A todos los sacerdotes de Segorbe-Castellón
Queridos hermanos sacerdotes:
Hace dos años iniciábamos la reflexión sobre la vida y el ministerio de los sacerdotes en nuestra diócesis. Después de haber reflexionado juntos sobre nuestra situación humana, en este curso vamos a iniciar la reflexión sobre la dimensión espiritual. Sin duda que es un tiempo de gracia para cada uno de nosotros y para nuestro presbiterio diocesano, en el cual Dios, nuestro Padre, nos ayudará a vivir una mayor intimidad con Él y con nosotros mismos.
En la celebración de la Santa Misa Crismal escuchamos cada año aquella sorprendente declaración de Jesús en la Sinagoga: “el Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor”. También nosotros, como dijo el Papa Francisco, “somos ungidos para ungir. Ungimos repartiéndonos a nosotros mismos, repartiendo nuestra vocación y nuestro corazón […]. Ungimos ensuciándonos las manos al tocar las heridas, los pecados y las angustias de la gente; ungimos perfumándonos las manos al tocar su fe, sus esperanzas, su fidelidad y la generosidad incondicional de su entrega”.
Pero para poder ungir al pueblo que busca a Dios, necesitamos nosotros poder experimentar antes cómo Dios sigue ‘ungiéndonos’, amándonos. En nuestro ejercicio ministerial descubrimos que, para ser buenos pastores del Pueblo de Dios, necesitamos una profunda relación de amor con Dios Padre, buscando siempre su voluntad, como Cristo Jesús. Para poder ungir a nuestro pueblo con el perfume del amor de Dios, necesitamos cultivar una profunda relación de amor y amistad con Cristo Jesús, el Buen Pastor, que se alimenta en la oración, en la Eucaristía, en la adoración, en el sacramento de la Penitencia y en el ejercicio de nuestro ministerio. Recordemos la triple pregunta de Jesús a Pedro antes de encomendarle el pastoreo de la Iglesia: “Pedro ¿me amas?” (cf. Jn 21, 15-17). Nadie da lo que no tiene. Nadie puede transmitir y llevar a Cristo, si no está unido vital y existencialmente a Él por el amor. Si estamos desnutridos, si estamos alejados de la fuente de la Vida, no podremos transmitir vida. Sólo desde nuestro amor a Cristo, podremos amar, cuidar y apacentar a aquellos que Él nos encomienda. Nuestra caridad pastoral será la prueba de nuestro amor a Cristo.
Por ello os animo a acoger con un corazón generoso y disponible este momento de gracia que iniciaremos juntos, como presbiterio, el próximo lunes 19 de octubre a partir de las 10,30 horas en la S.I. Concatedral de Santa María en Castellón. Tras una breve charla que impartirá el Rvdo. D. Agustín Sánchez Manzanares, Delegado episcopal para el Clero de la Diócesis de Orihuela-Alicante sobre la espiritualidad sacerdotal, celebraremos la Eucaristía en el transcurso de la cual tendremos la ocasión de renovar las promesas sacerdotales que no pudimos realizar en la Santa Misa Crismal de este año. Será ocasión para mostrar nuestro agradecimiento a Dios y nuestra alegría por el don del sacerdocio y renovar así también nuestra llamada a vivir la fraternidad sacerdotal. Del mismo modo daremos gracias a Dios por los sacerdotes que a lo largo de este año 2020 han celebrado sus bodas de oro y plata sacerdotales, por aquéllos que han recibido la ordenación sacerdotal y por aquéllos que han pasado a la casa del Padre desde la celebración de la Santa Misa Crismal del pasado año 2019. Contamos con vuestra participación y la tuya. Muchas gracias.
Con mi afecto y bendición, vuestro Obispo y hermano,
+Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!