El pasado martes, el Obispo de Segorbe-Castellón, D. Casimiro López Llorente, se reunió con los consiliarios de las distintas secciones de la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes. En el encuentro también participó el consiliario diocesano, D. Ignasi del Villar.
La reunión tuvo como objetivo analizar el acompañamiento pastoral que se brinda a los hospitalarios a lo largo del curso, cuyo momento culminante es la peregrinación diocesana anual al Santuario de Lourdes.
El Obispo alentó a los consiliarios a seguir dedicándose con entusiasmo a esta labor, instándoles a integrar a los hospitalarios en la Pastoral de la Salud de sus respectivas parroquias.
Ayer domingo día 16 de junio, se celebró una Misa Banca. Profesionales de la salud se hicieron presentes en la parroquia de San Cristóbal, que junto a los fieles parroquianos celebraron la Eucaristía. Se hizo una monición de entrada, exhortando a la oración por hermanos enfermos y la atención sanitaria que respete la dignidad de la persona desde su inicio hasta su fin.
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El sacerdote celebrante D. David Escoin, en la homilía destacó la importancia de hacernos presente cada día en nuestro lugar de trabajo como cristianos que no se avergüencen de ser seguidores de Jesús, y ayudar a tantos necesitados de encuentro en la sociedad. “EL grano de mostaza hay que sembrarlo como lo hizo Jesús, que sembró y confió. Nosotros somos también sembradores que tienen que sembrar”.
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En la celebración se destacó la importancia que tiene el testimonio cristiano en los hospitales por medio de los sanitarios, la presencia de los capellanes, religiosas y voluntarios, su labor y la labor de los particulares como promotores de la fe.
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La vida es un don de Dios, y no una condena como nos propone la cultura de la muerte. No hay que dejar de recordarlo y valorarlo con nuestro trabajo y dedicación.
Con la fe podemos ver la gran obra que hace nuestro Señor en nuestro día a día, y Él está siempre con nosotros hasta el final de los tiempos, sigue sembrando y ayudando a sus fieles. No perdamos el tiempo queriendo ver como germina la cosecha y esforcémonos en seguir sembrado la semilla del reino de Dios desde el verdadero amor, Él recogerá el fruto.
«Dar esperanza en la tristeza» es el lema que propone el departamento de Pastoral de la Salud para la Campaña del Enfermo 2024. Una Campaña que la Iglesia en España inició ayer, festividad de la Virgen de Lourdes, con la Jornada del Enfermo a nivel mundial y se cierra el 5 de mayo, con la Pascua del Enfermo.
El Delegado diocesano de Pastoral de la Salud, D. David Escoín, envió los distintos materiales a todas las parroquias, elaborados por la Conferencia Episcopal Española y por la propia Delegación, y muchas han sido las comunidades parroquiales que durante este fin de semana se han sumado con distintas celebraciones.
Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, Puerto de Burriana
Organizada por la Hospitalidad de Lourdes en Burriana, el pasado sábado 10 de febrero, en la parroquia se celebró la fiesta de Nuestra Señora la Virgen de Lourdes con una Misa solemne, presidida por el párroco, D. Antonio Losas, y concelebrada por D. José Navarro, Capellán del Hospital de la Plana. Asistieron los diáconos permanentes Manuel Zarzo y Abrahám Saera.
Durante la celebración se administró el sacramento de la Unción de Enfermos, y se expuso el Santísimo Sacramento pidiendo para todos los enfermos su salud corporal y espiritual, y cuyas peticiones se depositaron a los pies de la imagen de la Virgen de Lourdes de los Hospitalarios de Burriana. Tras unos momentos de oración personal se dio la bendición con la Custodia Sacramental.
Se cantaron cánticos de invocación al Espíritu Santo durante la Unción de Enfermos, y cánticos marianos de entrada y a la salida de la celebración, como el Ave de Lourdes. Al término de la celebración se obsequió a todos los asistentes con un chocolate caliente y unos churros.
Arciprestal San Jaime, Vila-real
Los fieles de la parroquia celebraron, el domingo 11 de febrero, la festividad de la Virgen de Lourdes con la participación de la Congregación de Hijas de María Inmaculada. Durante la Eucaristía, presidida por el párroco D. Javier Aparici, se administró el sacramento de la Unción de Enfermos. La celebración finalizó con el rosario de antorchas.
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Concatedral de Santa María, Castellón
También en la Concatedral de Santa María de Castellón se celebró a la Virgen de Lourdes, con una Eucaristía que presidió D. Juan Manuel Enrich, y concelebró el Delegado diocesano de Pastoral de la Salud, D. David Escoín. La parte musical corrió a cargo del coro de la Hospitalidad.
D. Juan Manuel recalcó la importancia de cuidar a los enfermos, siendo la comunidad cristiana portadora de esperanza, y de cómo la Virgen nos llama, con compasión y ternura, a estar cerca de quienes sufren y están solos. Tras la celebración tuvo lugar la procesión de antorchas por el interior del templo.
La Delegación diocesana para la Pastoral de la Salud ha organizado unas jornadas de formación destinadas a todo el personal sanitario, a los estudiantes de medicina o enfermería, a los visitadores de enfermos, y a todos los agentes de pastoral que estén vinculados al acompañamiento de los enfermos, así como a todos los sacerdotes y capellanes.
Se trata de cinco ponencias que se celebrarán en los salones parroquiales de la Concatedral de Santa María de Castellón, a las 11:00 de la mañana, los siguientes días: 16 de diciembre, 20 de enero, 16 de marzo, 20 de abril y 18 de mayo.
Estas jornadas tienen como fin, “darnos cuenta de que los cristianos que trabajan en este servicio no están solos, y cuentan con el respaldo de la Diócesis en el crecimiento formativo y en la evangelización de sus ambientes”, explica el Delegado diocesano, D. David Escoín. También “poder conocernos mucho más y crear comunidad viva, que quiere mirar por el bien de los hermanos”.
El pasado 18 de julio se celebró, en la Parroquia de San Cristóbal de Castellón, la Misa Blanca, especialmente por los médicos y personal sanitario en un contexto político y social que no es favorable a la vida.
De hecho la convocatoria se llevó a cabo a nivel nacional y se organizaron celebraciones en diferentes diócesis españolas. Tal como afirman los organizadores, en España, «las leyes contra la vida humana son cada vez más agresivas». A la despenalización del aborto en 1985, se sumó, primero una ley de supuestos, y la ley de plazos en 2010, siendo el aborto, en la actualidad, «prácticamente un derecho que nadie cuestiona». A ello se suma la ley de la Eutanasia que también implica directamente al personal sanitario.
En este momento, los médicos y sanitarios que, por cualquier razón no quieran participar en estas prácticas, han de inscribirse en un listado, por lo que, como aseguran «vamos a quedar marcados».
La celebración en nuestra Diócesis, estuvo presidida por D. David Escoín, Delegado Diocesano para la Salud, y contó con el testimonio de Carolina Trujillo, colaboradora en la Pastoral de la Salud, es médico provida, residente de medicina familiar en el Hospital General, casada y madre de 8 hijos.
Bajo el título «¡Que no decidan por tí!», el video-turorial ha sido elaborado por la Delegación de Medios de Comunicación del Obispado a instancias de Mons. Casimiro López.
En el mismo se recogen los pasos a dar para poder elaborar el Documento de Voluntades Anticipadas, al objeto de poder resolver las dudas que el procedimiento administrativo requiere.
Nuestra Diócesis, siguiendo la recomendación de D. Casimiro, está tratando de dar visibilidad a la importancia de manifestar, como cristianos, que defendemos la vida desde su concepción hasta su muerte natural y, siendo así, apostar por los cuidados paliativos haciendo frente a la cultura de la muerte que se trata de imponer en la sociedad actual.
Recordamos que los Obispos de las diócesis con territorio en la Comunidad Valenciana (Valencia, Orihuela-Alicante y Segorbe-Castellón) presentaron un modelo propio de Documento de Voluntades Anticipadas, el pasado mes de octubre, para garantizar los derechos de la persona en el final de su vida.
Desde entonces, en nuestra Diócesis, los fieles pueden asesorarse en las parroquias, donde se les apoya para guiarles en la cumplimentación y requisitos necesarios para elaborar y registrar el Documento.
Palabras de Mons. Casimiro López en la Jornada por la Vida
La Virgen Peregrina de los Desamparados acoge la oración por la vida de la Diócesis en la Basílica de Lledó
Ayer tarde, la ciudad de Castellón acogía a la Mare de Déu dels Desamparats coincidiendo con la Jornada Diocesana por la Vida. Además, la celebración de ayer coincidía, en el calendario litúrgico, con la Anunciación del Señor, día de la concepción de la Virgen María, a nueve meses de dar a luz al Unigénito, el Hijo de Dios, el Salvador.
No en vano, la Iglesia celebra en este día la Jornada en defensa de la Vida teniendo como modelo a María, concebida sin pecado original, pura y sin mancha, y elegida por Dios para ser la Madre de su hijo. Tal día como ayer, hace más de dos mil años, todo cambió gracias al «SÍ» de María.
Así lo hizo constar Mons. Casimiro López Llorente, durante la Eucaristía previa a la Vigilia de Oración poniendo a María como modelo en su lucha contra el pecado y la tentación. Ejemplo de santidad y pureza, que llevó a cabo la voluntad de Dios a pesar de las dificultades y desafíos que tuvo que enfrentar.
A las 20h de la tarde daba comienzo la Vigilia de Oración por la Vida que, organizada por la Delegación Diocesana para la Familia y la Defensa de la Vida, unió en torno al rezo del Santo Rosario a diferentes movimientos, asociaciones y fieles.
Cada uno de los Misterios del Rosario estuvo precedido de la correspondiente meditación por parte de representantes de los grupos participantes: Equipos de nuestra Señora , Comunidad de las Bienaventuranzas, grupos de matrimonios, las Hernanas de la S. F. de Nazaret, representantes de 40dias por la Vida, y también de Pro vida. En la Vigilia también participó la Pastoral de la Salud.
Primer Misterio: LA ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS.
“Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús” Lc. 1, 31
María se turbó con las palabras del Ángel, pero a su vez se fio, y se regocijó por cumplir la voluntad de Dios. Acogió en su seno al Salvador, como toda criatura, que desde el mismo instante de su concepción es una nueva vida creada por Dios, a su imagen y semejanza, creada por amor y para amar.
Eliminar una vida humana, un embrión o feto, es una grave equivocación, nunca es solución para un problema. Las leyes que promueven el aborto, son injustas, puesto que no amparan ningún bien, lo que hacen es legalizar la muerte de personas indefensas e inocentes. El hombre no puede decidir, por sí mismo, quién puede vivir y quién no, no podemos suplantar el acto amoroso de Dios que nos dice: “Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses te tenía consagrado” (Jr.1,5).
Se rezó, por intercesión de María, para que el Espíritu nos enseñe el valor sagrado de la vida humana desde el instante de su concepción; que las madres gestantes acojan con generosidad la vida naciente y encuentren los medios necesarios para superar aquellas dificultades que encuentren; que los sanitarios cuiden cada vida puesta a su cuidado y tengan la fortaleza de objetar en conciencia para no convertirse en cooperadores de la muerte; que los gobernantes dicten leyes que protejan la vida humana; y que la Iglesia, nuestra Madre, cumpla con libertad su misión de promover el evangelio de la vida.
2º Misterio: LA VISITACIÓN DE NUESTRA SEÑORA A SU PRIMA SANTA ISABEL
“María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludo a Isabel.” Lc. 1, 39-40
Muchas veces las personas tienes que salir de su tierra, por necesidad, por voluntad de conseguir unas mejores condiciones para su familia, para evitar poner en peligro sus vidas, porque son perseguidos. Los inmigrantes y refugiados, deben ser cuidados y acogidos, como hermanos, respetando la propia dignidad vital que nos hace iguales. Como dice el Papa Francisco: “La guerra es el suicidio de la humanidad, porque mata el corazón. La guerra viene del odio, de la envidia, del deseo de poder”, la guerra no soluciona ningún problema, sino que genera sufrimiento y miseria.
La oración, por intercesión de María, se elevó para que nos enseñe a acoger y acompañar a aquellos hermanos que huyen de sus tierras por las presiones políticas, jurídicas, económicas o bélicas; que buscan en una nueva tierra óptimas condiciones de desarrollo; que la prueba a la que se ven sometidos sea superada con la alegría de una buena acogida; que sus ansias de justicia y libertad se vean colmadas con la pronta reconciliación y la paz verdadera; que se ponga fin a todas las causas que obligan a estos traslados, que el Espíritu Santo conquiste los corazones de aquellos que tienen el poder para parar el terrorismo, las guerras, las persecuciones y sean capaces de dialogar y velar por el bien de quienes sufren.
Tercer Misterio: EL NACIMIENTO DEL HIJO DE DIOS EN BELÉN
“Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él” Lc. 2, 14
Ayer hace 28 años promulgaba, San Juan Pablo II, la Encíclica Evangelium Vitae, allí nos decía: “el suicidio es siempre moralmente inaceptable (…). La tradición de la Iglesia siempre lo ha rechazado como decisión gravemente mala.(…) el suicidio, bajo el punto de vista objetivo, es un acto gravemente inmoral, porque comporta el rechazo del amor a sí mismo y la renuncia a los deberes de justicia y de caridad. (…) constituye un rechazo de la soberanía absoluta de Dios sobre la vida y sobre la muerte”. ¡Cuánta desolación y tristeza debe pasar por las mentes de aquellos que no ven otra salida más allá de la muerte y deciden suicidarse!. Y ese dolor, se extiende a los familiares y seres queridos, que dejan huella de desolación difícil de borrar, por no haberse dado cuenta de la gravedad de la situación y por ello no haber sido capaces de evitar el desastre.
Se oró, por intercesión de María, por los familiares y amigos de las personas que se han suicidado para que contemplando a Cristo recién nacido, reciban el consuelo y la paz en medio de su dolor; que nuestros jóvenes no vean como salida a su situación, por difícil que sea, el suicidio, sino que nos encuentren abiertos a colaborar y encontrar soluciones a los problemas que les afectan y que no saben como superar; que aquellos que se encuentren en situaciones vitales que no saben como resolver, en la oscuridad, en la tribulación, que la misericordia de Dios les guié a una solución asumible y que encuentren la paz sin necesidad de morir.
4º Misterio: LA PRESENTACIÓN DEL NIÑO JESÚS EN EL TEMPLO.
“Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: ”Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido…” Lc. 2, 28-29
En nuestra sociedad se está empezando a desvirtuar el papel de las personas mayores, estos molestan, se reformula su papel y su importancia, son apartados en muchas ocasiones de los entornos familiares, separados de los suyos. Debemos poner en valor estas vidas, que nos han dado la nuestra, puesto que con su cooperación generosa y fiel en la obra divina nos han transmitido la vida que hemos recibido. Su contribución vital en los ámbitos social y eclesial es fundamental e insustituible, por lo que deben tener un papel protagonista, donde su voz sea escuchada y respetada. Simeón, anciano justo y piadoso, alcanzó su plenitud al tener en sus manos a Jesús, su vida cumplió su finalidad con ello, que nuestros mayores acojan con la misma gratitud el fin de sus días, y que sus familiares estén preparados para vivir esta mudanza de este mundo con la esperanza de un reencuentro en la eternidad.
Se elevó oración, por intercesión de María, para que acojamos a los mayores como tesoros de experiencia y sabiduría, para que ayuden a los jóvenes a mirar el futuro con esperanza y responsabilidad; que las familias tengan el suficiente apoyo, y en su caso, ayudas, para prestar un cuidado adecuado a los ancianos, para que sean atendidos cuidando su dignidad humana; que llegados al fin de sus días sus familiares lo vivan desde la esperanza y no desde la desesperación.
5º Misterio: EL NIÑO PERDIDO Y HALLADO EN EL TEMPLO.
“Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas” Lc. 2, 47-47.
El papa Benedicto XVI subrayó la necesidad de tener “valor para decir con claridad que la eutanasia es una falsa solución al drama del sufrimiento, una solución que no es digna del hombre. La verdadera respuesta no puede ser la de provocar la muerte, por dulce que sea, sino testimoniar el amor que ayuda a afrontar el dolor y la agonía de modo humano”. Es moralmente inaceptable, cualquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa poniendo fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas.
Por intercesión de María, se rezó para obtener las fuerzas necesarias para ofrecer el sufrimiento de la enfermedad; que las leyes no impongan ni ofrezcan como derecho y solución la muerte que sólo Dios puede decidir; que valoremos nuestra vida como un don del que no podemos disponer; que los sanitarios no colaboren poniendo fin a la vida humana; que los cuidados paliativos no se conviertan en un ensañamiento terapéutico ni en una eutanasia encubierta; que obremos rectamente al dictar nuestro testamento vital para llegado el momento se actúe en consecuencia con nuestra voluntad.
El sexto Domingo de Pascua celebramos la Pascua del Enfermo. Concluye así la Campaña anual dedicada a los enfermos que iniciamos el 11 de febrero, fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, bajo el lema “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6,36). El papa Francisco recuerda que se ha avanzado mucho, pero que “todavía queda mucho camino por recorrer para garantizar a todas las personas enfermas la atención sanitaria que necesitan, así como el acompañamiento pastoral para que puedan vivir el tiempo de la enfermedad unidos a Cristo crucificado y resucitado”.
Dios es misericordioso y nos cuida con la fuerza de un padre y la ternura de una madre. El testigo supremo del amor misericordioso del Padre a los enfermos es su Hijo unigénito. Jesús es la misericordia encarnada de Dios. En efecto, los Evangelios nos narran los continuos encuentros de Jesús con las personas enfermas para acompañar su dolor, darle sentido y curarlo. Jesús siempre se acerca y atiende a los enfermos, especialmente a los que han quedado abandonados y arrinconados por la sociedad. La cercanía y compasión de Cristo hacia los enfermos, sus numerosas curaciones de dolientes de toda clase son un signo maravilloso de que Dios ha visitado a su pueblo y del amor de Dios hacia cada uno de ellos. La compasión de Jesús hacia todos los que sufren llega hasta identificarse con ellos: “estuve enfermo y me visitasteis” (Mt 25, 36).
Los discípulos de Jesús estamos llamados a hacer lo mismo. Los enfermos no nos pueden ser indiferentes: no podemos olvidarlos, ocultarlos o marginarlos. Ante los enfermos, que siempre tienen un rostro concreto, Jesús nos pide acercarnos y detenernos, escucharles y establecer una relación directa y personal con cada enfermo, sentir empatía y conmoción por él o por ella, dejarse involucrar en su sufrimiento hasta llegar a hacerse cargo de él por medio del servicio, como hace el buen Samaritano (cf. Lc 10,30-35). En la atención gratuita y en la acogida afectuosa de cada vida humana, sobre todo de la débil y enferma, el cristiano expresa un aspecto importante de su testimonio evangélico siguiendo el ejemplo de Cristo, que se ha inclinado ante los sufrimientos materiales y espirituales del hombre para curarlos.
Este es el amor fraterno que todo cristiano y toda comunidad cristiana hemos de tener hacia los enfermos. El mismo Jesús encargó a sus discípulos la atención de los enfermos. Por ello el acompañamiento y cuidado cercano y fraterno de los enfermos, hechos con compasión y gratuidad, no puede faltar nunca en nuestra Iglesia diocesana y en cada parroquia. Los enfermos han de ocupar un lugar prioritario en la oración, vida y misión de todas nuestras comunidades cristianas y de los cristianos, siguiendo las palabras de Jesús y su ejemplo al modo del buen Samaritano. Contamos con un buen número de visitadores de enfermos en muchas parroquias y, en los hospitales, con muchos voluntarios: junto con los sacerdotes y los capellanes, se acercan a los enfermos, a sus familias y al personal sanitario para acompañarles humana y espiritualmente. Cada vez hay más personas enfermas y solas a las que acercarse y cuidar. Incluso cuando no es posible curar, siempre es posible cuidar, siempre es posible consolar, siempre es posible hacer sentir nuestra cercanía.
El mayor dolor es el sufrimiento moral ante la falta de esperanza. Los cristianos hemos de estar siempre dispuestos a dar razón de nuestra esperanza a todo el que nos la pida (cf. 1 Pe 3, 15). No se trata de una esperanza cualquiera, sino de una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente, aunque sea doloroso, porque lleva a una meta segura. Cristo Jesús es nuestra Esperanza, la única esperanza que no defrauda. Jesús ha muerto y resucitado para que todo el que crea en Él tenga vida, y vida eterna.
Para los cristianos es obligado acompañar al enfermo, pero lo es también ayudarle a abrir su corazón a Dios y confiar en Él para no dejar de esperar en la vida eterna y gloriosa, cuyo camino ha abierto Jesús con su muerte y resurrección. Jesús, el Hijo de Dios, asumió nuestro dolor y nuestra muerte en la cruz, e hizo de ellos camino de resurrección. Desde entonces, el sufrimiento y la muerte tienen una posibilidad de sentido. Desde hace dos mil años, la cruz brilla como suprema manifestación del amor de Dios que nunca nos abandona ni tan siquiera en la muerte: Dios acoge la entrega de su Hijo en la cruz por amor a la toda la humanidad y lo resucita a la Vida gloriosa de Dios. Quien sabe acoger la cruz en su vida y se entrega a Dios como Jesús, experimenta cómo el dolor y la muerte, iluminados por la fe, se transforman en fuente de esperanza, de salvación y de Vida.
“Acompañar en la soledad” es el lema de la Jornada Mundial del Enfermo 2020. El departamento de Pastoral de la Salud, dentro de la Comisión Episcopal de Pastoral, ha editado los materiales para esta Campaña que en España tiene dos momentos: el 11 de febrero, festividad de Nuestra Señora de Lourdes, es el Día del enfermo, de carácter mundial. La Iglesia en España celebra el próximo domingo 17 de mayo la Pascua del enfermo.
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