Estas son las celebraciones litúrgicas de la Diócesis de Segorbe-Castellón en la Semana Santa 2024 que estarán presididas por nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente:
28 de marzo | Jueves Santo
18:00 h. Misa de la Cena del Señor en la S.I. Catedral, Segorbe.
22:00 h. Procesión Penitencial de las cofradías de la ciudad de Segorbe.
29 de marzo | Viernes Santo
08:00 h. Vía Crucis, desde la Capilla de la Purísima hasta la Basílica del Lledó, Castellón.
10:00 h. Vía Crucis, que iniciará y concluirá en la S.I. Catedral, Segorbe.
11:00 h. Ejercicio de las Siete Palabras en la S.I. Catedral, Segorbe.
17:00 h. Celebración de la Pasión del Señor en la S.I. Catedral, Segorbe.
20:00 h. Procesión del Santo Entierro, que iniciará y concluirá en la S.I. Catedral, Segorbe.
30 de marzo | Sábado Santo
22:00 h. Solemne Vigilia Pascual en la S.I. Catedral, Segorbe.
31 de marzo | Domingo de la Pascua de Resurrección
10:30 h. Eucaristía de la Pascua de Resurrección en la S.I. Catedral, Segorbe.
LA IGLESIA DE LA CUEVA SANTA DE PEÑALBA (Segorbe).
Génesis de un templo de moriscos.
Peñalba, popularmente conocida también por el nombre de Cárrica, es un caserío o barrio del propio Segorbe, desde al que antiguamente se llegaba saliendo de la ciudad por el costado norte de la muralla, por el Portal de Cárrica. Dicho conjunto poblacional había sido un antiguo asentamiento islámico y, a partir de la Guerra de las Germanías (1519-1523), con los bautismos de la población mudéjar, de moriscos.
Siguiendo la información de las primeras visitas pastorales (1536, 1539 y 1543), cuando la parroquia de Navajas, que tenía 150 vecinos moriscos, fue separada de la Catedral y constituida en parroquia bajo la advocación de San Pedro (1576) se le asimiló, como anejo, el barrio de Cárrica, donde vivían quince familias también moriscas. En ese sentido, era obligación del cura encargado celebrar misa en ambos templos, estableciéndose 30 libras valencianas a pagar por el Duque de Segorbe, al que se le habían concedido las rentas de la antigua mezquita (“olim mezquita”), extraídas de los frutos de ambos lugares, más quince de las primicias de los citados moriscos. Una realidad reflejada por la Bula «Noverint universi» del papa Clemente VIII, de 27 de junio de 1602, por la que se dotaba a las parroquias de moriscos en el obispado de Segorbe (ACS, 1190).
Tras la expulsión de los moriscos en 1609, con la desaparición de la parroquia de San Pedro de Segorbe, la Iglesia de Cárrica dejó de estar asimilada a Navajas para ser administrada desde la propia Catedral. Con tal motivo, a Peñalba se la dotó con nuevas rentas, junto con parroquias como Benagéber, Domeño, Loriguilla, Sinarcas, etc.
En el primer tercio del siglo XIX, hacia 1834, la Iglesia de la Cueva Santa de Peñalba formaba parte, junto con San Francisco de Asís de Villatorcas y como vicarías perpetuas y de patronato laical, de la parroquia de la Catedral, con 193 almas. El 2 de mayo de 1888, su Ilustrísima compraba y reedificaba una casa, la actual casa Abadía, para vivienda del capellán coadjutor que, hasta ese momento, vivía intramuros de Segorbe [Aguilar, 1890].
El templo actual es reflejo de las tradicionales construcciones de templos de moriscos, que vienen a ser simples reconversiones del antiguo espacio islámico o musulmán al culto y rito católico, sobre todo conservados en pequeños núcleos urbanos donde no se ha programado la construcción, en su lugar, de templos de mayor empeño. Tal es el caso de edificios como el de Peñalba, Higueras, Benitandús, etc. Templos de pequeñas dimensiones, de una sola nave de tres tramos y presbiterio, coro alto, órdenes clásicos apilastrados en los laterales, con arquitrabe, friso y cornisa, y cubrición de bóveda de cañón sencilla, en ocasiones con lunetos para la ubicación de las ventanas, y techumbre a doble vertiente.
Eliminados los vestigios del pequeño alminar y del mhirab e, incluso, variándose la orientación original de la oración y articulándose «a la clásica» la fachada, presenta en el acceso, sobre el hastial, una sencilla espadaña para sendas campanas, característica común a muchos de estos edificios, como primera cristianización del recinto, eliminando la llamada a la oración del almuecín por el tañido de los bronces para los oficios. Además, se le añadió la casa señorial, desde donde se podía asistir a las celebraciones desde una de sus habitaciones, sobre la sacristía y recayente al presbiterio.
Hasta 1936, en su iglesia había algunas tablas góticas procedentes de la Catedral que desaparecieron en 1936 y, actualmente, conserva modernas pinturas de José Peris Aragó (1907-2003), como la del Cristo crucificado del altar mayor, o del maestro local Luis Bolumar (1951), en la capilla del bautismo.
En definitiva, una auténtica reliquia de los tiempos pasados, apenas inalterada por intervenciones posteriores que conserva, casi intactos, los espacios originales de transición de un tiempo histórico trascendental. Reflejo directo que en una pequeñísima comunidad de nuestra diócesis tuvo el eco y consecuencias del Concilio de Trento y la guerra contra el turco; en momentos de crisis, reforma y contrarreforma y conflicto global a nivel mediterráneo, en un mundo polarizado y belicista, entre oriente y occidente que, en la actualidad, sigue por similares senderos, tan diferentes a los caminos de diálogo y paz trazados por San Francisco de Asís en su encuentro en 1219 con el sultán Malik al Kamil, sobrino de Saladino, durante la quinta cruzada.
El Miércoles de Ceniza da comienzo al tiempo litúrgico de la Cuaresma: son los 40 días que llevan hasta la Pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Por ello, nuestro Obispo D. Casimiro ha presidido esta mañana la Misa de imposición de la Ceniza en la Catedral, y que ha reunido a las comunidades educativas de los colegios diocesanos de Segorbe, La Milagrosa y el Seminario.
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La ceniza simboliza a la vez nuestro pecado y nuestra fragilidad. Al recibirla realizamos en forma tangible un reconocimiento público, por el cual nos declaramos frágiles, incapaces, pecadores, en busca de la misericordia de Dios, por lo que iniciamos un camino de conversión, de arrepentimiento y de humildad.
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Una llamada a la conversión
“La ceniza es símbolo de que somos limitados en el tiempo, que somos caducos, que nuestro tiempo en esta tierra es limitado, somos mortales, y somos también limitados en nuestro amor a Dios y a los hermanos” ha señalado el Obispo en la homilía, “por eso la Iglesia nos llama, Jesús nos llama a convertirnos”.
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«Conviértete y cree en el Evangelio»
Ha recordado también las dos fórmulas que se pueden usar en el rito de imposición de la ceniza: «Polvo eres y en polvo te convertirás» (de Génesis 3,19), o bien «Conviértete y cree en el Evangelio» (de Marcos 1,15). Ese es el objetivo de la Cuaresma, ha recodado D. Casimiro, convertir la mirada y el corazón a Dios “para que Él ocupe el centro de nuestra vida”. También “el de toda familia cristiana, de nuestros colegios diocesanos, y de nuestra vida y misión como Iglesia”.
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40 días que nos llevan a la Pascua
La Cuaresma dura 40 días, “lo que nos recuerda los 40 años que el pueblo de Israel, una vez liberado de la esclavitud del faraón en Egipto, caminó, peregrinó hacia la tierra prometida”, ha explicado. También fueron los días “que estuvo Moisés en el Sinaí en diálogo con el Señor para recibir las tablas de la ley y hacer la antigua alianza”. Pero, sobre todo, fueron los días que “estuvo Jesús en el desierto para prepararse para su misión. 40 días de soledad y también de tentación, donde el diablo le quería apartar de los caminos que su Padre Dios le había puesto para llevar a cabo la reconciliación de todos nosotros, de toda la humanidad, con Dios y con los hermanos”.
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Del mismo modo, durante estos próximos 40 días la Iglesia nos invita a prepararnos para la celebración de la Pascua. “Esa es nuestra tierra prometida en este momento, celebrar la Pascua con gozo, con alegría. Una Pascua que es a la vez figura de la Pascua futura, porque somos peregrinos en esta vida hacia el encuentro con el Señor.
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Oración, ayuno y limosna
Para ello, la Iglesia en este tiempo nos ofrece tres caminos: la oración, el ayuno y la limosna. “La oración para encontrarnos con Jesús vivo, el camino que nos lleva al Padre”. El ayuno, “no sólo de comida, sino de tantas cosas que nos impiden que Dios, que Jesús, ocupe el centro de nuestra vida”. Y la limosna, “que no es solo dar esos céntimos que nos sobran y nos molestan, es pensar en el que lo necesita, qué puede ser el enfermo, la persona que está sola, el que pasa hambre…”.
La Masía de Cuencas es una de las pocas masías y casas de campo conservadas de la antigua diócesis con valores arquitectónicos y ambientales dignos de atención. Teniendo su origen en una alquería bajomedieval, más tarde transformada a finales del siglo XVI (ACS, 783), sabemos por diversos estudios que por su caserío pasaba la antigua vía romana que atravesaba el Palancia desde Sagunto (Járrega, 2000).
A pesar de que el Concilio de Trento había mandado crear seminarios en las diócesis, en Segorbe no había sido posible, teniendo que estudiar los alumnos en Valencia. Para ello el obispo Pedro Ginés de Casanova (1610-1635), que había traído padres Jesuitas para la predicación en la Catedral, con gran admiración de todos, deseaba que se estableciese la orden en la capital diocesana, cosa lograda años más tarde gracias a la figura de Pedro Miralles, con la fundación del Colegio de los Jesuitas en Segorbe, en 1624.
Éstos utilizaban la Masía de Cuencas como primera finca residencial, pues las obras de su convento en la ciudad se prolongaron a lo largo de todo el siglo XVII, desde 1634 a 1699. Por la década de 1690 el arquitecto barroco Francisco Lasierra, discípulo del gran Pérez Castiel y autor de las trazas del Convento de la Orden en Segorbe (Montolío-Simón-Albert, 2020) entre otras muchas obras diocesanas de importancia, trazaba el último piso con galería del Mas, orientada a levante y al sur, teniendo como referente la realizada por él mismo en la última planta del Colegio de Jesuitas de Segorbe.
Con la expulsión de la Orden de los Jesuitas y el intento de erección de un Seminario por el obispo Blas de Arganda (1758-1770), un mandato de Su Majestad de 10 de enero de 1769, ordenaba que se cumpliesen las cargas espirituales asimiladas a sus bienes, examinándose las propias de su Colegio en Segorbe y conociéndose que existían dos administraciones. La de la Sacristía, compuesta por varias heredades y censos, y la de Misiones, con un caudal dotado por el deán Durango el 21 de septiembre de 1722, otro de Félix Marco y la Masía de Cuencas, con sus treinta y cuatro anegadas de huerta, legadas para tal fin, por Tomás Vallterra el 25 de agosto de 1725 (Aguilar, 1880).
Tras la expulsión de la Compañía de Jesús, muy mal considerada por los ilustrados, a instancias de las monarquías de Portugal (1759), Francia (1764) y España (1767), y disuelta la orden por el breve “Dominus ac Redemptor” del Papa franciscano Clemente XIV (1773), pese a no poder el Obispo Arganda finalizar el proyecto de Seminario, todo estaba ya preparado para su definitiva erección, con una sede muy capaz en el antiguo conjunto de los Jesuitas, con un fabuloso huerto y un capital de 51.134 libras, más la parte de los bienes de la Compañía cedidos o comprados, con sus cargas.
Con la expulsión de los Jesuitas del Reino, en 1767, el obispo ilustrado y trinitario, Alonso Cano Nieto (1770-1780), se quedó con la propiedad rural para uso y disfrute de los prelados, «destinado a esparcimiento de los obispos», siendo usada, al igual que su biblioteca personal, como lugar de entretenimiento y formación del Seminario por él fundado, definitivamente, en 1771, por iniciativa de la monarquía de Carlos III. Fue este obispo quien cedió el dominio del edificio, valorado entonces en unos 160.000 reales, las antiguas becas para los hijos de Arcos de las Salinas y del antiguo colegio a la nueva institución formativa, como base de una infraestructura docente propia.
Con la desamortización, las tierras de la Masía no fueron enajenadas, consideradas como una excepción, al contrario que las del resto de heredades del Seminario asimiladas por el Real Decreto de 21 de agosto de 1860, en tiempos del obispo Domingo Canubio (1847-1864 ), por ser «el único punto que han tenido y tienen los señores obispos de esta diócesis para tomar algunos días de desahogo cuando lo han necesitado, y lo mismo los jóvenes seminaristas cuando lo han creído conveniente sus Superiores».
Allí fue el 6 de septiembre de 1889 su Ilustrísima, Francisco de Asís Aguilar, a disfrutar de diez días de descanso. Ya bastante enfermo, entre sus muros pasó el epílogo de los calores del verano, sentado en una mecedora junto a la ventana de su estancia, desde donde se veía el flanco norte de la fortificación amurallada de la ciudad episcopal, el extraordinario paisaje de la vega del río Palancia, que discurre a los pies de la hondonada y, hoy en día, ve pasar regularmente el tren sin catenaria que coge impulso en estos llanos para escalar las rampas cercanas del Ragudo hacia el Altiplano de Barracas y El Toro.
Completamente expoliado durante la guerra civil, cayendo en deriva continua y degradación hasta el momento presente, aún conserva gran parte de su atractiva fábrica, de sillares, ladrillos y aparejos, que lo hicieron lugar privilegiado retiro de grandes religiosos, jesuitas, obispos, colegiales e, incluso, los arquitectos diocesanos durante su estancia en la ciudad. Con su planta baja de amplia entrada de carruajes, aún son visibles los espacios de la gran cocina principal de gran chimenea, comedor y arranque de la gran escalera tabicada de vueltas. Su primera planta, noble, con estancia del prelado, salón de recepción y habitaciones auxiliares. Y su planta alta, galería porticada a la aragonesa, para alojamiento del servicio, profesores y estudiantes. Un edificio y un paraje, durante siglos, al especial servicio de la Diócesis.
Nuestro Obispo D. Casimiro ha recibido esta mañana, en Segorbe, las felicitaciones de Navidad de los colegios diocesanos, de las asociaciones y de los sacerdotes del Alto Palancia.
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Una Catedral repleta de los alumnos, directivas, profesorado y capellanes de los colegios Seminario Menor y La Milagrosa, que ha escuchado las palabras que les ha dirigido el Obispo sobre el nacimiento de Jesús, “no es una historia inventada, sucedió realmente en Belén”. De todos los personajes que aparecen en este pasaje del Evangelio, “el más importante es el Niño Jesús”, les ha dicho.
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También se han fijado en las tres palabras que centran el anuncio del ángel a los pastores: «Salvador, Mesías y Señor», explicando que “para nosotros el personaje más importante es Jesús, que nos salva de nuestros pecados, de nuestras tristezas, de nuestros problemas, porque Él nos trae el amor”.
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Él es el mayor regalo que podemos recibir en Navidad, “el de Dios que nos da a Jesús, su Hijo, porque nos ama a cada uno de nosotros”, decía, “además, dejándonos amar por Dios podemos después mostrar ese amor a otros”.
Con motivo de la presidencia española del Consejo de la Unión Europea, el Museo Nacional de Escultura de Valladolid ha inaugurado la exposición temporal ‘Tiempos Modernos’, una muestra que reúne a los grandes artistas de finales del siglo XV y principios del siglo XVI compuesta por 79 esculturas.
Entre ellas, una de las piezas clave de la exposición, pertenece al patrimonio religioso de la Diócesis de Segorbe-Castellón. Se trata de «La Virgen con el Niño y ángeles» (ca. 1460), creada por Donatello en mármol de Carrara, y expuesto en el Museo Catedralicio de Segorbe.
La exposición podrá visitarse en el Palacio de Villena hasta el 17 de marzo de 2024, y una buena parte de las obras que contiene procede de instituciones religiosas. Según la presentación de la exposición, con ella se pretende fomentar “la idea de Europa como un territorio donde se genera un arte heterogéneo que se va forjando bajo una serie de influencias e intercambios culturales, para contribuir a la consolidación de un concepto de ciudadanía y de cultura europea”.
También “evidenciar como, a pesar de las disputas o conflictos que pudieran existir entre los diferentes Estados europeos, el arte y el conocimiento no entiende ni de fronteras ni de rivalidades”.
Y, por último, “reforzar el concepto de «Museo Nacional» al incluir en la exposición bienes culturales procedentes de diferentes focos artísticos de los reinos hispánicos, especialmente de las Coronas de Castilla y de Aragón”.
Ayer tuvo lugar la última de las cinco visitas que ha realizado durante estas semanas nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, a los distintos arciprestazgos de la Diócesis, con el fin de exponer y conocer las claves prácticas del Primer Anuncio más prioritarias para cada parroquia, así como las acciones que se pueden llevar a cabo a nivel personal y comunitario.
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El encuentro tuvo lugar en el Colegio Diocesano La Milagrosa de Segorbe, y estaban convocados los Consejos Pastorales Arciprestales y los Consejos Parroquiales de los Arciprestazgos de Jérica y de Segorbe, cuyos secretarios dieron respuesta a las dos preguntas planteadas por Fran Ramírez, en su ponencia sobre las “Claves Prácticas para el Primer Anuncio”, en la Jornada de Inicio del Curso Pastoral:
De las claves descritas, ¿cuál consideras puede ser la más prioritaria para tu parroquia en estos momentos?
¿Qué pasos concretos podéis llevar a cabo en la tarea del Primer Anuncio a nivel personal y como comunidad parroquial?
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Estos encuentros también han servido como preparación a vivir la Jornada Diocesana del Primer Anuncio, el gran encuentro festivo y formativo que celebraremos el próximo sábado 11 de noviembre en el Ágora de Betxí.
Mons. Casimiro López Llorente, ha presidido también la Eucaristía en el camposanto
La celebración de la Solemnidad de Todos los Santos se ha trasladado esta tarde a Segorbe. El camposanto de la capital del Alto Palancia ha acogido a primera hora de la tarde el rezo del Santo Rosario.
D. Casimiro, junto al Cabildo Catedral, D. Federico Caudé, el Rvdo. José Manuel Beltrán, y el secretario, D. Ángel Cumbicos, han elevado oración a la Santísima Virgen a través de los Misterios Gloriosos, teniendo muy presentes a los fieles de Segorbe, así como a todos los de la comarca.
El rezo se ha celebrado, como suele ser tradicional, recorriendo todas las calles del camposanto. A continuación, D. Casimiro ha presidido la Eucaristía en la que ha recordado el significado de la celebración hoy, en la que la Iglesia recuerda a todos aquellos que nos han precedido en la santidad, tanto los que han sido reconocidos por la Iglesia, «sino también a tantos y tantos de toda raza, pueblo y nación, que siguiendo las huellas del Cordero han alcanzado la santidad, la perfección del amor para participar del amor que es Dios para siempre».
El Obispo ha recordado que «el Señor está presente como el Señor de vivos y no de muertos, que quiere ofrecernos la vida misma de Dios para participar para siempre del gozo, de la alegría». Así se ha referido a la vida eterna como «una vida para siempre gozando de la visión de Dios, que es amor, que cura todos nuestros deseos, que completan nuestro deseo de ser felices para siempre». «Es el único capaz de colmar esa ansia de infinitud, de felicidad, de plenitud que todos llevamos dentro de nuestro corazón», ha concluido.
Durante la homilía de la Solemnidad de Todos los Santos en Castellón
El camposanto de Castellón ha acogido esta mañana la celebración eucarística de la solemnidad de Todos los Santos. Un día en el que la Iglesia honra a todos aquellos que, difuntos que, habiendo superado el purgatorio, se han santificado totalmente, han obtenido la visión beatífica y gozan de la vida eterna en la presencia de Dios. Los santos tampoco son sólo los que se encuentran en los altares de las iglesias, sino que es la multitud incontable de los bienaventurados, incluso anónimos la gran mayoría de ellos para nosotros, pero que desde el cielo interceden por nosotros que estamos todavía aquí en la tierra.
La ceremonia ha estado presidida por Mons. Casimiro López LLorente, Obispo de la Diócesis, que esta tarde también presidirá la celebración en Segorbe.
Junto a él han concelebrado, el Vicario de Pastoral, los arciprestes de Santa Maria y La Trinidad, el Capellán del cementerio y una representación de los sacerdotes de diferentes parroquias de Castellón, a quienes D. Casimiro ha agradecido su presencia. También ha asistido la alcaldesa de Castellón, Dª Begoña Carrasco, junto a miembros de la Corporación Municipal.
Tras los ritos iniciales y la proclamación de la Palabra de Dios, D. Casimiro ha recordado que la liturgia del día «nos invita para participar del gozo del que ya participen para siempre de tantos y tantos que siguiendo las huellas de Jesucristo participan ya de la gloria de la vida de Dios, del amor de Dios para siempre», en alusión a la muchedumbre inmensa, que nadie podía contar, de la que nos habla el libro del Apocalipsis, refiriéndose también a «la mayoría no conocidos». Todos, ha dicho el Obispo, «acogieron a Cristo Jesús como camino, como verdad de vida y creyendo en Él y dejándose encontrar por Él, lo confesaron con su vida o fueron mártires», pero también, «tantos otros que han sido testigos del amor de Dios manifestado en Cristo con su propia vida».
Encender el deseo de ser como ellos
El Obispo ha exhortado «a vivir como ellos para llegar a esa meta que perdura para siempre» recordando a san Bernardo quien aseguraba que contemplar a los santos enciende el deseo de ser como ellos.
Para hacerlo D. Casimiro nos ha animado a «acoger lo que Dios ha sembrado en nosotros; una vida eterna y feliz y para siempre que está implantada en cada uno de nosotros por nuestro bautismo, y que brota del misterio pascual, de la muerte y la resurreción del Señor, que es lo que Dios implantó y sembró en el bautismo».
En referencia a la Palabra proclamada, el Obispo nos ha recordado también que «somos hijos de Cristo Jesús, hijos adoptivos de Dios y estamos llamados a dejar que crezca en nosotros esa semilla para que así de frutos de santidad para siempre».
Es así, ha resaltado D. Casimiro, «no gracias a nuestras fuerzas, sino gracias a ese amor de Dios que nos impulsa, que nos ayuda, que nos llama a acoger el amor de Dios implantado en nosotros. Todos estamos llamados a la santidad y es posible porque es un don de Dios».
Todo pecado afecta a la santidad de la Iglesia
El Obispo ha puesto en valor el Evangelio de las Bienaventuranzas afirmando que Jesús nos muestra el camino: » Cristo Jesús es el primer bienaventurado fue pobre en el espíritu, que lloró, que fue misericordioso, que fue manso, que fue artífice de la paz, que fue misericordioso con tantos y tantos, que también sufrió por causa de la justicia, que fue perseguido hasta la cruz. Ese es el camino», ha destacado D. Casimiro.
Así ha exhortado a acoger la voluntad de Dios, «y pidamos perdón por nuestros pecados, porque todo pecado afecta a la santidad de la Iglesia: los pecados personales, los sociales, y los delitos también», en referencia , ha dicho, a algunos que están especialmente en la opinión pública de estos días, como son los abusos sexuales». En este sentido, el Obispo ha pedido perdón una vez más por estos delitos, y ha manifestado el dolor que causan a la Iglesia: «nos duelen las víctimas, hemos de acogerlas a ellos, a sus familias, hemos de acompañarlas para que se salen, para que también nuestra Iglesia se vea liberada», al tiempo que ha advertido de alejarnos del engaño de algunas cifras que se dan de forma interesada.
De esta forma, ha concluido, ha animado a los presentes a «acoger a Cristo Jesús, camino, verdad y vida. Acojamos su palabra. Dejémonos llevar por la fuerza del Espíritu, por este camino hacia la sanidad, hacia la prudencia de la vida, para compartir con tantos y tantos que nos han pedido del Señor esa gloria para siempre».
Con motivo de la solemnidad litúrgica de Todos los Santos, nuestro Obispo D. Casimiro presidirá la celebración de la Eucaristía, en el Cementerio de San José de Castellón, el miércoles día 1 de noviembre a las 10:30 h.
También, el Vicario de Pastoral, D. Miguel Abril, presidirá la Santa Misa en el Cementerio Nuevo de la ciudad a las 12.00 h.
En el Cementerio Municipal de Segorbe, la celebración presidida por el Obispo comenzará con el rezo del Santo Rosario, a las 16.00h., y la posterior Eucaristía.
En este sentido, D. Casimiro ha remitido una carta a los sacerdotes de Castellón y de Segorbe pidiéndoles que se unan a ambas celebraciones. Además, deberán anunciarlas al final de las Misas vespertinas del sábado, día 28 de octubre, y en las del domingo día 29, animando a los fieles a participar.
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