La parroquia de Santa Joaquina de Vedruna de Castellón acogió el domingo pasado, día 9 de junio, una Misa de envío a la misión, presidida por el párroco y Director del Secretariado diocesano para las Migraciones, D Juan Crisóstomo, en una iniciativa de la “Asociación Cultural Ameafrica” con el apoyo de la Delegación diocesana para las Misiones y la Cooperación con las Iglesias.
Tres personas de la Diócesis han partido hoy mismo rumbo a Kenia, para desarrollar su misión en una parroquia de la Congregación del Verbo Divino, donde colaborarán en el dispensario y ayudarán en una escuela de Primaria, realizando talleres y llevando material escolar recogido previamente en los colegios castellonenses Madre Vedruna Sagrado Corazón y Ramiro Izquierdo, y en el Colegio Fundación Flors de Vila-real. También llevan material deportivo donado por el C. D. Castellón y por el Villarreal C. F.
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Del mismo modo, otro de grupo de 9 personas viajará el día 15 de julio a Luwero, en Uganda, para desarrollar su misión junto a la Congregación de los Apóstoles de Jesús y a las Hermanas de la Evangelización, llevando también, como el grupo que estará en Kenia, material escolar y deportivo.
Con el inicio del mes de junio se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Santo Padre dirige su intención por los que huyen de su país: “Oremos para que los migrantes que huyen de las guerras o del hambre, obligados a viajes llenos de peligro y violencia, encuentren aceptación y nuevas oportunidades de vida en sus países de acogida”.
En su discurso a los participantes en un encuentro organizado por la “Fraterna Domus” de Sacrofano, Francisco decía lo siguiente:
La acogida es una expresión del amor, de ese dinamismo de apertura que nos impulsa a poner la atención en el otro, a buscar lo mejor para su vida (cf. FT, 91-94) y que en su pureza está la caridad infundida por Dios. En la medida en que está impregnada por esta actitud de apertura y acogida, una sociedad se vuelve capaz de integrar a todos sus miembros, incluso a aquellos que por diversas razones son “extranjeros existenciales” o “exiliados ocultos”, como a veces, por ejemplo, se encuentran las personas con discapacidad o los ancianos (cf. FT, 97-98). Sobre este aspecto del amor la referencia fundamental es la primera Encíclica de Benedicto XVI Deus caritas est (25 de diciembre de 2005).
El segundo pasaje que os propongo de Fratelli tutti es el número 141. Lo cito completo: «La verdadera calidad de los distintos países del mundo se mide por esta capacidad de pensar no sólo como país, sino también como familia humana, y esto se prueba especialmente en las épocas críticas. Los nacionalismos cerrados expresan en definitiva esta incapacidad de gratuidad, el error de creer que pueden desarrollarse al margen de la ruina de los demás y que cerrándose al resto estarán más protegidos. El inmigrante es visto como un usurpador que no ofrece nada. Así, se llega a pensar ingenuamente que los pobres son peligrosos o inútiles y que los poderosos son generosos benefactores. Sólo una cultura social y política que incorpore la acogida gratuita podrá tener futuro». Estamos en el capítulo cuarto, titulado «Un corazón abierto al mundo entero», ahí donde se habla de la «gratuidad que acoge» (cf. nn. 139-141). El aspecto de la gratuidad es esencial para generar fraternidad y amistad social. Para vosotros subrayo la última frase: «Sólo una cultura social y política que incorpore la acogida gratuita podrá tener futuro» (n. 141). La acogida gratuita. A menudo se habla de la aportación que los migrantes dan o pueden dar a las sociedades que los acogen. Esto es verdad y es importante. Pero el criterio fundamental no está en la utilidad de la persona, sino en el valor en sí que esta representa. El otro merece ser acogido no tanto por lo que tiene, o que puede tener, o que puede dar, sino por lo que es.
Siempre me ha llamado la atención, en el Antiguo Testamento, la recurrencia —en los profetas, en los Libros históricos— de las tres personas por las que se debe tener una atención especial: la viuda, el huérfano y el migrante. Y se repite en el Deuteronomio, en el Éxodo —en el Éxodo no tanto, pero en el Deuteronomio— en el Levítico se repite esto: la atención, el cuidado por las viudas, por los migrantes, por los huérfanos. Es recurrente. Por ejemplo: “si tú estás segando, no pases otra vez: lo que se queda ahí, que sobra ahí, déjalo para la viuda, el huérfano, el migrante”. Siempre está esto. Es importante retomar esta tradición de la acogida, del modo de acoger a aquellos que no tienen y que viven una situación difícil.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por los padres cristianos, para que fieles a los compromisos que adquirieron en el bautismo de sus hijos, sepan transmitirles la fe y hacer de sus hogares auténticas iglesias domésticas, abiertos generosamente a las necesidades de todos.”
Una familia cristiana es una ‘iglesia doméstica’ (LG 11), o una iglesia en pequeño, como decía San Juan Crisóstomo. Es y vive como una comunidad de fe, de esperanza y de amor; una comunidad donde se comparte, se ama, se trabaja, se crea esperanza, se vive y se transmite la fe. La familia comparte con Dios creador la obra de procrear y educar a los hijos. En ella se vive la comunión entre las personas, al igual que Dios Trino y la Iglesia y hay entrega desinteresada por el otro. Se comparten penas y alegrías. Se comprenden las dificultades, las limitaciones y los esfuerzos de sus miembros; se convive dialogando, comiendo o saliendo juntos.
La familia cristiana escucha la Palabra de Dios, sus miembros oran juntos y juntos participan en la Eucaristía los domingos en su comunidad parroquial, ‘familia de familias’. En la familia se aprende a rezar en los momentos de alegría y de dificultad. Al igual que Jesús y la Iglesia, la familia cristiana anuncia la Buena Nueva: en primer lugar, a sus hijos y a miembros, y luego en su entorno y más allá del mismo. Por eso la familia cristiana también es misionera y siente el deseo anunciar el Evangelio y transmitir el amor de Dios a otras personas. La familia cristiana se pone al servicio de la caridad, especialmente hacia los más necesitados. Cuando el Espíritu de Dios vive en la familia, no se queda ni se cierra en sí misma. Es testimonio de vida con la palabra y el ejemplo.
Los padres sois los primeros educadores y evangelizadores de los hijos. En virtud del sacramento del matrimonio, los padres cristianos sois los primeros responsables de la transmisión de la fe a vuestros hijos mediante el testimonio de vida, mediante la escucha de la Palabra de Dios y la oración en familia, mediante vuestra inserción en la vida de la Iglesia en la propia parroquia y vuestro compromiso en la iniciación cristiana de vuestros hijos. Hablad a vuestros hijos de Dios y de Jesús. Ningún otro anuncio es tan importante para su vida. Introducid a vuestros hijos en su misterio a través de la celebración litúrgica y la oración familiar.
La Concatedral de Santa María, en Castellón, acogió ayer por la tarde la Eucaristía en la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado, presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro.
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Bajo el lema de este año, “Libres de elegir si migrar o quedarse”, D. Casimiro exhortó a tomar conciencia para acoger, acompañar y proteger a aquellos que se ven en la obligación de migrar o que desean hacerlo.
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Entre las posibles causas de la migración señaló “la obligación de salir de la propia patria por situaciones de guerra, de persecución, o de necesidad, para tener una vida más digna”. También, la migración es algo que “le ocurrió a Jesús, que tuvo que salir de Belén, donde nació, para evitar ser matado por Herodes”, indicó, pero también al pueblo de Israel, “que migró a Egipto ante la escasez de medios, obligados por la necesidad de paliar el hambre”.
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La Iglesia hoy insiste en la existencia de este derecho, recalcó el Obispo, “a migrar, pero también a quedarse”, y “todos debemos trabajar para que en el país de origen se den las condiciones sociales, políticas y económicas necesarias para que en la propia patria se pueda también llevar una vida digna”.
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Recordó la visita, este fin de semana, del Papa Francisco a la ciudad de Marsella, donde participó en la sesión conclusiva de los “Encuentros del Mediterráneo” que tuvo como tema central el fenómeno migratorio. El Santo Padre “nos llamaba a acoger, acompañar y proteger a los migrantes”, animándonos “a que no seamos indiferentes a esta realidad”. Además, a las naciones de Europa les pedía ser acogedoras. Del mismo modo, “llamaba también la atención para que en los países de origen se luchase contra las mafias y se trabajase para que se desarrollen y se creen condiciones dignas para migrar”.
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Esta es una llamada que brota del Evangelio, explicó D. Casimiro: «Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis» (Mt. 25, 35). Cristo mismo “se identifica con aquel que tiene que migrar y llama a la acogida. Porque toda persona tiene una dignidad que tiene que ser protegida, valorada y acompañada”.
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La Diócesis de Segorbe-Castellón “es una Diócesis de inmigración, y todas las comunidades parroquiales deberían ser conscientes de ello. Los que sois católicos, en nuestras parroquias deberíais sentiros en vuestra casa, y los que no lo sois también en nuestra sociedad”, les decía a los migrantes presentes en la Misa.
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Vigilia de oración
Además de la Eucaristía, el pasado viernes 22 de septiembre, la parroquia de Santa Joaquina de Vedruna de Castellón acogió una Vigilia de Oración, que estuvo organizada por el Secretariado diocesano para las Migraciones.
El domingo 9 de julio, la Delegación para las Migraciones y la Movilidad Humana realizó su convivencia anual de fin de curso en la capilla de la Virgen del Carmen de Nules. En total acudieron 110 personas que pertenecen a diferentes parroquias de Castellón.
Tras la celebración de la Eucaristía realizaron diferentes dinámicas que prepararon los jóvenes de “English Speaking Community”, pertenecientes a parroquia de San Miguel Arcángel para los niños y los estudiantes Internacionales.
Estas convivencias se organizan con el objetivo de favorecer una integración total a la comunidad cristiana, así como de proporcionar momentos de entretenimiento y aprendizaje a los más pequeños.
El próximo domingo, día 4 de junio, la Basílica de Nuestra Señora del Lledó acogerá el paso por el manto de la Patrona de Castellón. Tendrá lugar a las 12 h., después de la Misa de las 11 h., y se dedicará especialmente a los niños que acaban de tomar su Primera Comunión, que podrán acudir vestidos con sus trajes.
Convivencia Intercultural
Además, con motivo del Año Jubilar de Lledó por el Centenario de la coronación pontificia de la imagen de Nuestra Señora, ese mismo día tendrá lugar una Convivencia Intercultural, organizada por el Secretariado de Migraciones.
Asistirá cerca de un centenar de personas pertenecientes a los diferentes grupos parroquiales para participar en esta jornada que dará comienzo a las 10 h. con la acogida, participarán en la Misa de las 11 h. y, posteriormente, el Prior les explicará la historia de la Mare de Déu del Lledó y el Año Jubilar que están celebrando los castellonenses. Tras ello se trasladarán hasta la parroquia de Santo Tomás de Villanueva, donde comerán. La Convivencia concluirá una serie de juegos y actividades, en los que podrán participar los niños y jóvenes que asistan.
El pasado domingo 26 de febrero, la parroquia de Santa Joaquina de Vedruna junto con el Secretariado de Migraciones realizaron una convivencia en la Valdelinares (Teruel). Se trata de una de las actividades que se fomentan desde el Secretariado junto a las parroquias, «para promover la unidad y trabajar conjuntamente hacia una pastoral integrativa», tal como ha señalado el Secretario de Migraciones, D. Juan Crisóstomo.
En la parroquia, participaron los grupos de catequesis de Comunión y los voluntarios implicados en diferentes tareas de la parroquia, como en el grupo de Sambori (Proyecto socio educativo de Cáritas). Del mismo modo, por parte del Secretariado de Migraciones participaron los diferentes grupos parroquiales pertenecientes a la Sagrada Familia, Santo Tomas, San Cristóbal y San Miguel.
Próximamente, el Secretariado de Migraciones tiene previsto su retiro de Cuaresma, que estará centrado en una jornada de oración y ayuno para vivir este tiempo.
La iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD) — que en la Diócesis de Segorbe-Castellón impulsan Cáritas, Conferencia Española de Religiosos (CONFER), Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad (FRATER), Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), Secretariado del Apostolado del Mar (Stella Maris), Secretariado de Migraciones y Secretariado de Pastoral del Trabajo-, se suma, por 8º año consecutivo, a esta Jornada con la convocatoria de actos por el trabajo decente en plazas y parroquias.
Su objetivo es sensibilizar, visibilizar y denunciar una cuestión esencial para la vida de millones de personas: el trabajo humano y reivindicar el trabajo decente «hacia el interior de estas organizaciones, hacia la Iglesia en general y hacia la sociedad».
Las entidades y movimientos de Iglesia participantes en ITD han organizado una Eucaristía, que presidirá D. Casimiro López, Obispo de la Diócesis, que se celebrará el próximo jueves, día 6 de octubre a las 19:30 h. en la parroquia de San Juan Bautista de Pueblo Seco (Dirección: Avda. Tombatossals, 65) de Castellón.
Además, con ese motivo, ITD lanza un manifiesto bajo el lema «Sin compromiso no hay trabajo decente», para reivindicar el trabajo “como derecho y medio para desarrollarnos, crecer y realizarnos como personas”:
Los últimos avances en el mundo del trabajo, fruto de la negociación y el acuerdo social, han supuesto políticas concretas que, siguiendo las orientaciones de la OIT, atienden a una recuperación centrada en las personas y en el trabajo decente. Aunque la senda iniciada es positiva, aún quedan demasiadas situaciones de vulnerabilidad de derechos vinculados al trabajo en nuestro país. Tu compromiso y el de quienes somos sensibles a estas situaciones, son una respuesta necesaria para un empleo de calidad.
I. Hay millones de personas trabajadoras que siguen sin poder acceder a un trabajo decente. El alto paro estructural nos exige trabajar por la creación de empleo para garantizar el derecho al trabajo. Las condiciones de trabajo siguen siendo de carácter precario para miles de personas trabajadoras, fundamentalmente para las mujeres y para las personas jóvenes. Es necesario seguir vigilando y regulando las condiciones laborales para que estas sean decentes. Un compromiso que deben fortalecer, cada uno desde su responsabilidad y su misión, el gobierno y los agentes socioeconómicos, en un contexto inflacionista de subida de precios que no pueden soportar los salarios de las personas trabajadoras.
II. En este sentido, apoyamos la propuesta del papa Francisco de estudiar la reducción de la jornada laboral (sin que ello redunde en bajada salarial) como medida de creación de trabajo decente; y consideramos que debe aflorar el trabajo que se desarrolle en el ámbito de los cuidados y convertirse ya, en trabajo decente. Además, mientras no se garantice el derecho a un trabajo decente, se necesita articular redes de solidaridad más ágiles y accesibles que permitan asegurar, frente al descarte y la exclusión, un mínimo imprescindible para la vida digna.
III. Así mismo, para garantizar el acceso a un trabajo decente de medio millón de trabajadores y trabajadoras migrantes en situación administrativa irregular, desde ITD nos sumamos a la ILP (Iniciativa Legislativa Popular) promovida por la plataforma #RegularizaciónYA que, independientemente de los avances incluidos en la reciente reforma del reglamento de extranjería, entiende que es urgente una regularización en los términos más amplios posibles.
IV. Es un escándalo que dos personas trabajadoras mueran todos los días en nuestro país, como resultado de no garantizar la seguridad y salud en el trabajo. El trabajo no es para la muerte, sino para la vida y, por tanto, nos resulta inaplazable que este tema se incorpore a la agenda política, se atiendan las causas que provocan esta “tragedia tan extendida”, en palabras del papa Francisco, y se busquen soluciones a este drama de tantas familias trabajadoras, que se puede evitar.
Finalmente, como decimos en el lema de este año, sin hombres y mujeres comprometidas, no será posible el trabajo decente. Por ello, convocamos y animamos a movernos por el trabajo decente en esta Jornada Mundial, a participar en los actos reivindicativos y celebrativos en todas las plazas y parroquias de las diócesis, en su organización y difusión. Que esta toma de conciencia se vaya convirtiendo en compromiso diario por el trabajo decente.
Este mes de septiembre se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Papa dirige su intenciónpor la abolición de la pena de muerte: “Recemos para que la pena de muerte, que atenta contra la inviolabilidad y dignidad de la persona, sea abolida en las leyes de todos los países del mundo”.
263. Hay otra manera de hacer desaparecer al otro, que no se dirige a países sino a personas. Es la pena de muerte. San Juan Pablo II declaró de manera clara y firme que esta es inadecuada en el ámbito moral y ya no es necesaria en el ámbito penal. No es posible pensar en una marcha atrás con respecto a esta postura. Hoy decimos con claridad que «la pena de muerte es inadmisible» y la Iglesia se compromete con determinación para proponer que sea abolida en todo el mundo.
267. Quiero remarcar que «es imposible imaginar que hoy los Estados no puedan disponer de otro medio que no sea la pena capital para defender la vida de otras personas del agresor injusto». Particular gravedad tienen las así llamadas ejecuciones extrajudiciales o extralegales, que «son homicidios deliberados cometidos por algunos Estados o por sus agentes, que a menudo se hacen pasar como enfrentamientos con delincuentes o son presentados como consecuencias no deseadas del uso razonable, necesario y proporcional de la fuerza para hacer aplicar la ley».
268. «Los argumentos contrarios a la pena de muerte son muchos y bien conocidos. La Iglesia ha oportunamente destacado algunos de ellos, como la posibilidad de la existencia del error judicial y el uso que hacen de ello los regímenes totalitarios y dictatoriales, que la utilizan como instrumento de supresión de la disidencia política o de persecución de las minorías religiosas y culturales, todas víctimas que para sus respectivas legislaciones son “delincuentes”. Todos los cristianos y los hombres de buena voluntad están llamados, por lo tanto, a luchar no sólo por la abolición de la pena de muerte, legal o ilegal que sea, y en todas sus formas, sino también con el fin de mejorar las condiciones carcelarias, en el respeto de la dignidad humana de las personas privadas de libertad. Y esto yo lo relaciono con la cadena perpetua. […] La cadena perpetua es una pena de muerte oculta»
269. Recordemos que «ni siquiera el homicida pierde su dignidad personal y Dios mismo se hace su garante». El firme rechazo de la pena de muerte muestra hasta qué punto es posible reconocer la inalienable dignidad de todo ser humano y aceptar que tenga un lugar en este universo. Ya que, si no se lo niego al peor de los criminales, no se lo negaré a nadie, daré a todos la posibilidad de compartir conmigo este planeta a pesar de lo que pueda separarnos.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por los migrantes y refugiados, para que encuentren la acogida que esperan, sea reconocida su dignidad y sean atendidos con amor en sus necesidades materiales y espirituales”.
En su carta del 26 de septiembre de 2020, con motivo de la Jornada Mundial de los migrantes y refugiados, nuestro Obispo, D. Casimiro, nos decía lo siguiente:
«Hoy también son miles las personas que huyen del hambre, de la guerra, de otros peligros graves, en busca de seguridad y de una vida digna para sí mismos y para sus familias. Jesús está presente en cada uno de ellos, obligados como Él a huir para salvarse. Estamos llamados a reconocer en sus rostros el rostro de Cristo, hambriento, sediento, desnudo, enfermo, forastero y encarcelado, que nos interpela (cf. Mt 25,31-46). Si lo reconocemos, seremos nosotros quienes le agradeceremos haberlo conocido, amado y servido».
«Ante tantas personas afectadas por el fenómeno migratorio es necesario examinar sus causas y analizar los problemas de estos hermanos desde el punto de vista humano, económico, político, social y pastoral. Nos urge repensar nuestras actitudes personales, eclesiales, sociales y políticas, y redoblar nuestro compromiso real y efectivo con los emigrantes, los refugiados y sus familias, y en especial con los que llegan hasta a nosotros. No es un fenómeno más; no se trata de números; son ante todo personas con la misma dignidad sagrada que los autóctonos. Ellos nos interpelan en nuestro modo tradicional de vivir; a veces se encuentran por nuestra parte con sospechas, temores y prejuicios que hemos de analizar y superar. Como personas humanas que son, los migrantes y refugiados se merecen acogida, respeto y estima; ellos, a su vez, han de respetar y reconocer el patrimonio material y espiritual del país que los hospeda».
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