Dos castellonenses profesan votos perpetuos en la Consolación
Las castellonenses Paula Bort e Inmaculada Agost pronunciaron el sábado pasado en la casa madre de Tortosa sus votos perpetuos en la congregación de Nuestra Señora de la Consolación. Las promesas de pobreza, castidad y obediencia fueron recibidas por la superiora general, la vilarealense Emilia Sebastiá. La celebración estuvo presidida por el Obispo de Tortosa, mons. Enrique Benavent.
Las hermanas Paula Bort e Inmaculada Agost han crecido en su vida cristiana al amparo de la parroquia de la Sagrada Familia. Tras su ingreso en la Consolación, han estado en diversos destinos y actualmente ejercen su servicio en un colegio de Quintanar (Toledo) por Paula, mientras que Inmaculada dejará Córdoba para integrar la comunidad de Huelva. Con ellas, también profesaron las hermanas Ana Madueño, que trabaja en el Hospital Provincial desde 2015, e Irene Moreno que hizo su postulantado en Vila-real y actualmente es maestra en Madrid.
Las nuevas profesas explicaban que “después de la experiencia de vida como hermanas de la Consolación, y tras un tiempo de discernimiento, nos sentimos libres y decididas a consagrarnos por todo el tiempo de nuestra vida, al Señor. Nos experimentamos felices como hermanas de la Consolación; reconocemos que esta felicidad nace del encuentro íntimo con la persona de Jesús, y sólo desde Él, desde el encuentro cotidiano con el rostro de Jesús del Evangelio, tiene sentido nuestra consagración a Dios en la persona de los hermanos”.
Testimonio vocacional
La hna. Ana Madueño, dos días después de la profesión, explicaba así su recorrido vocacional: «Así como se empiezan a hacer los puzles buscando las piezas de las esquinas, de los bordes, las que se asemejan en colores, en detalles…, así comencé a pensar que Dios podía estar llamándome a la vida consagrada: pertenecer a un movimiento eclesial, la atracción por el Evangelio, la vivencia profunda de la Eucaristía, sentirme en familia con las hermanas de la Consolación, ser interpelada por su estilo de vida, por cómo cuidaban a las personas…. No se trataba de grandes señales, sino de estar atenta para encajar las piezas de lo cotidiano. Desde entonces hasta hoy, una semana después de mi profesión perpetua, puedo decir con alegría que muchas de piezas en mi vida encajan porque Dios va haciendo que lo que vivo y sueño tenga sentido desde esta opción de amor por Él y los hermanos. «.
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