La ceremonia ha estado presidida por Mons. Casimiro López Llorente y se ha celebrado esta mañana en la Iglesia del Convento de las Hermanas del Santísimo Sacramento y de la Inmaculada de Castellón. La Santa Misa ha estado concelebrada por el visitador para la Vida Contemplativa, D. Joaquín Guillamón y por el Secretario, D. Ángel Cumbicos.
La hermana Irma Yolanda ha estado acompañada por las hermanas de la Congregación de Castellón, así como por la Madre General y la superiora de la comunidad.
Tras la liturgia de la Palabra, que precisamente hoy nos recordaba la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel, D. Casimiro ha dado gracias a Dios proclamando «la grandeza del Señor hacia tu persona -ha dicho dirigiéndose a la Hermana – y a través de tu persona, hacia nuestra Iglesia y a vuestra congregación, porque Dios está grande en tu persona para todos nosotros».
D. Casimiro ha repasado la llamada a la vocación de la hermana a la vida consagrada y contemplativa según el carisma de la Congregación de las Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Inmaculada y recordando el Magníficat ha expresado «la alegría del Espíritu en Dios mi salvador porque ha mirado la humildad de su esclava». Una alegría que brota, ha dicho aludiendo al Papa Francisco, «de sentirse y saberse siempre amados y que sin Dios nada somos, tal como expresó la Virgen».
Ella, ha dicho el Obispo, «es la esclava del Señor por excelencia y sabe que sin Dios nada es, todo es fruto de su gracia y de su amor». Por ello ha dado gracias a Dios por la Hermana Irma Yolanda que «es motivo de esperanza para nuestra Iglesia que ve cómo una joven como tú, está dispuesta a acoger la vocación de Dios y consagrarse de por vida para vivir, consagrada a Él y, en Él al servicio de toda la Iglesia, al servicio de la comunidad y de tu congregación».
«Alégrate llena de gracia»
D. Casimiro ha puesto el acento en el pasaje evangélico de La Anunciación para enfatizar en el amor de Dios que se ha hecho presente en la celebración. Así ha explicado que la vocación nace del amor de Dios y que Él es signo y presencia en nuestras vidas.
«Tu vocación y la bendición que hoy vas a recibir son muestra del amor de Dios». Se ha referido a la vocación temprana de la hermana Irma Yolanda que, con apenas 17 años sintió la llamada y ya con 18 ingresó en el Convento en su Guatemala natal hasta su traslado a España donde ha madurado la vocación con la formación y, pasando por el aspirantado, el noviciado y los votos simples «hoy consagras de por vida tu existencia al Señor para desposarte con Él y vivir como verdadera esposa suya todos los días de tu vida».
«Me sedujiste Señor»
Dios nos ha creado por amor y a través de la iniciativa amorosa de Dios, ha dicho el Obispo, «te ha concedido la gracia de responder a su llamada y te concederá la gracia para que vivas siempre tu consagración con una eternidad gozosa, libre y total de ti misma para entregarte al Señor».
Le ha exhortado a tener siempre presente la historia de Dios para con ella y a recordar a todas las personas que Él ha ido poniendo en su camino para dar una respuesta afirmativa y hacerlo con generosidad, con gratuidad y humildad: «vive unida a Cristo, tu Esposo y Señor, a un Cristo que se hace especialmente presente en la Eucaristía, donde está el manantial de nuestra respuesta al amor de Dios».
Con el inicio del mes de mayo se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Santo Padre dirige su intención por la formación de religiosas, religiosos y seminaristas: “Oremos para que las religiosas, los religiosos y los seminaristas crezcan en su camino vocacional a través de una formación humana, pastoral, espiritual y comunitaria, que les lleve a ser testigos creíbles del Evangelio”.
2. […] Como tuve ocasión de destacar: «Buscar superar este divorcio entre teología y pastoral, entre fe y vida, ha sido precisamente uno de los principales aportes del Concilio Vaticano II. Me animo a decir que ha revolucionado en cierta medida el estatuto de la teología, la manera de hacer y del pensar creyente» (…)
3. Ha llegado el momento en el que los estudios eclesiásticos reciban esa renovación sabia y valiente que se requiere para una transformación misionera de una Iglesia «en salida» desde ese rico patrimonio de profundización y orientación, que ha sido confrontado y enriquecido —por así decir— «sobre el terreno» del esfuerzo perseverante de la mediación cultural y social del Evangelio, que ha sido realizada a su vez por el Pueblo de Dios en los distintos continentes y en diálogo con las diversas culturas.
En efecto, la tarea urgente en nuestro tiempo consiste en que todo el Pueblo de Dios se prepare a emprender «con espíritu» una nueva etapa de la evangelización. Esto requiere «un proceso decidido de discernimiento, purificación y reforma». Y, dentro de ese proceso, la renovación adecuada del sistema de los estudios eclesiásticos está llamada a jugar un papel estratégico. De hecho, estos estudios no deben sólo ofrecer lugares e itinerarios para la formación cualificada de los presbíteros, de las personas consagradas y de laicos comprometidos, sino que constituyen una especie de laboratorio cultural providencial, en el que la Iglesia se ejercita en la interpretación de la performance de la realidad que brota del acontecimiento de Jesucristo y que se alimenta de los dones de Sabiduría y de Ciencia, con los que el Espíritu Santo enriquece en diversas formas a todo el Pueblo de Dios: desde el sensus fidei fidelium hasta el magisterio de los Pastores, desde el carisma de los profetas hasta el de los doctores y teólogos.
Y esto tiene un valor indispensable para una Iglesia «en salida», puesto que hoy no vivimos sólo una época de cambios sino un verdadero cambio de época, que está marcado por una «crisis antropológica» y «socio-ambiental» de ámbito global, en la que encontramos cada día más «síntomas de un punto de quiebre, a causa de la gran velocidad de los cambios y de la degradación, que se manifiestan tanto en catástrofes naturales regionales como en crisis sociales o incluso financieras». Se trata, en definitiva, de «cambiar el modelo de desarrollo global» y «redefinir el progreso»: «El problema es que no disponemos todavía de la cultura necesaria para enfrentar esta crisis y hace falta construir liderazgos que marquen caminos».
Esta enorme e impostergable tarea requiere, en el ámbito cultural de la formación académica y de la investigación científica, el compromiso generoso y convergente que lleve hacia un cambio radical de paradigma, más aún —me atrevo a decir— hacia «una valiente revolución cultural». En este empeño, la red mundial de las Universidades y Facultades eclesiásticas está llamada a llevar la aportación decisiva de la levadura, de la sal y de la luz del Evangelio de Jesucristo y de la Tradición viva de la Iglesia, que está siempre abierta a nuevos escenarios y a nuevas propuestas.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por quienes viven su espiritualidad cristiana ayudados por la piedad popular, para que acogiendo la Palabra de Dios con fe y humildad, a ejemplo de María, crezcan en el conocimiento de la fe y la vivan con coherencia.”
La religiosidad popular es expresión de la búsqueda de Dios y de la fe cristiana de un pueblo de acuerdo con su idiosincrasia y su historia. Pablo VI escribió que “refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer” (EN 48). Surge de la apertura a la Trascendencia, a Dios, propia de toda persona humana. En el ser humano y en los pueblos existe un hondo sentido de lo sagrado, que se expresa de diversas maneras, según las vivencias y la cultura propia del pueblo. La llamamos “popular” porque mediante ella el pueblo de Dios expresa su fe según los rasgos de la cultura propia de cada lugar; es una fe que se hecho cultura. En su origen es una expresión pública y compartida de la fe cristiana. Mediante ella el pueblo cristiano llano vive y expresa su relación con Dios, con la Virgen y con los Santos. Su fuente se encuentra en la presencia viva y activa del Espíritu de Dios en el organismo eclesial. Las formas auténticas de piedad popular son fruto del Espíritu Santo y deben ser consideradas como expresiones de la piedad de la Iglesia (Catecismo, 1674).
La religiosidad popular tiene, sin embargo, sus límites. Como todas las realidades cristianas no siempre está exenta de errores o desviaciones. A veces se puede quedar en un sentimiento pasajero o en lo superficial, y quedar vaciada de su verdadero sentido y fin. La piedad popular necesita también ser evangelizada, “para que la fe que expresa, llegue a ser un acto cada vez más maduro y auténtico” (Juan Pablo II).
Bajo el lema «Aquí estoy, Señor, hágase tu voluntad» la Diócesis de Segorbe-Castellón se ha sumado a la celebración de la XXVIII Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que coincide cada año con la fiesta de la Presentación del Señor.
Ha sido esta tarde en una Eucaristía que ha presidido el Obispo de nuestra Diócesis, Mons. Casimiro lópez Llorente, en la Basílica de la Mare de Déu del Lledó, y que ha estado concelebrada por D. Joaquín Guillamón, Delegado Diocesano para la Vida Consagrada y, a la par, Prior de la Basílica; y D. Joaquín Pina, superior de la Comunidad de Mercedarios y Capellán del Centro Penitenciario de Castellón que ha sustituido a Mons. Florencio Roselló. El escenario ha sido escogido por estar celebrando este 2024 el Centenario de la Coronación de la Virgen del Lledó.
Las primeras palabras de la homilía del Obispo han sido para «dar gracias a Dios por las religiosas, religiosos, todos los consagrados y también por los carismas con que el Señor nos ha ido enriqueciendo a lo largo de los siglos y que todavía están presentes en medio de nosotros».
Encuentro, consagración y voluntad
En estas palabras ha puesto el acento el Obispo durante su homilía. Tres palabras – ha dicho – «que resuenan en la palabra de Dios que acabamos de escuchar y también en el lema que este año se ha elegido para este día». Respecto al «encuentro» ha recordado la lectura del Evangelio (Lucas 2,22-40) en el que se relataba como Jesús es presentado en el Templo para cumplir con la ley de Moisés, para que todo primogénito sea ofrecido y consagrado a Dios, «produciéndose el encuentro de Jesús con su pueblo, representados en las figuras de Simeón y Ana, que esperan, que confían, que esperan que se cumpla la promesa que llegue el Mesías».
Un encuentro, ha resaltado D. Casimiro, «que no sólo entonces sino también ahora debe producirse entre nosotros, para dejarnos encontrar con el Señor para que se mantenga viva la llama de la fe y fresca la consagración religiosa, la ordenación o la condición bautismal para aquellos que no sois consagrados».
«El mundo necesita la luz que viene de Cristo Jesús. Y nosotros que la hemos acogido, hemos de llevarla también a los demás, pero siempre basados en ese encuentro personal y comunitario con el Señor», ha exhortado D. Casimiro refiriéndose al Primer Anuncio, como objetivo pastoral de este curso.
Se ha referido también a la consagración de Jesús relatada en el Evangelio para poner de relieve que Jesús «es consagrado al Padre como donación total de su persona, una entrega hasta el final para llevar a cabo la misión que el Padre le ha comentado, que no es otra que devolver a la humanidad a la amistad con Dios».
La entrega total, ha continuado, «para trabajar y anunciar la llegada del Reino de Dios en su persona, hasta el final, muriendo para que, resucitando en él tengamos vida, tengamos esperanza, sentamos la presencia del Señor en medio de nosotros; y lo hizo atento a la voluntad del Padre».
Para concluir, D. Casimiro ha exhortado «a renovar los votos con alegría desde el Señor, sabiendo que nos va a acompañar en la vivencia diaria de esa entrega al Señor, cumpliendo siempre su voluntad en el camino y en el carisma que habéis recibido cada uno». En este sentido, el Obispo, ha recordado la necesidad de fomentar una «cultura vocacional que toque los corazones de jóvenes, jóvenes, chicos y chicas, que escuchen la Palabra de Dios, acojan la llamada y sepan también entregarse de por vida a la vida consagrada».
Esta Jornada recuerda, como señalan los obispos de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada en su mensaje para este día, el don para la Iglesia y para el mundo de las personas consagradas «en su riqueza de modos y carismas, inspirados por el Espíritu Santo a través de la escucha y el discernimiento comunitario». En esta Jornada además, se ha querido hacer patente que la fraternidad, la alegría y la confianza en Jesús resucitado es medicina para la soledad, la tristeza y para cualquier sufrimiento.
La celebración ha sido una invitación, como ha recordado D. Casimiro. «a ponernos en camino, a ofrecer lo que somos y tenemos, para que se cumpla su voluntad».
El Nuncio de S. S. el Papa en España ha pedido «compromiso» a los sacerdotes, «confianza en el Señor» a la Vida Consagrada, y «anunciar la alegría del Evangelio» a los laicos
El Nuncio de S.S. el Papa Francisco en España, Mons. Bernardito C. Auza ha presidido esta mañana, en la Iglesia del Seminario Diocesano Mater Dei, una Eucaristía que marca el inicio de su agenda en la Diócesis de Segorbe-Castellón durante este fin de semana.
La visita responde a la invitación de nuestro Obispo, Mons. Casimiro López, con motivo de la Clausura del Año Jubilar Diocesano que tendrá lugar mañana domingo en la S.I. Catedral Basílica de Segorbe.
La importancia de la visita radica, precisamente, en la necesidad de comunión de nuestra Iglesia Diocesana con la Iglesia Universal. La oportunidad de agradecer personalmente al máximo representante de las diócesis españolas, y del Papa en España, la concesión de este Año de Gracia, es motivo también para mostrarle que la Iglesia de Segorbe-Castellón, está en camino, como nos pide el Papa, y sale, con renovado espíritu, a cumplir con la tarea evangelizadora.
La jornada de hoy, coincidiendo con la octava de Pascua, se ha iniciado con la Eucaristía. Así, a través de la Palabra de Dios, y de la comunión en Cristo, los asistentes se han preparado para el encuentro que el Nuncio ha tenido posteriormente con los sacerdotes, religiosos, diáconos y seminaristas, así como con la Comisión del Año Jubilar Diocesano, y con los laicos a través de sus representantes en los diferentes Consejos Pastorales Parroquiales, incluyendo movimientos, asociaciones y diferentes realidades parroquiales.
La Eucaristía daba comienzo con las palabras de bienvenida y de agradecimiento de Mons. Casimiro López Llorente hacia el Nuncio de S.S. por el encuentro y a través de él con el Papa Francisco a quien representa en España y ante todas las Diócesis españolas con el fin de que «se fortalezcan los lazos de comunión de la Iglesia de Segorbe-Castellón con la Iglesia Universal a través del Santo Padre». El de hoy, ha dicho D. Casimiro, será un día de «acción de gracias al Señor a través de la Eucaristía que es la fuente, el centro y la cima hacia donde camina la Iglesia peregrina de Segorbe-Castellón y cada uno de los que formamos parte de ella».
«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio»
Providencialmente la Palabra que se ha proclamado nos invitaba a todos, a través de San Marcos (16,9-15) a cumplir con la misión evangelizadora, y en esa misma Palabra ha basado su homilía Mons. Bernardito C. Auza en este sábado de la octava de Pascua. A través del Evangelio, el Nuncio Apostólico ha puesto de relieve «la Palabra que hoy dirige el Señor al colegio apostólico que pasan al colegio episcopal y también necesariamente a los colaboradores de los Obispos: los presbíteros».
Y lo ha hecho destacando la importancia del Seminario Diocesano Mater Dei como lugar de la celebración «por ser el espacio donde todo circula en torno a la tarea evangelizadora cuyo núcleo vital es la Eucaristía, de donde nace y se nutre la Iglesia». Así, se ha referido a la Eucaristía como «el principio y el fin de toda la acción de la Iglesia; el lugar donde se ilustra la mente, pero también se educa y se forma el corazón con la amistad y convivencia con Cristo».
El mensaje de Mons. Bernardito C. Auza se ha dirigido a los sacerdotes y seminaristas; a los representantes de los religiosos y religiosas, así como a la Vida Consagrada; y a la representación de los laicos presentes.
«Contad lo que hemos visto y oído«
En su mensaje a los sacerdotes y seminaristas, el Nuncio de S.S. se ha servido de la 1ª lectura (Hch. 4, 13-21) exhortándolos «a contar lo que hemos visto y oído, como advirtió Pedro, ante aquel Tribunal, inspirado por el Espíritu Santo, y en predicar la Divina Palabra sin disminuirla y darla tal como han recibido».
En este sentido ha invitado a los sacerdotes concelebrantes, a hacer del trato, de la intimidad y de familiaridad con la Palabra y con la vida del Señor, nuestra experiencia de vida cotidiana, porque sin la experiencia de Cristo es arriesgado entrar en un estado de vida que lo pide absolutamente todo». Se ha dirigido a ellos como «colaboradores esenciales del Obispo», invitándoles «a crecer en el amor a Cristo a través de la oración, de la práctica sacramental, la dirección espiritual y la convivencia sincera y fraterna, porque así también crece el interés por el conocimiento de la Iglesia Universal y Diocesana, y de todas sus necesidades y realidades».
En el contexto «de estos tiempos recios», ha agradecido el compromiso del Obispo y de los formadores en el acompañamiento y el camino de la formación hacia los seminaristas, animando a éstos a prepararse ante un futuro «que no es fácil». En este sentido ha recordado el mensaje de los Obispos en el Plan Pastoral 2021-2025 cuando se refieren a la sociedad actual como «una sociedad post-moderna líquida y voluble» que ha dejado atrás, aquella sociedad moderna «que buscaba la solidez en los grandes principios ideológicos y las grandes causas» en la que prima «la desconfianza en los vínculos humanos» que se deja llevar por «el individualismo y se caracteriza por relaciones efímeras en las que no se mantienen la lealtad ni el compromiso adquirido». Son tiempos líquidos, ha insistido, «en una sociedad líquida, donde el amor es líquido y el hombre es líquido porque solo quiere ser ciudadano del mundo sin ataduras ni en el amor, ni en la forma de vida». Y a este tipo de sociedad «ha de dirigirse nuestro compromiso en la formación», ha dicho.
Por ello, ha continuado, «los sacerdotes ordenados y quienes se preparan para el Ministerio sacerdotal deben de participar de la riqueza y la belleza del sacerdocio de Cristo, siendo conscientes que el sacerdocio ordenado es una llamada dentro de la llamada universal de un sacerdocio de todos los bautizados».
Se ha referido también a las enseñanzas de San Juan de Ávila como ejemplo de «predicar lo que recibía del Señor a través de la oración, desde el corazón; un hombre que escuchaba con la fe, miraba desde el amor, y predicaba con el corazón». Les ha exhortado a «permanecer generosos en el compromiso a su ministerio, testimoniando la misericordia de Dios en las tareas de cada día».
Mensaje del Papa Francisco
Depositar la confianza en el Señor
A las religiosas, religiosos y representantes de la Vida Consagrada que han participado en la Eucaristía, les ha alentado a depositar la confianza en el Señor. Ha puesto en valor la encomiable labor que realizan en beneficio de la Iglesia y de la sociedad en general en todas aquellas tareas y labores que realizan. Desde las diferentes congregaciones e institutos, ha dicho Mons. Bernardito C. Auza, «respondéis a la voz de la Iglesia que cuenta con vuestra entrega y vuestra fidelidad para asegurar el bien de la misma Iglesia y de las personas que se benefician de vuestra acción según vuestra vocación y carisma».
También ha recordado la próxima celebración de la 52ª Semana de la Vida Consagrada que se va a centrar en el déficit de esperanza en la Iglesia y en la sociedad, con el objetivo de dar respuesta a las muchas inquetudes manifestadas por los consagrados, ante la amenaza de extinción de algunos institutos de Vida Consagrada. En este sentido les ha agradecido «la insustituible labor» que realizan en la Iglesia de Segorbe-Castellón y, encomendado su tarea a la Virgen, les ha animado y alentado a mantener «el coraje para seguir adelante».
Es la hora de los laicos
También ha tenido palabras para los representantes del laicado de nuestra Diócesis: movimientos, asociaciones, apostolados y miembros de los Consejos parroquiales. Les agradecido, en nombre del Santo Padre, «su compromiso en la Diócesis colaborando y actuando con el compromiso de fe asumido en el Bautismo» así como por su participación en la convocatoria del Papa Francisco en el proceso sinodal.
Como miembros de la Iglesia, ha dicho, «los fieles laicos tenéis la vocación y la misión de anunciar el Evangelio en estos tiempos recios en que decae la fe y la práctica religiosa por parte de nuestros contemporáneos». En este sentido, les ha exhortado a «ser comunidades fuertes y comprometidas para emprender la Nueva Evangelización». Llevar el mensaje del Evangelio a la sociedad contemporánea «con nuevos métodos y nuevas formas en la vida comunitaria pero también entre quienes no practican la fe recibida en el Bautismo».
Por último, les ha recordado el mensaje del Papa Francisco durante el Congreso de Laicos celebrado en Madrid en 2020: «es la hora de hombres y mujeres comprometidos en todos los ámbitos, que con su modo de vivir son capaces de llevar la alegría del Evangelio allí donde estén».
Tras la Eucaristía, sacerdotes, religiosos, diáconos y seminaristas, y los laicos a través de sus representantes en los diferentes Consejos Pastorales Parroquiales, incluyendo movimientos, asociaciones y diferentes realidades parroquiales, han mantenido un encuentro con Mons. Bernardito Auza en el que han podido conocer los acentos, las dificultades y los anhelos que están en el corazón del Santo Padre, asumiéndolos como propios y seguir el camino marcado en este Año Jubilar como Iglesia peregrina que camina, en comunión con el Papa y con el Obispo, en la tarea evangelizadora de la Iglesia misionera del Señor.
También se ha proyectado un vídeo resumen del Año Jubilar Diocesano que ha producido la Delegación Diocesana de Medios de Comunicación y que, en palabras de D. Casimiro, refleja «cómo hemos vivido este Año de Gracia del Señor.
Ayer, solemnidad de Pentecostés, nuestro Obispo presidió la Eucaristía con las religiosas de la CONFER en la parroquia de San José Obrero de Castellón. “El Espíritu Santo nos enseña y nos empuja a amar, es el maestro interior que nos enseña el camino de la vida, Jesucristo”, dijo en la homilía.
Se hace presente lo que vivieron los apóstoles de Jesús, explicó D. Casimiro, que estando en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos reciben el Espíritu Santo, desvaneciéndose los miedos, y “su corazón se llenó de alegría”. Ello “es fruto del encuentro con el Señor resucitado por la fuerza del Espíritu”, “Él nos enseñan a seguir a Jesús”.
Él es el que nos hace profesar que Jesús es el Señor, señaló. “Acojamos al Espíritu Santo – exhortó – seamos dóciles a sus enseñanzas”. Jesús nos envía su Espíritu para ser discípulos misioneros, para compartir la Buena Noticia de su amor, para salir y darle a conocer a los demás. Además, este Año Jubilar es un tiempo de especial efusión del Espíritu Santo para nuestra conversión, “estamos llamados a dejarnos purificar”, “para que sane nuestros corazones, nuestras comunidades, nuestra Iglesia”.
Ayer por la tarde la Basílica del Lledó acogió a unos 60 religiosos de diferentes congregaciones de vida activa de la diócesis en un Jubileo de la Misericordia. La celebración estuvo presidida por Mons. Casimiro López.
“La misericordia debe ser la columna vertebral de la Iglesia”, dijo el Obispo, “ y “vosotros debéis ser portadores de esta misericordia perdonando de corazón, enseñando al que no sabe, orando por los vivos y por los difuntos…” Leer más
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