El Obispo nos invita a «volver la mirada a Dios y crecer en fe, esperanza y caridad»
Monseñor Casimiro López Llorente concedió ayer, 31 de diciembre, una entrevista al programa de «El Espejo de la Iglesia diocesana» que se emite cada viernes en Cope Castellón entre las 13.30 y las 14.00. En el transcurso de la misma, D. Casimiro hizo balance de la actividad en la Diócesis de Segorbe-Castellón y se refirió también a las cuestiones que serán prioritarias durante este 2022.
Se cumple ahora un año desde que en diciembre pasado el Congreso de los Diputados aprobara el proyecto de ley de la Eutanasia, que se aprobaría definitivamente en marzo. En aquel momento, en una carta titulada “No podemos callar”, nos abría los ojos a la luz de la creación y del Evangelio y nos pedía: rezar por los gobernantes y los legisladores…qué contradicción que en un año de tanta muerte y sufrimiento por la pandemia se apruebe una ley que en vez de luchar por la vida acabe con la vida; ¿cómo afrontar, desde la verdad de la Fe, este sinsentido?
Creo que debemos seguir orando por la vida. Sabemos el poder inmenso que tiene la oración personal y también en comunidad. Más aún, debemos unirnos a los momentos de oración que nuestras comunidades parroquiales nos pueden ofrecer en ese sentido. Pero recordemos también que debemos implicarnos personalmente en favor de la vida …¿cómo hacerlo?… pues en familia o cuando nos encontremos ante un tema delicado, sea al comienzo de la vida o al final de la misma, hay que optar siempre por la vida, bien favoreciendo que no haya abortos o favoreciendo que no se aplique la eutanasia. Tenemos los medios para, en casos de enfermos incurables poderles cuidar, porque no hay enfermos incuidables. Por tanto debemos favorecer y pedir que se ofrezcan los cuidados paliativos. En todo caso, creo que esto hay que pedirlo y mover también a los gobernantes para que decidan y pongan los medios necesarios para los cuidados paliativos que es una asignatura pendiente en la medicina pública en esos momentos. Por otra parte, tenemos el testamento vital, de forma que cada persona puede pedir que en ningún caso se aplique la eutanasia. Hay otras formas de implicarse como ayudar, promover o implicarse también personalmente en la Mesa por la Vida que tenemos Iglesia diocesana, en la cual participan también asociaciones que no son confesionales pero que están también a favor de la vida humana. Creo que no solo hay que rezar, que es muy importante y tiene mucha fuerza, sino que también hay que implicarse activamente en favor de la vida. Si a la vida. No a la eutanasia y no al aborto.
Otro de los asuntos que han centrado su predicación durante este año ha sido la defensa de la educación, ¿cuáles son los desafíos a los que se enfrenta la educación católica en el momento actual?
Yo diría que los desafíos no son sólo para la educación católica sino para la educación en general. En primer lugar hay que promover el respeto y garantizar, por todos los medios, el derecho de los padres, que les es originario, a la educación de sus hijos según sus convicciones ideológicas o religiosas. Esta es una asignatura todavía pendiente y sabemos que, algunas veces, es cuestionado también por las autoridades que los padres sean los verdaderos responsables de la educación de sus hijos. A la vez, hay que trabajar para que los padres asuman esta responsabilidad y estar pendientes también de qué educación reciben sus hijos, tanto en la enseñanza pública como en la privada, y favorecer, a los creyentes y católicos, respecto a qué educación queremos paras nuestros hijos. Creo que ahí hay un déficit y necesitamos que los padres se asocien para defender este derecho de la educación que tienen los padres. En este sentido debemos motivar a todos aquellos que quieran realmente una buena educación para sus hijos para que ésta sea conforme a sus deseos, sus planteamientos religiosos. Hay que garantizar la libertad de elección a los padres para que puedan elegir realmente el colegio que quieren para sus hijos.
También este año, a iniciativa del Papa Francisco, se estableció el Año de la Familia…con ello el Papa nos invita a repasar la exhortación apostólica Amoris Laetitia y descubrir la alegría del amor. Sr. Obispo, ¿cuál es la situación de la familia en el contexto actual?, ¿qué debemos corregir? ¿cómo ser portadores de la luz del Evangelio?, ¿qué aprender de la Sagrada Familia para poner en práctica sus virtudes?
Cuando hablamos de familia hay que aclarar qué entendemos por “familia”. Partimos de la familia que está basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer,… ahora se habla de tantos tipos de familia… pero en concreto y refiriéndonos a la familia creada a partir del matrimonio entre un hombre y una mujer, en este momento, hay muchas familias que gozan de buena salud… con sus dificultades, con sus problemas, sí, pero van intentando vivir como la familia unida y creando un ambiente donde todos los miembros sean cuidados, respetados, ayudados y promovidos… De hecho una de las instituciones que gozan de mayor acogida y mayor valoración es la familia y ha estado presente ahí, sobre todo, en tiempos difíciles como la pandemia que estamos sufriendo. No obstante también hay familias que tienen problemas, matrimonios que se rompen y familias desestructuradas y si lo vemos a nivel de legislación, la familia no está realmente protegida como base de la sociedad.
¿Qué demos hacer y qué debemos corregir?… yo creo que las familias cristianas, sobre todo a las familias católicas, hay que pedirles que vivan su vocación familiar. En este sentido, la Sagrada Familia nos aporta algo que es fundamental. Si contemplamos a la Sagrada Familia de Nazaret, cada uno de sus miembros viven la vocación a la que han sido llamados. Todos estamos llamados a vivir el amor, igualmente en el caso de un matrimonio: la Virgen asume su vocación de madre y esposa, San José de padre y esposo, y el Hijo encuentra en la familia un lugar donde ir creciendo para desarrollar la vocación que es la misión que el Padre le había confiado para ser el Salvador del mundo. Por tanto, ¿que podemos aprender?, vivir cada uno la vocación propia en la familia: esposo y esposa, padre y madre e hijos, creando así un ambiente para que cada uno de los miembros pueda crecer y responder a esa vocación al amor.
Este también ha sido un año en el que nuestra Iglesia ha sufrido pérdidas pero en el que, gracias a Dios, también cuenta con nuevos pastores…. ¿cuál es el estado actual de las vocaciones a la vida consagrada en nuestra Diócesis?
Pues muy bajo, bien lo sabemos, tanto en la vida consagrada en el ámbito religioso como en el Ministerio ordenado del sacerdocio, que es muy escaso. Estamos sufriendo un invierno vocacional. Pero, me refiero a un contexto más amplio, porque tampoco hay muchas vocaciones al matrimonio, a la familia cristiana y sabemos que hay muchas personas que se unen, hombres y mujeres, sin celebrar el matrimonio sacramental. La vocación cristiana fundamental, la que vivimos en nuestro Bautismo, es deficiente y estamos interpelados, por tanto, a favorecer la iniciación cristiana, es decir, a ayudar con la Gracias de Dios, a que se genere un cristiano, un discípulo misionero, que después vive su vocación en una senda concreta, bien sea la vocación al sacerdocio, a la vida consagrada y sobre todo, como la inmensa mayoría, la vocación al matrimonio cristiano y la familia cristiana. Y aquí tenemos que trabajar mucho, pero hacerlo desde la base, es decir, cuidando la iniciación cristiana de los niños, desde que reciben el Bautismo hasta la Confirmación, promoviendo que se vaya generando en ellos la fe en Cristo y vayan viviendo, desde la fe, en el contexto que les toca vivir, para que cuando llegue el momento de decidir su vocación cristiana sepan responder con generosidad a la llamada que sienten, a la llamada de Dios, a vivir esa vocación en el matrimonio, la familia, el sacerdocio o la vida consagrada.
Este año la Diócesis actualizaba la Guía caritativa-social, …es tremenda la labor que hace nuestra Iglesia a través de los voluntarios y de los colectivos hacia los más necesitados llegando donde no lo hacen los poderes públicos….¿somos los fieles conscientes, no solo de la labor social de la Iglesia, sino también de las necesidades reales?, ¿somos agradecidos y generosos?
Yo creo que sí somos conscientes de la tarea que la Iglesia, y cuando hablo de la Iglesia no solo me refiero a la Diócesis, sino a las parroquias y asociaciones, que la llevan a cabo en el ámbito de la caridad… yo creo que de eso somos conscientes, de hecho, se suele decir que Cáritas, que trabaja de una forma global, es la cara amable de la Iglesia, y creo que también somos generosos…. ¿muy generosos?… bueno pues eso ya depende de cada uno … yo he visto la respuesta realmente generosa, de nuestros fieles a todos los niveles en esta necesidad tan extraordinaria que ha surgido con la pandemia, y eso es muestra también de la generosidad que hay con la llamada que se hace desde Cáritas parroquiales y Cáritas diocesana. Hay que favorecer el dar no solo lo que sobra, sino también aquello que creemos necesario para favorecer el bien de los demás.
El último trimestre del año, lo ha sido para centrar la atención del actual curso pastoral. Un curso importante por estar inmersos en la reflexión diocesana y nuestra participación, como Iglesia, en el Sínodo de los Obispos, pero también porque celebramos el 775º Aniversario de la Sede Episcopal en Segorbe…¿cómo está transcurriendo la participación en la fase diocesana del Sínodo de los Obispos?, y ¿cómo debemos afrontar este importante aniversario?
En cuatro a la participación en este proceso de reflexión está siendo buena, también es mejorable. Aunque todavía no han llegado todas las respuestas, pero en este momento hay medio centenar de parroquias, con diferentes grupos de trabajo que están implicadas, también hay movimientos, conventos, monasterios y grupos de todo tipo que están participando. Hay que intensificar el trabajo para la implicación, a ser posible a todas las comunidades parroquiales y todos aquellos que participan de la vida de la Iglesia, pero en general podemos estar suficientemente satisfechos.
Respecto a cómo prepararnos, pues desde la conversión a Dios. Una de las propuestas que os he hecho a través de mi Carta Pastoral es “volvamos la mirada a Dios y crezcamos en fe, esperanza y caridad”, para que se avive la fe en cada uno y nos ayude a la renovación espiritual y comunitaria para abrirnos a la Gracia de Dios en este tiempo que es necesario para sentir su presencia, aquí y ahora, en medio de nosotros, abriéndonos a la acción del Espíritu, no dejándonos atemorizar por las dificultades para vivir más y mejor la comunión entre nosotros y poder salir, que lo necesitamos, a la misión. Cuando hablo de salir, es “ir a la misión”, tanto en el interior de la Iglesia, porque hay muchos bautizados que se han alejado, como a toda la sociedad. Una forma de vivirlo es desde la oración, desde la meditación de la Palabra, desde la conversión de corazón al Señor, para que así, la Gracia de Dios llegue a nosotros y a toda la Iglesia diocesana.
Para terminar, en unos días viajará a Roma… allí está programada la visita “ad limina”, ¿qué significa esta visita? Y ¿dónde reside la importancia de este encuentro?
Es una visita de comunión, de lo que llamamos comunión de las iglesias. Es decir, todas las Iglesias diocesanas estamos unidas en torno al Papa, que es la comunión de la Iglesia Universal. La visita ad limina apostolorum, es la visita a la tumba de los Apóstoles para fortalecer esa comunión, en la fe, en los sacramentos, en la disciplina, en la comunión que es común a toda la Iglesia que es la que nos dio el Señor: “Id y haced discípulos míos a todas las gentes”. En este sentido, con la visita, se fortalecen los lazos de comunión a través de aquel que representa a la Iglesia diocesana, que es el Obispo, con el Papa y el resto de los obispos. Es una visita gratificante porque vienes fortalecido. He tenido ya la experiencia de dos visitas ad limina y sales fortalecido como pastor de la Iglesia Diocesana.
Deseamos a nuestro Obispo un feliz año nuevo, damos Gracias a Dios por su Ministerio Episcopal y por ser guía y luz en nuestro caminar para que juntos afrontemos, con renovada esperanza, la misión que se nos encomienda
Muchas gracias y feliz año nuevo para todos. Que sea próspero, no solo económicamente, sino también para la salud y de crecimiento espiritual para crecer en esperanza porque el Señor camina con nosotros.