R. Gayarrola: «La parroquia no son cuatro paredes; es una familia»
Raimo Gayarrola, vicario general de la Diócesis de Helsinki
Nació en Bilbao en el momento en que Louis Armstrong ponía el pie en la luna, y su abuelo aseguró que este chico llegaría lejos. Sacerdote del Opus Dei, después de ordenarse Raimo Gayarrola fue enviado a Finlandia, la tierra del fin del mundo, en 2005. Desde 2011 es vicario general de una Diócesis que abarca un país extenso como Italia, pero con ocho parroquias, 31 presbíteros y 15.000 fieles. A pesar de lo que se podría pensar, Finlandia es un país de misión en el que la Iglesia goza de gran vitalidad pero depende económicamente del extranjero.
- ¿En qué sentido se puede considerar Finlandia como país de misión?
- En primer lugar por el propio nombre. Finlandia es el fin del mundo, y Jesús dijo: “Id a predicar el Evangelio hasta el fin del mundo”; Así pues, la Iglesia está llamada a llegar a ‘finisterre’. También es un país que materialmente lo tiene todo, pero con carestías muy grandes a nivel espiritual. Por ejemplo la soledad es un drama, y la Iglesia está llamada a llenar esa soledad con la presencia de Cristo. Y de los 5 millones de habitantes, un millón y medio ya se consideran no creyentes. Además, una gran parte de los fieles católicos son inmigrantes o refugiados. Por tanto hay mucho que hacer en esta tierra.
- Desde la experiencia de un catolicismo muy minoritario, ¿qué elementos son claves para construir una comunidad cristiana?
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En primer lugar está la liturgia. Si se cuida y en su centro está Cristo, es un atractivo para católicos y también para otros cristianos y gente abierta a la trascendencia. Por esto la Eucaristía es clave. Después, siendo comunidades pequeñas conoces a todo el mundo. El ambiente es de familia, amistad y confianza, y se crean vínculos no solo con el Señor sino también de comunión entre nosotros. Otra clave es salir. El sacerdote en Finlandia viaja donde está la gente. No hay la masa; hay una familia. Puede haber un refugiado en tal sitio y se le va a ver. Eso se valora mucho y ayuda a ser consciente que se si soy el único católico en 200 km a la redonda, represento a la Iglesia ahí. Se cree que la parroquia no son cuatro paredes; es una familia.
- ¿Qué prioridades tiene la diócesis de Helsinki?
- Lo menos importante, pero que tiene su peso, es ser autosuficientes económicamente.Somos la iglesia más pobre de Europa en uno de los países más ricos. Vivimos de las colectas de la gente y gracias a que curas suecos y noruegos nos dan parte de su sueldo. Otros desafíos son compartidos con toda Europa: lograr que los jóvenes sigan viniendo a la Iglesia después de la confirmación o que las parejas se casen por la Iglesia. Y como más específico, llegar a todos los católicos. En nuestros registros somos unos 15.000, pero cotejando las cifras de grupos lingüísticos, calculamos que podríamos llegar a 30.000.
- ¿Cómo se vive esa diversidad de los fieles católicos?
- En Finlandia creo que estamos logrando que la gente se integre en la sociedad al mismo tiempo que se subraya lo católico. En misa fácilmente hay gente de 50 países distintos y lo que nos une es precisamente la catolicidad, que es también diversidad. Creo que hemos logrado un equilibrio de catolicidad como práctica y el equilibrio de dejar que esas minorías por países, cultura o idiomas tengan la posibilidad de vivirla según su forma propia. Pero eso es un desafío porque la generación de los padres es una cosa, mientras que los hijos ya son finlandeses, con su mentalidad finlandesa, y tenemos que llegar a ellos para que sigan viniendo a la Iglesia.
- Los desafíos son grandes.
- Es difícil pero Dios da mucha gracia y se nota: Cada año hay cada años 500 católicos nuevos, de los que 80-90, un 6% son adultos. Para los que somos, es una cantidad considerable. Estamos sembrando un clima de confianza maravillosa. De momento no hay conversiones en masa, pero ahí donde hay un católico se van creando comunidades. Es un nuevo renacer de la Iglesia como en los primeros siglos. Me consuela mucho que los porcentajes que nos interesan de verdad no son tanto el número de bautizos o la participación en la misa, sino los que van al cielo. Y esos porcentajes los tiene Dios y él se encarga. Por eso podemos ser optimistas.
- ¿Qué puentes o realidades pueden hacer llegar el interés por Cristo en sociedades donde aparentemente son felices sin Dios?
- Las principales causas de muerte en Finlandia son, en primer lugar, el alcoholismo, la segunda los accidentes de tráfico, que están muy relacionadas con el alcoholismo, la segunda enfermedades del corazón o cáncer, y la cuarta, que en algunas regiones es la tercera, el suicidio. De las cuatro, tres son de desastre social que pueden prevenir. Resulta un tabú hablar de esto, pero muestra una sociedad en la que algo está fallando. El bienestar es bueno, y pero requiere una verdad que es Cristo. La Iglesia propone un producto para esta tierra pero también pensando en el futuro: la gracia de Dios. Por otra parte, Finlandia tiene una gran ventaja, y es que no hay odio, se respeta mucho y no hay prejuicios. Entonces puedes hablar, conversar y aunque no recibas ayuda al menos puedes trabajar en paz.
- A menudo pasa por el contacto personal.
- Esta sociedad necesita la sal y la luz del Evangelio, y ahí donde está un cristiano, es sal y luz. Mucha gente con la que hablo son los únicos católicos en su ambiente de trabajo, amistades o ciudad. Es una gran responsabilidad maravillosa que también exige una coherencia de vida porque muchos buscan consuelo y respuestas en ti. Con la soledad que hay, el católico es un punto de confianza.
- ¿Qué papel puede tener el ecumenismo en esta misión de re-evangelización?
- Finlandia es un milagro ecuménico. Nos tenemos un cariño y confianza inmensa, y los hermanos luteranos y ortodoxos nos lo facilitan todo. Recientemente hemos escrito un documento sobre Iglesia, Eucaristía y ministerio que se está estudiando en la Federación Mundial Luterana y en la Vaticano. Se trata de una segunda parte del documento sobre la justificación que se presentó en 1999. Por tanto vivimos un ecumenismo práctico y teológico.
- El primado del papado sigue siendo, sin embargo, una dificultad mayor. ¿Cómo se viven la relación con el Papa?
- Desde que llegué en 2006, hace 12 años, hemos tenido dos papas: Benedicto y Francisco. Así como la prensa es muy favorable a Francisco, criticaba a Benedicto con frecuencia. Sin embargo entre los luteranos, Benedicto XVI es la figura referente, el gran teólogo. Conozco a muchos que lo leen, y su libro Jesús de Nazaret es uno de los libros más leídos y que hasta se ha traducido al finlandés.
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