Ayer fue un día significativo para los segorbinos, que como cada primer sábado de octubre, participaron en la tradicional Romería al Santuario de la Virgen de la Cueva Santa, Patrona de la ciudad y de la Diócesis de Segorbe-Castellón. Los peregrinos realizaron el trayecto a pie, en coche o a caballo, en un ambiente de fervor y devoción.
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Por la tarde, el Obispo de la Diócesis, D. Casimiro López Llorente, presidió la Santa Misa en el Santuario, seguida de la procesión de antorchas durante la cual se rezó el Santo Rosario. La celebración fue solemnizada por el Coro de la Catedral y contó con la participación de numerosos romeros, además de la presencia de las Reinas y Corte de Honor y los miembros de la corporación municipal, encabezados por la alcaldesa, Mª Carmen Climent.
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En su homilía, y a la luz de la Palabra de Dios, el Obispo subrayó la importancia del matrimonio como un don divino y destacó su carácter sagrado según la enseñanza cristiana. Reconoció los retos actuales que enfrenta el matrimonio, debido a la creciente tendencia a desvalorizarlo, pero insistió en que, según el plan de Dios, la unión entre un hombre y una mujer debe ser para siempre, reflejando así el amor divino.
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Remarcó que el matrimonio es mucho más que una simple unión física; es una comunidad de vida y amor que recibe la gracia de Dios para superar los desafíos. Animó a las familias cristianas a ser un testimonio vivo de la presencia divina, y a acompañar a las parejas jóvenes en su camino hacia una vida matrimonial plena y fiel. También recordó que el perdón mutuo y la misericordia son claves en la vida matrimonial.
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D. Casimiro también abordó los desafíos sociales y culturales actuales que afectan a la institución matrimonial, como la cultura del «usar y tirar» y el individualismo, que debilitan el compromiso y las relaciones familiares. Sin embargo, hizo un llamado a la esperanza, recordando que con la fe y el acompañamiento de la Iglesia, las parejas pueden encontrar la fuerza para vivir plenamente su vocación matrimonial.
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Finalmente, alentó a las comunidades cristianas a apoyar a las familias, especialmente aquellas que atraviesan momentos de crisis o sufrimiento. Subrayó que la pastoral familiar debe ser una prioridad en la acción evangelizadora de la Iglesia, ofreciendo espacios de escucha y acompañamiento. Concluyó su homilía pidiendo oraciones por las familias y matrimonios, para que permanezcan fieles a su vocación y sean testigos del amor de Dios en el mundo.
Domingo Canubio y una estampa de la Cueva Santa, impresa en Londres, para ayudar a restaurar el enlosado de la Catedral (1856)
Sin lugar a dudas, la advocación de la Virgen de la Cueva Santa, desde sus inicios históricos, ha despertado una enorme devoción popular, plasmada en esos pequeños detalles de la imaginaria popular que han hecho difundir su fervor por el antiguo reino de Valencia, tierras peninsulares y allende los mares, por la América hispana. Patrona de la diócesis de Segorbe-Castellón desde 1960, su imagen reconocible, sencilla y humilde, esta plasmada en innumerables medallas personales, pinturas, esculturas, objetos y, cómo no, dibujos, grabados y estampas, casi a la altura de advocaciones marianas de gran presencia en el mundo cristiano hispano, como la Virgen del Pilar, de los Desamparados, etc.
De todos es conocida la gran importancia de deliciosas realizaciones de dicha temática realizadas por el taller del maestro Nicolás Camarón [Montolío-Simón, 2017], responsables de fantásticos paneles de estuco modelados, dorados y policromados, muy difundidos en las décadas centrales del siglo XVIII, especialmente desde tiempos de Francisco de Cepeda Guerrero (1731-1748) y Pedro Fernández de Velarde (1751-1757), con algunas hermosísimas muestras conservadas, en su mayoría, en colecciones particulares. Un aumento del fervor público de la Cueva Santa que también favoreció la edición de monografías sobre la advocación mariana y su legitimidad, tanto por parte de la Cartuja de Valldecrist (en 1753 encargan la realización de un retablo para alojar decorosamente en el cenobio la Virgen Primitiva de la Cueva Santa), como por la villa de Altura y la propia diócesis.
Durante el pontificado de Gil Ruiz de Liori (1579-1582) comenzó a alcanzar mayor fama la Virgen de la Cueva Santa, sobre todo por su intervención en rogativas por la lluvia. Dicha circunstancia llevó al conocido canónigo alturano Jerónimo Decho y su familia, propietarios del recinto de la cueva e impulsores reales de su culto, a erigir un altar protegido por una reja de cerramiento y propiciando el culto en aquel lugar.
Tras la desmembración de la antigua diócesis de Albarracín y Segorbe y la sustitución del obispo Martín de Salvatierra, la llegada al episcopado segobricense del canónigo de Toledo e intelectual Juan Bautista Pérez (1591-1597), presentado por Felipe II, pretendía superar todos los apuros y temas pendientes de los conflictivos años pasados. Entre otras cuestiones, estaba muy preocupado por el control de las devociones populares, dictaminando que los cartujos de Valldecrist renunciasen a la Cueva Santa, comenzando un litigio de muchos años, del cual salió victorioso el prelado y la diócesis. Una situación muy delicada que vino a afectar al santuario y, consecuentemente, al culto, que quedó muy mermado.
Por otro lado, la antigua cofradía de la Virgen de la Cueva Santa, aprobada por el breve pontificio de 1642 y asentada en su santuario, fue estimulada por la adhesión del rey Felipe IV, así como familiares reales, además de otros personajes de la esfera religiosa y civil de su momento, siendo el germen de múltiples instituciones seglares vinculadas a su imagen y devoción, dentro y fuera del obispado, propiciándose romerías, rogativas y peregrinaciones.
No obstante, pese a que el propio obispado pasó a regentar el ermitorio desde mediados del siglo XVII, dicha advocación quedó, en un primer momento, ceñida a su marco festivo y al ámbito personal. Pensemos que, desde 1679 y por iniciativa real, capitular y episcopal, la patrona diocesana era la Virgen del Rosario [Cebrián-Montolío, 2024]. Dicha circunstancia propició que la cofradía no tuviera eco fuera del recinto de su oratorio de Altura pese a que la imagen, amada por el pueblo fiel, fuera constantemente trasladada a la Catedral para pedir por las lluvias en periodo de sequías [Simón-Montolío-Zafón, 2022]. Un auge devocional que, a pesar de la contención de los prelados ilustrados reformadores de tradiciones y de las costumbres populares del siglo XVIII, se globalizaría desde el mundo popular de los fieles, irrumpiendo con fuerza en la ciudad episcopal y en el territorio diocesano, sobrepasando sus límites, sustituyendo el gran culto que, desde tiempos medievales, tuvieron advocaciones como la Virgen del Tremedal, que desde 1577 radicaba en un extremo de otra diócesis, la de Albarracín, que separaba sus caminos después de siglos de unión, o el de la Virgen de Vallada de Pina de Montalgrao, gran plasmación de la religiosidad mariana medieval del Palancia desde el siglo XIII.
Desde el principio, la devoción a la Santa Cueva quedaba, por todas estas circunstancias, un tanto ajustada al entorno festivo y a la devoción particular. Más tarde, ya en el siglo XVIII, se plasmaría sobre el papel la cofradía de los Mozos de la Cueva Santa, que no tardaría en tener encontronazos con el Ordinario llegando, incluso, a su desaparición.
Domingo Canubio y Alberto
Es bien sabido que el siglo XIX fue sustancialmente complicado para la Iglesia española. Tras los desastres de la Guerra de la Independencia en la Diócesis [Montolío, 2024], las sucesivas desamortizaciones, así como las Guerras Carlistas, supusieron un golpe directo en la línea de flotación de su financiación. Una circunstancia que exigió un replanteamiento firme de los recursos, sobre todo a partir del Concordato de 1851, muy mermados desde las décadas anteriores, para asumir los gastos, especialmente el de la fábrica de los templos que, desde este tiempo, no podían realizarse, encontrando algunos templos destruidos y urgiendo la intervención en otros muchos.
Además, el concordato proveía el traslado de la Sede Episcopal a la ciudad de Castellón, así como la modificación de los límites diocesanos para ajustarlos a los provinciales. Aunque esta circunstancia se logró evitar por la oposición de la ciudad, a la larga supuso una disminución de la influencia del obispado a nivel político. También cambió la manera de cubrir las vacantes parroquiales, nuevamente clasificadas en el nuevo concordato.
La nueva situación supuso, a corto plazo, que la Catedral dejara de ser parroquia y dependiera del Cabildo. No obstante, la citada parroquia siguió emplazada dentro del espacio de la Seo, reservada a la antigua capilla del Salvador del claustro, sin depender del Cabildo, por lo cual, la problemática entre los capitulares y el párroco fueron constantes. También se realizó una reestructuración parroquial, con la aparición de los conceptos de parroquias de entrada, ascenso y término, y de los arciprestazgos (Las parroquias fueron divididas en los arciprestazgos de Ademuz, Alpuente, Chelva, Jérica y Montán), organizados a imagen de los distritos judiciales. En aquel momento en Segorbe, con una parroquia de Santa María en la Catedral y con otra en una iglesia de San Pedro recuperada para el culto, todas las demás se dividían en urbanas y rurales, de primera y de segunda, manteniéndose en lo mínimo con sus rentas establecidas, su huertecito y los aranceles.
Las antiguas terceras órdenes y cofradías fueron pasando, paulatinamente, a ser asistidas por los sacerdotes y no por el clero regular que las había inspirado. Las nuevas fundaciones, sin embargo, se encaminaban a la asistencia social y la docencia, en el contexto de los nuevos tiempos pudiendo, de esta manera, ser consideradas útiles por el Estado y permanecer en activo.
Domingo Canubio y Alberto (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1804-1864), antiguo dominico exclaustrado a la fuerza, capellán y profesor en la Archidiócesis de Sevilla, al ser elevado al episcopado era muy consciente de las problemáticas diocesanas. Como obispo en Segorbe (1848-1864), Siendo el primer obispo español en pregonar el dogma de la Inmaculada Concepción (1854) y reconocido por su carácter caritativo, acogiendo a cuantos se acercaban al palacio, durante la epidemia de cólera ayudó personalmente a los afectados, se encontró con un seminario y seis Iglesias al culto. Enseguida se preocuparía por la conservación de los edificios, empezando por la sede, todavía con muchas carencias tras un proceso reformador iniciado a finales del siglo XVIII y constantemente interrumpido por todos los acontecimientos, bélicos y no, citados.
Una de las últimas actuaciones en el templo, cuya renovación neoclásica duraba casi setenta y cinco años [Montolío-Cercós, 2021], era el de su enlosado en mármol. Hasta el momento, éste estaba compuesto de un piso de baldosas de barro cocido, colocado de una manera provisional en un principio de las obras pero que, después de tantos años de servicio, no resultaba digno, funcional ni adecuado para el lugar que ocupaba.
En el Libro de Actas Capitulares (1855-1867) del Archivo Catedralicio de Segorbe [ACS, 605, fol. 36v-37], en la reunión del catorce de abril de 1856, el obispo Canubio daba noticia al Cabildo de la impresión de una estampa de la Cueva Santa en Londres, cuyos beneficios por su venta serían destinados a la reparación y nuevo enlosado de la Seo.
«En el Aula Capitular de la Santa Yglesia catedral de Segorbe, dia catorce abril de mil, ochocientos, cincuenta y seis, reunidos el Ylustrisimo Señor Obispo y los Señores Don Rafael Martínez Dean, Don Juan Bautista Torres Arcipreste, Don Fulgencio Septien maestrescuela, Don Jose Todolí Penitenciario, Don Jose Prendergart, Don Manuel Martinez, Don Vicente Perez, Don Juan Sixto Cavera Doctoral, D. Miguel Moragues Magistral, Don Francisco García Monco y D. Andres Vicente canonigos de esta Santa Yglesia, mayor parte de los que en ella residen y podian asistir a este Cabildo extraordinario, el señor Obispo puso de manifiesto la plancha de la estampa grande de Nuestra Señora de la Cueva Santa que mando gravar en Londres; y dijo, que si bien era su voluntad que fuera propiedad de los señores Obispos sus sucesores, y de los señores vicarios capitulares, sede vacante, para que al producto de las estampas den la inversion que mas bien estimen; tambien lo era que por ahora, y hasta que se llene completamente su objeto, el producto de las que tiene tiradas y mande tirar en lo sucesivo se destine para un nuevo pavimento de marmol de esta Santa Yglesia, su presbiterio, capillas, sacristia mayor y de las reliquias; para cuyo efecto proponia el Cabildo una comision compuesta del señor García Marco que tendrá en su poder la plancha todo el tiempo para lo dicho necesario, del señor Sales que se encargará del despacho de las estampas, y del señor Vicente que se encautará y conservará el pavimento de ellas. El Cabildo aceptó el pensamiento de Su Señoría Ylustrisima, le dio las mas expresivas gracias y aprobó el nombramiento de la comisión propuesta por Su Señoría Ylustrisima. Y se levantó la sesion, de que certifico.
Doctor Juan Sixto Cavero [rubricado]
Canónigo Doctoral Secretario».
No sabemos, hasta el momento, cual fue la estampa impresa en la capital inglesa, aunque no debió de tener mucho éxito la campaña de recaudación pues, poco después, se tuvo que ajustar, probablemente en un alto porcentaje, a una subvención gubernamental para la confección del nuevo solado: «La obra principal fue alcanzar del gobierno la cantidad de 140.000 reales para embaldosar con mármoles la catedral, que lo estaba con ladrillos, muchos rotos, y formando molestos baches dentro del Santuario; pero adelantados los trabajos y traídos los mármoles a esta ciudad, Dios llamó al señor Obispo a vida mejor, sin que pudiese ver concluido su grandioso proyecto» [Aguilar, 1890, p. 754].
De cualquier manera, para glosar el presente artículo y a la feliz espera de poder localizar la estampa original, hemos confeccionado un dibujo inspirado en la imagen de la Cueva Santa, con su hermoso relicario de estilo imperio, conservado y venerado en la iglesia parroquial de Santa María de Segorbe, seguramente procedente del momento en que ésta radicaba en la capilla del Salvador del claustro de la Seo.
Ayer fue un día grande para los segorbinos que, como cada primer sábado de octubre, celebraron su tradicional Romería Oficial al Santuario de la Cueva Santa, patrona de la ciudad y de la Diócesis de Segorbe-Castellón, realizando el trayecto a pie, en coche o a caballo.
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Por la tarde, nuestro Obispo D. Casimiro presidió en el Santuario la Santa Misa y la posterior procesión de antorchas cantando el Santo Rosario. Junto a los romeros, a la Eucaristía asistieron las reinas y damas, así como los miembros de la corporación municipal. Fue solemnizada por el Coro de la Catedral.
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En la homilía, el Obispo recordó que el encuentro con la Virgen “siempre nos lleva a su Hijo” y a la escucha de la Palabra de Dios, con la que “Él nos quiere dar la luz en nuestro caminar”. Se proclamó el Evangelio de la parábola de los trabajadores de la viña. “La Iglesia es como una viña” plantada, mimada y protegida por el Señor, explicó. “Es nuestra Iglesia diocesana, que nos la ha dado a quienes la integramos para cuidarla, de un modo especial los pastores, sabiendo que no es de nuestra propiedad”, sino suya.
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Pero para poder ser una viña que de fruto en abundancia es necesario “acoger el amor de Dios”, indicó, “sabiendo que el dueño de esta viña es Jesús”. Por ello, “debemos estar agradecidos al Señor, que nos ama y que quiere que tengamos Vida, que sale a nuestro encuentro en cada Eucaristía, en su Palabra, en la oración, en los sacramentos, preocupándonos los unos por los otros… para mantener viva su viña”.
Los fieles de Albocàsser han celebrado la Virgen de la Cueva Santa peregrinando, la víspera de la fiesta, a su capilla, que se encuentra a pocos kilómetros de la parroquia.
Junto al párroco, D. Gabriel Bettin, rezaron el tradicional Rosario local, intercalando cantos a la Virgen en honor a la Patrona de la Diócesis de Segorbe-Castellón. Un nutrido grupo de feligreses de todas las edades disfrutó devotamente de esta arraigada tradición.
Durante el encuentro que se ha producido este mediodía en el Seminario Diocesano Mater Dei
Desde el pasado 12 de abril de 2022 la Diócesis de Segorbe-Castellón ha celebrado el Año Jubilar con motivo de la celebración del 775º aniversario de la creación de la sede episcopal en Segorbe, que será clausurado mañana, Domingo de la Misericordia, en una Solemne Eucaristía presidida por el Nuncio de S.S., Mons. Bernardito C. Auza, en la Catedral de Segorbe.
En comunión con nuestro Obispo, emprendíamos camino para regresar a nuestros orígenes y sentirnos piedras vivas para arraigar el sentimiento de pertenencia al Pueblo de Dios en la Iglesia de Segorbe-Castellón. Juntos, tal como nos pedía nuestro Obispo, hemos hecho memoria agradecida del pasado, por el importante legado de fe que, a lo largo de estos casi ocho siglos, dejaron nuestros antepasados, pero también abriendo nuestro corazón al Señor, para fijar la mirada en el presente y caminar juntos hacia la misión encomendada.
Muchos han sido los actos que con carácter histórico y cultural, además del enorme valor espiritual de las peregrinaciones a la Iglesia Madre de nuestra Diócesis, se han celebrado a lo largo de estos 12 meses.
Desde la Delegación de Medios de Comunicación se ha producido un vídeo-resumen que, este mediodía se ha presentado ante el Nuncio Apostólico. El Vídeo muestra la realidad de la iglesia de Segorbe-Castellón desde sus orígenes hasta su concepción actual. Es un repaso histórico de nuestra esencia como Pueblo de Dios, que muestra, no solo el importante legado de fe que nos dejaron nuestros antepasados, sino también el importante valor artístico y cultural de nuestra Iglesia a los largo de los siglos.
El vídeo muestra también la realidad actual de la configuración diocesana a partir de sus arciprestazgos y supone un repaso de las peregrinaciones con marcado carácter de renovación espiritual para todos los fieles que han participado en las mismas.
Palabras del Cardenal Arzobispo Mons. Antonio Cañizares en la concentración mariana en el Santuario de la Cueva Santa
Cientos de fieles de nuestra Diócesis rinden pleitesía a la Virgen Peregrina de los Desamparados
El Santuario de la Virgen de la Cueva Santa, Patrona de la Diócesis de Segorbe-Castellón, ha sido esta mañana, escenario de la devoción y el fervor hacia la Mare de Déu dels Desamparats, Patrona de la Comunidad Valenciana, donde cientos de fieles han acudido a rendirle pleitesía.
Procedentes de diferente puntos de la geografía diocesana y pertenecientes a diferentes movimientos, asociaciones, Cofradías y Hermandades marianas, la Virgen Peregrina ha acogido a sus hijos en esta peregrinación que, como otras tantas se están celebrando por toda la geografía valenciana en preparación de la celebración del Centenario de la Coronación Canónicade laVirgen que tendrá lugar el próximo mes de mayo de 2023.
La conmemoración recuerda la ceremonia de Coronación que se celebró en el Puente del Real de Valencia, el 12 de mayo de 1923 ante la presencia de una multitud de valencianos. Por ello, a lo largo de este Año Jubilar Mariano se han organizado actos celebrativos como el que ha tenido lugar hoy en el Santuario de la Cueva Santa, en la localidad de Altura.
La visita ha sido organizada como respuesta a la invitación del Cardenal Antonio Cañizares a todos los Obispos de las diócesis de la Comunitat Valenciana a sumarse a estos recorridos especiales de la imagen procesional de la Mare Déu a los principales santuarios marianos de las distintas Diócesis. De esta forma, nuestro Obispo, Mons. Casimiro López Llorente, hizo extensiva la invitación para participar en esta concentración para acoger a la Virgen Peregrina en el Santuario diocesano por ser la casa de nuestra Patrona.
La acogida a la Virgen peregrina se ha producido a las 10.30 de la mañana y, a continuación se ha rezado el Santo Rosario en la explanada, donde posteriormente se ha celebrado la Eucaristia, que ha estado presidida por el Cardenal Arzobispo de Valencia, Mons. Antonio Cañizares y concelebrada por el Obispo de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente.
La Liturgia de la Palabra daba paso a la homilía, en la que el Cardenal Arzobispo, ha saludado con afecto y cariño a su «querido hermano Obispo de Segorbe-Castellón», así como a «los hermanos sacerdotes y a los fieles, en esta visita a este lugar tan entrañable», en alusión al Santuario en cuyo interior se alza la imagen de la Virgen de la Cueva Santa.
Las palabras de nuestro Arzobispo han sido un canto a la grandeza del Señor que, a través del Magníficat, nos ha exhortado a hacer nuestro. María «llena de gracia y a quien no tocó el pecado primero, fue preservada al designio de gracia, de amor y de misericordia de Dios, destinada a ser la Madre de su Hijo, salvador de todos los hombres».
Toda la homilía ha sido un canto a María, a través de la cual, ha dicho Mons. Cañizares, «hemos de hacer un espacio a Dios cada día de nuestra vida para que ocupe nuestro tiempo y hacerlo más amplio y más rico». Y es que esta concentración ha coincidio también en plena Novela de la Inmaculada Concepción, a quien se ha referido el Cardenal por ser «figura de la Iglesia, Inmaculada y toda Santa».
Aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad
Ella, refiriéndose a la Virgen María, ha dicho Mons. Cañizares, «contempla al Señor a lo largo de toda la historia de la Salvación, hasta la cruz, y que llega a nosotros de generación en generación mostrándose como esclava del Señor que, en todo, se pliega a su voluntad, unida a Él y siendo su primera discípula».
Las palabras del Arzobispo nos han unido a María, especialmente, porque «nos refleja la familiaridad con la Palabra, siendo dichosa de escuchar la Palabra de Dios y cumplirla». Irradia amor y bondad «porque habla, piensa y actúa como Dios, viviendo su palabra y estando inmersa en ella, recibiendo la luz interior de su sabiduría».
Una sabiduría que nos ha trasladado hasta el pasaje evangélico de las bodas de Caná y que, como ha enfatizado Mons. Cañizares, «nos dice ahora a nosotros: haced lo que Él os diga». Si nosotros hacemos lo que Él nos dice, ha recalcado el Cardenal, «participaremos de la conversión en nuestras vidas que, como el vino de las bodas de Caná, nos lleva a la obra final del Señor: el amor». Un amor, ha proseguido el Arzobispo, «que se da hasta el extremo en la Cruz, un amor del que se recibe el perdón y la reconciliación y nos lleva hasta la alegría».
Esta misma alegría es de la que participaremos la noche Santa de la Navidad a la que nos estamos preparando en este tiempo de Adviento y que tampoco ha pasado desapercibido para el Arzobispo de Valencia.
Llamados al amor de Jesucristo
El Cardenal Cañizares se ha referido también a este tiempo de Adviento en el que estamos llamados a la conversión y a través de la devoción a María, ha dicho, «llamados también a hacer la voluntad del Hijo de Dios». Y con la alegría desbordante de la celebración del acontecimiento que cambió el rumbo de la historia, hacer que este mundo «pase de la amargura a la alegría desbordante que llevará el amor de Dios a todos, porque todos estamos llamados al amor de Jesucristo, que no tiene límites, que siempre es servicio y que, como Él, llevemos a todo el mundo la alegría de la paz y la esperanza».
El encuentro mariano de hoy ha sido «hermoso y grande» para Mons. Cañizares, donde las advocaciones de la Virgen de la Cueva Santa y la Virgen de los Desamparados ha de conducir a las Diócesis de Segorbe-Castellón y la de Valencia «a vivir una fraternidad más grande, más unida y más fuerte y así, acompañados por la Virgen María, podamos ser signo de esperanza a toda la sociedad».
Una sociedad que, como la española en el momento actual, ha señalado el Arzobispo, «vive momentos de confusión y desconcierto». Por ello ha elevado su petición final a la Virgen María, a Nuestra Señora de la Cueva Santa, y a la Virgen de los Desamparados, para que ayuden y amparen «a todas las familias, a los más necesitados, a los enfermos y quienes viven en soledad». También ha encomendado a las autoridades «para cumplir con el deber de procurar el bien común para los ciudadanos».
La homilía ha finalizado con un agradecimiento a Dios por un día que ha sido «muy dichoso» para nuestro Arzobispo, en el que ha recordado con cariño el tiempo que fue diocesano en Segorbe-Castellón , donde estudio y comenzó «el aprendizaje de lo que soy en este momento».
Así se ha dado paso a la Liturgia de la Eucaristía, concelebrada por el Obispo de nuestra Diócesis, acompañados en el Altar por los Vicarios Generales de las Diócesis de Valencia y de Segorbe-Castellón, D. Vicente Fontestad y D. Javier Aparici respectivamente. En la concentración mariana de hoy también ha participado, el rector de la Basílica de los Desamparados de Valencia, D. Melchor Seguí, el rector del Santuario de la Cueva Santa, D. Juan Manuel Gallent, y una nutrida representación de sacerdotes diocesanos entre quienes se encontraban el Prior de la Basílica de la Mare de Déu del Lledó (también Vicario de Pastoral) y el Vicario para el Clero. D. Marc Estela.
A ellos se han sumado asociaciones, cofradías y hermandades de nuestra Diócesis en la que ha sido una jornada excepcional en la que ha sido una ocasión única para manifestar nuestra devoción a la Virgen María. Ella, como dijo nuestro Obispo en una carta dirigida a toda la Diócesis «nos ayudará a crecer en comunión como Iglesia diocesana y nos impulsará a salir con renovada alegría a la misión».
La parte musical de la celebración litúrgica ha corrido a cargo de la Capilla de la S.I. Catedral de Segorbe, acompañados al teclado por el organista, Santiago Díaz.
Los futuros maestros que se están formando en las aulas de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Castellón han celebrado la festividad de su patrón, San José de Calasanz, en un entorno privilegiado, el Santuario de la Cueva Santa, en Altura. Estuvieron acompañados por su capellán, D. Samuel Torrijo, así como por el equipo directivo y el profesorado.
Ha sido una jornada diferente, en la que los estudiantes también han peregrinado a la Catedral para ganar el Jubileo, en conmemoración del 775º aniversario de la creación de la sede episcopal en Segorbe, y han disfrutado de la entrega de premios San José de Calasanz a los mejores trabajos y prácticas de Magisterio.
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