Francisco Javier Abril Agost tiene 51 años y nació en el “raval” de San Félix de Castellón, en el seno de una familia de agricultores. Fue bautizado tres días después de su nacimiento, el 7 diciembre 1969, en la víspera de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
Es Religioso Carmelita Descalzo y fue ordenado sacerdote hace ahora 25 años, el 23 de septiembre 1995, de manos de D. José María Cases. Además, es Misionero en África desde que llegó a Burkina Faso el 4 de octubre 1996.
¿Cuánto tiempo estuviste en Burkina Faso?, ¿Qué destacarías de todo ese tiempo?
He vivido en nuestra querida Misión Carmelita de Dédougou (Burkina Faso) durante 21 años, con el gozo de colaborar con mis hermanos carmelitas españoles en la implantación de la Orden del Carmelo Teresiano en esta parte del África Occidental, puesto que cuando llegué en 1996, hacía tan sólo 3 años que los tres primeros carmelitas españoles habían llegado para la fundación de nuestra primera comunidad en África.
Me encontré un convento en construcción a las afueras de Dédougou, pequeña ciudad de apenas 30.000 habitantes, mal comunicada con la capital, Ouagadougou, puesto que la carretera no estaba asfaltada y con aún bastantes niños y jóvenes no escolarizados. Hoy Dédougou cuenta con muchas escuelas e institutos y con una incipiente universidad y está bien comunicada con carreteras que le dan fácil acceso y con las principales calles de la ciudad asfaltadas.
En mi larga e intensa experiencia en Dédougou, aporté mi grano de arena en la formación de todas las promociones de jóvenes carmelitas africanos hasta el momento presente, puesto que nuestra comunidad allí era el noviciado.
Mi misión principal en Dédougou fue la pastoral siendo párroco, con la fundación y la animación de la parroquia de la Santísima Trinidad, confiada por el obispo a los carmelitas descalzos, cuyo territorio abarca tres barrios de la ciudad y 13 poblados; el más alejado dista 35 kilómetros de la ciudad.
En la actualidad, la presencia del Carmelo Teresiano en África Occidental cuenta con tres comunidades: Dédougou (Burkina faso), Abijan (Costa de Marfil) y Lomé (Togo). Pronto se abrirá una nueva fundación en la capital de Burkina Faso, Ouagadougou, para albergar el noviciado. Estas comunidades forman actualmente la Delegación de los Carmelitas Descalzos del África Occidental con 33 religiosos carmelitas africanos y un servidor y tenemos jóvenes en formación en las distintas etapas: Aspirantado (Dédougou), Postulantado (Lomé), Noviciado (Dédougou) y Estudiantado (Abijan).
¿Cuál es tu misión en Togo?
Llegué à Lomé (Togo) en noviembre 2017, para comenzar una nueva etapa, con la alegría de colaborar y ayudar a nuestros hermanos carmelitas africanos. Desde noviembre 2019 los superiores mayores me han pedido ser el superior de nuestra comunidad de Lomé. Nuestra comunidad tiene como misión principal la formación de nuestros jóvenes postulantes carmelitas. El postulantado dura 3 años coincidiendo con los estudios de filosofía que ellos hacen en la facultad de los Salesianos obteniendo la licenciatura. De aquí parten a Burkina Faso para el año canónico del noviciado.
Yo estoy convencido que la mejor “escuela” para ayudar a nuestros jóvenes hermanos en formación es nuestra vida de cada día compartida con ellos en nuestra comunidad: cercanía y sencillez entre nosotros, compartir con ellos nuestro entusiasmo por la persona de Jesús y por la vivencia de nuestra vocación de consagración al Señor al servicio de todos en el Carmelo, jardín de la Virgen María, nuestra madre y modelo, y comunicándoles la gozada de conocer y familiarizarse con nuestros Santos (Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Teresa de Lisieux, Isabel de la Trinidad, etc.).
Tenemos varios proyectos de inserción de nuestra comunidad en la sociedad Togolesa, también con el objetivo de la auto-gestión con el trabajo de los religiosos, puesto que nuestra comunidad formativa depende económicamente aún mucho de nuestra Provincia de Carmelitas Descalzos “Ibérica” de España. Todo esto se está madurando con nuestros superiores.
Estamos también al servicio de la Evangelización con nuestra comunión y colaboración con la Iglesia Local. Yo concretamente me encargo de la visita de los enfermos a domicilio en nuestro barrio de Akodésséwa, que forma parte del territorio de la parroquia de los Salesianos, una zona pobre de la capital donde las calles no están asfaltadas. También ayudo en la parroquia en la celebración de misas dominicales y ciertas formaciones.
Cuando llegué, hace ahora tres años, inicié en nuestra comunidad un grupo de jóvenes universitarios (chicos y chicas) para compartir con ellos la espiritualidad del Carmelo, teniendo en cuenta sus inquietudes y aspiraciones. Ahora es un joven carmelita descalzo quien se encarga de este grupo de oración, de formación y de evangelización. Actualmente me encargo del grupo de jóvenes con inquietud vocacional que quieren conocer el Carmelo.
En relación a la pandemia mundial de la Covid-19, ¿Cómo se está viviendo en Togo?
La pandemia del Covid 19 gracias a Dios no ha hecho estragos aquí, concretamente en Togo, y en general en África, como en otras partes del mundo, pero ha habido repercusiones económicas: la vida es más cara. Y esto en un pequeño país rico en materias primas, pero totalmente “postrado” por la corrupción que está sostenida y alimentada por un sistema político dictatorial, con la complicidad de la antigua colonia. Son unos pocos quienes detentan el poder y la riqueza, mientras que muchas familias sufren enormemente, sin poder llegar a final de mes. Tantos jóvenes con estudios universitarios que no tienen salida. Todo esto, lo puedo percibir y constatar en el trato con las personas de todas las edades (adultos y jóvenes) aquí en nuestro barrio de Akodésséwa.
¿Algún mensaje o petición para la gente que nos lea?
Estimados hermanos y hermanas de nuestra querida diócesis de Segorbe – Castelló, os pido vuestra oración por mí y por todas las personas que comparten la vida conmigo aquí, empezando por los hermanos carmelitas. Mi comunión con todos vosotros desde este rincón de África y en el corazón de la Iglesia que es Nuestra Madre, este corazón que late gracias al amor de Cristo Jesús por cada uno / a de nosotros, el “Océano del Amor” (Teresa del Niño Jesús).
Con y como nuestra hermana santa Isabel de la Trinidad, yo querría cada vez más “estar junto a Él como un pequeño vaso cerca del manantial, de la fuente viva, para poder comunicarlo a todos” (cf. Isabel de la Trinidad, Carta 191).
A María, Madre de Jesús y Reina del Carmelo, la Mare de Déu del Lledó, bajo su manto y protección, le dirijo cada día, haciendo mías estas palabras de Teresa del Niño Jesús y de Isabel de la Trinidad, para encomendarle mi vida de cristiano, carmelita y misionero:
“O Virgen Inmaculada, Tú eres Mi Dulce Estrella, que me das Jesús y me unes a Él”
(Teresa del Niño Jesús)
“Entre tus manos, con confianza, O María, mi esperanza, yo abandono todos mis deseos, mi vocación y mi futuro”
(Isabel de la Trinidad)