El pasado domingo 26 de febrero, la parroquia de Santa Joaquina de Vedruna junto con el Secretariado de Migraciones realizaron una convivencia en la Valdelinares (Teruel). Se trata de una de las actividades que se fomentan desde el Secretariado junto a las parroquias, «para promover la unidad y trabajar conjuntamente hacia una pastoral integrativa», tal como ha señalado el Secretario de Migraciones, D. Juan Crisóstomo.
En la parroquia, participaron los grupos de catequesis de Comunión y los voluntarios implicados en diferentes tareas de la parroquia, como en el grupo de Sambori (Proyecto socio educativo de Cáritas). Del mismo modo, por parte del Secretariado de Migraciones participaron los diferentes grupos parroquiales pertenecientes a la Sagrada Familia, Santo Tomas, San Cristóbal y San Miguel.
Próximamente, el Secretariado de Migraciones tiene previsto su retiro de Cuaresma, que estará centrado en una jornada de oración y ayuno para vivir este tiempo.
Se celebró en la Parroquia Santa Joaquina de Vedruna
El pasado sábado, 11 de febrero, el Secretariado de Movilidad Humana de la Diócesis de Segorbe-Castellón celebró la Jornada Mundial contra la trata de personas. Lo hizo con una vigilia de oración en la Parroquia Santa Joaquina Vedruna, en Castellón, en la que participaron medio centenar de personas.
Desde Secretariado de Movilidad Humana, tal como afirma D. Juan Crisóstomo, «nuestra tarea es de sensibilizar sobre los retos que plantea el fenómeno migratorio desde el punto de vista de la fe, de promover la integración de los migrantes en la sociedad y la integración y participación de los migrantes católicos en las comunidades parroquiales de acogida». En este sentido, la Jornada contra la trata de personas, que este año se ha celebrado bajo el lema «Caminando por la dignidad», ha pretendido invitar a la reflexión paraseguir en camino, con un horizonte que estimule a no desfallecer ni volver la vista atrás, a mantener la esperanza, a cimentar nuestra acción en los valores, y que nos ofrece también un itinerario que inspira y orienta. Se trata de caminar por la dignidad de toda persona, especialmente aquellas cuya dignidad ha sido agredida, dañada, violentada.
A partir del lema se proponen cuatro formas de caminar con cuatro objetivos concretos: caminar con “ojos abiertos” para reconocer procesos que llevan a personas a la trata y con “un corazón atento” para descubrir caminos de cuidado, inclusión y empoderamiento. Tener como compañera de viaje a la esperanza, que es bálsamo y fuerza que nos guía para promover acciones contra la trata de personas. El último paso y forma de caminar es “mano a mano, juntos” para construir una cultura del encuentro, como Iglesia unida, en comunión.
Durante la Eucaristía celebrada con motivo de la Jornada Mundial
Hoy, siete de octubre la Iglesia celebra la Jornada Mundial por el Trabajo Decente que, en nuestra Diócesis se conmemoró ayer tarde con una Eucaristía en la Parroquia de San Juan Bautista de Pueblo Seco, que estuvo presidida por el Obispo, D. Casimiro López Llorente. A la misma se sumaron representantes de las entidades eclesiales que impulsan esta iniciativa: Cáritas, Conferencia Española de Religiosos (CONFER), Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad (FRATER), Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), Secretariado del Apostolado del Mar (Stella Maris), Secretariado de Migraciones y Secretariado de Pastoral del Trabajo.
Tras la Liturgia de la Palabra, D.Casimiro fiel al «Compromiso por un trabajo decente», hizo hincapié en cada una de las palabras que componen el lema de este año a la luz de la Palabra que se proclamó.
Respecto al compromiso, el Obispo se refirió al Reino de Dios al que todos estamos llamados «en todos los ámbitos de la vida», incluido el laboral. Y es «compromiso de todos que a todos llegue ese Reino que lo es de paz, justicia, verdad, amor y gracia». El Evangelio proclamado, dijo D. Casimiro, «nos llama a trabajar por la expansión del Reino de Dios y hacerlo desde nuestro compromiso por un trabajo decente».
El trabajo, dijo el Obispo, «es una vocación a la que estamos llamados por nuestra concepción humana». En este sentido, «estamos llamados a implicarnos en la creación pues estamos creados a imagen suya, y como hijos de Dios, somo colaboradores con Él en la obra de la creación». El hombre y la mujer no están creados para estar subordinados al trabajo, sino que «el trabajo ha de estar subordinado a crecer como imagen de Dios y tiene una dimensión personal, pero también social siendo cooperadores del desarrollo de la sociedad».
Se refirió también a la «decencia del trabajo» para lo que recordó la Carta Encíclica Caritas Veritatis de Benedicto XVI, donde el papa emérito se refiere al trabajo decente como aquel trabajo que, en cualquier sociedad, «sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer». Citó también a Juan Pablo II recordando cuándo, coincidiendo con el Jubileo de los Trabajadores, llamó a “constituir en el mundo una coalición en favor del trabajo decente” y expresándoles su apoyo, «nos exhortó a colaborar para que el sistema económico en el que vivimos no altere el orden fundamental de la prioridad del trabajo sobre el capital, del bien común sobre el privado”, dijo nuestro Obispo.
Nuestra Iglesia diocesana, concluyó D. Casimiro, «ha de ser servidora en el ámbito del trabajo decente y dar testimonio del Reino de Dios «para que toque los corazones de todos y que los valores evangélicos se extiendan al mundo del trabajo».
El Obispo nos exhorta a «construir un futuro juntos» en alusión al lema de la Jornada
Como cada último domingo de septiembre, ayer tarde la Diócesis se unía para celebrar la jornada Mundial del Migrante y del Refugiado en una Eucaristía, que estuvo presidida por Mons. Casimiro López Llorente, en la Concatedral de Santa María.
Fue concelebrada por el párroco de Santa María, D. Miguel Simón, y el Director del Secretariado diocesano para las Migraciones, D. D. Juan Crisóstomo. Junto a ellos, el Vicario de Pastoral, D. Miguel Abril, el Delegado diocesano para las Migraciones y la Movilidad humana, D. Albert Arrufat, el Vicario de Pastoral, D. Miguel Abril, los vicarios parroquiales de Santa María, y el Padre Nicolai, párroco de la Comunidad Ortodoxa de Castellón.
En clara alusión al lema de este año, el papa Francisco, en su mensaje para esta Jornada Mundial, destaca que «su trabajo, su capacidad de sacrificio, su juventud y su entusiasmo enriquecen a las comunidades que los acogen» y su inclusión en la sociedad «es una condición necesaria para el Reino de Dios». Y para que reine esta «maravillosa armonía» a la que se refiere el Santo Padre en su mensaje, nuestro Obispo nos exhortó a «revisar nuestras actitudes y nuestros comportamientos ante los emigrantes, los refugiados y sus familias para ser fieles al Evangelio».
Durante la homilía, D. Casimiro, a partir de las lecturas del día (Amós 6,1a.4-7; carta del apóstol san Pablo a Timoteo 6,11-16) y al Evangelio de San Lucas proclamado(16,19-31), nos invitó a la reflexión haciendo alusión a «la injusticia que produce la diferencia entre ricos y pobres» y que, tal como se relató ayer tarde, «llevó a la destrucción del reino de Israel».
El Obispo, a través de su predicación, reflejó la actualidad de las lecturas trasladándonos al momento presente para referirse a «las desigualdades, las injusticias y la indiferencia» contra las que hemos de luchar «mostrando una actitud de acogida con aquellos que tienen la necesidad y con quien hemos de construir un futuro juntos».
La Jornada Mundial que se celebró ayer, dijo D. Casimiro, «nos llama a la escucha de la Palabra de Dios superando la indiferencia». En este sentido se refirió a toda la comunidad cristiana de la Diócesis de Segorbe-Castellón para «acoger a todos cuantos han tenido que salir de sus países por buscar un mundo mejor, huyendo de la guerra, o aquellos otros que por razones políticas buscan aquí refugio».
Todos ellos, enfatizó el Obispo, «no son números, sino personas, criaturas de Dios con la misma dignidad que el resto, y como tales hay que mirarlos y acogerlos». En la Jornada de este año «se nos invita a dar un paso más allá de la acogida sincera y cordial, construyendo un futuro juntos hacia el Reino de Dios». Un Reino, dijo D. Casimiro, «de paz y justicia que es universal y para todos, porque a todos está destinado».
Para ello, nos exhortó a sumar «los dones, la riqueza cultural y espiritual pues, como recuerda el papa Francisco, la comunidad cristiana se enriquece compartiendo la fe desde las diferentes confesiones».
La celebración de la Eucaristía prosiguió con la profesión de fe y la oración universal en la que participaron activamente fieles de diferentes orígenes, quienes elevaron súplica en diferentes lenguas. A continuación, dio paso la liturgia Eucarística con el ofertorio en el que se hizo patente «la riqueza cultural y espiritual» de la Iglesia acogedora de Segorbe-Castellón a la que se había referido D. Casimiro durante su homilía.
A la Eucaristía celebrada ayer tarde, se ha sumado también este año la Vigilia de Oración que se celebró el pasado jueves por la tarde en la Parroquia de Santa Joaquina Vedruna.
Este domingo, 25 de septiembre, celebramos con toda la Iglesia la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. Esta Jornada nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre el creciente fenómeno de la migración en general y entre nosotros, de orar para que los corazones se abran a la acogida humana y cristiana de migrantes y refugiados y de trabajar para que crezcan en el mundo la justicia y la caridad, columnas para la construcción de una paz auténtica y duradera.
Este día nos invita a revisar nuestras actitudes y nuestros comportamientos ante los emigrantes y refugiados y sus familias para ser fieles al Evangelio. Como creyentes no podemos ser indiferentes ante tantas personas y familias, que con fe y esperanza buscan un futuro mejor entre nosotros, ni ante el trato no acorde a su dignidad de que son objeto con frecuencia. Toda persona tiene derecho a emigrar; es un derecho humano fundamental, que faculta a cada uno a establecerse donde considere más oportuno para una mejor realización de sus capacidades, aspiraciones y proyectos (cf. GS 65).
La mayoría de los emigrantes hacen uso de este derecho sea obligados por la necesidad de buscar oportunidades que no encuentran en su país de origen, sea a causa de las guerras como lo estamos viviendo con la injusta invasión de Ucrania sea por otras causas políticas. Si es cierto que cada Estado tiene el derecho de regular los flujos migratorios y adoptar medidas políticas dictadas por las exigencias del bien común, esto ha de hacerlo siempre garantizando el respeto de la dignidad de toda persona humana.
La Jornada de este año lleva por lema: “Construir el futuro con los migrantes y los refugiados”. El papa Francisco nos recuerda en su mensaje que se trata de la construcción entre todos del “Reino de Dios inaugurado por Jesucristo, que encontrará su plena realización cuando Él vuelva en su gloria. Su Reino aún no se ha cumplido, pero ya está presente en aquellos que han acogido la salvación”. El Reino de Dios es un reino de santidad y de gracia, de verdad y de justicia, de amor y de paz. Una mirada a la realidad de nuestro mundo y a los dramas de la historia nos recuerda que el Reino de Dios está aún muy lejos de su plena realización. Pero no por eso hemos de desalentarnos. Cristo con su muerte y resurrección ha vencido definitivamente el pecado, el mal y la muerte. Él nos llama a convertirnos a los valores del Reino y a renovar nuestro compromiso para la construcción de un futuro más acorde con el plan de Dios.
De este proyecto de Dios nadie puede ser excluido, tampoco los migrantes y los refugiados. Sin ellos no sería el Reino que Dios quiere. Los cristianos hemos de tener siempre presentes las palabras de Jesús: “Venid benditos de mi Padre porque… fui extranjero y me acogisteis” (Mt 25,35); en ellas, Jesús se identifica con la persona del emigrante y refugiado, nos llama a su acogida, como si de Él mismo se tratara.
Construir el futuro con los migrantes y los refugiados significa también reconocer y valorar lo que cada uno de ellos puede aportar al proceso de edificación del futuro. La presencia de los migrantes y refugiados es una ocasión de crecimiento cultural y espiritual para todos. “Gracias a ellos –destaca el Santo Padre- tenemos la oportunidad de conocer mejor el mundo y la belleza de su diversidad. Podemos madurar en humanidad y construir juntos un ‘nosotros’ más grande”. Su trabajo, su capacidad de sacrificio, su juventud y su entusiasmo enriquecen a las comunidades que los acogen. Pero esta aportación podría ser mucho mayor si se valorara y se apoyara mediante programas específicos. Se trata de un enorme potencial, pronto a manifestarse, si se le ofrece la oportunidad.
Es necesario que fomentemos la cultura de la acogida cordial, del encuentro real y del dialogo sincero. Queda mucho por hacer. Por ello, os invito a fortalecer nuestro compromiso cristiano. Nuestra Iglesia diocesana vive y obra inserta en nuestra sociedad y es solidaria con sus aspiraciones y sus problemas; por ello se sabe especialmente llamada a convertir nuestra sociedad en un espacio acogedor en el que se reconozca la dignidad de los emigrantes y refugiados y su aportación a una sociedad más justa, fraterna y solidaria.
Aprendamos a respetarlos y valorarlos en su diferencia, a acogerlos fraternalmente, a ayudarles en sus necesidades y a facilitarles la integración armónica en nuestra sociedad para construir juntos el futuro más acorde con el plan de Dios. Los migrantes y refugiados católicos son además una riqueza y un aire fresco para nuestra Iglesia y sus comunidades.
La Delegación diocesana para las Migraciones y la Movilidad humana celebró, el pasado domingo, día 26 de junio, una convivencia en Montanejos. Previamente, en el contexto de la celebración del Año Jubilar Diocesano con motivo del 775º Aniversario de la creación de la sede episcopal en Segorbe, los 100 participantes cruzaron la Puerta Santa de la S.I Catedral. Una jornada en la que obtuvieron la indulgencia plenaria y ganaron el Jubileo.
Ya en Montanejos celebraron la Santa Misa en la parroquia de Santiago Apóstol, y a continuación recibieron una dinámica sobre la familia en la Casa de la Cultura. Tras ello compartieron una paella monumental y la comida típica del país de cada uno de los participantes. Por la tarde pudieron disfrutar del baño en el río Mijares. También aprovecharon para agradecer al ayuntamiento del municipio las facilidades ofrecidas para hacer posible ese día de convivencia.
En ella participó el grupo de habla inglesa de la parroquia de San Miguel Arcángel de Castellón, el grupo de Oración y Amistad de la parroquia de la Sagrada Familia, la Hermandad del Señor de los Milagros, el grupo de oración de la parroquia de San Cristóbal, los estudiantes internacionales de la UJI, y varias personas que no pertenecen en ningún grupo específico.
El Director del Secretariado de Migraciones, D. Juan Crisóstomo Nangagahigo, ha informado de que a partir de septiembre “retomaremos las actividades con la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que celebraremos en la Concatedral de Santa María, el próximo 25 de septiembre a las 19 h.”.
«La fuerza del cuidado. Mujeres, economía, trata de personas». Con este lema la Iglesia celebró el pasado martes, memoria litúrgica de Santa Josefina Bakhita, la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas.
En ella participaron los diferentes grupos que componen la mesa de pastoral de la Delegación diocesana para las Migraciones y la Movilidad Humana, como son el grupo de oración de la Inmaculada de la parroquia de la Sagrada Familia de Castellón, el grupo del Señor de los Milagros de la parroquia de Santo Tomás de Villanueva de Castellón, el grupo de habla inglesa de la parroquia de San Miguel Arcángel de Castellón, el grupo de oración de la parroquia de San Cristóbal de Castellón, la Asociación Cultural Ameafrica y la comunidad ucraniana en Castellón.
Según explica el Director del Secretariado, D. Juan Crisóstomo Nangagahigo, en la Vigilia se siguió el guion propuesto por el departamento de Trata de la Conferencia Episcopal Española. “Estuvimos reflexionando y rezando delante del Santísimo la realidad que sufren nuestros hermanos, sobre todo las mujeres y niños”, indica.
Hoy la Iglesia celebra la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, una iniciativa con la que reivindicar un trabajo igual de digno para todas las personas, y que en la Diócesis de Segorbe-Castellón se celebra por séptimo año consecutivo con una Eucaristía que tendrá lugar mañana, 8 de octubre a las 19 h., en la parroquia de Santa Sofía, Vila-real, presidida por el Obispo, D. Casimiro.
En nuestra Diócesis, la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD) está impulsada por Cáritas, la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), la Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad (FRATER), la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), el Secretariado del Apostolado del Mar (Stella Maris), el Secretariado de Migraciones y el Secretariado de Pastoral del Trabajo.
Con ese motivo, ITD ha lanzado un manifiesto bajo el lema «Ahora más que nunca Trabajo Decente» para reivindicar el trabajo “como derecho y medio para desarrollarnos, crecer y realizarnos como personas”, una reclamación especialmente necesaria en el escenario marcado por la pandemia, que ha añadido precariedad en el mundo del trabajo. Por ello, “la nueva `normalidad´ no puede ser la precariedad que venimos sufriendo desde antes de la pandemia”, que obedece a “un modelo económico basado en el beneficio, que no duda en explotar y descartar a la persona”.
Desde el año 2001, la Asamblea General de las Naciones Unidas acordó que cada 20 de junio fuera el Día Mundial de los Refugiados. Con este motivo, los obispos de la Subcomisión para las Migraciones y movilidad humana de la Conferencia Episcopal Española han llamado la atención sobre este colectivo de población de más de 30 millones de personas, y que es uno de los más afectados por las consecuencias derivadas de la crisis del coronavirus. En cada continente millones de familias y personas se ven obligadas a huir, entre otros tantos peligros, del hambre, la guerra, la pobreza y la explotación, con el anhelo de buscar un lugar seguro donde poder construir una vida mejor para ellos y sus seres queridos.
El sacerdote Juan Crisóstomo Nangagahigo, Director del Secretariado diocesano para las Migraciones, nos ha hablado de este problema:
La Iglesia nos invita a curar a quien está herido y a buscar a quien está perdido. ¿Crees que nos dejamos llevar por el miedo o los prejuicios en la acogida al refugiado?
La Iglesia, en septiembre dedica una jornada especial para recordar especialmente los migrantes y refugiados. El Papa emite un mensaje y las conferencias episcopales de todo el mundo organizan Jornadas con materiales, lo mismo que las diócesis.
Cada año la Iglesia nos invita a buscar y curar las heridas de nuestros hermanos. Es un trabajo bastante importante de sensibilización a la sociedad en general y a la comunidad cristiana en particular, para que sea consciente que son hermanos y hermanas que vienen a nuestro encuentro, como Jesucristo, como estuvo muchos años de refugiados en Egipto. Los cuatros verbos, acoger, proteger, promover e integrar, del Papa deben seguir resonando en nuestros corazones.
Entre los refugiados encontramos a víctimas de la trata, de la guerra y la violencia, de la pobreza… ¿Cómo podemos darles a conocer el amor de Dios?
El tema de las víctimas contra la trata es una preocupación para la Iglesia, porque detrás de cada víctima hay una historia de sufrimiento, una familia destrozada.
A nivel de la Conferencia Episcopal se está trabajando en comisión, que se encarga de la trata y entrega material a las diferentes diócesis. Ninguna guerra es justa, cada vez que se lleve el ser humano. No podemos quedar indiferentes ante la violencia, porque Cristo es quien sufre en la carne del hermano. Tenemos que levantar la voz y hablar por los que no tienen.
¿Cómo trabajáis desde el Secretariado con estas personas?
Desde el Secretariado de Migraciones de nuestra Diócesis trabajamos dentro de la mesa de pastoral, integrada por diferentes realidades de los grupos diocesanos.
De momento estamos en contacto con la comisión de la Conferencia Episcopal, que nos envía los materiales necesarios con el objetivo de sensibilizar a la comunidad cristiana sobre el tema de los refugiados. Trabajamos también con otras delegaciones y entidades civiles, con la que que compartimos las mismas preocupaciones. Todo para sensibilizar a la sociedad de la seriedad del tema de los refugiados, de los motivos por los que una persona decide abandonar su tierra, de los retos y problemas que se encuentran, y sobre todo de la necesidad de una buena acogida.
El Papa Francisco habla de la necesidad de una cultura del encuentro como objetivo común, ¿qué es la cultura del encuentro?, ¿por qué es tan necesaria hoy?
En muchas ocasiones, el Papa ha hablado de la cultura del encuentro como objetivo común, y nos ha animado a ser intrépidos en la forma en que miramos mas allá de nosotros mismos y a las necesidades de los demás.
Una cultura del encuentro es el hábito que cada ser humano en general, y cada cristiano en particular, debe cultivar para ir hacia su propio hermano, viendo en él a Jesucristo. Esta cultura es muy necesaria, hoy más que nunca porque los problemas de la humanidad son problemas que solucionaremos en el momento en el que empecemos a mirarnos con otros ojos. Cuando empecemos a ver al otro como Jesucristo, entonces muchas cosas cambiarán.
El próximo lunes, 8 de febrero, festividad de Santa Josefina Bakhita, la Iglesia celebra la VII Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata, este año bajo el lema “Economía sin trata de personas”.
Es un lema “vinculado con la encíclica del Papa Francisco Fratelli Tutti, que aporta el marco propicio para sentar las bases y el fundamento para lograr un sistema económico justo y sostenible, donde no haya lugar alguno para la trata de personas ni a la explotación”, indicia el director del Secretariado de Migraciones de la Diócesis, Juan Crisóstomo Nangagahigo.
El Papa Francisco convoca esta Jornada desde el año 2015, y en el Ángelus del 8 de febrero de 2015 manifestó su deseo: «que cuantos tienen responsabilidades de gobierno tomen decisiones para remover las causas de esta vergonzosa plaga, plaga indigna de una sociedad civil. Que cada uno de nosotros se sienta comprometido a ser portavoz de estos hermanos y hermanas nuestros, humillados en su dignidad».
La Subcomisión Episcopal de Migraciones y Movilidad Humana, dedica esta jornada a todas las personas que son víctimas de este tráfico, por falta de recursos o porque pertenecen a sectores sociales “invisibles”.
Círculo del Silencio
El año pasado, el Secretariado organizó una vigilia de oración en la parroquia de San Agustín, Castellón, pero en esta ocasión no va a ser posible una celebración similar por las circunstancias que estamos viviendo, por lo que Juan Crisóstomo nos invita a unirnos en la oración desde casa. Para ello, el Departamento de Trata de la Conferencia Episcopal Española ha organizado un Círculo del Silencio, que tendrá lugar esta tarde a las 19 horas, y al que invita a unirse con una vela encendida.
De la misma forma, el Departamento de Trata, también ha organizado la Vigilia de Oración, que se celebrará el lunes 8 de febrero a las 19 horas y que podrá seguirse a través del siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=t651cahnLKs&feature=youtu.be El Secretariado de Migraciones de la Diócesis nos invita a que nos unamos en oración a dicha Vigilia.
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