El pasado domingo, dia 1 de mayo la parroquia de la Transfiguración del Señor de Zucaina celebró la fiesta de Santa Ana , patrona del pueblo, con plena normalidad. Después de dos años de prohibiciones derivadas de la pandemia del covid-19, los feligreses de la dicha parroquia han vuelto a celebrar con normalidad la fiesta de su santa patrona, Santa Ana, madre de la Virgen Maria, de la cual nació Jesús el Salvador.
Dentro de las actividades previstas para celebrar la fiesta de la patrona del pueblo, los feligreses se reunieron en la ermita dedicada a Santa Ana, como es de costumbre, para celebrar la Eucaristía como acción de gracias a Santa Ana por los prodigios que por su intercesión, Dios ha realizado en el pueblo de Zucaina y a sus alrededores especialmente en todos los pueblos que rindan con el rio Mijares que tienen mucha devoción a Santa Ana.
Durante la homilía, el párroco D. Servilien Ndagijimana, agradeció a todas las abuelas que siguen imitando el ejemplo de Santa Ana llevando a sus nietos al encuentro con el Señor a través del buen testimonio de cariño, de amor, de ternura y de compasión que les muestran en sus relaciones interpersonales de cada día. Exhortó a todos los participantes en la Eucaristía a seguir buscando a agradar a Dios en todo, especialmente a través de una vida entregada para el bien de los demás, la fidelidad a las promesas de Dios, y la santidad de vida. La celebración Eucarística finalizó cantando los gozos de Santa Ana y la entrega de los rollos bendecidos para la fiesta.
La Comisión Episcopal para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado organiza las Jornadas anuales de Vicarios que este año tiene lugar en Santiago de Compostela, el 3 y 4 de mayo, con el tema “El liderazgo en la Iglesia”. En estas Jornadas participa el Vicario General de la Diócesis de Segorbe-Castellón, D. Javier Aparici Renau.
El encuentro comenzará a las 10.00 horas de hoy con el saludo del obispo responsable del área de vicarios, Mons. Agustín Cortés, y la presentación de las jornadas a cargo del director del secretariado de la Comisión para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado, D. Francisco Julián Romero Galván.
Los vicarios hablarán sobre retos y dificultades del liderazgo en la Iglesia.
El jesuita Francisco José Ruiz Pérez, decano de la Facultad de Teología de la Universidad de Deusto, impartirá las tres ponencias previstas para este encuentro. “Cuando hablamos de liderazgo, ¿a qué nos estamos refiriendo?” A este interrogante dará respuesta en la primera ponencia. En la segunda, se centrará en “El liderazgo en la Iglesia hoy”. Estas dos charlas están programadas para la mañana del 3 de mayo. En la tercera, el miércoles por la mañana, hablará sobre “Dificultades y retos en el ejercicio del liderazgo”.
Además, hoy por la tarde, en una mesa redonda, el vicario general de Zaragoza, D. Manuel Almor Moline; el obispo auxiliar de Santiago de Compostela, Mons. Francisco José Prieto Fernández, y decano-presidente de la Facultad de Teología de Valencia, D. Santiago Pons Doménech, presentarán distintas experiencias de liderazgo. Moderará el debate D. Mikel Aranguren Zubialqui, sacerdote de San Sebastián y miembro del Área de Vicarios. Las jornadas concluirán el miércoles al medio día después de un tiempo para el trabajo por grupos.
Un grupo de 23 cursillistas de nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón, en su mayoría jóvenes, participaron este fin de semana en la VIII Ultreya Nacional del Movimiento, que tuvo lugar en la plaza de toros de la ciudad de Toledo.
Llegados de toda la geografía española, hermanos de distintas Comunidades se congregaron el sábado, a partir de las 17.30h., en ambiente familiar. El acto inaugural fue presidido por Mons. Ángel Rubio, Obispo emérito de Segovia y anterior Consiliario Nacional del MCC. Festiva fue la presentación por diócesis, poniendo a prueba la capacidad de hacerse visible en medio de los 1500 participantes. La motivación inicial estuvo a cargo de Merche Moreno introduciendo el tema de las jornadas: Volvamos a Galilea. La Vigilia de oración propició ese reencuentro con el Señor renovando viejos compromisos, redescubiendo y rememorando aquél encuentro con Jesús, cuando Él se manifestó en la vida de los presentes a través de un cursillo de cristiandad.
El Domingo, bajo el calor de las tierras toledanas, después de la oración de Laudes, presididas por Mons. Francisco Cerro, arzobispo de Toledo, escucharon la ponencia del Presidente nacional, D. Álvaro Martínez, quien hizo hincapié en la necesidad de encontrarse con el Amor primero para dejarse transformar y así comunicar al mundo que Dios nos ama y siempre está a nuestro lado. El anuncio kerigmático es la seña identitaria del Movimiento. El Espíritu de Dios transforma y lleva a ser transformadores de las realidades mas diversas del mundo. Los cursillistas son gente del mundo. Ahí se desarrolla su acción como anunciadores del evangelio. Los testimonios escuchados esa mañana a todos llenó de entusiasmo pues Cristo está vivo y eso se constata en la vida de los que le siguen. La Eucaristía Dominical, concelebrada por los consiliarios que acompañaron a las 42 diócesis ahí representadas, fue presidida por el Consiliario Nacional del MCC, D. José Ángel Saiz, Arzobispo de Sevilla.
El volver a Galilea nos hizo descubrir que siempre hay que volver al principio, a ese encuentro transformador con el Señor. Que la cruz es la seña identitaria del cristiano y que sin ella nunca se llegará a la victoria. Que lo vivido con el Señor hay que comunicarlo al mundo, ese mundo tan necesitado de Dios como es el nuestro.
Los 23 cursillistas han vuelto a la diócesis con mucha ilusión y renovado compromiso. La tarea que les espera es grande, pero se sienten acompañado por Aquél que nunca falla, por el Señor Jesús vivo y resucitado.
El próximo fin de semana se celebrarán las Jornadas de primera iniciación al oratorio de niños pequeños organizadas por la Parroquia Nuestra Señora de la Asunción. Están dirigidas a catequistas, religiosos y presbíteros; padres de familia y educadores; y cuantos se interesan por la iniciación de la fe en los niños.
En palabras del párroco, D. Antonio Sanfélix, el objetivo es «transmitir el espíritu y carne del «Oratorio de Niños Pequeños», narrar y cantar una experiencia acontecimiento de la bendición de Dios Padre sobre sus pequeños, contemplar cómo oran los niños, presentar la metodología concreta aparecida, y acercar a las reflexiones teológicas que los niños mismos nos han inspirado», todo ello dentro de un clima de experiencia del Espíritu.
Horario de las Jornadas:
Viernes 6 de mayo: de 16.30 a 20.30h
Sábado 7 de mayo: de 9.30 a 14.00h y de 16.00 a 20.30h
Domingo 8 de mayo: de 9.30 a 14.00h
El itinerario previsto para cada jornada se enmarca en la Experiencia Espiritual a partir de la Palabra, la celebración litúrgica, la oración y la comunión. También se incluyen Reflexiones teológicas a partir de lo que que vive con los niños, las Exposiciones pedagógicas centradas en los primeros grados del itinerario de oración, y la Oración con los niños. Las jornadas finalizarán con la celebración de la Eucaristía.
Las jornadas están animadas por el Padre Gonzalo Carbó Bolta, de la Orden religiosa de los Cooperadores de la Verdad, que están implantadas en centenares de colegios y parroquias de una veintena de países de Europa, América y África, en las que participan a diario decenas de miles de niños y jóvenes, se celebrarán en la Casa Abadía , sita en Plaza de España,4, en Chilches.
Información e Inscripciones: catequesischilches@gmail.com – 660 589 948 (Mª José)
Este mes de mayo se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Papa dirige su intención por la fe de los jóvenes: “Recemos para que los jóvenes, llamados a una vida plena, descubran en María el estilo de la escucha, la profundidad del discernimiento, la valentía de la fe y la dedicación al servicio”.
43. En el corazón de la Iglesia resplandece María. Ella es el gran modelo para una Iglesia joven, que quiere seguir a Cristo con frescura y docilidad. Cuando era muy joven, recibió el anuncio del ángel y no se privó de hacer preguntas (cf. Lc 1,34). Pero tenía un alma disponible y dijo: «Aquí está la servidora del Señor» (Lc 1,38).
44. «Siempre llama la atención la fuerza del “sí” de María joven. La fuerza de ese “hágase” que le dijo al ángel. Fue una cosa distinta a una aceptación pasiva o resignada. Fue algo distinto a un “sí” como diciendo: bueno, vamos a probar a ver qué pasa. María no conocía esa expresión: vamos a ver qué pasa. Era decidida, supo de qué se trataba y dijo “sí”, sin vueltas. Fue algo más, fue algo distinto. Fue el “sí” de quien quiere comprometerse y el que quiere arriesgar, de quien quiere apostarlo todo, sin más seguridad que la certeza de saber que era portadora de una promesa. Y yo pregunto a cada uno de ustedes. ¿Se sienten portadores de una promesa? ¿Qué promesa tengo en el corazón para llevar adelante? María tendría, sin dudas, una misión difícil, pero las dificultades no eran una razón para decir “no”. Seguro que tendría complicaciones, pero no serían las mismas complicaciones que se producen cuando la cobardía nos paraliza por no tener todo claro o asegurado de antemano. ¡María no compró un seguro de vida! ¡María se la jugó y por eso es fuerte, por eso es una influencer, es la influencer de Dios! El “sí” y las ganas de servir fueron más fuertes que las dudas y las dificultades».
45. Sin ceder a evasiones ni espejismos, «ella supo acompañar el dolor de su Hijo […] sostenerlo en la mirada, cobijarlo con el corazón. Dolor que sufrió, pero no la resignó. Fue la mujer fuerte del “sí”, que sostiene y acompaña, cobija y abraza. Ella es la gran custodia de la esperanza […]. De ella aprendemos a decir “sí” en la testaruda paciencia y creatividad de aquellos que no se achican y vuelven a comenzar».
46. María era la chica de alma grande que se estremecía de alegría (cf. Lc 1,47), era la jovencita con los ojos iluminados por el Espíritu Santo que contemplaba la vida con fe y guardaba todo en su corazón de muchacha (cf. Lc 2,19.51). Era la inquieta, la que se pone continuamente en camino, que cuando supo que su prima la necesitaba no pensó en sus propios proyectos, sino que salió hacia la montaña «sin demora» (Lc 1,39).
47. Y si hacía falta proteger a su niño, allá iba con José a un país lejano (cf. Mt 2,13-14). Por eso permaneció junto a los discípulos reunidos en oración esperando al Espíritu Santo (cf. Hch 1,14). Así, con su presencia, nació una Iglesia joven, con sus Apóstoles en salida para hacer nacer un mundo nuevo (cf. Hch 2,4-11).
48. Aquella muchacha hoy es la Madre que vela por los hijos, estos hijos que caminamos por la vida muchas veces cansados, necesitados, pero queriendo que la luz de la esperanza no se apague. Eso es lo que queremos: que la luz de la esperanza no se apague. Nuestra Madre mira a este pueblo peregrino, pueblo de jóvenes querido por ella, que la busca haciendo silencio en el corazón aunque en el camino haya mucho ruido, conversaciones y distracciones. Pero ante los ojos de la Madre sólo cabe el silencio esperanzado. Y así María ilumina de nuevo nuestra juventud.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española (CEE), por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por la completa erradicación de la pandemia del Covid-19 y sus consecuencias, especialmente para las personas y los países más desfavorecidos”.
Ayer mismo, en la Solemne Misa en honor a la Mare de Déu del Lledó, D. Casimiro le dio gracias a la Virgen “porque durante la pandemia, que todavía perdura, sigue protegiéndonos, ¡gracias Madre por tu protección, por tu aliento, por tus palabras de esperanza!”. En la carta que nos dirigía el 1 de enero, titulado “Visita ‘ad limina’ en el Año Jubilar diocesano”, le pedía «a Dios por el fin de la pandemia del Covid-19, que tanto dolor y angustia está provocando en todo el mundo, sobre todo entre los más pobres. En estos momentos de obscuridad en tantos órdenes de la vida fijemos nuestra mirada en el Niño-Dios. Él es la Luz que ilumina nuestros caminos por este mundo. Él es la Esperanza que no defrauda. En la pandemia, en las dificultades económicas, en la enfermedad e incluso en la muerte, Dios está con nosotros».
Ofrecemos el rostro vivo de la Iglesia que sirve para vivir y vive para servir.
Una palabra del Señor en la última cena alumbra una nueva misión para la Iglesia naciente. Los apóstoles reciben en aquel momento una nueva encomienda: “Haced esto en memoria mía”. Lo que Jesús les ha mandado hacer es la celebración de la eucaristía, renovar y actualizar el misterio de la cruz. Decir al mundo “tomad y comed, es mi cuerpo”, “tomad y bebed, es mi sangre”.
No es un mandato menor: el sacramento de la eucaristía es el núcleo central de la celebración y de la Iglesia misma por eso se afirma que es fuente y culmen de la vida cristiana. Sin eucaristía no hay vida cristiana no hay Iglesia. Se afirma con rotundidad que, de la misma forma que la Iglesia hace la eucaristía -la celebra-, la eucaristía construye la Iglesia, la edifica, la sostiene. En la eucaristía está Jesús vivo unido a su cuerpo que es la Iglesia, por eso, quien participa de Él en la comunión participa de un encuentro salvador.
La fe que la Iglesia anuncia se tiene que convertir rápidamente en una fe celebrada. No se queda en los libros, salta a la vida de una comunidad y de las personas que forman parte de ella. La liturgia vela para que cada una de esas celebraciones, que son llamadas sacramentos, transmitan fielmente la fe de la Iglesia y vehiculen la vida de la gracia.
No es la eucaristía el único sacramento. Este misterio de Cristo se continúa en la Iglesia, en la que está presente Cristo y siempre le sirve, especialmente a través de aquellos signos instituidos por Él mismo, que significan y producen el don de la gracia, que son designados con el nombre de sacramentos. El Catecismo de la Iglesia Católica ofrece la siguiente definición: “Los sacramentos son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina”.
Los sacramentos de la Iglesia -bautismo, eucaristía, confirmación, confesión, unción de enfermos, orden sacerdotal y matrimonio- corresponden a las etapas y los momentos importantes de la vida del cristiano y tienen un cierto paralelismo con la vida natural: le dan origen, la alimentan, la curan y la impulsan al servicio de los demás, al encuentro del otro. Por eso, en cada celebración del sacramento hay una auténtica celebración cristiana que se transmite a toda la comunidad.
La celebración cristiana no solo supone la fe, también la fortalece, la acrecienta y la expresa con palabras y acciones. Centenares de fiestas y lugares sagrados, además de expresiones de la religiosidad popular, tienen su origen y centro en la vida sacramental. El fruto de la vida sacramental es a la vez personal y eclesial.
El primer domingo de mayo es la Fiesta de la Mare de Déu del Lledó, Patrona de la ciudad de Castellón. En su honor se ha celebrado esta mañana la Solemne Misa en la Basílica, presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente. Al oficio han asistido multitud de castellonenses, así como autoridades, las reinas de las fiestas, Clavario, Perot, la Junta de Gobierno de la Real Cofradía de la Mare de Déu del Lledó y la Junta de Camareras. La parte musical ha corrido a cargo de la “Ensemble Aurea Vocalis”.
En la homilía, el Obispo ha invocado la protección maternal de la Virgen, “a sus pies podemos acallar nuestras penas, y mostrarle nuestras alegrías, en su regazo encontramos consuelo maternal, y bajo su protección encontramos el aliento necesario para seguir caminando como cristianos, como discípulos misioneros del Señor, como miembros de la Iglesia peregrina en Segorbe-Castellón”.
También ha pedido su protección, “sobre todo en estos tiempos de especial dificultad económica, laboral, moral, y por la guerra de Ucrania”, a ella “le pedimos el don de la paz, el don del Resucitado”. El deseo de la Virgen, ha indicado D. Casimiro, “es que nos dejemos encontrar por Cristo Jesús, el Señor resucitado, que nos convirtamos de corazón a Él”, a lo que nos va a ayudar la celebración del Año Jubilar diocesano.
Del mismo modo que hicieron los discípulos, ha exhortado a dejarse encontrar por el Señor resucitado. Aquel “fue un encuentro real”, “un encuentro profundo que tocó el corazón de esas personas, el centro de su ser, y pasaron de la tristeza a la alegría, de la decepción a la esperanza, del miedo a los judíos a mostrarse ante ellos como discípulos de Jesús”.
Fue un encuentro personal tan fuerte “que hizo de ellos una comunidad de discípulos misioneros del Señor, y puso en marcha un movimiento que dura hasta hoy, y que nada ni nadie podrá parar”, ha dicho.
“El Señor resucitado está entre nosotros, y viene de una forma especial de manos de la Virgen”, ha explicado. A Él le podemos encontrar en su Palabra, en la Eucaristía, en el sacramento de la Penitencia, en la oración, “también en los pobres, en los necesitados, en los desfavorecidos, en los inmigrantes y en los refugiados que están llegando”. «Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis».
“¿Nos avergonzamos de hablar de Cristo, de anunciar su Evangelio, de transmitirlo a nuestros niños, a nuestros jóvenes, a nuestros compañeros de trabajo?”, ha preguntado, “nadie da lo que no tiene, ni anuncia lo que no cree ni vive”, ha afirmado, “lo que gratis recibimos, gratis hemos de ofrecerlo a todos”. “Deberíamos preguntarnos hoy como damos testimonio de Cristo y de su Evangelio en nuestro día a día”.
“Es urgente y necesario anunciar y testimoniar el Evangelio de la vida, de trabajar por el respeto y la defensa de toda vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural”, también “el Evangelio del matrimonio y de la familia, que es la célula básica de la sociedad”, y “el Evangelio de la paz, ante tanto rencor y ante tanta violencia y crispación, ante la invasión injusta de Ucrania”, así como “el Evangelio de la justicia y del amor, ante situaciones de ruptura, de injusticia, y hoy, Día del Trabajo, para que todos tengan un trabajo digno”.
Esta tarde se ha trasladado la venerada Imagen de la Mare de Déu del Lledó, desde el Camarín hasta el Altar Mayor de la Basílica. Allí se ha rezado el Santo Rosario y la tradicional Sabatina. Al finalizar se ha celebrado la Procesión General con la imagen de la Patrona de Castelló por la Avenida de Lidón hasta la rotonda de la Ronda Este, y a su retorno ha tenido lugar la entrada festiva a la Basílica, cantando los Gozos y Salve Popular a cargo de la Coral de Barreros de la “Mare de Déu del Lledó”, y remate pirotécnico.
La iniciativa Iglesia por un Trabajo Decente (ITD) denuncia que la precariedad y la inestabilidad laboral hacen que muchas personas, a pesar de tener un trabajo, no logren salir de la pobreza
Subraya que la actual generación de empleo descarta principalmente mujeres, jóvenes y migrantes
La crisis socioeconómica provocada por la pandemia ha duplicado la tasa de precariedad laboral. Según el último informe FOESSA, «Evolución de la cohesión social y consecuencias de la Covid-19 en España», casi dos millones de hogares (10,3%) sufren las consecuencias de la inestabilidad laboral grave debido a que el sustentador principal ha estado tres o más meses en desempleo o ha tenido tres o más contratos diferentes en distintas empresas. Otras muchas familias (1.023.900) tienen a todos sus miembros en paro, mientras que 589.900 carecen de algún tipo de ingreso periódico.
Frente a este deterioro del mercado laboral y con motivo de la celebración, el próximo 1º de Mayo, del Día Internacional del Trabajo, la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD) ha lanzado el manifiesto “Sin compromiso no hay trabajo decente” en el que alerta cómo la pandemia y las previsibles consecuencias económicas de la guerra en Ucrania “están debilitando el derecho al trabajo y empobreciendo y descartando a millones de trabajadores, principalmente mujeres, jóvenes y migrantes”.
Según la EPA (Encuesta de Población Activa) del cuarto trimestre de 2021, el desempleo (13,33%) afecta a más mujeres (1.650.600) que a hombres (1.448.200) y es 7,5 puntos porcentuales superior entre la población extranjera (20,89%). Entre los jóvenes, la falta de trabajo afecta al 30,7% de los menores entre 16 y 24 años.
Un mercado de trabajo caracterizado por la inestabilidad e inseguridad laboral -advierten las entidades de inspiración cristiana que impulsan en España esta iniciativa- provoca que “muchas personas, a pesar de tener un trabajo no consigan salir de la pobreza”.
ITD subraya que “la crisis visibilizó la necesidad de un cambio en el sistema productivo, que fuese capaz de crear empleos que aporten valor y con condiciones laborales dignas, pero la generación de empleo no está avanzando en este sentido y, de nuevo, asistimos a un sistema que prioriza el beneficio económico y ‘descarta’ a las personas, principalmente mujeres, jóvenes y migrantes”. Por ello, en este Primero de Mayo, -añade- defendemos la dignidad del trabajo y el trabajo decente como una prioridad humana y, por ello, una prioridad cristiana y un compromiso de toda la Iglesia. El trabajo decente es además uno de los compromisos asumidos por las Naciones Unidas y los países que la forman en la Agenda 2030, que fue aprobada en 2015.
ITD plantea además algunas medidas urgentes para reconducir la situación, como:
Igualdad salarial, políticas sociales y de género que permitan a las mujeres el acceso a las mismas oportunidades laborales que los hombres, garantizando la conciliación de la vida personal y laboral.
Creación de empleo juvenil de calidad: para que jóvenes en desempleo o en situación de temporalidad o precariedad tengan el derecho a acceder a un trabajo digno; relacionado con sus estudios y/o vocación.
La promoción de un entorno de trabajo seguro: con la puesta en marcha de políticas activas y la financiación de medidas de seguridad y de salud laboral.
Que las trabajadoras de hogar tengan acceso a los mismos derechos que el resto de trabajadoresy trabajadoras, reconociéndose definitivamente su derecho a la prestación por desempleo.
La regularización urgente de las personas migrantes en situación administrativa irregular.
El acceso a medidas de protección social para aquellas personas que no puedan acceder a un empleo.
“Animamos a que en este 1º de Mayo nos unamos, como comunidad cristiana, en el compromiso por la defensa del trabajo decente, participando en los actos reivindicativos y celebrativos que se realicen en las diócesis; apoyando su visualización y difusión; contribuyendo así a que nuestro mensaje pueda llegar con fuerza en la esperanza de que el trabajo decente pueda ser una realidad para todas las personas”, concluye.
La iniciativa Iglesia por el trabajo Decente (ITD) comenzó su andadura en 2014 y está formado por organizaciones de inspiración católica y congregaciones religiosas, entre las que se encuentran, en la Diócesis de Segorbe-Castellón: Cáritas Diocesana, la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), el Secretariado diocesano para las Migraciones, el Secretariado diocesano Stella Maris para el Apostolado del Mar, Frater Castelló y la Delegación diocesana para la Pastoral Caritativa y Social. Su objetivo es sensibilizar, visibilizar y denunciar una cuestión esencial para la vida de millones de personas: el trabajo humano y reivindicar el trabajo decente «hacia el interior de estas organizaciones, hacia la Iglesia en general y hacia la sociedad».
Mayo es el mes especialmente dedicado a la Virgen María en toda la Iglesia. Durante treinta días la mostramos nuestro cariño con flores y cantos, la rezamos, le agradecemos su presencia en nuestra vida personal, familiar y eclesial, invocamos su protección, nos sentimos amados por ella y damos gracias a Dios por tan buena Madre.
María es la Madre del Hijo de Dios según la carne. Así la celebramos este primer domingo de mayo en Castellón de la Plana; ella es la Madre de Dios de Lledó, la reina y patrona de Castellón. María ha concebido al Hijo de Dios en su seno virginal por obra del Espíritu Santo gracias a su elección divina y a su fe confiada en Dios. “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38).
Maria es también nuestra Madre, la madre de todos los creyentes y de la Iglesia. María, nos dice san Juan, sigue creyendo y acompañando a su Hijo hasta la noche obscura del Calvario. Junto a la Cruz de Jesús estaba su madre. Y es entonces cuando Jesús, en la persona de Juan, nos la da y confía como madre espiritual: “Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo’. Luego, dijo al discípulo: ‘Ahí tienes a tu madre’. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio” (Jn 19, 26-27).
Desde el mismo inicio de la Iglesia, la Virgen María está siempre presente en la vida de los cristianos y de la comunidad cristiana. Su presencia es como la de una buena madre en la familia, que ama, consuela y alienta a todos; ella ayuda a formar y mantener unida la comunidad cristiana. Su presencia es muchas veces imperceptible, pero no deja de ser real y eficaz, sosteniendo a todos con su amor e intercesión.
Mayo es un mes para contemplar a la Virgen María en su maternidad, en su fe fiel y en su entrega generosa y sacrificada, y en el camino de la fe y de nuestra vida y misión comunitaria como Iglesia del Señor. María nos mira siempre con verdadero amor de Madre. Como ya ocurrió en los primeros momentos de la Iglesia, cada uno de nosotros y la Iglesia entera, estamos en su corazón; ella cuida de nuestras personas y de nuestras vidas, de nuestros afanes y de nuestras tareas; ella ora con nosotros y nos alienta en nuestra misión evangelizadora como lo hizo con los Apóstoles. María camina siempre con nosotros en nuestros gozos y esperanzas, en nuestros sufrimientos y dificultades. Por eso el Papa Francisco nos pide que cuidemos nuestra relación con la Virgen María. De lo contrario, algo de huérfano hay en nuestro corazón y en nuestra Iglesia. No es signo de madurez cristiana creer superada la devoción a la Virgen.
Siempre tenemos necesidad de la Virgen, en particular en los momentos de dificultad; ella nos protege siempre con su manto maternal. La Virgen María nos ayuda a vivir nuestra condición de cristianos y de discípulos misioneros de su Hijo. María dirige siempre nuestra mirada hacia Jesús; ella nos lo muestra y nos lleva a Él. Su mayor deseo es que nuestra devoción a ella sea el camino para nuestro encuentro o reencuentro personal y comunitario con Cristo Jesús y con su Palabra, para que recuperemos la alegría del Evangelio, para que se afiance nuestra fe y se renueve nuestra vida cristiana, la vida de nuestras comunidades y de nuestra Iglesia diocesana.
Nuestro amor a Maria ha de estar siempre orientado a Cristo. Porque Cristo Jesús, el Señor muerto y resucitado, es el centro y fundamento de nuestra fe. El es el Salvador, el Mediador entre Dios y los hombres: Cristo Jesús es el Camino para ir a Dios y a los hermanos; Él es la Verdad que nos muestra el misterio de Dios y, a la vez, el misterio y la grandeza del ser humano; y Él es la Vida en plenitud que Dios nos regala con su muerte y resurrección. María es siempre camino que conduce a Jesús. Ella no deja de decirnos: “Haced lo que Él os diga” (Jn. 2,5).
Nuestra devoción a la Virgen María será auténtica, si realmente nos lleva al encuentro personal con Cristo, a la conversión de corazón a Dios y a sus mandamientos, al fortalecimiento de nuestra fe y vida cristianas, a dejarnos evangelizar para ser una Iglesia misionera. María es la humilde esclava del Señor, la Madre que nos da a Dios, la primera discípula de su Hijo, el modelo perfecto a imitar para seguir y anunciar a Cristo. Si amamos a María de verdad, acogeremos de sus manos a Jesús, el Hijo de Dios, para encontrarnos con El, conocerle, amarle y seguirle con una adhesión personal en unión y comunión con la comunidad de la Iglesia.
A Cristo por María: este podría ser el lema para este mes de Mayo en el Año Jubilar de nuestra Iglesia diocesana.
En marzo de este año se cumplió el 50 aniversario del nacimiento del Camino Neocatecumenal en la Diócesis de Segorbe-Castellón, de este “itinerario de formación católica, válida para la sociedad y para los tiempos de hoy”, tal y como fue definida por San Juan Pablo II, y que fue iniciado por Kiko Argüello, Carmen Hernández y el sacerdote Mario Pezzi.
Era el año 1972 cuando se iniciaban, en la parroquia María Auxiliadora de Burriana, las catequesis de la que nacería la primera comunidad neocatecumenal de la Diócesis, formada por 65 personas: 3 sacerdotes, 1 diácono y 61 laicos. Fue de la mano del párroco, el salesiano D. Antonio Garciandía Gorriti, y de un equipo de catequistas formado por cuatro jóvenes de la parroquia Virgen de la Paloma y San Pedro el Real de Madrid: Antonio González, Félix Villegas, Enrique Callejo y Virginia Baeyens.
Han pasado ya 50 años, y los miembros de las comunidades lo han celebrado esta mañana con una Eucaristía de Acción de Gracias en la Basílica de El Salvador de Burriana, presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente.
Actualmente hay 44 comunidades en multitud de parroquias de la Diócesis: Santísima Trinidad, Santa María, San Miguel y Santo Tomás de Villanueva (Castellón); Ntra. Sra. de la Merced (Burriana); San Bartolomé y San Jaime (Nules); Santo Tomás de Villanueva (Benicàssim); Santa María Magdalena (Moncofa); Santos Juanes (Almenara); Virgen del Carmen (Onda), y Santiago Apóstol (La Vall d´Uixó).
Cabe indicar que el Camino Neocatecumenal es un itinerario de redescubrimiento del Bautismo y de formación permanente en la fe, al servicio de los obispos y de los párrocos, y que es propuesto a los fieles que deseen reavivar en su vida la riqueza de la iniciación cristiana.
Uno de sus frutos en la Diócesis, como ha indicado el Obispo, es el Seminario Diocesano Internacional y Misionero “Redemptoris Mater”, erigido canónicamente el 8 de diciembre de 1999, solemnidad de la Inmaculada Concepción, por el Obispo D. Juan Antonio Reig.
D. Casimiro ha comenzado la homilía saludando a todos los presentes desde la alegría de Cristo resucitado, y sabiendo “que el Señor nunca nos abandona y camina entre nosotros hasta el final de los tiempos”. “Queremos dar gracias a Dios por el don del Camino Neocatecumenal, en el mundo entero, pero sobre todo en nuestra Iglesia diocesana”, decía, “El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres”.
También ha agradecido al Señor “por tantos dones como a lo largo de estos 50 años de presencia del Camino en nuestra Iglesia diocesana de Él hemos recibido”, “dones de conversión, de renovación, de evangelización y de santidad, que enriquecen a nuestra Iglesia, y nos recuerdan que el Señor sigue estando grande con nosotros”.
A la luz de la Palabra proclamada y del Jubileo diocesano que estamos celebrando, D. Casimiro ha exhortado a la evangelización, a anunciar a Cristo resucitado y el amor de Dios. «Id por todo el mundo y predicad el evangelio», “esa es nuestra misión y nuestra razón de ser”, ha señalado. “La Iglesia y vuestras comunidades no pueden vivir para si mismas”, pues “estamos llamados a la misión, desde la conversión y la renovación”.
«Os exhorto, pues, yo, preso por el Señor, a que viváis de la vocación con que habéis sido llamados». “A lo primero a lo que hay que ayudar a un bautizado es, a través del catecumenado postbautismal, a acoger la nueva vida, a ser discípulos misioneros del Señor”. Y para ello “se requiere mucha humildad, paciencia y mansedumbre, porque no somos nosotros los que tocamos el corazón, sino el Espíritu”.
Por último, el Obispo ha animado a “valorar los caminos que nuestra Iglesia nos ofrece, para integrarnos todos en la unidad del cuerpo de Cristo, para así, llevar entre todos, el mandato de llevarle a Él a la humanidad”. “Todos caminamos juntos como Iglesia del Señor, cada cual según el don, el ministerio y la vocación que ha recibido”. Recordando el lema del Año Jubilar, decía que “Él nos llama todos a crecer en la comunión para salir a la misión”, siendo este Jubileo “un año de gracia para que nos convirtamos más al Señor, para que nos dejemos renovar por Él, personalmente y como comunidades”.
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