Ayer, un grupo de estudiantes de segundo curso de la asignatura Técnicas y Conservación de Bienes Inmuebles, del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Valencia, visitó las obras del templo San Juan Pablo II en construcción en Benicàssim.
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La visita estuvo guiada por el párroco D. Luis Oliver y el arquitecto diocesano Ángel Albert. También estuvieron acompañados por David Montolío, de la Delegación de Patrimonio. Durante el recorrido, los estudiantes se interesaron por los aspectos constructivos, litúrgicos y artísticos que conlleva la edificación de un nuevo templo en el siglo XXI.
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A continuación, realizaron una visita al templo parroquial de Santo Tomás de Benicàssim (1769-1781), una obra del arquitecto Marcos Ibáñez, financiada por el erudito Pérez Báyer. Los estudiantes pudieron admirar la impresionante arquitectura académica del edificio y, especialmente, la obra del pintor ilustrado segorbino José Camarón Bonanad. La jornada concluyó por la tarde con una visita al Monasterio del Desierto de las Palmas, donde fueron acompañados por el padre carmelita Ignacio Husillos.
El clero joven de la Diócesis de Segorbe-Castellón se reunió ayer en el convento de las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret, en Benicàssim, en un encuentro convocado por la Vicaría para el Clero y presidido por el Obispo, D. Casimiro López Llorente.
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En esta ocasión, la formación estuvo a cargo de la hermana Catalina, quien centró su intervención en el papel del sacerdote en el acompañamiento a las familias, de un modo especial a aquellas que tienen dificultades. Partiendo del carisma de su comunidad, dedicada a la atención de niños, jóvenes, familias y personas mayores, la religiosa subrayó que “los sacerdotes están llamados a ser una presencia cercana y esperanzadora en la vida familiar”.
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Este encuentro se enmarca dentro del curso pastoral 2024-2025, especialmente enfocado en el acompañamiento, una prioridad pastoral que el Obispo viene subrayando en sus orientaciones y que también inspira las actividades formativas del presbiterio diocesano.
El próximo martes 15 de abril, coincidiendo con el Martes Santo, la comunidad parroquial de Benicàssim vivirá un momento muy especial con la jornada de puertas abiertas del nuevo Templo San Juan Pablo II. Bajo el lema “Antes era un espacio, ahora es tu hogar”, se ofrecerán dos visitas guiadas —a las 12:00 h y a las 18:00 h— para que todos los interesados puedan conocer de cerca el avance de este importante proyecto para la comunidad cristiana, visitantes y turistas del municipio.
El templo, que ya ha concluido su primera fase de construcción, inicia ahora una nueva etapa centrada en dar vida a su interior. Se trata de un momento clave para la comunidad, que ha acompañado con ilusión y generosidad cada paso del proceso. Desde el Obispado de Segorbe-Castellón se están destinando importantes recursos económicos, a los que se han sumado también aportaciones por parte del Ayuntamiento de Benicàssim y de numerosos fieles, implicados activamente en la campaña impulsada por la Parroquia Santo Tomás de Villanueva.
La campaña de donativos permanece abierta y sigue siendo esencial para continuar con esta obra que, más allá de un edificio, es signo de fe, comunidad y esperanza. La jornada de puertas abiertas del Martes Santo será una oportunidad única para conocer el proyecto en profundidad y sumarse al compromiso de seguir construyendo juntos.
El pasado lunes 31 de marzo, el Vicario de Pastoral, D. Miguel Abril, dirigió un retiro de Cuaresma para las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor en su residencia de Benicàssim. Este encuentro, centrado en la reflexión y la oración, fue una oportunidad para profundizar en la vivencia del tiempo de Cuaresma y fortalecer el compromiso de las hermanas con su misión en la Iglesia, especialmente en su labor con las mujeres atrapadas en la prostitución y la trata de seres humanos.
Su trabajo a menudo pasa desapercibido, pero es un ejemplo de servicio y acompañamiento a las mujeres más vulnerables de nuestra sociedad. La comunidad de las Hermanas Oblatas sigue la vocación de vivir el seguimiento de Jesús, siendo una «Buena Noticia del Reino» para aquellas mujeres que sufren la explotación sexual, ofreciendo un espacio de dignidad y esperanza.
Las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor: Vocación y Misión
Las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor son un grupo de mujeres comprometidas a vivir el seguimiento de Jesús en comunidad, dedicándose especialmente a la atención de mujeres que ejercen la prostitución y son víctimas de la trata con fines de explotación sexual. Su misión es una respuesta pastoral y social a las realidades más dolorosas, buscando restaurar la dignidad y la esperanza en mujeres que han sido despojadas de su humanidad por la explotación.
Este proyecto fue iniciado por sus Fundadores, José María Benito Serra y Antonia María de la Misericordia, y continúa hoy en día en Misión compartida con la «Familia oblata». Juntas, las hermanas colaboran en diversos proyectos, creando respuestas creativas y audaces ante los desafíos sociales actuales.
El Proyecto Social del Jubileo 2025: Compromiso con los más Sufrientes
La misión de las Hermanas Oblatas se enmarca dentro del proyecto social para vivir el Jubileo 2025, una iniciativa promovida por el Secretariado para el Jubileo de la Conferencia Episcopal Española. Este proyecto tiene como objetivo visibilizar la trata de personas, la explotación sexual y laboral, y sensibilizar a la sociedad sobre la urgente necesidad de erradicar estas prácticas.
El compromiso social del Jubileo invita a la Iglesia a reflexionar, orar y actuar frente al sufrimiento de los más vulnerables. En este sentido, las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor se alinean con los valores de este proyecto, que busca ofrecer respuestas concretas y solidarias, así como fomentar una cultura de esperanza y dignidad. El Jubileo también ofrece la posibilidad de realizar aportaciones económicas a través del portal www.donoamiiglesia.es, contribuyendo directamente a las diversas entidades que luchan contra la trata y la explotación.
Joaquín Coloma Grau, natural de Castellón y vecino de Valencia, ingeniero de ferrocarriles y encargado de las mejoras de la vía del tren de Tarragona a Almansa, pronto se prendó de la bellísima bahía de Benicasim, hermosa como la lírica Sorrento, como antes ocurrió con pensadores como Pérez Bayer o artistas como José Camarón y, más tarde, con estudiosos como Ramón Rodríguez Culebras.
Como tuvimos la oportunidad de comentar brevemente en nuestro escrito sobre la proyectada y frustrada torre del reloj de la iglesia neoclásica, en aquellos días el territorio era eminentemente agrícola, de uvas, moscateles y licores. Terrenos especialmente ricos cuanto más cerca de los montes y alejados de la orilla del mar. No obstante, en aquel pequeño enclave litoral, ya se iban disponiendo pequeñas y humildes edificaciones de aperos, típicas de pescadores, que iban aportando cierto acento costumbrista a la panorámica del paisaje.
El ingeniero, apoyado por su esposa Pilar Fortis Mas, por todos conocida como Pilar «Coloma», destinaría parte de la dote de su mujer a la edificación de una villa de veraneo, una de las muchas que en la actualidad existen, en primera línea de playa de aquella bahía encantadora de clima suave y baños de mar. Sin duda, uno de los grandes detonantes que llevaron a otras muchas familias a seguir sus pasos convirtiendo a la localidad y el enclave, en unas décadas, en un verdadero foco estival de toda la costa levantina, con multitud de casas y construcciones de los más variados repertorios arquitectónicos.
Siguiendo la documentación conservada del expediente [ADDPC, Ben, 1890-1964], el 27 de noviembre de 1890, el citado ingeniero Coloma, se dirigía por escrito al obispo de Tortosa Francisco Aznar y Pueyo (1879-1893), como propietario de unas villas ubicadas junto a la mar, a dos kilómetros de distancia de Benicasim. Exponiendo la dificultad que tenían los vecinos de aquel paraje para acudir a la Iglesia, a media hora de camino por una pista polvorienta y bajo un sol abrasador, suplicaba al prelado le autorizara la construcción de un oratorio donde pudiera celebrarse diariamente la Santa Misa, en especial los festivos.
Al día siguiente, el prelado enviaba el expediente, junto con el plano, al cura regente de la parroquia, para pedirle su opinión al respecto. El regente, José María Gascó, con fecha 12 de diciembre, confesaba que un oratorio público sería de gran utilidad, sirviendo de lugar de culto para cumplir el precepto de oír misa a los numerosos bañistas que frecuentaban aquel lugar.
El día 16 de diciembre de 1890, el obispo pedía que el expediente, con la instancia y el plano, pasara a manos del arquitecto diocesano, Juan Abril, para que mostrase su «ilustrado parecer» acerca del proyecto. Dos días después, se traslada el informe y las rectificaciones del técnico citado.
«Juan Abril, Arquitecto de la Diócesis de Tortosa.
Examinada la solicitud presentada por don Joaquín Coloma y Grau por la que se insta la autorización para edificar un oratorio público en el término municipal de Benicasim conforme con el plano que la acompaña opinamos:
1º Que debería darse mencionada obra carácter religioso cambiando la forma que en el plano se señala.
2º Que a más de la puerta de ingreso deben colocarse ventanas que den luz y ventilación al oratorio, pues no están señaladas en el plano.
3º Que ya que se ha de destinar al público sería de desear que dentro de la economía posible de se aumentara la superficie útil del mismo y,
4º Que tanto el proyecto como las obras estén bajo la dirección inmediata de persona facultada conforme el Real Decreto de 8 de enero de 1870 en art. 3º.
Tales Eminente Señor lo que creemos deber manifestar según nuestro leal saber y entender en el arte que profesamos.
Dios Guarde a Vuestra Señoría Ylustrisima muchos años.
Tortosa 17 diciembre 1890.
Juan Abril [rubricado].»
El dos de marzo de 1891, Joaquín Coloma y Grau exponía que, tenida en cuenta la opinión y parecer del arquitecto diocesano, acompañaba por duplicado el plano de dicha capilla en proyecto, arreglado a las instrucciones del expresado señor arquitecto. Por lo que pedía a su Excelencia se sirviera aprobar dicho proyecto de capilla. Dicha capilla, construida en un estilo racionalista en mampostería y ladrillo, planta única y cubierta a doble vertiente, redibujada por nosotros para ilustración de las presentes líneas, tenía una anchura total de cinco con cincuenta metros por siete y medio de profundo, con puerta de acceso de tres metros de amplio.
El 20 de junio, el mecenas, una vez terminada la construcción de la capilla pública en el término municipal de Benicasim, con autorización episcopal en fecha de 3 de marzo del presente año, dotándola de todo lo necesario para abrirla cuanto antes al culto, solicitaba al prelado la bendición de la misma por el señor cura del pueblo o quien él designase. Dos días más tarde, el obispo Francisco Aznar daba comisión al reverendo cura ecónomo de Benicasim para inspeccionar la capilla viendo que la misma se había construido según las trazas que se devolvieron aprobadas al recurrente en diez de marzo mismo, determinando si, a juicio del sacerdote, la capilla reunía las condiciones canónico-litúrgicas adecuadas para poderse celebrar en la misma el santo sacrificio y si estaba provista de campana, ornamentos y todo lo necesario.
El 30 de junio de 1891, el obispo autorizaba la bendición según la fórmula del ritual, debiendo procurar que ésta revistiera la mayor solemnidad posible y se redactase acta en el día. A su vez, encargaba a Joaquín Coloma que la llave de la capilla estuviera en poder de persona «timorata» para evitar que fuera profanada.
«En las villas de Benicasim término municipal del mismo, diócesis de Tortosa, provincia de Castellón; día diez y siete de julio de mil ochocientos noventa y uno:
Yo don José María Gascó Ezpoleta presbítero cura ecónomo de la misma comisionado por excelentísimo e Ylustrísimo Señor Obispo de la diócesis con asistencia de los reverendos señores P. Manuel Sánchez rector de las Escuelas Pías de Valencia y doctor don Buenaventura Pallarés administrador diocesano de las autoridades civiles y militares y gran concurso de fieles he bendecido solemnemente y según el ritual diocesano la Capilla Pública situada en dicho término de Las Villas propiedad de don Joaquín Coloma Grau. Concluida la bendición celebré la santa misa con asistencia de los mismos concurrentes dándose por terminado este acto para el cual estaba comisionado.
Poco después y con el fin de dar mas expansión a los religiosos sentimientos del numeroso concurso, se cantó con toda solemnidad una misa en la que el antes mencionado P. Manuel Sánchez hizo un elocuente discurso alusivo al acto que acababa de tener lugar ensalzando al propio tiempo las grandezas de María que bajo el título de Nuestra Señora del Pilar se venera como titular de esta capilla.
De todo lo cual se levanta la presente acta que ha de remitirse a la secretaría de Cámara de este Obispado y que la forman conmigo los infrascritos de que certifico.
José María Sanz, ecónomo [rubricado].
Manuel Sánchez [rubricado].
Buenaventura Pallarés [rubricado].
Joaquín Coloma [rubricado].»
El 27 de julio, Coloma solicitaba al ordinario la autorización para la erección canónica de un Vía Crucis, finalmente erigido canónicamente, el 31 de julio, por el deán de la Catedral de Segorbe, José María García, con encargo del señor obispo y autorizado por el padre general de los Franciscanos. Más tarde, también, alcanzaría la capilla a poseer el jubileo de la Porciúncula.
El 13 de marzo de 1896, la Sagrada Congregación de Ritos, con la facultad del Santo Padre León XIII, facultaba al prelado permitir la reserva del Santísimo Sacramento de la Eucaristía por el tiempo de cinco años en la Capilla Pública que don Joaquín Coloma había levantado, «con tal que se celebre cada día en la misma el santo sacrificio de la misa; que arda una lámpara, a lo menos, día y noche ante el sagrario; que la llave de este esté diligentemente guardada; que se observe lo prescrito por las leyes de la Iglesia en lo que hace relación a la custodia y culto del Santísimo Sacramento; y que quede a salvo los decretos parroquiales».
El 20 de noviembre de 1963, la dueña de la finca, hija de los fundadores, cumplía la intención de los mismos, cediendo el solar y la capilla, construida con las donaciones de los fieles y bajo la dirección eclesiástica de la época, a la Diócesis de Segorbe-Castellón, siendo obispo José Pont i Gol. Se cerraba así un amplio periodo de incertidumbre en la continuidad de un oratorio que, en su esencia arquitectónica original, lamentablemente, había desaparecido.
La figura del arquitecto aragonés, natural de Odón (Teruel), Marcos Ibáñez (1738-1784), uno de los personajes más desconocidos y desafortunados de la arquitectura académica hispana de su tiempo, siempre se ha confundido o mimetizado con la de su hermanastro y hombre de gran fama Joaquín Ibáñez García (1720-1787), Chantre de la Catedral de Teruel, coleccionista de libros, medallas y antigüedades (De Jaime, 2016), uno de los mayores exponentes históricos de la ilustración aragonesa y española.
Una realidad apreciable en la traza de la Iglesia parroquial de Santo Tomás de Benicàssim, Bien de Interés Cultural [DOGV, 05/10/07. BOE, 24/01708], atribuida primero al arquitecto [Ponz, 1775] y, más tarde por confusión, vinculada a su reconocido hermanastro, habiéndose mezclados los datos de ambos como si fueran uno sólo [Ponz, 1788] y continuando la pequeña distorsión en la historiografía posterior [Alcahalí, 1897. Aldana, 1970. Rodríguez Culebras, 1984-1985]. Una equivocación que asimilaba el diseño del templo a su pariente eclesiástico ilustrado, afirmando el mismo Antonio Ponz: «Este Arquitecto fue amigo del autor de este Viage. Estudió con honor su profesión en Roma, y habiendo pasado a América, falleció el 28 de julio, del año pasado de 1784 en Xalapa».
Pese al error lógico por el común origen filial entre ambos, es una de las pocas obras vinculables o atribuibles a Marcos Ibáñez en su estancia profesional en España, de las diversas que debió ejecutar y no tenemos mayor noticia por el momento, salvo la ermita de la Virgen en su propio pueblo. El maestro, noveno de diez hermanos, había estudiado en Zaragoza y, con tan sólo veinte años, en la Ciudad Eterna, de la mano de los contactos de su hermano, que siempre lo tuteló y lo acercó a su entorno privilegiado de intelectuales, como los citados Antonio Ponz (Bejís, 1725-Madrid, 1792) y Pérez Báyer (Valencia, 1711-1794). Cuando Carlos III llega a España desde Nápoles, muerto Fernando VI, lo hace cortejado de su más cercano séquito de artistas, entre los que se encuentra el arquitecto aragonés como parte del equipo y a las órdenes del siciliano Francesco Sabatini (Palermo, 1721-Madrid, 1797), responsable de las obras de modernización de Madrid y activo en el arreglo de los Reales Sitios del Pardo. Allí, Sabatini lo propone como comisionado por el Ministerio de Indias en la reconstrucción de la ciudad Nueva Guatemala tras los grandes terremotos de 1773, siendo nombrado posteriormente Arquitecto Principal de la citada Guatemala, antes de constituirse en figura relevante en la introducción del neoclasicismo en Centroamérica. Tras asumir su elección de maestro para reconstrucción de la ciudad es también nombrado arquitecto de las posesiones españolas en América, un nombramiento que, como se vio con el tiempo, resultó tan sólo un reconocimiento honorífico a su labor [De Jaime, 2016].
Antes de marchar, intuyendo que no regresaría, Ibáñez regresó a su pueblo natal a ordenar sus cuestiones familiares. Traza los planos de la ermita de la Virgen de las Mercedes, posa para un retrato que allí mismo se conserva, deja unos “dineros” para que sea atendida su madre en su ausencia y marcha para siempre del valle del Jiloca [De Jaime, 2016]. Una vez cruzado el gran océano, en aquella tierra y ciudad de Guatemala, donde llevaría el estilo arquitectónico neoclásico europeo, es suyo el diseño del Real Palacio, Ayuntamiento, Direcciones de Correos, Aduana y Tabacos. Además, a parte de participar en la traza urbana de la misma ciudad ya en progreso, es suyo el primer proyecto de la catedral de Santiago (1782), con la colaboración de Antonio Bernasconi, delineante, y Joaquín de Isasi, ingeniero. Fallecería en el camino de regreso a España, antes de embarcar en Ciudad de México, en 1783. Tenía 46 años de edad.
Santo Tomás de Benicàssim
Como destaca Rodríguez Culebras, el viajero actual poco puede hacerse una idea, hoy en día, de la gran transformación sufrida por la población desde que se levantara el templo parroquial, a instancias del gran erudito Pérez Báyer, cercano a la figura del rey Carlos III. edificada frente a su casa en un momento en que era poco menos que un despoblado, destacó mucho tiempo entre el modesto y sencillo caserío de una población rural de labradores que, a modo de fundación, fue aglutinando a un vecindario hasta entonces disperso y diseminado.
El templo parroquial de Santo Tomás de Villanueva (1769-1781) es, sin duda, un conjunto arquitectónico proporcionado y equilibrado, con interior de planta de cruz latina uninave y presbiterio, con apilastrados de orden jónico y entablamento, donde apea la bóveda de medio cañón con lunetos cubriendo, el crucero, con airosa cúpula. La fachada, de armonioso y severo clasicismo en fábrica de ladrillo y piedra sillar labrada, se presenta en dos cuerpos ordenados por apilastrados dóricos de orden gigante.
Contando el conjunto con José Bueno como maestro constructor, es bien sabido que conserva magníficos frescos en pechinas de la cúpula, del pintor segorbino José Camarón Bonanad (1731-1803), con los tres arcángeles, «San Miguel», «San Rafael» y «San Gabriel», y el «Ángel Custodio». Además, realizó el gran maestro de la ilustración valenciana cuatro lienzos: «Santo Tomás de Villanueva dando limosna a los pobres», «San Francisco de Asís», «San José y San Pedro» y «San Martín de Tours», desaparecido en la guerra civil de 1936.
El proyecto de la nueva torre del reloj [ADDPC, Ben-7. 1895]
El 19 noviembre de 1895, el alcalde de Benicàssim, José Casanova, se dirigía al obispo de Tortosa, Pedro Rocamora García (1894-1925), para presentar el acuerdo alcanzado por la corporación municipal y pedir permiso y autorización para construir una torre del reloj público del pueblo en la fachada del templo parroquial, en su lado derecho, haciendo juego con el campanario antiguo, donde estaba la maquinaria citada en malas condiciones, añadiendo un cuerpo de obra de nueve m2 por dos y medio de altura por lado. La torrecilla, tendría entrada por el cementerio primitivo, abriendo una puerta figurada existente de entrada a una escalera proyectada entre el muro de la fachada principal y el primer contrafuerte.
La intención del municipio era la de facilitar los trabajos de mantenimiento y gestiones en el mecanismo, al colocarlo con acceso independiente y evitar así las posibles desavenencias futuras entre autoridades civiles y eclesiásticas. Para ello, también, plantearon que la obra definitiva vendría a completar y hermosear la fachada, para ellos inacabada, siguiendo el mismo orden arquitectónico.
Acompañando al escrito, un croquis de lo que se planteaba edificar («Cuerpo superior de la fachada de la Yglesia, a la cual, para colocar el reloj, hay que añadirle el cuerpo señalado a la derecha de la letra A. A.»). Un dibujo que el señor obispo remitió el 21 de abril del mismo año, para opinión y parecer, al señor arquitecto diocesano, Juan Abril Guanyavents (1852-1939).
Juan Abril, el 26 de noviembre, siempre tan meticuloso con sus informes, planteó la necesidad de un proyecto, con plano y secciones de fachada actual y el de la obra nueva que se proyectaba, con memoria explicativa del estado de la fábrica y estudio de las cargas a colocar. También una planta de la parte de edificio y local entrando a cementerio con relación a las calles. Todo firmado por arquitecto competente.
Al día siguiente, todo el expediente, dictamen y de conformidad con el mismo, se trasladaba al alcalde presidente de Benicasim desde la curia diocesana. No sabemos, aunque intuimos, como el citado expediente no siguió su curso y la obra no llegó a efecto ni a realizarse. No obstante, el proyecto, sin duda, responde a un contexto propio de su tiempo, en el que la instalación de muchos relojes municipales en campanarios o estructuras proyectadas como la presente dentro de las iglesias, con apertura de accesos independientes del templo para su gestión, uso y mantenimiento, fue una constante en territorio valenciano. Una práctica que, con el tiempo, devino en múltiples y controvertidas problemáticas acerca de la titularidad de las torres campanarios, concebidas y destinadas originalmente al servicio de culto, confundiéndose mantenimiento, uso, reparaciones y suministros del reloj, campanas y sus maquinarias con la propiedad de las mismas.
El Día de las Paellas de Benicàssim, que se celebrará este año el viernes 24 de enero, se llena de solidaridad este año con la campaña #PaellasConCorazón, una iniciativa que busca transformar esta tradicional fiesta en una oportunidad para inspirar, compartir y agradecer.
La propuesta incluye cinco retos para dar un toque especial a esta celebración: inspirar, compartir, cuidar, respetar y agradecer, fomentando una actitud de convivencia y alegría entre los asistentes.
Además, los participantes podrán identificarse con esta campaña solidaria adquiriendo un pin y una pulsera #PaellasConCorazón. Los fondos recaudados se destinarán a la construcción del Templo San Juan Pablo II, haciendo de esta fiesta un acto de generosidad y apoyo comunitario.
El próximo sábado, 18 de enero, a las 19:00 horas, el Teatro Municipal de Benicàssim será el escenario de un emocionante musical titulado «Autopista Hacia el Cielo», basado en la inspiradora vida del beato Carlo Acutis, quien será canonizado en abril de 2025. La entrada es libre hasta completar aforo.
El evento, organizado por la parroquia de Santo Tomás de Villanueva con la colaboración del Ayuntamiento de Benicàssim, tiene carácter benéfico. Durante el intermedio, se realizará una rifa cuyos fondos se destinarán a la construcción del Templo San Juan Pablo II.
¡No te pierdas esta oportunidad de disfrutar de una velada musical única y colaborar con una buena causa!
El pasado domingo 15 de diciembre, la XXXIV edición del Mercadillo Navideño Solidario organizado por el Grup Viure de la Parroquia de Santo Tomás de Benicàssim superó todas las expectativas, logrando una recaudación récord de 35.053,29 euros.
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Desde las 10:00 de la mañana hasta las 20:00 de la tarde, vecinos y visitantes disfrutaron de una jornada repleta de actividades, música y solidaridad. Los asistentes pudieron adquirir productos en los diferentes stands, como los del “Rincón Gourmet” y el “Rincón Sostenible”, además de participar en una tómbola y una rifa con grandes premios, como una cesta de Navidad de tres pisos.
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La jornada fue amenizada por actuaciones del Grup de Danses «El Cremaller», el «Círculo Mágico» de Benicàssim, el gimnasio Benisport y el Coro Parroquial, que llenaron de alegría y ambiente festivo el mercadillo.
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Toda la recaudación se destinará al Centro Materno Infantil San José en Muketuri, Etiopía, gestionado por la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol. Desde la Fundación Emalaikat, que apoya este centro, agradecieron profundamente la solidaridad de los participantes, resaltando el impacto positivo que estos fondos tendrán en las madres y niños atendidos en la región.
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