El Obispo D. Casimiro invita a los jóvenes a escuchar la Palabra de Dios y llevarla a los demás
Ayer por la tarde tuvo lugar, en la Concatedral de Santa María de Castellón, la segunda Vigilia Diocesana de Jóvenes de las tres que, a lo largo del presente curso pastoral, organiza la Delegación Diocesana para la Infancia y la Juventud.
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En esta ocasión estaba organizada junto al Movimiento Consolación para el Mundo, y estuvo presidida por nuestro Obispo, Mons. Casimiro López Llorente, que meditó junto a los jóvenes partiendo del Evangelio proclamado, Lc. 8,16-21.
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La familia de los hijos de Dios se forma “a través de la unión con Él, escuchando su Palabra, acogiéndola y poniéndola en práctica”. Puso como ejemplo de ello a la Virgen María, que en el momento de la Anunciación se sorprende, “pero ante todo escucha al ángel, acoge esa Palabra de Dios, y por la fe concibió al Hijo de Dios”.
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En este sentido, el Obispo exhortó a los jóvenes a escuchar con atención la Palabra de Dios, dejándose interpelar por ella para que llegue hasta el corazón, “porque es la Palabra de Jesús, vivo y presente en medio de nosotros, que nos habla y nos interpela, por lo que hemos de estar atentos a lo que Él nos dice en la circunstancia concreta en que nos toca vivir”.
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Ante el próximo inicio de la Cuaresma, D. Casimiro les explicó que es un tiempo fuerte que nos dice que “nuestro tiempo en esta vida es limitado”, por eso el rito de la imposición de la ceniza, “pero sobre todo nos llama a la conversión, es decir, a volver nuestra mirada en nuestro corazón, a Jesús y en Él a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo”.
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Desde ahí, les animó también a “ser discípulos misioneros del Señor”, a “ser lámparas que iluminan, dejándose iluminar por el Señor hemos de llevar a otros también el gran tesoro que hemos descubierto en la Palabra de Dios y en el mismo Jesús”.
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