Un adulto de la parroquia de Benlloch recibe los Sacramentos de Iniciación Cristiana
Hoy ha sido un día de profunda alegría para la Iglesia diocesana, a la que por el Bautismo se ha incorporado un nuevo cristiano. El Obispo, D. Casimiro López Llorente, ha presidido esta mañana la celebración en la que un adulto de la parroquia de La Asunción de Ntra. Sra. de Benlloch ha recibido los Sacramentos de la lniciación Cristiana.
Se trata de Marcos García Artero, que, en la víspera del domingo siguiente a la Pascua de Resurrección, fiesta de la Divina Misericordia, ha recibido los tres sacramentos: Bautismo, Confirmación y Comunión.
“Con el Bautismo eres incorporado a la Iglesia, eres hecho hijo amado de Dios, con la Confirmación recibes la fuerza del Espíritu Santo para mantenerte firme, y en la Comunión recibes al mismo Cristo”, le ha dicho el Obispo en la homilía.
En este proceso, Marcos ha sido acompañado por el sacerdote José Manuel Beltrán y por la comunidad cristiana de Benlloch, presentes en la celebración, en la que también ha participado el párroco, Óscar Ramón Sanchis.
D. Casimiro, dirigiéndose a la asamblea ha recalcado que un cristiano es un creyente, discípulo y misionero del Señor. Se comienza a ser cristiano cuando uno se encuentra con el Señor, y uno se encuentra con el Señor en la Palabra de Dios, en la Eucaristía, donde Él se nos da y viene a nuestro encuentro, y en la Iglesia, que es la comunidad humana donde se hace presente Jesús.
La Iniciación Cristiana es un don de Dios, ya que es Él quien regala de forma generosa y eficaz la llamada a la fe, a la que responde y se adhiere el iniciado con libertad, insertándolo la Iglesia en su vida con caridad de madre.
Citando a San Pablo, el Obispo ha recordado que “si no creemos que Cristo ha resucitado vana es nuestra fe”. “Te has encontrado con el Señor”, y quien se encuentra con Jesús resucitado queda transformado.
“Que a partir de hoy sigas el camino que has aprendido, escuchando la Palabra de Dios, rezando, participando de la Eucaristía dominical, caminando en la comunidad, porque solo uno se pierde, se necesita el apoyo de otros para ser discípulo del Señor, que te sientas acompañado por Él, que siempre está ahí y nunca nos abandona, y que seas siempre testimonio para los demás”, ha dicho dirigiéndose al catecúmeno.
A continuación, le ha administrado los sacramentos Iniciación Cristiana, que en el caso de los niños se administran de una manera progresiva, en los adultos la Iglesia Católica los administra en la misma celebración.
Que un muchacho de 21 años pida el bautizo es algo que no se da todos los días. Nosotros, los padres, los abuelos, primos y sobrinos, estamos muy felices porque otro miembro de la familia ha entrado en la gran comunidad de los cristianos, a nivel parroquial y «global», palabra tan de moda. Son tiempos de tribulación, oscuros, difíciles, en los que para muchos Dios es la Luz y la salvación, mientras que para otros sigue siendo nada. ¡Nos hicieron libres!
Y como hay tanta miseria, sufrimiento y oscuridad, que el cirio Pascual ilumine un alma y que el agua purificadora de la noche de la Resurrección limpie y convierta, es todo un acontecimiento a celebrar. Y así lo hacemos, primero la familia, en concreto los padres, que por cierto muy probablemente sintieron la necesidad evidente cerca de María, allá en Garabandal, donde ella tanto alumbra y promueve, desde hace años, (a Jesús por María) y luego todos los que, durante años, se lo hemos pedido a Dios.
Marco, que ya viene haciendo un camino muy digno y ejemplar, a partir de ahora -con toda seguridad- orientará sus pasos con otro estilo; el estilo que nace de la gracia de Dios, que compromete, sobre todo, a amar, a servir, a dar ejemplo y a tener a Dios como el centro de la vida, lo cual, sin duda, lo hace todo mejor.
Damos gracias a Dios por todo ello y pedimos para que otros muchos, ante la dura prueba de esta pandemia, vuelvan los ojos al Dios de Jesús que, como ya dijo, es Camino, Verdad y Vida. Paz y bien para todos y por la doble gran Resurreción, -sin la trascendente para toda la humanidad, no sería posible la otra, ni tendría sentido-. ¡Aleluya! ¡aleluya! y ¡aleluya!.