Entrevista a D. Francisco Roig, diácono permanente de la Diócesis de Segorbe-Castellón y responsable del Proyecto Job, programa de espiritualidad y adicción de Cáritas Diocesana
Cuéntenos, ¿desde cuándo está en funcionamiento el Proyecto y cuál es su finalidad?
Caritas, dentro de su acción caritativa y social, puso en marcha este proyecto en marzo de 2021. Tiene como finalidad llevar un mensaje de esperanza y solidaridad a las personas adictas y sus familias de que se puede salir de la esclavitud de la adicción y comenzar una nueva vida plena de felicidad.
¿Por qué lleva el nombre del santo Job?
Nos costó bastante encontrar un nombre para el proyecto. Al final le pusimos este nombre porque vimos en el santo Job, su sufrimiento y su regreso a una vida feliz un paralelismo con la persona que sufre una adicción, que después de una vida con mucho sufrimiento vuelve a una vida normalizada y plena después de su recuperación.
¿En qué consiste?, ¿cómo trabajáis con las personas que solicitan vuestra ayuda?
Nuestra actuación en este proyecto consiste principalmente en tres formas de acción: informar, prevenir, curar
– Información y asesoramiento. Cuando viene alguna persona con alguna adicción, o algún familiar, le informamos ampliamente sobre la enfermedad y sus tratamientos y sobre los recursos provinciales y nacionales que existen para que ellos elijan el que más les convenga. Tenemos un dossier actualizado con números de teléfonos, direcciones, horarios de atención y reunión de todas las asociaciones y grupos públicos y privados que trabajan para combatir las adicciones.
– Prevención sobre el peligro de las adicciones. Consiste en charlas dirigidas a grupos parroquiales, asociaciones eclesiales; principalmente a los adolescentes que van a tomar el sacramento de la Confirmación para advertirlos de los peligros que conllevan las drogas y los comportamientos adictivos.
– Curación. Abrimos un grupo terapéutico que se reúne una vez a la semana, los jueves de 19,30 a 21,30 en el local que tiene Caritas en el nº4 de la calle Segorbe de Castellón. Tiene como finalidad la rehabilitación de las personas adictas. Pueden asistir todas aquellas personas que crean que tienen un problema de adicción, no es necesario tener ningún tipo de fe, todas las personas con problemas son bien recibidas. Nuestros principios de recuperación están basado en los Doce Pasos de Alcohólicos Anónimos adaptados a nuestra fe católica.
La espiritualidad es una parte muy importante del Proyecto, ¿por qué?
La recuperación a través de los Doce Pasos es un proceso de crecimiento espiritual en el que el adicto, paso a paso, va liberándose de su ceguera espiritual y de su egoísmo. Es el Espíritu Santo el que guía al espíritu humano a la búsqueda y al conocimiento de Dios.
El Primer Paso es reconocer la impotencia ante la adicción y que la vida con ella se ha vuelto ingobernable. Cuando se reconoce esta impotencia dejamos un hueco para que la gracia de Dios pueda penetrar, y pueda nacer la fe. Después viene un inventario moral de la vida pasada, una confesión y una reparación, cuando sea posible del mal causado. Seguimos adelante y tomamos como un hábito la oración y la meditación para mejorar nuestro contacto consciente con Dios para ver su voluntad para nuestra vida. Al final del camino el que ha hecho bien los Doce Pasos tiene como valor supremo a Dios y en El tiene su confianza. Surge también una voluntad de servicio a los demás, en especial para los que son adictos.
De forma muy simplificada este es el proceso que seguimos para la liberación de las adicciones
Nos lee persona que sufre a causa de una adicción, o un familiar, ¿cómo puede contactar con vosotros?
Pueden contactar dirigiéndose a:
Teléfono de Caritas. Proyecto Job. (964255521)
También podéis contactar con mi teléfono personal (665060095)
O bien ir al local de Caritas en la C/Segorbe nº4 de Castellón, los jueves de 19,30 a 21,00 h
Os traemos el informativo con el resumen de las noticias del mes de OCTUBRE de la Diócesis de Segorbe-Castellón:
Se retoman las peregrinaciones en el Año Jubilar de entidades, delegaciones y arciprestazgos de la Diócesis.
La devoción a la Virgen del Rosario reúne a les Rosarieres de Vila-real en la celebración de su día grande.
La Policía Nacional celebra la fiesta de los Santos Ángeles Custodios en la Basílica del Lledó.
La Diócesis de Segorbe-Castellón se suma a la Jornada Mundial por el Trabajo Decente.
La parroquia del Santo Ángel Custodio de La Vall d´Uixó conmemora el 275 aniversario de la trasladación del Santísimo Sacramento.
Celebramos la fiesta de la Virgen del Pilar; patrona de la Hispanidad.
Más de 2.000 personas asisten al Rosario por la Vida, la Familia y la Paz celebrado en Valencia.
La Universidad CEU Cardenal Herrera celebra una Eucaristía de inicio de curso. Los sacerdotes de la Diócesis peregrinan a la Sagrada Familia de Barcelona junto al Obispo, D. Casimiro.
Los sacerdotes de la Diócesis peregrinan a la Sagrada Familia de Barcelona junto al Obispo, D. Casimiro.
El lunes pasado, en la víspera de Todos los Santos, los jóvenes de Hakuna se reunieron en la parroquia de El Salvador de Castellón, donde celebraron una Hora Santa y la Eucaristía. Previamente pudieron escuchar la charla del párroco, D. Samuel Torrijo, que llevaba por título «La vida que viene de la muerte».
Para nosotros, los cristianos, “la vida es importantísima, porque tiene un final”, y “no nos reímos de la muerte”, decía. A partir del Evangelio de la parábola del grano de trigo, que si no muere no puede dar fruto (Jn. 12, 20-28), explicó el camino cristiano que nos salvará, nos dará la alegría y nos conducirá a la vida: tomar la cruz y negarse a sí mismo, sirviendo y muriendo para poder dar fruto.
“Cuando la sociedad vuelve de nuevo al paganismo afloran las fiestas paganas”, dijo en referencia a Halloween, pero “Dios ha venido para que tengamos vida, y vida en abundancia”, de forma que podamos darla a los demás, amando al otro, “dando la vida, amando a fondo perdido”. Pero para ello “hay que morir a nuestra humanidad, a nuestro ser mortal, que nos lleva a considerar al otro como un medio para obtener un fin”. “Cristo ha entrado en esa muerte, en la muerte de sentirse usado”.
tic“Nuestra vida está para amar y ser amada, y el amor no cansa”, señaló. Además, la vida “es un combate contra las fuerzas del mal, que quieren arrastrarnos”, pero el Señor nos llama “a disfrutar de morir a nosotros mismos, a querer vivir el momento presente, no querer vivir otra vida, a disfrutar de la vida que Cristo nos quiere ofrecer, que es la vida eterna”.
Este mes de noviembre se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Papa dirige su intenciónpor los niños que sufren: “Recemos para que los niños y niñas que sufren, los que viven en las calles, las víctimas de las guerras y los huérfanos, puedan acceder a la educación y redescubrir el afecto de una familia”.
Numerosos niños desde el inicio son rechazados, abandonados, les roban su infancia y su futuro. Alguno se atreve a decir, casi para justificarse, que fue un error hacer que vinieran al mundo. ¡Esto es vergonzoso! No descarguemos sobre los niños nuestras culpas, ¡por favor! Los niños nunca son «un error». Su hambre no es un error, como no lo es su pobreza, su fragilidad, su abandono —tantos niños abandonados en las calles; y no lo es tampoco su ignorancia o su incapacidad—; son tantos los niños que no saben lo que es una escuela. Si acaso, estos son motivos para amarlos más, con mayor generosidad. ¿Qué hacemos con las solemnes declaraciones de los derechos humanos o de los derechos del niño, si luego castigamos a los niños por los errores de los adultos?
Quienes tienen la tarea de gobernar, de educar, pero diría todos los adultos, somos responsables de los niños y de hacer cada uno lo que puede para cambiar esta situación. Me refiero a la «pasión» de los niños. Cada niño marginado, abandonado, que vive en la calle mendigando y con todo tipo de expedientes, sin escuela, sin atenciones médicas, es un grito que se eleva a Dios y que acusa al sistema que nosotros adultos hemos construido. Y, lamentablemente, estos niños son presa de los delincuentes, que los explotan para vergonzosos tráficos o comercios, o adiestrándolos para la guerra y la violencia. Pero también en los países así llamados ricos muchos niños viven dramas que los marcan de modo significativo, a causa de la crisis de la familia, de los vacíos educativos y de condiciones de vida a veces inhumanas. En cada caso son infancias violadas en el cuerpo y en el alma. ¡Pero a ninguno de estos niños los olvida el Padre que está en los cielos! ¡Ninguna de sus lágrimas se pierde! Como tampoco se pierde nuestra responsabilidad, la responsabilidad social de las personas, de cada uno de nosotros, y de los países.
Cuando se trata de los niños, en todo caso, no se deberían oír esas fórmulas de defensa legal profesionales, como: «después de todo, nosotros no somos una entidad de beneficencia»; o también: «en su privacidad, cada uno es libre de hacer lo que quiere»; o incluso: «lo sentimos, no podemos hacer nada». Estas palabras no sirven cuando se trata de los niños.
Con demasiada frecuencia caen sobre los niños las consecuencias de vidas desgastadas por un trabajo precario y mal pagado, por horarios insostenibles, por transportes ineficientes… Pero los niños pagan también el precio de uniones inmaduras y de separaciones irresponsables: ellos son las primeras víctimas, sufren los resultados de la cultura de los derechos subjetivos agudizados, y se convierten luego en los hijos más precoces. A menudo absorben violencias que no son capaces de «digerir», y ante los ojos de los grandes se ven obligados a acostumbrarse a la degradación.
También en esta época nuestra, como en el pasado, la Iglesia pone su maternidad al servicio de los niños y de sus familias. A los padres y a los hijos de este mundo nuestro les da la bendición de Dios, la ternura maternal, la reprensión firme y la condena determinada. Con los niños no se juega.
Pensad lo que sería una sociedad que decidiese, una vez por todas, establecer este principio: «Es verdad que no somos perfectos y que cometemos muchos errores. Pero cuando se trata de los niños que vienen al mundo, ningún sacrificio de los adultos será considerado demasiado costoso o demasiado grande, con tal de evitar que un niño piense que es un error, que no vale nada y que ha sido abandonado a las heridas de la vida y a la prepotencia de los hombres». ¡Qué bella sería una sociedad así! Digo que a esta sociedad mucho se le perdonaría de sus innumerables errores. Mucho, de verdad.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por todas las Iglesias locales de España, por sus pastores y por sus fieles, para que en cada una de ellas se viva y anuncie la fe con autenticidad, se fomenten los ministerios laicales y se encuentren caminos nuevos para la pastoral, abiertos a todos”.
“Urge interrogarnos juntos y con sinceridad, entre otras cosas, si estamos evangelizando; si somos capaces de salir de nosotros mismos y conectar con el mundo con nuevas actitudes, con un estilo nuevo y con un renovado ardor; y si estamos convencidos de que anunciar a Jesucristo y el Evangelio es el mejor regalo que podemos hacer a los hombres y mujeres de hoy y a la sociedad. Al salir a la misión hemos de respaldar nuestra palabra con el testimonio humilde de unas comunidades fraternas y de un presbiterio fraterno; y mostrar que es posible amar con un amor verdadero y con la alegría que brota del encuentro con el Resucitado. El Espíritu del Señor está en nosotros y nos alienta y urge a salir a la misión. Dejémonos conducir por el Espíritu Santo”.
El sábado 29 de octubre la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada convocó a las nuevas comunidades y familias eclesiales presentes en las Diócesis españolas a un encuentro fraterno y de formación bajo el título “Vocación y misión de las familias eclesiales de vida consagrada al servicio de la Iglesia sinodal”. Entre las familias eclesiales, participó la Comunidad de las Bienaventuranzas.
El encargado de la ponencia fue el presidente de la comisión y obispo de León, D. Luis Ángel de las Heras. Haciendo un completo recorrido por diversos documentos que iluminan la noción de familia eclesial de vida consagrada, destacó la importancia de la colaboración con los obispos y la vida diocesana, así como la prioridad de la misión. Al final, todo se resumía en el concepto de “comunión misionera”.
A partir de la reflexión hecha durante décadas sobre las llamadas “nuevas formas de vida consagrada”, en los años 2000 el Dicasterio para la vida consagrada concibió un esquema llamado “familia eclesial”, que se trata de un instituto de vida consagrada que une en una misma estructura canónica miembros consagrados, clérigos y laicos.
La Comunidad de las Bienaventuranzas, fundada en Francia hace 50 años, fue erigida como familia eclesial de derecho diocesano el 8 de diciembre de 2020. Está presente en la Diócesis desde 2004, y en la actualidad centra su apostolado en los retiros espirituales y en el Proyecto Nazareth de apoyo a jóvenes madres solteras y sus hijos.
Además, en el encuentro también estuvo presente la Fraternidad Monástica de la Paz, presente en nuestra Diócesis, siguiendo la espiritualidad de los Padres del Desierto.
El primitivo palacio episcopal de Segorbe, desde tiempos bajomedievales, se ubicaba adosado a la muralla de la población, recayente su fachada a la calle San Cristóbal, justo enfrente de la portada principal de la Catedral, con la que se encontraban los transeúntes, al atravesar el Portal de Altura a intramuros (también denominado del Mercado o de la Fruta), uno de los accesos más importantes al recinto urbano, que unía ambos edificios por un pasadizo elevado por encima de su gran arco de luz y flanqueado entonces por dos torres, una de ellas aun visible en el dibujo que adjuntamos recreando la subida a la Seo, antes de atravesar el muro, junto al campanario.
Quedaba oculto al viajero su bello patio interior barroco porticado donde, en la actualidad, se encuentra el acceso al nuevo edificio proyectado y ejecutado a partir de 1956 por el arquitecto Luis Gay -más acorde con las necesidades de la curia, con una infraestructura básica de despachos y oficinas-, correspondiendo a un tramo cerrado en origen por el muro defensivo de la ciudad. Un emplazamiento urbano junto al cual se ubica la actual plazuela del Obispo Gómez de Haedo, donde en la edad media se alzaba el Hospital Mayor de la Seo de Segorbe o de San Miguel, por recoger la capilla del mismo nombre en su interior. El recinto, en su pequeño templo medieval dedicado a este santo arcángel, donde estaba la sede de la cofradía dedicada al mismo, instituida por privilegio del 28 de agosto de 1529, por el duque de Segorbe, Alfonso de Aragón donde, además, existía un altarcillo bajo la advocación a la Santísima Trinidad y una antigua Virgen de los Desamparados que, en 1805, fue llevada a la nueva construcción hospitalaria. Fue este obispo ilustrado el que consumó la pretensión de sus predecesores de clausurar, por insalubre, este antiguo sanatorio de las proximidades del palacio, asumiendo su gestión directa el 5 de noviembre de 1800 y trasladado a un nuevo edificio a las afueras del caserío el 8 de agosto de 1804, junto al convento de los Capuchinos, dotado de todos los avances sanitarios que, de aquel momento histórico, se podía esperar.
El recinto residencial episcopal, tradicional lugar de alojamiento de los grandes personajes en sus estancias en Segorbe, en esencia, resultaba ser más un caserón que un palacio como tal, un lugar bastante humilde en sus inicios, sin grandes elementos constructivos destacables hasta épocas más avanzadas. Sabemos que los obispos Gilabert Martí (1500-1530) y Jofré de Borja (1531-1556), de la conocida familia valenciana de los Borgia, en su derrama personal de actuaciones en sus catedrales, mejoró su habitabilidad en una época en que los ordinarios no solían habitar estos recintos. De este momento, proceden diversos restos de cerámica de Manises con los emblemas episcopales, repartidos hoy en día por museos y múltiples colecciones.
En 1558, en tiempos del obispo agustino Juan de Muñatones (1556-1571), gracias a una permuta de un huerto del obispo junto a la casa de los duques en el Agua Limpia por dos casas junto al Palacio del Prelado, se pudo ampliar el recinto tras el derribo de éstas, sirviendo la reestructuración para convocar diversos sínodos diocesanos, como el de 12 de noviembre de 1611, del obispo Pedro Ginés de Casanova, o el de 18 de mayo de 1644, en tiempos de Diego Serrano (1639-1652).
El obispo Gavaldá lo reparó y amplió a mediados del siglo XVII, llegando incluso a fortificarlo. En su tiempo, haciéndose eco de las pragmáticas del Concilio de Trento, allí trabajaban dos ministros permanentes para la administración de la curia, uno de los cuales ejercía el oficio de Vicario General, tratando los asuntos sacramentales, los casos civiles y penales, así como resolviendo las disputas surgidas en cualquier lugar del obispado en nombre del prelado. Mientras, el otro se ocupaba de las causas testamentarias y de cumplir las voluntades piadosas. Además, según testimonio del propio obispo en la visita «ad limina» de 1656, en el mismo palacio había un archivo para guardar los escritos de la corte y varias celdas para cárcel, para mantener a los acusados de diferentes delitos. También trabajaban allí, periódicamente, otros cinco jueces para las causas eclesiásticas y para examinar a todos los que querían acceder a las órdenes sagradas, administración de sacramentos u obtención de beneficios, con el apoyo de siete capitulares.
Sin embargo, fue el obispo Diego Muñoz Baquerizo (1714-1730), el que fraguó una gran reforma de todo el edificio, gastando grandes cantidades en la reparación y reconstrucción de sus vetustos muros, muy dañados durante los años de la Guerra de Sucesión (1701-1713), reconstruyendo y barroquizando, entre otras actuaciones, el patio interior.
No obstante, sería en tiempos del gran Alonso Cano Nieto (1770-1780) cuando el caserón pasó a poseer, también, una función destacadamente social, al instalarse una Biblioteca Pública en su interior. Un proceso de renovación que debió correr parejo a la reforma de la misma Catedral pues, tras la guerra del francés, en 1820, se pagó al maestro Vicente Marzal, autor del planchado de las puertas de la Seo y de muchos otros edificios religiosos del momento en la zona, por la realización de las nuevas vidrieras del Palacio.
El recordado obispo dominico Domingo Canubio y Alberto(1848-1864), primero en pregonar desde Palacio, en 1854, el dogma de la Inmaculada Concepción en España, allí recogía y acogía personalmente a los enfermos de cólera durante una de las epidemias que, por esos años, azotaban, sin piedad, todos los pueblos de la comarca. También abrió las puertas al recogimiento y atención de los peregrinos, además de abrir una escuela para la enseñanza de niños.
También construyó un nuevo oratorio mayor, bendecido el 22 de diciembre de 1861, donde antes había una amplia galería para transitar de la escalera principal a las estancias del obispo. Entrando por la sala de los Apóstoles, decoró la espaciosa sala, colocando diversas obras procedentes de varios retablos de la Cartuja de Valldecrist y de la propia Catedral, presididos por la santa Cena, obras del pintor Joan Reixach (ca. 1450-1480). En el perímetro colocó bancos fijos y encargó dos grandes lienzos, además de otros pequeños, a José Laffaya, representando a “Jesús bendiciendo a Ios niños” y “Jesús predicando a las turbas”.
Siendo obispo José Luis Montagut (1868-1875), en agosto de 1873, durante los episodios de la tercera Guerra Carlista, el palacio fue uno de los lugares elegidos como por los liberales para atrincherarse, convirtiéndose en un auténtico “fuerte”, resistiendo ante las fuerzas carlistas. En 1885, la epidemia de cólera-morbo puso a prueba la caridad pastoral tanto del obispo diocesano como de sus sacerdotes, y el mismo Palacio Episcopal se convirtió en Hospital a la vez que en el boletín se publicaron las normas para evitar el contagio. El mismo obispo dio ejemplo del modelo de sacerdote que quería para su diócesis, ayudando y visitando en persona a los enfermos e infectados. Renovado en tiempos del obispo Francisco de Asís Aguilar (1880-1899), fue en 1924, con la llegada del obispo fray Luis Amigó (1913-1934) cuando pasó a albergar, en una de sus galerías, el Museo Diocesano.
Un edificio que, pese a la solera de cientos de años de vida, en paralelo con la actividad pastoral de sus obispos, fue derruido junto al arco de la muralla y sustituido por la nueva construcción citada. Reflejo de múltiples reformas y estilos arquitectónicos y decorativos diversos, su estructura fue dañada irremediablemente en sus estructuras y cimientos, física y moralmente, en la guerra civil española. Saqueado y expoliado, fue el último testigo de la detención, martirio y partida hacia la muerte de su obispo Miguel Sucarrats y Serrat (1936-1936), tras sólo dos meses al frente de sus fieles. Pocos años después, aquel anciano faro, referente de la antigua diócesis y testigo de sus siglos de historia tras más de setecientos años, fue abatido definitivamente para la historia, sustituido por un recinto de moderno y funcional diseño, cerrando centurias de vivencias de fe y abriendo, inevitablemente, nuevos episodios del último capítulo de nuestro presente y futuro, de gran esperanza en la Comunión y en la Misión.
La Mare de Déu del Lledó fue proclamada Patrona de la ciudad de Castellón el 8 de noviembre de 1922 por el Papa Pío XI. Al poco tiempo, también Pío XI aprobó la coronación canónica pontificia de la imagen, que se celebró el 4 de mayo de 1924 en la Plaza de la Independencia.
Este centenario es motivo de júbilo y celebración por el reconocimiento al sentimiento del pueblo castellonense hacia la Mare de Déu del Lledó. Por ello, la Real Cofradía ha programado un completo programa de actos que se celebrarán entre el 5 y el 13 de noviembre.
ACTOS PRINCIPALES
Sábado 5 de noviembre: 11:30 h. Pregonet Anunciador: partiendo de la calle San Roque recorrerá las principales calles de la ciudad. 18:00 h. Inauguración de la Exposición Conmemorativa en el Menador Espai Cultural (Plza. Huerto Sogueros).
Domingo 6 de noviembre:11:00 h. Eucaristía en la Basílica y paso por el Manto.
Martes 8 de noviembre – 100 aniversario:12:00 h. Recepción de la Virgen en la Plaza Mayor. Lectura del Rescripto Papal. Y celebración del Magnificat en la Concatedral de Santa María. 19:00 h. Misa en la Basílica.
Viernes 11 de noviembre:22:00 h. Misteri de Castelló, representación de la Asunción de Nuestra Señora en la Concatedral de Santa María.
Sábado 12 de noviembre:18:00 h. Ball Perdut en la Plaza Mayor.
Domingo 13 de noviembre:11:00 h. Solemne Misa en la explanada de la Basílica, presidida por Mons. Casimiro López Llorente. 21:00 h. Concierto de la Banda Municipal de Castelló en la Concatedral de Santa María.
D. Casimiro ha presidido la Eucaristía en el camposanto de Castellón por la mañana, y por la tarde en el de Segorbe
“Hoy celebramos el triunfo de tantos y tantos que han llegado a la meta y contemplan ya la gloria del Padre”. Con estas palabras de nuestro Obispo, D. Casimiro, daba comienzo esta mañana la Misa, en el cementerio de San José de Castellón, en la solemnidad de Todos los Santos. También ha sido así por la tarde en el camposanto de Segorbe, donde previamente se ha rezado el Santo Rosario en memoria de los fieles difuntos.
En la Santa Misa de esta mañana en Castellón, han concelebrado numerosos sacerdotes de la ciudad, entre ellos el capellán del cementerio, D. Juan Manuel Enrich, y el Vicario de Pastoral, D. Miguel Abril, acompañados de varios diáconos y de los seminaristas de la Diócesis.
Un gran número de fieles y de familias ha acudido a la celebración en el camposanto, así como la alcaldesa, Dña. Amparo Marco, junto a varios miembros de la corporación municipal y a otras autoridades.
Por la tarde, en Segorbe, tras el rezo del Santo Rosario se ha celebrado también la Eucaristía, también presidida por D. Casimiro y concelebrada por el Deán de la Catedral, D. Federico Caudé, el Rvdo. José Manuel Beltrán, y el secretario, D. Ángel Cumbicos, acompañados por el diácono.
«Vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas»
La liturgia de hoy, indicaba el Obispo en sendas homilías, “nos invita a compartir la alegría y el gozo de todos los santos, que son todos aquellos que son felices para siempre”, ellos son “una multitud inmensa que nadie puede contar”, son los santos reconocidos por la Iglesia, “pero también esa inmensa mayoría de santos desconocidos que supieron acoger la santidad de Dios en su vida, y que siguiendo a Cristo Jesús han podido llegar también a la gloria para siempre”.
Ellos eran padres, “que supieron entregar su vida por los hijos, educándoles en la fe, y que supieron vivir el amor de Dios en su matrimonio”; también “sacerdotes, religiosos y religiosas, que entregaron su vida para que el amor de Dios pudiera llegar a los demás”; eran “trabajadores, que supieron colaborar con el bien común con honradez”; también “políticos, que supieron trabajar desinteresadamente por el bien común, por la paz y por la justicia”; “empresarios, que entregaron su vida y su dinero para colaborar en el desarrollo de la sociedad”; “personas mayores, sencillas, que supieron orar para que la Iglesia del Señor siguiera caminando hasta el encuentro definitivo con el Señor”, ha explicado D. Casimiro.
«Veremos a Dios tal cual es»
“Los cristianos no celebramos la muerte, ni la ocultamos, celebramos la vida porque por el Señor la muerte ha quedado vencida para siempre”, y así, como San Pablo podemos decir: “Nada ni nadie nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo”.
El Obispo también ha respondido a la pregunta de qué es la santidad. “Dios es el único santo, y la santidad es la síntesis de la plenitud de Dios, que es amor, que se derrama enviándonos a su Hijo Jesucristo”.
Solo a través de Él podemos participar de la santidad de Dios, “y esa es nuestra vocación, ser santos”. Como nos enseña la Iglesia, “todos los cristianos, de cualquier estado o condición, estamos llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección en el amor”, ha señalado.
«Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo»
Por lo tanto, “son santos los que viven unidos a Cristo Jesús, cultivando el estado de gracia y la vida nueva que el Señor ha implantado en nosotros, desde el mandamiento nuevo del amor”. “Ellos son para nosotros un ejemplo de como es posible la santidad, don de Dios”.
D. Casimiro ha exhortado a celebrar el día de hoy “con alegría, pero también con esperanza, porque ellos nos muestran que el final de nuestro recorrido por esta vida no es el muro de la muerte y la oscuridad, sino el encuentro con el Padre, para participar de su luz por los siglos de los siglos junto a tantos que nos han precedido”.
Tras la Eucaristía, el pasillo central del cementerio ha acogido la procesión hasta la Cruz, donde el Obispo de la Diócesis ha rezado un responso por el descanso eterno de todos los fieles difuntos. Además, la Alcaldesa ha depositado una corona de flores en memoria de todos ellos.
El pasado sábado, día 29 de octubre, l´Alcora acogió la sesión de formación de la Junta Diocesana de Cofradías y Hermandades de Semana Santa.
Comenzaron la sesión con la organización de la Peregrinación que, con motivo del Año Jubilar diocesano, celebrarán las Cofradías y las Hermandades de la Diócesis el día 17 de diciembre en la Catedral de Segorbe.
También trataron el próximo Encuentro Interdiocesano de Cofradías y Hermandades de Semana Santa, que, tras la pasada edición celebrada en Nules, tendrá lugar en Crevillente (Alicante); así como la Procesión Diocesana que se celebrará el 26 de marzo de 2023.
Mons. Casimiro López Llorente presidirá la Eucaristía en el cementerio de Castellón y en el de Segorbe
Varias son las actividades que se van a celebrar en la Diócesis de Segorbe-Castellón con motivo de la Solemnidad de Todos los Santos.
Esta tarde en la parroquia de Nuestra Señora de La Merced, en Burriana, con el objetivo de conmemorar el verdadero sentido de la celebración que no es otro que recordar a todos aquellos que nos precedieron en la santidad, se ha organizado para los más pequeños un Holywins.
También, lejos de aquellas otras tradiciones que no siendo originarias de aquí y no teniendo ninguna relación con la fe, festejan la oscuridad y la muerte, la convocatoria de «Holywins» en La Merced, pretenden centrar la importancia de la solemnidad en la celebración de la luz, el paso a la vida eterna y la santidad. Así se ha organizado una celebración con disfraces de santos para los máspequeños en la Capilla del Santísimo que incluye una reflexión catequética sobre el origen cristiano de la fiesta.
Por otra parte, la asociación de jóvenes católicos Hakuna, celebrará en la Parroquia de El Salvador de Castellón una charla ofrecida por el párroco, D. Samuel Torrijo, que bajo el título «La vida que viene de la muerte», tratará también de poner el interés de la celebración en la búsqueda de la santidad y la promesa de vida eterna. La convocatoria incluye la tradicional «hora santa» que todos los lunes tiene lugar en la Parroquia y la celebración de la Misa de Todos los Santos.
Misa de Todos los Santos
Ya mañana, día de la conmemoración, el Obispo de la Diócesis, Mons. Casimiro López Llorente presidirá la Eucaristía en el Cementerio de San José, en Castellón, a las 10.30h.
Por la tarde se desplazará hasta Segorbe donde, a las 16.00h se rezará el Santo Rosario en el cementerio y, a continuación, en torno a las 16.30h dará cominezo la Eucaristía.
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