Nuestro Obispo, D. Casimiro, ha dirigido una carta a todo el Pueblo de Dios de la Diócesis de Segorbe-Castellón animando a participar en la Jornada Diocesana de Inicio del Curso Pastoral, que se celebrará el próximo sábado, día 17 de septiembre, en el Seminario Diocesano Mater Dei de Castellón.
«El Señor nos llama a todos a trabajar en su Viña»
Tras la pausa veraniega, las parroquias, comunidades, movimientos, asociaciones y grupos, arciprestazgos y los servicios diocesanos estamos llamados por el Señor «a retomar con fuerzas renovadas la misión evangelizadora, que Él nos ha confiado», nos recuerda en la misiva.
Además, este nuevo Curso, con mayor motivo lo haremos inmersos en la celebración del Año Jubilar diocesano, a cuyo fin deben orientarse todas las acciones previstas, pero de un modo especial las peregrinaciones por arciprestazgos a la Catedral en Segorbe, indica D. Casimiro. Peregrinaciones que conviene preparar «con esmero para que la gracia de Dios del Jubileo toque nuestros corazones, nos convierta más a Cristo y nos renueve espiritual y pastoralmente».
«Todos estamos convocados a esta Jornada»
A todo ello se dedicará la Jornada de Inicio del Curso, en la que participaremos sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, y seglares, junto al Obispo. Comenzará con la acogida, a las 9:30 h. de la mañana, para a continuación celebrar la Eucaristía, «fuente y cima de la comunión y misión de la Iglesia, de toda comunidad cristiana y de todo cristiano». Tras ello, D. Juan Ignacio Damas López, Vicario General de la Diócesis de Jaén, impartirá la conferencia “La Reflexión Diocesana, una oportunidad para crecer en la comunión y salir a la misión”. La Jornada concluirá con la presentación de la programación pastoral y otras comunicaciones.
Mons. Casimiro López Llorente ha presidido la Solemne Eucaristía en su honor
Desde primera hora de esta mañana, el Santuario de Nuestra Señora de la Cueva Santa (Altura) se ha convertido en centro neurálgico al que han acudido cientos de fieles para honrar y venerar a la Virgen de la Cueva Santa.
A pesar de que la fiesta este año es mañana domingo, 11 de septiembre, un Decreto de nuestro obispo publicado la semana pasada, trasladaba la celebración al día de hoy «con el deseo de favorecer y extender la devoción a la Virgen de la Cueva entre nuestros fieles así como en las comunidades parroquiales y otras comunidades eclesiales».
Máxime este año en el que, el Año Jubilar Diocesano que, con motivo del 775º Aniversario de la creación de la sede espiscopal en Segorbe, estamos celebrando, se ha puesto bajo el patrocinio de Nuestra Señora de la Cueva Santa.
La Solemne Eucaristía ha estado presidida por Mons. Casimiro López Llorente, Obispo de Segorbe-Castellón, y concelebrada por el Vicario General, Javier Aparici y el Rector del Santuario, Juan Manuel Gallent, así como el Vicario de Pastoral, Miguel Abril, el Vicario del Clero, Marc Estela y el Deán de la Catedral de Segorbe, D. Federico Caudé. La celebración ha estado marcada por la devoción y el culto a la Blanca Paloma, Patrona de nuestra Iglesia diocesana, en la que han participado también una nutrida representación de los sacerdotes de la diócesis, así como los seminaristas.
A través de la liturgia de la Palabra, los fieles han podido loar a Dios, creador del mundo y protector de su pueblo. El cántico de Judit (13, 14. 17-20) nos ha recordado a un «Te Deum» solemne después de una gran victoria en la que el enemigo ha sido derrotado.
«Tu eres el honor de nuestro pueblo»(Jdt 13, 18bcde. 19) rezaba el Salmo que ha precedido a la lectura del Evangelio según San Lucas (1, 39-47) en el que la Virgen María «proclama mi alma la grandeza del Señor». A través de la Virgen María, hoy hemos sentido la inmensa alegría del encuentro con Jesucristo a través de la Eucaristía. Y es que pocos encuentros evangélicos son tan llenos de alegría y de gozo. Una alegría tan abrumadora, que siente vibrar en su vientre al Hijo de Dios y pone en valor la actitud de servicio de la Virgen hacia su prima Isabel.
Y, a la luz de la Palabra proclamada, la homilía de nuestro Obispo ha puesto el énfasis en las virtudes de María, Madre de Dios, «modelo y guía para todos los fieles».
Las primeras palabras de D. Casimiro han sido de acción de gracias y de recuerdo a todos los afectados por el incendio que, el pasado mes de agosto, afectaba a miles de vecinos de diferentes municipios de la comarca y dejaba el fuego a escaso metros del Santuario, aunque es visible que afecto al paraje que lo rodea. De esta forma, el agradecimiento que se ha elevado a la Virgen de la Cueva Santa por su intercesión.
Escuchar, creer, acoger y actuar
Durante la homilía, el Obispo ha puesto en valor estas cuatro actitudes de María, exhortándonos a imitarla «allí donde el Señor ponga nuestra vocación, seamos como María, una Iglesia misionera que escucha su palabra, cree en Él, acogemos su voluntad y actuamos según su llamada seremos portadores de Cristo y del Evangelio como María, sirviendo al necesitado, no solo de pan, sino de Dios».
La Virgen, Nuestra Señora de la Cueva Santa, es «defensora, protectora, abogada e intercesora ante Dios, y también guía de nuestro caminar porque ella dirige y orienta nuestra mirada, nuestros pasos y nuestra vida hacia su Hijo, el Hijo de Dios, el Salvador, el Camino, la Verdad y la Vida».
En ese sentido se ha referido también a la protección de María «a quien podemos acudir en los momentos de debilidad o de aflicción, de dificultad y de incertidumbre, como también en los momentos de alegría o de alivio». Ella es quien nos lleva a Cristo, y «nos enseña a vivir fieles a nuestra fe y existencia cristiana en el seno de la Iglesia diocesana».
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También ha habido referencias al Año Jubilar que estamos celebrando en el que la Virgen de la Cueva Santa ha de ser nuestra referencia y modelo. Así, nos ha exhortado a «dejarnos renovar para crecer en comunión y salir con alegría a la misión». Para hacerlo hemos de mirar «con fe y devoción a la Virgen de la Cueva Santa, escuchemos sus palabras y contemplemos su vida: acojamos de sus manos la gracia del encuentro o re-encuentro personal y comunitario con su Hijo y que transforme nuestros corazones».
Bajo la dirección de D. David Montolio, la parte musical de la celebración ha corrido a cargo de la Capilla de la S.I. Catedral de Segorbe, acompañados en los acordes por el organista de la Catedral, Santiago Díaz. Al concluir la ceremonia se han cantado los Gozos.
La celebración ha finalizado en la plaza de la explanada del Santuario donde los trabajadores del Santuario y voluntarios de la parroquia de Altura ha preparado un ágape que ha servido para confraternizar. Hasta la Virgen de la Cueva Santa han acudido hoy fieles de diferentes puntos de nuestra Diócesis atraídos por la devoción a la Patrona de la Diócesis a la que le es reconocida su intercesión.
Algunos de los fieles han visitado el Santuario y participado en la celebración en recuerdo de sus antepasados que, «acudían en carro tirado por mulas en peregrinación en agradecimiento por los favores concedidos». Y otros tantos llamados por la invitación que nuestro Obispo hizo extensiva esta semana pasada a toda la Iglesia de Segorbe-Castellón «por ser este un Año de Gracia en el que celebramos -decían- el Año Jubilar y en apoyo a nuestro pastor».
Con motivo del Año Jubilar por el 775 aniversario de la sede episcopal en Segorbe, la Comisión Diocesana del Jubileo ha organizado un Ciclo de Conciertos de Órgano. En total serán seis conciertos que acogerán diferentes parroquias de la Diócesis de Segorbe-Castellón durante este curso. Han colaborado la Fundación Dávalos – Fletcher, la Diputación de Castellón y el ayuntamiento de Vila-real.
Al oír hablar de música de órgano pensamos inmediatamente en la iglesia, y es verdad, las iglesias han sido su medio desde hace muchos siglos. Pero su presencia en ellas no es ornamental, sino que cumple una función muy concreta e importante en la Liturgia.
La constitución Sacrosanctum Concilium sobre la sagrada Liturgia nos dice que «la tradición musical de la Iglesia universal constituye un tesoro de valor inestimable, que sobresale entre las demás expresiones artísticas, principalmente porque el canto sagrado, unido a las palabras, constituye una parte necesaria o integral de la Liturgia solemne».
Pero además nos pide que tengamos «en gran estima en la Iglesia latina el órgano de tubos, como instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede aportar un esplendor notable a las ceremonias eclesiásticas y levantar poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales».
El primero de los recitales tendrá lugar este sábado, día 10 de septiembre a las 21 h., en la Concatedral de Santa María, en Castellón, a cargo del prestigioso organista Daniel Oyarzabal, que cuenta con una ya larga trayectoria internacional con conciertos en más de 25 países de Europa, Asia, África y América. Ha estudiado en Vitoria-Gasteiz, Bilbao, Viena, La Haya y Ámsterdam. Ha sido Premio Especial de la Prensa en la Muestra Nacional para Jóvenes Intérpretes en Ibiza (1991), Primer Premio en el Concurso Internacional de Música de Roma (1998) y Tercer Premio en el XIX Concurso Internacional de Nijmegen, Holanda (2002). Actualmente es organista principal de la Orquesta Nacional de España y profesor del Grado en Composición de Músicas Contemporáneas de la Escuela Universitaria de Artes y Espectáculos TAI-Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
Nuestro Obispo, D. Casimiro, ha dirigido una carta a todo el Pueblo de Dios de la Diócesis de Segorbe-Castellón animando a participar en la Santa Misa en el Santuario de la Virgen de la Cueva Santa, nuestra Madre y Patrona,el próximo sábado día 10 de septiembre a las 11 h. de la mañana.
«El pasado agosto ha sido un mes muy atípico», indica, por las altas temperaturas, por la sequía y por los devastadores incendios que han afectado a varios municipios de la Diócesis, en especial el de Bejís y el de Les Useres. También tiene en cuenta otras situaciones preocupantes y que producen desazón, entre ellas la guerra en Ucrania, la crisis económica y la energética, y todas las consecuencias que sufrirán, de un modo más acusado, las familias más desfavorecidas.
Es por ello que mueve a sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas y a fieles devotos a darle gracias a la Virgen por su protección, pues «el incendio quedó a las puertas del Santuario y no hay que lamentar pérdidas de vidas humanas», pero también a pedirle «su intercesión por las necesidades propias y ajenas, especialmente por los que han sufrido directamente los incendios».
Del mismo modo, el día de la Fiesta litúrgica de la Virgen de la Cueva Santa es el momento para dar gracias a Dios por todos aquellos que han estado luchando contra las llamas, y le pediremos «que nos envíe la lluvia tan necesaria para nuestras fuentes, campos y bosques. Y bajo la protección de la Virgen María pondremos el nuevo curso pastoral y los frutos del Año Jubilar diocesano».
Con la Eucaristía y la procesión de ayer tarde culminan las celebraciones religiosas en honor a la Virgen
Ayer tarde culminaban las celebraciones religiosas que, desde el pasado miércoles han tenido lugar en Segorbe, en honor a la Virgen en sus advocaciones de la Esperanza, Loreto y la Cueva Santa.
La Santa Iglesia Catedral Basílica acogía la Eucaristía que, presidida por nuestro obispo,. Mons. Casimiro López Llorente, fue seguida por cientos de segorbinos y fieles que con devoción y fervor cantaron a su Patrona, y también de la Dióesis de Segorbe-Castellón, «tu eres el orgullo de nuestro pueblo».
Así lo puso en énfasis nuestro Obispo durante la homilía en la que, destacó que, «de la mano de la Virgen de la Cueva Santa, Madre, Reina y Patrona, la Eucaristía supone un encuentro con el Señor». La celebración de ayer, dijo el Obispo, «lo es en un año muy especial para toda la Iglesia Diocesana de Segorbe-Castellón porque la catedral de Segorbe es la Iglesia Madre donde nació, hace ahora 775 años, la sede y cátedra episcopal y con ello también el origen de los que somos hoy».
La celebración de ayer tarde por tanto, dijo D. Casimiro, «nos invita a la renovación interior de cada uno de nosotros y con ello, a la renovación de las comunidades parroquiales, para ser fieles a la misión que el Señor nos ha encomendado, que no es otra que la Evangelización».
A la luz de la Palabra proclamada, el Obispo de la Diócesis puso de relieve tres aspectos: patrocinio, encuentro y misión.
Patrocinio
Vitorear a la Virgen de la Cueva Santa como se hizo ayer tarde supone, dijo D. Casimiro, supone venerar a la Patrona que «desciende sus brazos para darnos su protección, convirtiéndose en protectora, abogada e intercesora de todos nosotros ante Dios y, sobre todo, guía de nuestro caminar, incluso en los momentos difíciles y de desaliento, para llegar a Cristo que es el camino la verdad y la vida».
Encuentro
La Virgen es la intermediaria de nuestro encuentro personal con su Hijo, sin el cual, dijo D. Casimiro, «nuestra vida de fe se va apagando y muere», por lo que «lo más grande que la Virgen nos ofrece es ese encuentro para que se alegre nuestro corazón y nos dejemos renovar» y, como Ella, puntualizó el Obispo, «seamos cada día más fieles al don que hemos recibido de Dios que es nuestra condición de hijos e hijas de Dios», exhortándonos a «seguir el ejemplo de fidelidad de la Virgen a la Palabra de Dios».
Misión
La proclamación del Magníficat ayer tarde sirvió a D. Casimiro para recordarnos a todos que la Virgen es «la primera misionera y al acoger el anuncio del Ángel, acude presta al servicio de su prima Isabel». Y lo hizo, destacó el Obispo, «sin sopesar las dificultades del camino, y con ese gesto, nos invita a todos nosotros a estar al servicio de todos para que todos se encuentren con el Señor».
En la celebración de ayer participaron cientos de segorbinos, así como las principales autoridades locales, civiles y militares.
También las reinas de las fiestas y sus damas de honor que tuvieron un papel destacado en la Eucaristía, y representantes de otras instituciones y empresas, así como los miles de segorbinos y visitantes que participaron en la procesión posterior por las principales calles del municipio.
Nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, ha dispuesto a través de un Decreto el trasladado de la celebración litúrgica de la Fiesta de la Virgen de la Cueva Santa, patrona de la Diócesis de Segorbe-Castellón, al sábado 10 de septiembre.
Tal y como indica en el documento, la Fiesta de nuestra Patrona es el día 11 de septiembre, pero se ha trasladado considerando que este año cae en Domingo, «que por ser Solemnidad tiene prioridad sobre las Fiestas». El fin, explica el Obispo, es que todos podamos celebrarla y vivirla. Además, recuerda que a la Virgen le hemos encomendado la celebración del Año Jubilar diocesano, albergando el deseo de «favorecer y extender la devoción a la Virgen de la Cueva entre nuestros fieles así como en las comunidades parroquiales y otras comunidades eclesiales».
Del mismo modo, el Decreto dispone que en todas las iglesias se celebre «la Misa de la Bienaventurada Virgen María de la Cueva Santa. El rezo del Oficio divino o Liturgia de las Horas será el propio de la Virgen de la Cueva Santa», teniendo en cuenta que «las Misas vespertinas del sábado, así como las primeras Vísperas serán ya del Domingo XXIV del Tiempo ordinario».
También que en la monición de entrada de las Misas se haga referencia «al patrocinio diocesano de la Virgen de la Cueva Santa», que en las preces se pida «su intercesión por la renovación espiritual, pastoral y misionera de nuestra Iglesia diocesana y por los frutos del Año Jubilar», y que en la homilía se explique «el significado del patrocinio de la Virgen de la Cueva Santa para toda la Diócesis».
DECRETO POR EL QUE SE TRASLADA LA CELEBRACIÓN LITÚRGICA DE LA FIESTA DE LA VIRGEN DE LA CUEVA SANTA, PATRONA DE LA DIÓCESIS
CASIMIRO LÓPEZ LLORENTE,
POR LA GRACIA DE DIOS Y DE LA SANTA SEDE APOSTÓLICA,
OBISPO DE SEGORBE-CASTELLÓN
Según nuestro calendario litúrgico diocesano, aprobado por la Santa Sede, la celebración litúrgica de la Virgen de la Cueva Santa, Patrona de nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón, es el 11 de septiembre y tiene el rango de Fiesta. Considerando que el presente año la fecha asignada cae en Domingo, que por ser Solemnidad tiene prioridad sobre las Fiestas, y con el fin de que nuestra Iglesia diocesana pueda celebrar y vivir la Fiesta de su Patrona, bajo cuyo patrocinio hemos puesto el Año Jubilar Diocesano con motivo del 775º Aniversario de la creación real de la sede episcopal en Segorbe y con el deseo de favorecer y extender la devoción a la Virgen de la Cueva entre nuestros fieles así como en las comunidades parroquiales y otras comunidades eclesiales, por el presente
DISPONGO
1º. El traslado de la celebración litúrgica de la Fiesta de la Virgen de la Cueva Santa este año del día 11 de septiembre, al día anterior, sábado 10 de septiembre.
2º. En todas las iglesias, parroquiales y no parroquiales, abiertas al culto en nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón, se celebrará la Misa de la Bienaventurada Virgen María de la Cueva Santa. El rezo del Oficio divino o Liturgia de las Horas será el propio de la Virgen de la Cueva Santa. Con este fin, el Delegado Diocesano para la Liturgia y la Espiritualidad enviará los textos propios para la santa Misa y para el Oficio divino. Las Misas vespertinas del sábado así como las primeras Vísperas serán ya del Domingo XXIV del Tiempo ordinario.
3º. En las Misas con participación de fieles hágase referencia en la monición de entrada al patrocinio diocesano de la Virgen de la Cueva Santa, en las preces pídase por su intercesión por la renovación espiritual, pastoral y misionera de nuestra Iglesia diocesana y por los frutos del Año Jubilar y, en la homilía, si la hubiere, explíquese el significado del patrocinio de la Virgen de la Cueva Santa para toda la Diócesis.
Dado en Castellón de la Plana, a 1 de septiembre de dos mil veintidós.
Un episodio sugestivo para el conocimiento y divulgación de la historia diocesana, en este Jubileo del 775 Aniversario de la Sede Episcopal, corresponde a una de las circunstancias históricas más especialmente curiosas de nuestro pasado, la vinculación al antiguo obispado de la localidad de Arcos de las Salinas (y su industria de la sal) hasta 1960, población limítrofe entre los reinos de Aragón y Valencia y enclavada en la actual Comunidad Autónoma de Aragón, al sur de la provincia de Teruel.
Reconocida como parte del territorio pastoral del obispo segobricense en el año 1236, de la mano del mismo Zayd Abu Zayd, último gobernador almohade de Valencia (ca. 1195-1268) convertido y bautizado en 1232, su pertenencia jurisdiccional a la sede respondía al gran beneficio financiero que, para el mantenimiento de la Iglesia Diocesana, significaba la explotación de las primitivas salinas, de origen islámico, ubicadas a las afueras de la población, en el pequeño valle que aprovecha las cristalinas aguas del barranco del río de Arcos y un acuífero de agua salada, en un paraje rodeado de montañas de sal que destellean con los rayos de sol de cada mañana.
Si bien, los obispos de Segorbe realizaban sus visitas en el itinerario que llegaba a esta población de frontera a través de la imponente y fortificada Alpuente y sus aldeas, o atravesando los puertos de montaña por la Vereda Real desde Abejuela, a caballo entre los dos reinos, para no pisar territorios ajenos al propio, el mejor acceso, entonces y ahora, era desde el mismo Camino Real, actual autovía Mudéjar (A-23) que, subiendo desde Barracas y atravesando el altiplano de San Agustín y Rubielos, se desviaba por Albentosa buscando Manzanera y Torrijas para acabar desembocando en Arcos.
Un lugar hasta tal punto protegido por el prelado, en un obispado eminentemente pobre y sin recursos que, en la desmembración propiciada por Felipe II en 1577, Segorbe impuso su criterio de dominio sobre unas demarcaciones que, con la conquista cristiana de 1210 del rey Pedro II de Aragón, en una campaña en la que también se recuperaron los territorios de Ademuz, Arcos había quedado como parte, en un principio, de ese entramado de localidades.
Sin embargo, la voluntad de sus pobladores de integrarse en la Comunidad de Teruel, con la que se encontraba mucho más comunicada por buenos caminos, la llevaron a integrarse en el Aragón por gracia de Jaime I de 17 de junio de 1269, con la única excepción de sus salinas, -bajo dominio y patrimonio real y jurisdicción de Valencia-, al contrario que con Segorbe, de la que la separaba y separa la imponente línea montañosa de la Serranía de El Toro, de clima continental y desfavorables condiciones climáticas buena parte del año. Fue el propio rey “Conquistador”, quien había visitado personalmente las instalaciones en 1259, quien se interesó por el lugar que había de formar parte del patrimonio real y episcopal, y cuya explotación habría de establecerse como futuros arrendamientos, exigiendo a sus propias poblaciones y “vasallos” a adquirir obligatoriamente la sal de este maravilloso y desértico enclave que, en siglos posteriores fue Real
En la actualidad, la ermita de la Virgen de los Dolores o del Salinar, del siglo XVIII, las salinas, casa señorial, viviendas, las estructuras industriales, los almacenes y la noria, pese a su muy deficiente estado de conservación, han sido declaradas Bien de Interés Cultural (BIC), desde 2010, por la Diputación General de Aragón, siendo plasmación de una historia ininterrumpida de más de setecientos años de actividad, donde aún se aprecia una extensión de 19.000 metros cuadrados y ocho tablares, con las piletas donde cristalizaba la sal. Desde la extinción del monopolio episcopal y real, en 1869, las Salinas siguieron en funcionamiento, en manos privadas, hasta 1982, constituyendo uno de los testimonios más dilatados de esta actividad económica en Aragón y uno de los acontecimientos históricos más interesantes de nuestra historia diocesana durante centurias, que en la localidad de Arcos se plasmó, aparte de la constante asistencia a necesitados y mantenimiento de las fábricas de los edificios parroquiales, en la creación de becas de estudio para hijos del pueblo y la fundación, el 22 de agosto de 1772, del Monte de Piedad en la población, a instancias del Obispo de Segorbe, Alonso Cano y Nieto.
Mons. Prosper Bonaventure Ky, obispo de Dédougou (Burkina Faso) ha sido recibido esta mañana por el Vicario General de Segorbe-Castellón, D. Javier Aparici. Al encuentro también han asistido los sacerdotes D. Juan Antonio Albiol y D. Eduardo García.
El fin de la visita era relanzar los lazos de fraternidad y colaboración entre ambas diócesis con motivo del Año Jubilar diocesano que estamos celebrando. La conexión entre Nouna-Dédougou (hoy dividida en dos diócesis distintas) y Segorbe-Castellón nace en la década de los 60 del siglo pasado, cuando Monseñor Jean Lesourd (Padre Blanco) le pidió a Monseñor Josep Pont i Gol que enviase sacerdotes a su diócesis.
D. Ricardo Miralles, “el Barbas”, fue el primer sacerdote diocesano en responder a esa llamada, pero le acompañaron más, Juan Antonio Albiol, Eduardo García, Manolo Mechó y Joan Llidó. Más tarde acudirían Juan José Ventura, Antonio Climent, Antonio Caja, y el actual Delegado diocesano para las Misiones, Salvador Prades, que recoge la historia misionera de la Diócesis de Segorbe-Castellón en Burkina Faso en el libro «Una historia de hombres íntegros».
El Obispo de la Diócesis preside la Misa del Peregrinoen la Sede Episcopal
Hoy ha sido un día de celebración y de júbilo para el Apostolado parroquial EMAÚS, adscrito a la Parroquia de la Santísima Trinidad de Castellón. En el calendario de actividades programadas para este tiempo estival, además de dos convivencias preparatorias para los próximos retiros de otoño, las mujeres y hombres de Emaús han celebrado su peregrinación a la Catedral de Segorbe ganando el Jubileo y la Indulgencia Plenaria.
Para este Apostolado Parroquial que apenas tiene 5 años de recorrido en nuestra Diócesis, «peregrinar a la Sede Episcopal es la forma de reconocernos y sentirnos parte de la Iglesia Diocesana que caminamos juntos y contribuimos a la misión de anunciar el Evangelio», ha afirmado la coordinadora del grupo de mujeres, Amelia Martínez. «Estamos profundamente agradecidos a nuestro Obispo por bendecir este apostolado que está cambiando la vida de tantas personas». Desde que, en 2019, D. Casimiro acogiera los Retiros de Emaús en nuestra Diócesis, «nuestro apostolado no solo ha crecido sino que se ha consolidado llegándose a implantar también el grupo de hombres».
Los actos celebrados han estado presididos por Mon. Casimiro López Llorente, Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón. A las 10.30h de la mañana llegaba el grupo a la Capilla del Seminario Diocesano, acompañados por el párroco que les asiste, D. Rafael Manzaneque, donde se ha celebrado el Sacramento de la Reconciliación. A partir de la lectura del Santo Evangelio (Lucas 15), el grupo de peregrinos se ha preparado para participar en el Sacramento de la confesión en adoración y oración ante el Santísimo Sacramento expuesto en el Altar.
Poco después de las 12 del mediodía el grupo ha iniciado la peregrinación hacia la Catedral que ha partido desde la misma Capilla del Seminario dirigiéndose hacia la Iglesia Catedral para atestiguar la devoción, como parte del pueblo de Dios, que acude allí para volver fortalecidos en su voluntad de vivir cristianamente y de practicar con alegría la caridad. «Caminando a la luz de Dios» se han dirigido hasta la Puerta del Claustro de la Catedral donde les esperaba el Obispo de la Diócesis para cruzar la Puerta Santa, donde han dado gracias a Dios bendiciendo su nombre, justo en el lugar donde se reúne la Iglesia diocesana, familia de los hijos de Dios.
Tras la parada y oración frente a la primera Pila Bautismal de nuestra Diócesis, han renovado la fe de la Iglesia recitando el Credo, partiendo después hacia la Capilla del Sagrario, meta de la peregrinación que siempre, ha dicho D. Casimiro, «supone el encuentro con Jesucristo, presente en la Eucaristía, pues Él es nuestro aliento en el camino de la fe y de la vida cristiana».
Así ha dado comienzo la Eucaristía coincidiendo con la festividad de santa Brígida a quien se ha referido D. Casimiro durante la homilía por ser una mujer profundamente cristiana que supo llevar a su marido y sus seis hijos al encuentro con el Señor, recordando cómo este apostolado parroquial nació impulsado por un grupo de mujeres de nuestra Diócesis y, ahora, también lo secundan los hombres que han formado grupo.
El Obispo ha destacado el importante papel de santa Brígida, quien tras enviudar se dedicó a contribuir a la reforma de la Iglesia in capite et membris, es decir, «en la cabeza y en los miembros – ha incidido D. Casimiro – para que la Iglesia siguiera siendo presencia viva de Cristo Jesús y de su Evangelio en medio del mundo».
Palabras que han servido al Obispo para recordar, precisamente, lo que celebramos en este Jubileo, «en el que damos gracias a Dios por nuestra Iglesia Diocesana, por todos los dones concedidos y por todos aquellos que nos han precedido en la fe para dejar que el Espíritu actúe en nuestro corazón». Porque este Año de Gracia ha de servirnos para «la conversión personal desde el encuentro con Jesucristo» y así cosechar frutos a través de la evangelización. Desde Cristo Jesús y, siguiendo el ejemplo de San Pablo al comprobar cómo aquellas comunidades cristianas que él había fundado estaban perdiendo identidad cristiana, relatando en su carta a los Gálatas «no soy yo quien vive en mi carne sino Cristo Jesús». Así D. Casimiro ha exhortado al grupo de peregrinos a que «el lugar central lo ocupe Cristo y Jesús vivo para crecer en comunión y salir a la misión».
Jesús es la «fuente personal de nuestra vida cristiana, de nuestras comunidades, de nuestra Iglesia, y la fuente y meta de nuestra misión». Porque, «permaneciendo unidos a Él, como los sarmientos a la vid, se consiguen frutos, pues si no estamos unidos al Señor nuestra vida cristiana desfallece y se va apagando», ha insistido D. Casimiro. Siendo así «los frutos de santidad, de evangelización y de misión serán posibles en la medida que sigamos unidos a Cristo que es la savia que brota y nosotros somos meros colaboradores para llevar la alegría del Evangelio a todos, porque a todos está destinado».
Todo ello, bajo la protección de la Virgen, «pues Ella es quien nos muestra siempre el mejor camino para ser discípulos misioneros del Señor, mirándole a Él, acogiendo su voluntad, dejándose transformar por Él para salir fortalecidos, en comunión, a la misión», ha concluido.
Tras la Eucaristía se ha celebrado una comida de hermandad en una jornada que ha servido también de convivencia y preparación a la organización de los próximos retiros de Emaús que se celebrarán en octubre.
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