando en ellos la fe y la esperanza, y sosteniéndolos con la oración y el calor fraterno. Pero el consuelo más grande deriva del hecho de que quien se hace presente en el sacramento es el Señor Jesús mismo, que nos toma de la mano, nos acaricia como hacía con los enfermos y nos recuerda que le pertenecemos y que nada —ni siquiera el mal y la muerte—podrá jamás separarnos de Él. ¿Tenemos esta costumbre de llamar al sacerdote para que venga a nuestros enfermos —no digo enfermos de gripe, de tres-cuatro días, sino cuando es una enfermedad seria— y también a nuestros ancianos, y les dé este sacramento, este consuelo, esta fuerza de Jesús para seguir adelante? ¡Hagámoslo!
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por las familias y matrimonios en crisis por diversos motivos, para que encuentren en el amor de Cristo la fuerza y la gracia que necesitan para seguir viviendo fieles a lo que prometieron el día de su matrimonio”.
El matrimonio y la familia están afectados hoy por un contexto cultural poco favorable, cuando no contrario, al verdadero matrimonio y a la familia. Las familias tienen, entre otras cosas, difícil en muchos casos encontrar una vivienda digna o adecuada, conciliar la vida laboral y la familiar, o disponer de tiempo para escucharse y dialogar los esposos y los hijos. Falta aprecio social por la fidelidad esponsal, por la estabilidad matrimonial o por la natalidad. Estos desafíos, lejos de constituir obstáculos insalvables, se convierten para la familia cristiana y para la Iglesia en una oportunidad nueva; la propia familia puede encontrar en ellos un estímulo para fortalecerse y crecer como comunidad de vida y amor que engendra vida y esperanza en la sociedad.[…]
Los matrimonios y las familias necesitáis atención pastoral, necesitáis dedicación y acompañamiento. En muchas de nuestras parroquias es una asignatura pendiente el acompañamiento pastoral específico de los matrimonios y las familias. Pensemos además en el acompañamiento de parejas y familias en crisis, en el apoyo a los que se quedan solos, a las familias pobres, a las familias desestructuradas. Muchas familias necesitan que se les ayude a descubrir en los sufrimientos de la vida el lugar de la presencia de Cristo y de su amor misericordioso. Este Año es una oportunidad para acercarse a las familias, para que no se sientan solas ante las dificultades, para caminar con ellas, escucharlas y emprender iniciativas pastorales que las ayuden a cultivar su amor cotidiano, como su camino hacia la santidad, a la perfección en el amor
Necesitamos además un cambio de mentalidad. Los matrimonios y las familias no son sólo destinatarios de la pastoral sino que estáis llamados a ser sujetos activos de la pastoral familiar. Las familias podéis aportar mucho a toda la sociedad y a la Iglesia, por lo que debéis ser reconocidas e involucradas activamente en la pastoral ordinaria de las parroquias y de la diócesis. Un aspecto importante de este protagonismo de las familias es vuestro ejemplo de vida. Hay muchas familias, de hecho, que viven su fe y su vocación al matrimonio y a la familia de manera ejemplar. Y es muy edificante ver cómo no se rinden y afrontan las dificultades de la vida con profunda alegría, esa alegría que se encuentra en el “corazón” del sacramento del matrimonio y que alimenta toda la existencia de los cónyuges y de sus hijos y padres. Es necesario, por tanto, dar mayor espacio a las familias en la pastoral familiar. Su misma vida es un mensaje de esperanza para todo el mundo y, en especial, para los jóvenes. Como muestran numerosas encuestas realizadas en todo el mundo, el deseo de tener una familia propia sigue siendo hoy en día uno de los mayores sueños que desean realizar los jóvenes. ¡Jóvenes, no tengáis miedo al matrimonio!
Entre todos estamos llamados a generar una cultura de la familia, que recree un verdadero ambiente familiar. Es la misión de la Iglesia hoy. Es vuestra misión, queridas familias: Anunciar la alegría del amor y la belleza del matrimonio y de la familia; generar espacios y un ambiente favorable para que la familia pueda crecer y vivir en plenitud su vocación al amor. La alegría del Evangelio se refleja en la alegría del amor que se vive y se aprende eminentemente en la familia. La fuerza para amar nace, crece y se fortalece en la familia y es fuente de alegría y de esperanza para el ser humano y para la sociedad.
Con el inicio del mes de junio se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Santo Padre dirige su intención por los que huyen de su país: “Oremos para que los migrantes que huyen de las guerras o del hambre, obligados a viajes llenos de peligro y violencia, encuentren aceptación y nuevas oportunidades de vida en sus países de acogida”.
En su discurso a los participantes en un encuentro organizado por la “Fraterna Domus” de Sacrofano, Francisco decía lo siguiente:
La acogida es una expresión del amor, de ese dinamismo de apertura que nos impulsa a poner la atención en el otro, a buscar lo mejor para su vida (cf. FT, 91-94) y que en su pureza está la caridad infundida por Dios. En la medida en que está impregnada por esta actitud de apertura y acogida, una sociedad se vuelve capaz de integrar a todos sus miembros, incluso a aquellos que por diversas razones son “extranjeros existenciales” o “exiliados ocultos”, como a veces, por ejemplo, se encuentran las personas con discapacidad o los ancianos (cf. FT, 97-98). Sobre este aspecto del amor la referencia fundamental es la primera Encíclica de Benedicto XVI Deus caritas est (25 de diciembre de 2005).
El segundo pasaje que os propongo de Fratelli tutti es el número 141. Lo cito completo: «La verdadera calidad de los distintos países del mundo se mide por esta capacidad de pensar no sólo como país, sino también como familia humana, y esto se prueba especialmente en las épocas críticas. Los nacionalismos cerrados expresan en definitiva esta incapacidad de gratuidad, el error de creer que pueden desarrollarse al margen de la ruina de los demás y que cerrándose al resto estarán más protegidos. El inmigrante es visto como un usurpador que no ofrece nada. Así, se llega a pensar ingenuamente que los pobres son peligrosos o inútiles y que los poderosos son generosos benefactores. Sólo una cultura social y política que incorpore la acogida gratuita podrá tener futuro». Estamos en el capítulo cuarto, titulado «Un corazón abierto al mundo entero», ahí donde se habla de la «gratuidad que acoge» (cf. nn. 139-141). El aspecto de la gratuidad es esencial para generar fraternidad y amistad social. Para vosotros subrayo la última frase: «Sólo una cultura social y política que incorpore la acogida gratuita podrá tener futuro» (n. 141). La acogida gratuita. A menudo se habla de la aportación que los migrantes dan o pueden dar a las sociedades que los acogen. Esto es verdad y es importante. Pero el criterio fundamental no está en la utilidad de la persona, sino en el valor en sí que esta representa. El otro merece ser acogido no tanto por lo que tiene, o que puede tener, o que puede dar, sino por lo que es.
Siempre me ha llamado la atención, en el Antiguo Testamento, la recurrencia —en los profetas, en los Libros históricos— de las tres personas por las que se debe tener una atención especial: la viuda, el huérfano y el migrante. Y se repite en el Deuteronomio, en el Éxodo —en el Éxodo no tanto, pero en el Deuteronomio— en el Levítico se repite esto: la atención, el cuidado por las viudas, por los migrantes, por los huérfanos. Es recurrente. Por ejemplo: “si tú estás segando, no pases otra vez: lo que se queda ahí, que sobra ahí, déjalo para la viuda, el huérfano, el migrante”. Siempre está esto. Es importante retomar esta tradición de la acogida, del modo de acoger a aquellos que no tienen y que viven una situación difícil.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por los padres cristianos, para que fieles a los compromisos que adquirieron en el bautismo de sus hijos, sepan transmitirles la fe y hacer de sus hogares auténticas iglesias domésticas, abiertos generosamente a las necesidades de todos.”
Una familia cristiana es una ‘iglesia doméstica’ (LG 11), o una iglesia en pequeño, como decía San Juan Crisóstomo. Es y vive como una comunidad de fe, de esperanza y de amor; una comunidad donde se comparte, se ama, se trabaja, se crea esperanza, se vive y se transmite la fe. La familia comparte con Dios creador la obra de procrear y educar a los hijos. En ella se vive la comunión entre las personas, al igual que Dios Trino y la Iglesia y hay entrega desinteresada por el otro. Se comparten penas y alegrías. Se comprenden las dificultades, las limitaciones y los esfuerzos de sus miembros; se convive dialogando, comiendo o saliendo juntos.
La familia cristiana escucha la Palabra de Dios, sus miembros oran juntos y juntos participan en la Eucaristía los domingos en su comunidad parroquial, ‘familia de familias’. En la familia se aprende a rezar en los momentos de alegría y de dificultad. Al igual que Jesús y la Iglesia, la familia cristiana anuncia la Buena Nueva: en primer lugar, a sus hijos y a miembros, y luego en su entorno y más allá del mismo. Por eso la familia cristiana también es misionera y siente el deseo anunciar el Evangelio y transmitir el amor de Dios a otras personas. La familia cristiana se pone al servicio de la caridad, especialmente hacia los más necesitados. Cuando el Espíritu de Dios vive en la familia, no se queda ni se cierra en sí misma. Es testimonio de vida con la palabra y el ejemplo.
Los padres sois los primeros educadores y evangelizadores de los hijos. En virtud del sacramento del matrimonio, los padres cristianos sois los primeros responsables de la transmisión de la fe a vuestros hijos mediante el testimonio de vida, mediante la escucha de la Palabra de Dios y la oración en familia, mediante vuestra inserción en la vida de la Iglesia en la propia parroquia y vuestro compromiso en la iniciación cristiana de vuestros hijos. Hablad a vuestros hijos de Dios y de Jesús. Ningún otro anuncio es tan importante para su vida. Introducid a vuestros hijos en su misterio a través de la celebración litúrgica y la oración familiar.
«La oración en la vida y ministerio del sacerdote» fue el tema de las Jornadas nacionales de vicarios y delegados diocesanos para el clero, que se celebraron del 27 al 29 de mayo en Madrid, y en las que participó el Vicario Episcopal para el Clero de la Diócesis de Segorbe-Castellón, D. Marc Estela.
La presentación de las mismas corrió a cargo de Mons. Jesús Pulido Arriero, presidente de la Comisión Episcopal para el Clero y Seminarios; y de Mons. Jesús Vidal Chamorro, presidente de la Subcomisión de Seminarios.
La oración en la vida y ministerio del sacerdote
El catedrático emérito de Misionología en la Pontificia Universidad Urbaniana y Director emérito del Centro Internacional de Animación Misionera (Roma), Juan Esquerda Bifet, ofreció la primera y segunda ponencia sobre «La oración del sacerdote. Oración sacerdotal e intercesora de Jesús». En la primera, este tema fue expuesto desde la participación por la vocación cristiana y en la segunda, la participación por la vocación al ministerio ordenado.
El martes 28 siguió el mismo ponente ofreciendo dos temas más sobre la oración del sacerdote en relación con el ministerio de la palabra y en el ministerio de la guía espiritual de la comunidad cristiana.
Por su parte, el profesor de la universidad de Navarra, Félix María Arocena, expuso otros dos aspectos temáticos «Hacia una vivencia teologal de la celebración eucarística» e «Interrogar y escuchar a los símbolos y gestos eucarísticos».
Finalmente, las siguientes ponencias fueron abordadas por Alejandro Pérez Verdugo, delegado de liturgia de la diócesis de Málaga, profesor en el Centro Superior de Estudios Teológicos, además de consultor técnico y asesor permanente del Secretariado de la Comisión Episcopal para la Liturgia, quien explicó «La liturgia de las Horas en la espiritualidad presbiteral» y «Orar las Horas en la vida del sacerdote diocesano».
Ayer dieron comienzo en Madrid las Jornadas Nacionales de Delegados diocesanos de Misiones y Asamblea Nacional de Directores diocesanos de las Obras Misionales Pontificias, con el lema “Cooperación espiritual: oración, primera obra misionera”. En ella está participando el Delegado diocesano para las Misiones de Segorbe-Castellón, D. Salvador Prades.
Delegados de Orihuela-Alicante, Valencia, Tortosa y Segorbe-Castellón
Como la mayor parte de las actividades organizadas durante este curso, tanto por la Comisión Episcopal para las Misiones como por las Obras Misionales Pontificias, durante este curso también esta cita está girando en torno a la oración y la cooperación espiritual, siguiendo la propuesta del Papa Francisco que ha querido que este año 2024, “que precede al acontecimiento del Jubileo, pueda dedicarse a una gran ‘sinfonía’ de oración; ante todo, para recuperar el deseo de estar en la presencia del Señor, de escucharlo y adorarlo”. Como ha recordado el Papa en algunas ocasiones “la oración es la primera obra misional”.
El saludo de acogida fue ofrecido por Mons. Joseba Segura, Presidente de la Comisión Episcopal para las Misiones y Cooperación con las Iglesias. Seguidamente, tuvo lugar la conferencia inaugural sobre “La espiritualidad en el pueblo de Dios”, a cargo del presidente de la Conferencia Episcopal Española, Mons. Luis Argüello. Por la tarde, el misionero de Mariannhill, Lino Herrero, contó su testimonio de vida en misión.
Los Obispos de la Comisión Episcopal de Misiones y el director nacional de OMP
Hoy, martes 21 de mayo, el director espiritual de Infancia y Juventud de la Archidiócesis de Madrid, Luis Melchor Sánchez, ha hablado de la Pastoral de Jóvenes para la misión. Posteriormente, se celebrará una Mesa Redonda a cerca de “Cómo suscitar una espiritualidad misionera en los jóvenes”. Los participantes, además, se reunirán para trabajar por grupos en diferentes temáticas con una puesta en común de ellas. Se afrontarán al final del día diversos asuntos de interés pastoral: Coordinadora de Asociaciones de Laicos Misioneros (CALM), la Plataforma Supergesto, y otras instituciones vinculadas a la Comisión Episcopal para las Misiones.
Ya el miércoles, 22 de mayo, tendrá lugar la elección de los miembros de los Secretariados y Consejos. Con la presentación de la Memoria de las Obras Misionales Pontificias y la Campaña del Domund finalizará este encuentro misionero.
Puedes consultar el programa de las jornadas aquí.
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