El pasado domingo día 27 de abril, en el Domingo de la Divina Misericordia, la Concatedral de Santa María, en Castellón, tuvo lugar de una celebración en la que Styven Alexandro, de 16 años, y María Remedios, de 25, recibieron de manos del Obispo de la Diócesis, D. Casimiro López Llorente, los sacramentos de la Iniciación Cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía.
Durante la homilía, el Obispo destacó la belleza del momento, enmarcado dentro del tiempo pascual, y subrayó el significado profundo de la misericordia divina: “La misericordia es el amor compasivo de Dios por vosotros dos, y por todos los que estamos aquí. Él nos ama a cada uno personalmente”. Recordando las palabras del Papa Francisco, señaló que “Jesús es la misericordia encarnada en Dios” y que su muerte y resurrección son la muestra suprema de ese amor.
D. Casimiro explicó que la fe nace del encuentro personal con Cristo, como el que han vivido Styven Alexandro y María Remedios, y gracias al acompañamiento recibido en la parroquia por parte de sus catequistas. “La fe se basa en un encuentro personal con el Señor, en el contexto de la comunidad”, expresó el Obispo, y añadió que “se comienza de verdad a ser cristiano en un encuentro con una persona: el Señor Jesús”.
En sus palabras, también recordó el significado del Bautismo: “Vais a morir al pecado para resucitar a la vida de los hijos de Dios”, explicó, comparando el gesto simbólico de la inmersión en agua con la muerte y resurrección con Cristo. Asimismo, subrayó la fuerza transformadora de la Confirmación, “el don del Espíritu para ser cristianos”, que ayudará a los nuevos fieles a “dar frutos de eternidad” y a ser, como dice el lema del Año Jubilar, “peregrinos de esperanza”.
La celebración concluyó con la recepción de la Eucaristía por primera vez, en un ambiente de alegría compartida por la comunidad parroquial, que acompañó con gozo este paso decisivo en la vida de fe de Styven Alexandro y María Remedios.
Con el inicio del mes de abril se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Santo Padre dirige su intención por el uso de las nuevas tecnologías: “Oremos para que el uso de las nuevas tecnologías no reemplace las relaciones humanas, respete la dignidad de las personas, y ayude a afrontar las crisis de nuestro tiempo.”
Francisco propone el uso de los mismos con discernimiento: «En la era del internet, donde el espacio y el tiempo son suplantados por el “aquí y ahora”, la paciencia resulta extraña… La paciencia ha sido relegada por la prisa, ocasionando un daño grave a las personas. De hecho, ocupan su lugar la intolerancia, el nerviosismo y a veces la violencia gratuita, que provocan insatisfacción y cerrazón».
Oración Mensual
Señor, Padre Bueno,
al contemplar el mundo y, a hombres y mujeres
trabajando en él y embelleciéndolo,
brota de mi corazón un enorme ¡Gracias!
La acción de tu Espíritu entre nosotros, nos anima
a crecer en el progreso de la ciencia y la tecnología
al servicio de la dignidad de la persona
para un desarrollo humano integral e integrador.
Porque sabemos que tu deseas el bien de todos,
desde el corazón de tu Iglesia Tu Hijo nos llama
a que la tecnología no suplante
el contacto “persona a persona”,
a que lo virtual no reemplace lo real
y a que, las redes sociales
no reemplacen el ámbito social.
Ayúdanos a desarrollar la capacidad
de vivir sabiamente, de pensar en profundidad,
de amar con generosidad, sin desanimarnos;
promoviendo un crecimiento científico y tecnológico
que se concilie cada vez más con un desarrollo
humano en responsabilidad, valores y conciencia.
Amén
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por los jóvenes y adultos que en esta Pascua recibirán los Sacramentos de la Iniciación Cristiana, para que participen cada vez más plenamente en la vida y la misión de la Iglesia”.
«…la Iniciación cristiana es el proceso de inserción en el misterio de Cristo, muerto y resucitado: es un don de Dios que recibe la persona humana por mediación de la Madre Iglesia. De ahí que se llame Iniciación cristiana a todo el proceso o camino en el que la Iglesia hace nuevos cristianos. Tres aspectos inseparables son esenciales en este proceso: la iniciativa de Dios, la respuesta de la persona humana y la mediación de la Madre Iglesia.
La Iniciación cristiana es, antes de nada y en primer lugar, un don de Dios: sólo Él puede hacer que el ser humano renazca en Cristo por el agua y el Espíritu; sólo Él puede comunicar vida eterna. Suya es la iniciativa y suya la capacidad de santificar al ser humano por su gracia. Ésta se comunica eficazmente en los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, que divinizan al hombre. Ahora bien, la Iniciación cristiana es un don de Dios que recibe la persona humana: el hombre, auxiliado por la gracia divina, responde libre y generosamente al don de Dios, recorriendo un camino de liberación del pecado y de crecimiento en la fe. La gracia santificante comunicada en los sacramentos es un don al que se puede y se ha de responder libremente con la ayuda del Espíritu Santo para que dé sus frutos; esa gracia incide y ha de incidir en todas las dimensiones que configuran la existencia humana. Y, en tercer lugar, la Iniciación cristiana es un don de Dios que recibe la persona humana por mediación de la Madre Iglesia. La Iglesia recibe la vida de Cristo para engendrar, por mandato suyo y por la acción del Espíritu Santo, nuevos hijos para Dios de todos los pueblos de la tierra.
Desde los tiempos apostólicos, para llegar a ser cristiano se sigue un camino y una Iniciación que consta de varias etapas con unos elementos esenciales: el anuncio de la Palabra, la acogida del Evangelio que lleva a la fe, a la conversión y al cambio de vida, la profesión de fe, el Bautismo, la efusión del Espíritu Santo, el acceso a la comunión eucarística. Este camino por etapas se llama catecumenado y no puede faltar nunca: no sólo en el caso de adultos no bautizados, sino también para aquellos que solicitan el sacramento de la Confirmación siendo ya adultos, adaptándolo, eso sí, a la situación de cada uno. No nos podemos conformar con una catequesis de estilo escolar, hecha en unas pocas semanas o meses y entendida sólo como requisito previo para acceder a los sacramentos.
Necesitamos un cambio de mentalidad y entender que la celebración de los sacramentos debe ser precedida y acompañada por la evangelización, la fe y la conversión, porque sólo así pueden dar sus frutos en la vida de los fieles. Esta es la voluntad del mismo Cristo, que mandó a sus apóstoles a hacer discípulos a todas las gentes y a bautizarlas».
Cada vez hay más personas que se acercan al Bautismo en la edad adulta
La Delegación para la Catequesis y el Catecumenado de Segorbe-Castellón organizó el sábado 11 de enero un encuentro con todos los catecúmenos adultos de nuestra Diócesis. Este encuentro se realizó la víspera de la Solemnidad del Bautismo del Señor, fiesta profundamente vinculada a la realidad del proceso catecumenal, camino del bautismo. Participaron ocho catecúmenos con sus catequistas/acompañantes y dos sacerdotes, provenientes de Castellón de la Plana, Onda y Vila-real.
Este encuentro tuvo lugar en los salones parroquiales de la parroquia Arciprestal San Jaime de Vila-real. La jornada comenzó con un compartir fraterno alrededor de un almuerzo en el que cada uno se presentó y contó cómo había llegado a tomar la decisión de acercarse a la Iglesia ya en la edad adulta y querer recibir los sacramentos. A continuación, se hizo una celebración de la Palabra en el oratorio y al finalizar se bendijeron unas cruces y se entregaron a todos los participantes, símbolo de la fe en Jesucristo que están comenzando a seguir.
El encuentro se desarrolló en un clima de alegría, fraternidad y empatía, fruto del entusiasmo de la conversión y el deseo de conocer más a Jesucristo y su Iglesia.
Si se desea contactar con la delegación para la catequesis y el catecumenado de Segorbe-Castellón: 610 49 39 88 / catequesis@obsegorbecastellon.org
El pasado domingo, 1 de diciembre, coincidiendo con el Primer Domingo de Adviento, la parroquia Virgen del Carmen de Onda celebró el rito de entrada en el catecumenado de seis personas que se están preparando para recibir los sacramentos de la Iniciación Cristiana.
Siguiendo el itinerario del catecismo Buscad al Señor, Brian, Andrea, Germán, Paula, Cristian y Jessica han comenzado oficialmente este camino de fe, marcado por la búsqueda de un encuentro personal con Jesucristo.
La comunidad parroquial hace un llamamiento a toda la Diócesis para que acompañe con sus oraciones a estos catecúmenos en este tiempo de preparación, para que puedan profundizar en su relación con el Señor y avanzar con firmeza hacia los sacramentos que los integrarán plenamente en la vida cristiana.
En este nuevo curso estamos llamados a dar prioridad al acompañamiento espiritual, que ayude al crecimiento de la vida cristiana y al discernimiento de la voluntad de Dios para cada uno. De ello os hablaba en mi carta anterior. Hoy me voy a fijar en la necesidad de ofrecerlo a adolescentes y jóvenes; para niños, en general, lo más apropiado será el acompañamiento grupal.
El papa Francisco, en la Exhortación Evangelii Gaudium, indica que a los adultos nos cuesta escuchar a los jóvenes con paciencia, comprender sus inquietudes, y aprender a proponerles la vida cristiana con un lenguaje que ellos entiendan (cf. EG 105). En este sentido, cada día adquiere más protagonismo el acompañamiento personal en la pastoral juvenil. Es la respuesta a la necesidad que tienen adolescentes y jóvenes de personalizar la fe en el contexto actual de secularización y de pluralidad de ofertas. Quienes trabajan con jóvenes están descubriendo la necesidad de ofrecerles acompañamiento personal y sienten la llamada a ayudarles para orientar su vida, mediante una relación personal caracterizada por la acogida, la escucha y la propuesta de medios para el crecimiento en la vida cristiana. El acompañamiento personal es un signo de este tiempo.
Siendo realista hay que reconocer que existen dificultades reales entre nosotros para acoger la llamada de la Iglesia al acompañamiento. Unos no acaban de decidirse por acompañar a otros porque nunca han tenido la experiencia de ser acompañados, otros no se sienten llamados o formados para ello. Hay quien se da cuenta de lo exigente que es esta tarea porque pide una gran madurez de vida cristiana.
Este acompañamiento personal hemos de situarlo en el marco de la Iniciación Cristiana. Recordemos que la Iniciación Cristiana es el proceso que, con la ayuda de la gracia, genera a un cristiano y crea comunidades cristianas. Para ser cristiano, la persona necesita ser iniciada en la experiencia de la fe, porque la fe es fruto del encuentro personal con Cristo vivo. La Iniciación Cristiana representa el marco de referencia del acompañamiento personal.
En el acompañamiento hay que poner a la persona del adolescente o del joven en el centro y ha de ser acompañado en toda su persona, desde sus instancias más exteriores a las más interiores. Es preciso tener una visión integral de la persona humana para ver lo humano y lo espiritual-creyente como un todo. Los bloqueos madurativos dificultan los procesos espirituales. Se debe partir siempre de la persona en su situación actual teniendo en cuenta sus raíces, su historia, sus sueños, virtudes y problemas. El acompañado ha de ser invitado a tomar la vida en sus propias manos, a asumir el riesgo de las propias decisiones y a ser protagonista de la propia historia. De ahí el valor de la escucha paciente, el diálogo sincero y la propuesta de un camino con etapas y metas en el crecimiento de la vida cristiana, así como las actitudes de acogida, cercanía, respeto y apoyo, por pate del acompañante. Debemos estar convencidos de que Dios siempre nos busca allí donde estamos, en nuestra situación concreta.
El acompañamiento personal de adolescentes y jóvenes nos ha de interpelar a todos. Entre otras cosas, para acompañar necesitamos acompañantes. Muchos adolescentes y jóvenes, necesitan ser escuchados y buscan progresar en su vida cristiana, para lo que buscan la ayuda de testigos coherentes, que se conviertan en acompañantes espirituales. Este carisma lo reciben tanto sacerdotes, como religiosos y laicos. La experiencia dice que solo quien se ha dejado acompañar podrá ser un buen acompañante. Por lo tanto, quien sienta la llamada al acompañamiento debe dejarse acompañar.
Para avanzar en esta dirección hemos de ofrecer una buena formación teórico y práctica, pero también espiritual. El arte de acompañar es complejo, se requiere una formación profunda, pero sobre todo es un don de Dios que deja ver la maternidad de la Iglesia.
Y pide, finalmente, que optemos por el acompañamiento personal en nuestros procesos formativos y que propongamos el acompañamiento espiritual personal a nuestros adolescentes y jóvenes. Para ello hemos de motivarles. Nadie es acompañado si no quiere ser acompañado. Les hemos de ofrecer “caminos de crecimiento, despertar el deseo del ideal cristiano, las ansias de responder plenamente al amor de Dios y el anhelo de desarrollar lo mejor que Dios ha sembrado en la propia vida” (EG 171).
El domingo 2 de junio, solemnidad del Corpus Christi, la parroquia de San Miguel Arcángel en la Villa de Altura celebró con gran alegría el Bautismo y Comunión de cuatro jóvenes que habían pedido a la iglesia ser acogidas como hijas de Dios. Un proceso Catequético que han realizado junto a otras jóvenes y acompañadas por el equipo de Life Teen con la única pretensión de poder “llevar a los jóvenes a Cristo”.
El día 5 de junio fueron confirmadas en la fe por nuestro obispo don Casimiro, que les alentó a crecer y madurar la fe en el seno de la comunidad parroquial de Altura. El proceso de la catequesis de comunión y confirmación en la parroquia ha permanecido en standby y como comunidad parroquial hemos ido haciendo un discernimiento del camino realizado hasta entonces en el que al final nos preguntábamos ¿cómo poder avanzar en este nuevo momento de nuestra sociedad, de nuestros jóvenes y niños para poder entregar el tesoro de la fe y provocar en ellos el deseo de Dios?.
Era necesario para la conversión pastoral de la parroquia, parar, orar, reflexionar y avanzar con gestos y lenguajes nuevos. Y es así como nos hemos ido formando en diversos métodos y que al final ha cristalizado en los procesos para un discipulado y acompañamiento a nuestros niños y jóvenes con SMAkids, Edge y Life Teen, desde los siete años hasta los dieciocho, finalizando con la experiencia de primer anuncio Alpha joven.
Este año hemos tenido la alegría de avanzar con 32 jóvenes en el grupo de Life Teen, resultando una experiencia muy gozosa tanto para el equipo que lidera este programa, como para cada uno de los jóvenes, que se han encontrado en un ambiente familiar, cercano y sobre todo práctico, pudiendo traducir la fe a la vida cotidiana.
Life Teen tiene cuatro momentos importantes: Gather: La acogida radical. Presentamos el tema del día con alguna dinámica que abre el corazón para el tema catequético. Proclaim: La catequesis. 10 minutos para conocer más del tema. Break: Dividimos el grupo en pequeños grupos, para compartir la fe. Send: Oración final donde somos enviados. Las sesiones son de tres tipos: Cathequetical: Temas catequéticos, dos sesiones al mes. Issue: Temas de su día a día, más sociales, una sesión al mes y Social: De juegos y dinámicas para crear grupo y hacer comunidad.
Damos gracias a Dios por acompañarnos en este camino de conversión pastoral iluminado con la fuerza del Espíritu los nuevos gestos y lenguajes a los que nos llama la Iglesia del Señor en estos tiempos recios y difíciles que son una oportunidad maravillosa para abrir una pequeña ventana de aire fresco por donde transitar tras las huellas de Jesús el Señor.
En la solemnidad de Pentecostés, una mujer de la parroquia de La Sagrada Familia de Castellón recibió los sacramentos de Iniciación Cristiana de manos del Obispo de la Diócesis, D. Casimiro López Llorente, entrando a formar parte de la comunidad cristiana y de la Iglesia Diocesana de Segorbe-Castellón.
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Fue en una hermosa ceremonia en la que la neófita Ann Mary Villacorta entró a formar parte de la Iglesia Católica, por una decisión personal y meditada, después de recibir una formación específica y un acompañamiento personal por parte de sus catequistas.
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La parroquia celebró con alegría el don de la fe de esta mujer que, después de un encuentro personal y transformador con el Señor, recibió los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y la Comunión. En la homilía, el Obispo le dijo que «estamos celebrando el amor de Dios concreto que te recrea, te hace renacer a la vida de los hijos de Dios por el Bautismo, limpia todo aquello de tu alma que te puede separar de su amor, te hace su hija y te da su propia vida, que brota de Jesús, muerto y resucitado». «Quedas insertada en esta comunidad parroquial para que aquí escuches y comprendas la Palabra de Dios», y también para participar en la Eucaristía, «donde Él se nos da como alimento necesario para vivir como cristianos».
Con el inicio del mes de abril se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Santo Padre dirige su intención por el papel de las mujeres: “Oremos para que la dignidad y la riqueza de las mujeres sean reconocidas en todas las culturas, y para que cese la discriminación que sufren en diversas partes del mundo”.
[…] En esta luz, quisiera subrayar tres aspectos del cuidado como contribución de las mujeres a una mayor inclusión, a un mayor respeto por los demás y a afrontar de forma nueva desafíos nuevos.
En primer lugar para una mayor inclusión. En el volumen se habla del problema de las discriminaciones que a menudo golpean a las mujeres, como otras categorías débiles de la sociedad. Muchas veces he recordado con fuerza que la diversidad no debe nunca conducir a la desigualdad, sino más bien a una agradecida y recíproca acogida. La verdadera sabiduría, con sus mil facetas, se aprende y se vive caminando juntos, y sólo así se puede convertir en generadora de paz. Vuestra investigación es por tanto una invitación, gracias a las mujeres y en favor de las mujeres, a no discriminar sino a integrar a todos, especialmente a los más frágiles a nivel económico, cultural, racial y de género. Nadie debe ser excluido: este es un principio sagrado. De hecho, el proyecto de Dios Creador es un proyecto «esencialmente inclusivo» —siempre— , que pone en el centro precisamente «a los habitantes de las periferias existenciales» [2]; es un proyecto que, como hace un madre, mira a los hijos como a los dedos diferentes de su mano: inclusiva, siempre.
Segunda aportación: para un mayor respeto del otro. Cada persona debe ser respetada en su dignidad y en sus derechos fundamentales: educación, trabajo, libertad de expresión, etc. Esto vale de forma particular para las mujeres, más fácilmente sujetas a violencias y abusos. Una vez escuché a un experto de historia que decía cómo nacieron las joyas que llevan las mujeres —a las mujeres les gusta llevar joyas, pero ahora también a los hombres—. Había una civilización que tenía la costumbre de que el marido, cuando llegaba a casa, teniendo tantas mujeres, si una no le gustaba le decía: “¡Vete fuera!”; y esa tenía que irse con lo que llevaba encima, no podía entrar a coger sus cosas, no, “te vas ahora”. Es por esto —según esa historia— que las mujeres empezaron a llevar oro encima, y ahí estaría el inicio de las joyas. Quizá es una leyenda, pero interesante. Desde hace mucho tiempo la mujer es el primer material de descarte. Esto es terrible. Cada persona debe ser respetada en sus derechos.
No podemos callar frente a esta plaga de nuestro tiempo. La mujer es usada. ¡Sí, aquí, en una ciudad! Te pagan menos: bueno, eres mujer. Después, ¡cuidado con ir con tripa, porque si te ven embarazada no te dan el trabajo; es más, si en el trabajo te ven que empieza, te mandan a casa. Es una de las modalidades que se utiliza hoy en día en las grandes ciudades: descartar a las mujeres, por ejemplo, con la maternidad. Es importante ver esta realidad, es una plaga. No dejemos sin voz a las mujeres víctimas de abuso, explotación, marginación y presiones indebidas, como las que mencioné con el trabajo. Seamos la voz de su dolor y denunciemos con fuerza las injusticias a las que están sometidas, muchas veces en contextos que las privan de toda posibilidad de defensa y rescate. Pero también demos espacio a sus acciones, natural y poderosamente sensibles y orientadas a la tutela de la vida en todo estado, en toda edad y en toda condición.
Y vamos al último punto: afrontar de modo nuevo desafíos nuevos. La creatividad. La especificidad insustituible de la contribución femenina al bien común es innegable. Lo vemos ya en la Sagrada Escritura, donde a menudo son las mujeres las que determinan importantes puntos de inflexión en momentos decisivos de la historia de la salvación. Pensemos en Sara, Rebeca, Judit, Susana, Rut, para culminar con María y las mujeres que siguieron a Jesús incluso bajo la cruz, donde notamos que de los hombres quedó sólo Juan, los otros se fueron todos. Las valientes estaban ahí: las mujeres. En la historia de la Iglesia, además, pensemos en figuras como Catalina de Siena, Josefina Bakhita, Edith Stein, Teresa de Calcuta y también en las mujeres “de la puerta de al lado”, que con tanto heroísmo llevan adelante matrimonios difíciles, hijos con problemas… La heroicidad de las mujeres. Más allá de los estereotipos de un cierto estilo hagiográfico, son personas impresionantes por su determinación, valentía, fidelidad, capacidad de sufrir y transmitir alegría, honestidad, humildad, tenacidad.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por quienes han recibido los sacramentos de la iniciación cristiana en la Pascua y los que recibirán próximamente el bautismo, la primera comunión o la confirmación, para que profundicen cada vez más en su pertenencia a Cristo y a la Iglesia.”
En la carta del 03.06.2012 (Iniciación cristiana de adultos), nuestro Obispo D. Casimiro nos decía lo siguiente:
La Iniciación cristiana es el proceso de inserción en el misterio de Cristo, muerto y resucitado: es un don de Dios que recibe la persona humana por mediación de la Madre Iglesia. De ahí que se llame Iniciación cristiana a todo el proceso o camino en el que la Iglesia hace nuevos cristianos. Tres aspectos inseparables son esenciales en este proceso: la iniciativa de Dios, la respuesta de la persona humana y la mediación de la Madre Iglesia.
La Iniciación cristiana es, antes de nada y en primer lugar, un don de Dios: sólo Él puede hacer que el ser humano renazca en Cristo por el agua y el Espíritu; sólo Él puede comunicar vida eterna. Suya es la iniciativa y suya la capacidad de santificar al ser humano por su gracia. Ésta se comunica eficazmente en los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, que divinizan al hombre. Ahora bien, la Iniciación cristiana es un don de Dios que recibe la persona humana: el hombre, auxiliado por la gracia divina, responde libre y generosamente al don de Dios, recorriendo un camino de liberación del pecado y de crecimiento en la fe. La gracia santificante comunicada en los sacramentos es un don al que se puede y se ha de responder libremente con la ayuda del Espíritu Santo para que dé sus frutos; esa gracia incide y ha de incidir en todas las dimensiones que configuran la existencia humana. Y, en tercer lugar, la Iniciación cristiana es un don de Dios que recibe la persona humana por mediación de la Madre Iglesia. La Iglesia recibe la vida de Cristo para engendrar, por mandato suyo y por la acción del Espíritu Santo, nuevos hijos para Dios de todos los pueblos de la tierra.
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