Queridos diocesanos:
Nuestra Iglesia tiene como misión predicar el Evangelio por el mundo y así lo hace a través de miles de católicos que, movidos por el amor y la gracia de Dios, difunden su Palabra y su Amor misericordioso y salvador.
Para cumplir su misión, la Iglesia, que sin ser de este mundo está en él, necesita de medios personales y materiales. Por ello, además de la implicación personal, activa y responsable de todos sus miembros, necesita de la colaboración económica de todos nosotros. Sin medios económicos, la Iglesia no puede llevar a cabo el anuncio del Evangelio, la catequesis, la formación de cristianos adultos, los actos de culto, la atención de las parroquias y de los servicios caritativos a los más pobres y necesitados –aquí y en países más pobres-, la remuneración de los sacerdotes y otras personas al servicio de la Iglesia, la conservación del patrimonio y templos, y tantas otras cosas más.
Detrás de todas estas cosas se encuentran cientos de miles de personas que en comunión con la Iglesia trabajan cada día por hacer el bien al prójimo. La labor religiosa y espiritual de la Iglesia, ya de por sí de gran significado social, lleva además consigo otras obras sociales: la enseñanza, la atención integral a niños, ancianos o discapacitados; la acogida de los inmigrantes; la ayuda personal e inmediata a quienes la crisis económica está poniendo en graves dificultades; los misioneros en los lugares más pobres de la tierra. Todo ello surge de las vidas entregadas y de la generosidad suscitada en quienes han encontrado su esperanza Cristo y en la misión de la Iglesia. Con poco dinero, y gracias a la generosidad de millones de personas en todo el mundo, la Iglesia sigue haciendo mucho por tantos que todavía necesitan tanto.
Un modo muy importante de colaborar económicamente con la Iglesia católica es marcar con una X la casilla destinada a la ‘Iglesia católica’ en la Declaración de la Renta que ya ha comenzado. Desde el año 2008, el sostenimiento de la Iglesia depende exclusivamente de los católicos y de todas aquellas personas que reconocen la labor de la Iglesia; ya no hay complemento con cargo a los presupuestos generales del Estado, como incorrectamente hay quien lo sigue diciendo. La Iglesia recibe del Estado lo que se recauda por razón de la X en la Declaración de la Renta. Quienes libremente quieran hacerlo, deben marcar la casilla de la Iglesia Católica en su Declaración de la Renta. Un 0,7 por ciento de sus impuestos se dedicará así, sin coste adicional para el contribuyente, a la ingente labor que la Iglesia desarrolla. Este sencillo gesto no le supone a nadie ni pagar más, ni que le devuelvan menos. Si se quiere marcar también la casilla llamada “Fines sociales” es posible hacerlo al mismo tiempo que se marca la de la Iglesia.
Es muy importante comprometerse personalmente –y animar a otros a hacerlo- y marcar con una X la casilla en la Declaración de la Renta. Debemos revisar los borradores de la Declaración que recibamos de Hacienda, en los que ya viene marcada la casilla. Si la opción marcada no coincide con nuestro deseo, podemos cambiarla. Y hemos de hacerlo personalmente y no dejarlo en manos de otros.
Espero que todos nos impliquemos en la Campaña de este año. Pido de modo especial a los sacerdotes y a los miembros de los Consejos parroquiales de economía o de pastoral, que animen en sus parroquias a hacerlo. La economía de nuestra Iglesia depende de todos y de cada uno de nosotros. Son muchas las necesidades de nuestra Iglesia para cumplir su misión, para seguir haciendo el bien. Doy mis más sentidas gracias a tantos que con este sencillo gesto colaboran con la Iglesia y su misión por tantos y tantos que se benefician de su acción evangelizadora, litúrgica, caritativa y misionera.
Con mi afecto y bendición,
+Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón