El pasado domingo, 1 de diciembre, coincidiendo con el Primer Domingo de Adviento, la parroquia Virgen del Carmen de Onda celebró el rito de entrada en el catecumenado de seis personas que se están preparando para recibir los sacramentos de la Iniciación Cristiana.
Siguiendo el itinerario del catecismo Buscad al Señor, Brian, Andrea, Germán, Paula, Cristian y Jessica han comenzado oficialmente este camino de fe, marcado por la búsqueda de un encuentro personal con Jesucristo.
La comunidad parroquial hace un llamamiento a toda la Diócesis para que acompañe con sus oraciones a estos catecúmenos en este tiempo de preparación, para que puedan profundizar en su relación con el Señor y avanzar con firmeza hacia los sacramentos que los integrarán plenamente en la vida cristiana.
Hoy, día 16 de julio, celebramos el Día de las Gentes del Mar, coincidiendo con la festividad de su patrona, la Virgen del Carmen. Este año, bajo el lema «Cuidad de los mares; cuidad de sus gentes», la celebración ha puesto un énfasis especial en la importancia de la protección medioambiental y el bienestar de quienes trabajan en el mar.
En muchos municipios de la Diócesis de Segorbe-Castellón – Grao de Castellón, Grao de Burriana, Oropesa, Vila-real, Torreblanca, Benicàssim, Xilxes, Almenara… -, la Reina de los Mares es celebrada de diversas maneras. Las festividades incluyen procesiones, tanto terrestres como marítimas, eucaristías, triduos, rosarios, ofrendas florales, y bendición e imposición de escapularios. Estas celebraciones no solo refuerzan nuestra devoción a la Virgen, como actos de fe y de tradición, pues son una llamada a imitarla como Madre que nos enseña el camino del amor y nos lleva a Cristo.
El lema de este año responde a la necesidad de enfrentar los graves problemas medioambientales y de considerar las necesidades y derechos de la gente de mar. La contaminación de los mares es un problema acuciante, con la ONU señalando que anualmente se vierten ocho millones de toneladas de plástico en los océanos, matando la vida marina y amenazando la cadena alimentaria humana. Por ello, es de suma urgencia que todos seamos conscientes de la importancia de cuidar los mares, esenciales para nuestra economía y subsistencia en general.
Asimismo, propone que nos demos cuenta de la importancia de cuidar a la gente del mar, quienes con su trabajo posibilitan la pesca y el transporte de la mayoría de mercancías que consumimos globalmente. La atención a la gente de mar es una demanda constante y esencial, no solo para garantizar su bienestar, sino también para asegurar la continuidad de estas actividades vitales.
La llamada es a todos los sacerdotes, diáconos, religiosos y voluntarios para que continúen su esfuerzo en atender humana y espiritualmente a los marineros. También se exhorta a las autoridades civiles a emplear todos los medios disponibles en la preservación de los mares y el bienestar de la gente de mar.
El mensaje del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral también resuena con fuerza en esta celebración. Recordando las palabras de San Pablo sobre la Iglesia como un cuerpo compuesto por muchos miembros, destaca que los marinos, aunque a menudo invisibles, son esenciales para nuestra sociedad. “Los marinos son esos miembros menos visibles de toda la humanidad. Sin embargo, a través de sus esfuerzos invisibles podemos satisfacer muchas de nuestras necesidades”.
“Ojos que no ven, corazón que no siente” es un dicho que puede aplicarse a la invisibilidad de la gente de mar. Frente a la tendencia a permanecer distantes y alejados unos de otros, el Papa Francisco afirma que: “La verdadera sabiduría supone el encuentro con la realidad (…). El problema es que un camino de fraternidad, local y universal, sólo puede ser recorrido por espíritus libres y dispuestos a encuentros reales” (Fratelli tutti, 47, 50).
Y hace un llamamiento a la comunidad internacional para proteger los derechos y la dignidad de los marinos, promoviendo una mayor unidad y solidaridad entre todos los pueblos y religiones. La pastoral del mar, señala, tiene el potencial de integrar la periferia con el centro, mejorando las condiciones materiales y espirituales de los trabajadores marítimos.
La celebración del Día de las Gentes del Mar es una invitación a reflexionar sobre la importancia de los mares y de quienes dependen de ellos. En esta festividad de la Madre del Carmelo, la Iglesia reafirma su compromiso con la protección de los océanos y el bienestar de los marineros, invitando a todos a unirse en esta causa crucial para nuestro futuro común. Que Nuestra Señora guíe y proteja a todos aquellos cuya vida y trabajo están marcados por el mar, iluminando su camino hacia Cristo.
Siete años de apoyo vital a los marineros
Stella Maris, el Apostolado del Mar de la Iglesia, juega un papel fundamental en la asistencia a los marineros. Con presencia en todos los puertos y costas, su misión es ofrecer “un hogar lejos del hogar” a los marinos, atendiendo sus necesidades sociales, culturales, laborales y espirituales.
Según ha explicado D. Albert Arrufat, Director del Secretariado diocesano para el Apostolado del Mar, la delegación de nuestra Diócesis cuenta con 14 voluntarios, quienes en 2023 visitaron más de 60 barcos, beneficiando a un total de 1.053 marinos mercantes. Además, ubicada en la Avenida Ferrandis Salvador en el Grau de Castelló, cumplió el pasado 7 de julio siete años de labor, ofreciendo un hogar acogedor a todos aquellos que llegan a nuestro puerto.
En su carta del pasado domingo, D. Casimiro destaca la profunda devoción hacia la Virgen del Carmen, patrona de la gente del mar, y recuerda su simbolismo como guía y protectora en la travesía de la vida, evocando la historia bíblica del profeta Elías.
El Obispo hace un llamado urgente a cuidar los mares, citando al Papa Francisco sobre la grave contaminación plástica que amenaza la vida marina y humana. También enfatiza la necesidad de apoyar a la gente del mar, siguiendo el ejemplo de Jesús, quien acompañaba a sus discípulos en sus travesías.
También destaca la labor del Secretariado diocesano Stella Maris en Castellón, que ofrece asistencia y apoyo a los marineros y sus familias, y agradece a sus voluntarios la dedicación. Por último, anima a la comunidad a rezar a la Virgen del Carmen, que nos protege y nos guía.
En unos días celebramos la Fiesta de la Virgen del Carmen, patrona de la gente del mar. Su devoción está muy extendida entre nosotros. El origen de esta advocación de la Virgen está en la nubecilla blanca divisada desde el monte Carmelo cuando el profeta Elías suplicaba a Dios que pusiese fin a una larga sequía. Su criado, después de observar varias veces el mar, divisó a lo lejos una nubecilla, pequeña como la palma de la mano de un hombre que subía del mar; en poco tiempo el cielo se cubrió de nubes y cayó una gran lluvia (cf. 1 Re 18, 44). En esa nubecilla cargada de lluvia se reconoció la figura de la Virgen. María es como la nube que da al mundo al Salvador, el amor encarnado de Dios para todos, que da vida, cura, sana y salva.
María, madre de Dios y madre nuestra, es la estrella del mar, que guía el rumbo de nuestra existencia y nos cuida por las difíciles aguas de la vida. Como los marineros de antaño, que leían la posición de las estrellas para marcar su rumbo en el inmenso océano, así la Virgen María es como la estrella que nos guía hacia el puerto seguro: Cristo. María es la estrella que nos lleva al encuentro con Cristo Jesús, que nos reconcilia con Dios, el prójimo y la creación.
Ante los graves problemas medioambientales y las necesidades de la gente del mar, María nos llama a cuidar de los mares y de su gente. La contaminación de los mares es un problema acuciante y la atención a la gente del mar es una demanda constante. En el Ángelus del domingo 11 de julio de 2021, el papa Francisco se dirigió de manera especial “a todos los que dependen del mar para su trabajo y sustento” y dijo: “Rezo por ellos y exhorto a todos a cuidar los océanos y los mares. Cuidad la salud de los mares: ¡nada de plástico en el mar!”.
Según datos de la ONU, cada año acaban en los mares ocho millones de toneladas de plástico, que matan la vida marina y amenazan la cadena alimentaria humana. El papa Francisco nos urge con frecuencia a cuidar los mares. Por ejemplo, en el n. 40 de su encíclica Laudato si’, sobre el cuidado de nuestra casa común, nos dice: Los océanos no solo contienen la mayor parte del agua del planeta, sino también la mayor parte de la vasta variedad de seres vivientes. La vida en los ríos, lagos, mares y océanos, que alimenta a gran parte de la población mundial, se ve afectada por el descontrol en la extracción de los recursos pesqueros, que provoca disminuciones drásticas de algunas especies. Es, pues, de suma urgencia que todos seamos conscientes de que debemos cuidar de los mares, tan importantes para nuestra economía y nuestra subsistencia.
No podemos olvidar tampoco el cuidado de la gente del mar, de todos aquellos que con su trabajo hacen posible tanto la pesca como el transporte de la mayor parte de mercancías en todo el mundo. Jesús acompañaba a sus discípulos en los viajes en barca, les ayudaba en sus afanes y calmaba las tempestades. Como Jesús, también la Iglesia está llamada a acompañar a la gente del mar, a los hombres y mujeres que trabajan en el comercio marítimo o en la pesca, a sus familias, al personal de los puertos y a todos los que emprenden un viaje por mar, preocupándose de sus necesidades humanas, espirituales y materiales. En nuestra Diócesis este servicio lo presta el Secretariado diocesano Stella Maris para el Apostolado del Mar, que cuenta con un local en el distrito marítimo de la capital de La Plana, cedido generosamente por la Autoridad Portuaria.
‘Stella Maris-Castellón’ es como “el hogar, lejos del hogar” que acoge, acompaña y ayuda a los marineros necesitados y a sus familias. Los puertos han sido diseñados para operaciones de carga y descarga, embarque y desembarque, pero con frecuencia se ignoran las necesidades de los tripulantes de los barcos. El marino necesita sentirse persona, comunicarse con su familia, realizar compras, disfrutar de un mínimo tiempo de ocio o tal vez conversar con alguien o recibir asistencia, social, legal o espiritual. Además este apostolado debe ser también la voz de los sin voz, haciendo oír sus necesidades a la sociedad. Agradecemos a su Director y a los voluntarios su compromiso y trabajo encomiables en favor de la gente del mar y de sus familias. Quien acoge y vive el Evangelio de Jesús cuida, proclama y defiende con valentía la dignidad humana que con frecuencia es descuidada y conculcada en el mundo del mar.
Miremos y recemos a la Virgen del Carmen: ella nos protege y nos guía a todos.
El Grupo de Juventud Cofrade de la parroquia de Ntra. Sra. de la Misericordia Geldo organizó el fin de semana una Eucaristía para conmemorar la Virgen del Carmen. Estuvo presidida por el párroco, D. José Miguel Navarro, y concelebrada por D. Federico Caudé. Se interpretaron piezas musicales por los músicos de dicha Cofradía, acabando la celebración con la Salve Marinera.
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También lo celebró la antigua Cofradía de la Virgen del Carmen de la parroquia de San Juan Bautista de Algimia de Almonacid. La imagen titular es de una gran belleza artística, y el Coro Parroquial dirigido por Sor Desamparados interpretó canciones marianas.
El canal de televisión nacional ha acercado la labor de la Pastoral Penitenciaria a través de un reportaje de más de 30 minutos, en los que se muestra cómo, algunas mujeres y hombres privados de libertad, encuentran esperanza a través de la labor de la Iglesia.
El equipo de «Solidarios por un bien común» visita el Centro Penitenciario de Castellón junto a Florencio Roselló, Director de la Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal Española y, a la par, Capellán del Centro.
«Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme.»
El texto bíblico de Mateo 25, 35-40, se hace actual a través del testimonio, en primera persona, de quienes abrazan el rostro de Cristo a través de las diferentes actividades formativas que ponen en marcha los voluntarios en el interior de la prisión. Pero también a través de toda la labor administrativa dirigida a ellos y a sus familiares.
Gracias a la Pastoral Penitenciaria de nuestra Diócesis, muchas mujeres y hombres privados de libertad, ven la luz allí donde antes todo era oscuridad, y se les ayuda acrecer espiritualmente en la fe y se abre, para ellos, la puerta a la esperanza de la reinserción social y laboral gracias al encuentro con Cristo.
El sábado pasado, la parroquia de San Miguel Arcángel de Soneja celebró con gran alegría la solemne Eucaristía de acción de gracias a la Virgen del Carmen por parte de su Cofradía, que incorporó a nueve miembros, a los que se impuso su escapulario, siendo ya 132 los vecinos que forman parte de ella.
Según ha informado el párroco, D. César Igual, posteriormente se celebró en la plaza de la Iglesia el Concurso Internacional de Melones de la Virgen del Carmen, en su primera edición, entregando los premios de las diez secciones con gran júbilo y emoción.
Tras ello todos participaron de una cena en la plaza, con sardinas a la brasa y los melones ganadores del concurso de la Virgen del Carmen. Desde la Cofradía agradecen a todos, asistentes y colaboradores, su participación.
En unos días celebraremos la Fiesta de la Virgen del Carmen. La devoción a María bajo esta advocación está muy extendida en nuestra Iglesia diocesana, sobre todo en las parroquias del litoral. La gente del mar la honra como su Patrona.
El origen de la devoción a la Virgen del Carmen está en el monte Carmelo, el monte sagrado que el profeta Elías convirtió en signo de la fidelidad de Dios y a Dios, y en el lugar de encuentro entre Dios y su pueblo de Israel (1R 18,39). Como el profeta Elías, así también los ermitaños cristianos se refugiaron durante las cruzadas en las grutas de aquel monte y formaron la familia religiosa del Carmelo. Recordando a María, la Orden del Carmelo se puso desde sus orígenes bajo su patrocinio e hizo del Monte Carmelo el signo del camino hacia Dios.
La tradición relaciona a María con la nube blanca divisada desde la cumbre del Carmelo cuando el profeta Elías suplicaba a Dios que pusiese fin a una larga sequía. Mientras Elías oraba a Dios por la lluvia, mandaba a su criado una y otra vez que subiera a la cumbre del monte para ver si aparecía alguna nube. La séptima vez le dice el criado: “Se divisa una nubecilla, pequeña como la palma de la mano de un hombre, la cual sube del mar… Y en brevísimo tiempo el cielo se cubrió de nubes con viento, y cayó una gran lluvia” (1 Re 18, 44). En esa nubecilla, cargada de lluvia, se reconoció la figura de la Virgen. Porque María por ser la Madre de Dios, es como la nube que nos da al Salvador, la fuente de vida y la luz que nos guía en el mar de la existencia.
María se convierte así en la estrella que guía el rumbo de nuestra existencia por las difíciles aguas del mar de la vida. Como los marineros de antaño, que leían la posición de las estrellas para navegar con rumbo en el mar, así la Virgen María es la Stella maris que nos guía en la vida hacia el puerto seguro que es Cristo. María es la Madre de Dios; ella nos da y nos quiere llevar a su Hijo, el Hijo de Dios vivo. María es la nube que nos da al Salvador. Él es el Camino, la Verdad y la Vida: el Camino que nos guía en el mar, tantas veces tempestuoso, de nuestra existencia; la Verdad que nos libera de la pandemia de la mentira sobre la naturaleza humana, sobre nuestro origen y nuestro destino; y es la Vida, que nos muestra a Dios que da la vida, nos ama a cada uno y nunca nos abandona. Él nos llama a acoger y cuidar la vida de toda persona, como don de Dios, y nos llama a participar de su Vida, eterna y gloriosa.
La Virgen del Carmen es camino privilegiado para nuestro encuentro con Cristo Jesús y también con el prójimo. Ella no deja de decirnos: “Haced lo que Él os diga” (Jn 2,5). El cristiano está llamado por Jesús para contemplar en Él el amor de Dios, para acogerlo y dejarse transformar por este amor, y para llevar a todos, la alegría del Evangelio.
En el día de su Patrona tenemos muy presentes a los hombres y mujeres del mar, a cuantos trabajan en el comercio marítimo o en la pesca y a sus familias, al personal de los puertos y a todos los que emprenden un viaje por mar. A todos los encomendamos a la Virgen del Carmen. ¡Que de sus manos descubran en sus duros trabajos la alegría,
que suscita el saberse personalmente amados por Dios! ¡Que sientan la protección de la Virgen en todo momento! Nadie como María ha conocido la profundidad del amor de Dios; toda su vida estuvo llena de la presencia de Dios y en su compañía podremos entrar seguros en este misterio de amor divino.
Jesús acompañaba a sus discípulos en los viajes en barca, les ayudaba en sus afanes y calmaba las tempestades. Como Jesús, también nuestra Iglesia diocesana acompaña a la gente del mar preocupándose de sus necesidades humanas, sociales y espirituales. Este servicio lo presta nuestro Secretariado diocesano Stella Maris para el Apostolado del Mar, que cuenta con un local con el nombre “Stella Maris-Castellón”, en el distrito marítimo de la capital de La Plana. Agradecemos a su Director y a los voluntarios su compromiso y trabajo encomiables en favor de la gente del mar y sus familias. Quien acoge y vive el Evangelio de Jesús cuida, proclama y defiende con valentía la dignidad humana que a veces es descuidada y conculcada en el mundo del mar. Nuestro Apostolado del Mar acoge y acompaña, lleva luz y esperanza a la gente del mar y ayuda a los marineros necesitados y a todas sus familias.
Miremos a la Virgen del Carmen porque ella nos protege y nos guía.
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