Con este lema tendrá lugar, mañana sábado, el Encuentro Misionero de Jóvenes, que organizan online las Obras Misionales Pontificias. Se realiza con el mismo lema que el previsto para el año pasado, que no pudo celebrarse a causa del confinamiento.
En la exhortación apostólica “Christus vivit” del Papa Francisco, tras el sínodo dedicado a los jóvenes, les decía: “Queridos jóvenes, la Iglesia necesita su entusiasmo, sus intuiciones, su fe. ¡Nos hacen falta!”. Este encuentro misionero quiere hacerse eco de este grito que el Papa Francisco lanza a los jóvenes alentando a su participación más entusiasta en la vida y misión de la Iglesia.
El encuentro quiere ser una invitación a profundizar en el compromiso misionero de los jóvenes. Se reflexionará acerca del hecho de que son muchos los jóvenes que participan en experiencias misioneras, de mayor o menor duración temporal, con mayor o menor compromiso personal, unas estrictamente misioneras otras de voluntariado de inspiración cristiana, etc.
Esto da pie para profundizar en esas intuiciones de fe, de las que hablaba el Papa, que hacen posible su compromiso misionero, cómo profundizar en él, cómo hacerlo vital.
De hecho, el punto de partida es que los jóvenes ya tienen un compromiso misionero que viene de su bautismo y que ellos concretan de muchas maneras. Esta experiencia es fundamental en la vida del joven y está llamada a crecer, a no estancarse. No puede ser una experiencia pasajera, que deja huella pero no marca para siempre. La experiencia misionera y solidaria tiene que crecer, seguir progresando para que sea estable y marque la vida como un rasgo de su vida cristiana y social.
En el programa está prevista, por la mañana, una dinámica de título “Entregarse compensa”, para percibir cómo la entrega es lo que llena una vida; para ello se considerará el testimonio de personas que han hecho de la entrega el centro de su vida.
La tarde lleva por título “Cristo, nuestro compromiso”. Contará con una conferencia titulada “La Iglesia me envía” que dará Mons. Joseba Segura, Obispo auxiliar de Bilbao, seguida de un coloquio y una mesa redonda de testimonios sobre la entrega misionera de jóvenes y mayores.
Pueden participar jóvenes menores de 35 años interesados por la actividad misionera de la Iglesia y grupos de jóvenes que participan en experiencias misioneras temporales. Para inscribirse hay que dirigirse a las Delegaciones Diocesanas de Misiones y remitirles el boletín de inscripción, para que ellas puedan organizar la participación online individual y de los grupos.
Hoy se ha clausurado la 17ª edición del Encuentro de Empleados y Voluntarios de Obras Misionales Pontificias (OMP), que en esta ocasión se ha celebrado online, centrándose en la reflexión sobre una de las cuatro Obras, la Pontificia Unión Misional. La secretaria de la Delegación Diocesana de Misiones, Lidón Rodrigo, ha participado en este encuentro anual, organizado por OMP y la Comisión de Misiones de la Conferencia Episcopal Española, en el que se ofrece un espacio de encuentro y formación para todos aquellos que trabajan en las delegaciones diocesanas y en la dirección nacional de OMP. Han podido participar un total de 127 inscritos en estas jornadas que comenzaron ayer, 25 de febrero.
Este año las Jornadas se han centrado en la Pontificia Unión Misionera (PUM), que es la Obra Pontificia más desconocida al no tener jornada propia, pero es la que ofrece formación misionera al pueblo de Dios y actúa de impulso de las otras tres Obras (Propagación de la Fe –Domund-, Infancia Misionera y San Pedro Apóstol –Vocaciones Nativas-). De hecho, el Papa Juan Pablo II le nombró como el “alma” de las OMP.
El encuentro comenzó con una oración y las palabras de bienvenida de monseñor Francisco Pérez, presidente de la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias, que agradeció la presencia virtual de todos los asistentes, a quienes les ofreció un cariñoso saludo de parte del Papa Francisco. Por su parte, José María Calderón, director nacional de OMP, agradeció el trabajo de todos en este año tan complicado, porque gracias al trabajo de todas las diócesis se ha podido sacar adelante las campañas e iniciativas misioneras de todo el año, desde que en marzo comenzó la pandemia.
Primera jornada
La conferencia inaugural corrió a cargo de Fernando García Rodríguez, sx, Superior General de los Misioneros Javerianos, con el título “Francisco y el espíritu de la PUM”. Hizo un repaso histórico de esta Obra, fundada por el beato Pablo Manna en 1916, y que nació para impulsar el espíritu misionero de los sacerdotes, porque “estaba convencido que sólo un clero misionero podía animar misionalmente todo el pueblo de Dios”.
Según mostró el javeriano, en la carta apostólica Graves et increscentes, el Papa Pablo VI establece los objetivos de esta Obra: formar e instruir a los sacerdotes en la tarea misionera de la Iglesia, sostener las vocaciones misioneras, promover la recogida de ayuda económica para los misioneros y la educación misionera del pueblo de Dios.
También puso el foco en el mensaje que el Papa Francisco dirigió a la Asamblea General de OMP el pasado mes de mayo, recordando que el protagonista de la misión es el Espíritu Santo, y que la misión nace de un corazón enamorado que se ha encontrado con Cristo. Según explicó Fernando García, el Papa también pidió volver a los orígenes y encontrar formas nuevas y creativas para desarrollar el carisma -fundado en el binomio oración-cooperación-, e insertarse más en las parroquias e iglesias locales.
Según subrayó el javeriano, uno de los puntos esenciales defendidos por el Papa es que la misión no se reduzca a la ayuda a los pobres exclusivamente. “Que nadie ni nada nos quite la alegría e urgencia de anunciar y testimoniar el amor de Dios manifestado en Jesucristo, a través de la acción del Espíritu Santo”, concluyó. Tras sus palabras tuvo lugar un debate, en el que se puso de manifiesto la importancia de la oración en un doble sentido: por un lado, como relación personal con Cristo, sin el que la misión no tiene sentido, y por otro lado como acompañamiento de los misioneros y de las comunidades jóvenes.
Segunda jornada
En la segunda jornada del Encuentro ha intervenido D. Pedro Andrés Miguel, Superior Provincial de los Misioneros Combonianos, que ha hablado del Servicio Conjunto de Animación Misionera (SCAM), el organismo misionero de la Iglesia española que agrupa a distintos institutos religiosos y laicos que trabajan unidos para impulsar el espíritu misionero, marcándose como objetivos ser signo de comunión, tender puentes entre las culturas y pueblos, promover la fraternidad universal desde el espíritu del Evangelio y difundir de todas las maneras posibles el espíritu misionero.
La conferencia de cierre ha sido sobre la “Realidad de la Comisión Episcopal para las Misiones y Cooperación entre las Iglesias”, que tiene entre sus tareas ayudar a las diócesis y a sus respectivos delegados diocesanos de misiones a la formación misionera de sus fieles y a la atención de sus misioneros.
También han dado a conocer la labor de la ONG `Misión América´, vinculada a la Comisión Episcopal, y promovida por iniciativa de los misioneros diocesanos españoles de la OCSHA (Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana) para la ayuda y el desarrollo integral de las personas más desfavorecidas de los países de América Latina y África.
Y, por último, se ha informado sobre el Fondo para la Nueva Evangelización, una contribución de la Iglesia española para ayudar a las comunidades cristianas que sufren necesidad en otras partes del mundo. Procede de la asignación de la Conferencia Episcopal Española del Fondo Común Interdiocesano (aproximadamente un 0,5% de la campaña Xtantos). También contribuyen la práctica totalidad de las diócesis españolas, los monasterios e institutos de vida consagrada, otras instituciones eclesiales (como Caritas o la OCSHA) y los fieles cristianos. Entre todos, cada año, se logra distribuir algo más de dos millones de euros.
Queridos niños y niñas de Infancia misionera, queridos diocesanos:
Este Domingo, 17 de enero, celebramos la Jornada Mundial de la Infancia Misionera. A causa de las restricciones por el Covid-19 no hemos podido tener el encuentro con los niños y niñas de Infancia misionera de nuestra Diocesis, que con tanto esmero preparábamos y celebrábamos otros años. Esta circunstancia no nos debe llevar a que la Jornada caiga en el olvido. Entre todos hemos de mantener vivo en familias, parroquias y colegios que nuestros niños/as de Infancia misionera son también protagonistas de la misión de la Iglesia: ellos rezan y se sacrifican por otros niños y por los misioneros, y piden y aportan de sus ahorros para ellos. Porque saben que la mejor ayuda que pueden ofrecer a otros niños y niñas entre nosotros y en tierras de misión es llevarlos a Jesucristo, que los ama de verdad y sana su corazón herido.
Este año, la Jornada nos acerca hasta Nazaret para conocer a Jesús en familia. De ahí el lema Con Jesús Niño a la misión. ¡Somos familia! Desde 2019 estamos ayudando a los niños a descubrir a Jesús Niño. En años anteriores hemos viajado a Belén y a Egipto con Jesús; este año nos fijamos en su vida oculta en Nazaret. La familia sagrada -Jesús, María y José- vuelve a casa, donde Jesús va creciendo en sabiduría, estatura y gracia ante Dios y ante los hombres (cf. Lc 2,52). Esta es la misión de toda familia: crear las condiciones favorables para el crecimiento armónico y pleno de los hijos, con el fin de que puedan vivir una vida buena, digna de Dios y constructiva para el mundo.
En el hogar de Nazaret descubrimos el sentido misionero de la vida en familia y la infancia oculta de Jesús. Jesus, el Hijo de Dios, haciéndose hombre, compartió nuestra naturaleza humana. Nació, creció y se educó en el seno de una familia. Tiene una madre y un padre en la tierra, que le enseñan a ser persona y a aprender un oficio, que lo cuidan y sustentan; era la misión que Maria y José habían recibido de Dios. Así Jesús se va preparando, a su vez, para la misión que el Padre Dios le había encomendado. Desde entonces, la vida de familia se ha convertido en escuela de virtudes y actitudes misioneras para quienes amamos a Dios.
La familia cristiana es una iglesia doméstica, una escuela de fe y de formación de discípulos misioneros de Jesús. La vida de familia es el espacio donde descubrimos el amor gratuito, imagen del amor de Dios; donde aprendemos a rezar a Dios y a invocar a Jesús y a María; donde conocemos a Jesús y aprendemos a ser sus discípulos misioneros. En la familia aprendemos a amarnos y perdonarnos, a compartir nuestro tiempo y los bienes, a ayudarnos y cuidar los unos de los otros y a no tener vergüenza de manifestar lo que amamos y creemos; por eso aprendemos también a llevar el amor de Dios a quienes todavía no lo conocen. En la familia se nos enseña a ver a la Iglesia como la gran familia de los hijos de Dios por el bautismo, y a descubrir nuestra parroquia y nuestra Iglesia diocesana como una familia de familias, como el lugar donde aprendemos a amar al mundo entero y a todos los cristianos, estén donde estén.
Ser conscientes de que formamos parte de una familia de sangre y, a través de ella, sabernos miembros de la gran familia de los hijos de Dios es sentirnos queridos por quienes viven nuestra fe. Para ellos todos somos valiosos, y, cuando rezan, lo hacen también por nosotros. Y sentirnos queridos, lleva a participar en la vida parroquial y en la vida diocesana, como un miembro más, no como un invitado o alguien ajeno. Somos parte de una gran familia: y descubrimos que, si los niños faltan, las cosas no son iguales, porque también ellos son importantes.
Ayudemos a los niños a sentirse familia en casa, en la Iglesia, en Infancia misionera; será una forma de hacerles conscientes de su responsabilidad: ellos pueden y deben sentirse responsables de la vida y de la misión de su parroquia, de la diócesis y de la Iglesia universal en tierras de misión. Cada uno en su lugar, rezando y ofreciendo sus pequeños sacrificios, llevando a otros al encuentro con Jesús, colaborando en las Jornadas misioneras, los niños se convierten en misioneros en primera fila. Así aprenden a sentir como suya la labor de la Iglesia, a colaborar en ella, a saberse necesarios en el trabajo evangelizador de los misioneros.
Queridos niños y niñas de Infancia Misionera: ¡No perdáis vuestro espíritu misionero! Los adultos os apoyamos con nuestra oración, con nuestro aliento y con nuestra generosa aportación económica.
El próximo domingo 17 de enero, la Iglesia celebra la Jornada de la Infancia Misionera, una oportunidad para renovar la misión evangelizadora y fraterna de los cristianos con las misiones en zonas de necesidad, y para fomentar en los más pequeños la semilla de la solidaridad y el amor hacia los más pobres desde el seguimiento a Jesús de Nazaret.
Esta Jornada tiene el objetivo de promover la ayuda recíproca entre los niños de todo el mundo. Ellos son quienes realmente ejercen como pequeños misioneros convirtiéndose en auténticos protagonistas de la evangelización. «Con Jesús Niño, a la misión» es un proyecto que trabaja la dimensión misionera de los niños a través de un itinerario de cuatro años (2019-2022).
Este año lo celebraremos bajo el lema «Con Jesús a Nazaret, ¡somos familia!», en un recorrido que pretende enseñar a los más pequeños cómo era la vida familiar y social de Jesús. Era Dios, era el niño que salvaría al mundo, pero era justamente eso, un Niño que pertenecía a una comunidad que compartía su fe con sus hermanos y que, desde el hogar y la familia, también fue misionero.
Infancia Misionera es una de las Obras Misionales Pontificias y forma una red mundial de niños que está presente en más de 150 países. Nació hace 178 años como una ONG «de los niños y para los niños». A través de esta obra los más pequeños se forman y ayudan a los niños necesitados en las misiones alrededor del mundo bajo el lema: «los niños ayudan a los niños».
Esta Obra, instituida por el Papa Pio XII, sostiene miles de iniciativas de solidaridad, educando a los niños para que crezcan con un espíritu de apertura al mundo y de atención a las dificultades de sus coetáneos menos favorecidos.
La Asamblea General de las Obras Misionales Pontificias, celebrada el pasado mes de julio de forma virtual, aprobó la distribución de las ayudas económicas de España para atender proyectos pastorales y sociales a favor de los niños en territorios de misión.
Estos fondos proceden de las aportaciones de los fieles del ejercicio anterior. Con estos donativos se ayuda a cubrir necesidades espirituales y materiales de la infancia en las misiones, creando y sosteniendo dispensarios, centros de distribución de alimentos y artículos de primera necesidad, hospitales, instituciones de acogida para niños abandonados y huérfanos, así como escuelas infantiles.
España ha repartido más de dos millones de euros, de los que 1,3 millones se han destinado a las misiones de África, más de 600.000€ a las de Asia, casi 43.000€ a Oceanía y casi 16.000€ en Haití.
Con Jesús a Nazaret ¡somos familia!
Los nuevos recursos para el recorrido de este tercer año del cuatrienio «Con Jesús Niño a la misión», del Secretariado de la Infancia Misionera, ayudarán a los niños a crecer en su relación con Dios, con los hermanos, con el mundo y la sociedad.
Enero: fiesta de la infancia misionera. A través de la familia los niños van creciendo a nivel espiritual aprendiendo a conocerse por lo que saben y por lo que son. Siguiendo el ejemplo de la familia de Nazaret podrán comprobar qué tiene en común con otras familias del mundo.
Febrero-Marzo: nuestra familia espiritual. En este tiempo de preparación para la Cuaresma y la Pascua tan importantes para crecer en la fe, los niños descubrirán otra familia: la familia espiritual de su parroquia.
Abril-Mayo: Jesús el Maestro. Jesús niño también aprendía y tenía maestros que le ayudaban a crecer en sabiduría llegando a ser un verdadero Maestro. Se fortalecerá así la motivación de los niños para enseñar a los demás.
Junio-Julio: una familia especial. Como la de Nazaret, cada familia tiene algo especial. El objetivo de esta fase es conocer a otras familias y, si la situación lo permite, se organizará alguna actividad al aire libre.
Mensaje del Papa Francisco
El Papa Francisco, en la Exhortación Apostólica «Evangelii Gaudium», ofrece una visión motivadora e interpelante acerca del espíritu misionero y evangelizador de la Iglesia, a partir de una transformación misionera en la que ofrece claves para el anuncio evangélico en el mundo actual.
Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación.
La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral solo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras; que la pastoral ordinaria, en todas sus instancias, sea más expansiva y abierta; que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad.
Como decía Juan Pablo II a los obispos de Oceanía, «toda renovación en el seno de la Iglesia debe tender a la misión como objetivo para no caer presa de una especie de introversión eclesial» (Ecclesia in Oceania, 19) (EG 27).
P. Calderón en la presentación de Infancia Misionera: “La Iglesia ejerce el papel de madre de muchos niños en el mundo”
En una rueda de prensa virtual, esta mañana se ha presentado la Jornada de manos de José María Calderón, Director Nacional de OMP España, y en la que también ha participado Mons. Vincent Sowa Boi-Nai, Obispo de Yendi (Ghana), así como Sister Therese Stan, religiosa que acoge a niños acusados de brujería en el Hogar Nazaret de Yendi.
“Queremos concienciar a los españoles, especialmente a los niños, de que vivimos en una gran familia, y no podemos ser indiferentes a las necesidades de los demás por estar lejos”, ha afirmado José María Calderón. “La Iglesia ejerce un papel de madre, padre y familia de muchos niños en el mundo”, ha explicado quien ha sido testigo directo de ello en sus experiencias misioneras, “decimos a los niños que tienen un valor, que son dignos de ser amados”.
Muestra de ello es la diócesis de Yendi, protagonista de la campaña de comunicación de esta Jornada. En ella, una zona rural y poco desarrollada al sur de Ghana, las tradiciones supersticiosas están a la orden del día. “Cuando un niño nace con un defecto físico, piensan que es un niño con un espíritu maligno, y se tienen que deshacer de los niños, y nosotros decimos que eso no se puede hacer”, ha explicado monseñor Vincent Sowa.
Por ello la diócesis sostiene el Hogar de Nazaret, que dirige la hermana Therese Stan. Pero la acción de la Iglesia no se limita solo a estos niños, también sale en ayuda de los pequeños desnutridos, de los niños de la calle, y de los más necesitados. Han creado escuelas y hospitales para atenderlos. “Hay niños que son muy listos, pero nadie les ayuda”, ha afirmado monseñor Sowa.
Esta diócesis es uno de los 1.115 Territorios de Misión que reciben anualmente el apoyo del Santo Padre a través de Infancia Misionera. “No podemos hacer todo esto sin la ayuda de Obras Misionales Pontificias. La ayuda que hemos recibido durante los últimos años ha sido para apoyar a los orfanatos, y a promocionar el cuidado de los niños, y por ello agradecemos a todos por su ayuda”, ha concluido el obispo.
La hermana Therese Stan acoge a más de 80 niños de la zona en el Hogar de Nazaret de Yendi, fundado en 2009. Estos pequeños tienen discapacidades muy variadas: malformaciones, ceguera, síndrome de Down, sífilis… “Todos estos niños han sido acusados de brujería y se les han echado de sus comunidades y familias, y se les ha amenazado de muerte”, ha explicado la hermana Stan. El hogar rescata a estos niños y se responsabiliza absolutamente de ellos.
Niños como Sarah, una niña de 4 años a la que habían condenado a muerte por no saber hablar, y que fue rescatada por la hermana Stan. Ahora ha aprendido a hablar, y es feliz en el Hogar. O como Lisbeth, una niña con una úlcera en la pierna que con 8 años fue acusada de brujería, y que gracias a la hermana Stan hoy sigue viva y ha podido acceder a cuidados en el hospital. La lista es innumerable.
Esta religiosa ha afirmado que encuentra la fuerza y el sentido de lo que hace en la fe. “Sabemos que estos niños son la imagen viva de Dios, y nosotros, como discípulos de Jesús, hacemos lo que él hace”. De hecho, según ha explicado, los musulmanes de la zona reconocen en su trabajo la obra de Dios, porque sin Él nadie podría hacer lo que ellas hacen.
Este domingo, 18 de octubre, es el DOMUND, una jornada especial para sostener y orar por las misiones y los misioneros. Pero no se trata de un solo día. Todo el mes de octubre es mes misionero, y toda la Iglesia es siempre iglesia en misión, como a menudo nos recuerda el Papa Francisco. Desde esta perspectiva amplia, Salvador Prades, delegado diocesano de Misiones, reflexiona sobre la disponibilidad, la generosidad y la permeabilidad de los que se consagran al anuncio de la Buena Noticia y el desarrollo de los hermanos de las tierras de misión.
– ¿Cómo se presenta la celebración del Domund este año?
– El mes de octubre es el mes misionero por excelencia y desde las Obras Misionales Pontificias (OMP) se nos insiste mucho de que no se reduzca al día del Domund con la colecta y oraciones en la Misa, por muy importante que sea. Sino que a lo largo de estas semanas debemos tener presentes en nuestra oración, celebraciones y encuentros a los misionero. Pidamos por ellos, para que vivan la disponibilidad de la que habla el lema de la campaña de este año: “Aquí estoy, mándame” (Is 6,8). Y pidamos también para que los territorios de misión sean la tierra buena y fecunda que acoja la Palabra de Dios y de una buena cosecha.
Un año más nos disponemos a celebrar el Domund, la Jornada Mundial de las Misiones. Convocada por el Papa, es un día en que, de un modo especial, la Iglesia universal reza por los misioneros y organiza una colecta para colaborar con ellos. Se celebra sin interrupción desde 1926 en todo el mundo, siempre el penúltimo domingo de octubre, el mes de las misiones.
Este año, la coronación del Mes Misionero será el próximo domingo, 18 de octubre, Jornada que lleva por lema «Aquí estoy, envíame» (Is. 6,8). La misión tiene, desde su origen, la dinámica del envío. El Padre envía al Hijo y al Espíritu Santo, y Jesús envía a sus discípulos a anunciar el Evangelio a todas las gentes.
Toda la historia de la Iglesia se ha tejido con envíos de misioneros que, desde sus comunidades de origen, han salido a anunciar a Cristo con obras y palabras, formando nuevas comunidades. A través de ellos, la Iglesia puede presentar la Buena Noticia en todo el mundo y estar con los que más sufren, también durante estos tiempos de pandemia.
“La Iglesia continúa la misión de Jesús en la historia y nos envía por doquier para que, a través de nuestro testimonio de fe y el anuncio del Evangelio, Dios siga manifestando su amor y pueda tocar y transformar corazones, mentes, cuerpos, sociedades y culturas, en todo lugar y tiempo”.
(Mensaje del Papa Francisco para la Jornada)
OMP y los Territorios de Misión:
El DOmingoMUNDial de las misiones está organizado por Obras Misionales Pontificias (OMP), el instrumento oficial de la Iglesia que se encarga del sostenimiento de los Territorios de Misión. Es la red mundial que, en nombre del Papa, sostiene la misión y a las jóvenes iglesias con la oración y la caridad. Son el instrumento que tiene la Iglesia para hacernos conscientes a todos los bautizados de que todos somos misioneros.
Los Territorios de Misión, son aquellas zonas del mundo donde la misión de la Iglesia se encuentra con serias dificultades para seguir adelante por falta de medios personales y económicos:
Hay 1.115 Territorios de Misión.
Representan un tercio de las diócesis del mundo.
Casi la mitad de la población mundial vive en los Territorios de Misión (44,82%).
En las misiones se celebra uno de cada tres bautismos del mundo.
Un sacerdote en un Territorio de Misión atiende a más del doble de habitantes que otro sacerdote de la Iglesia Universal.
La Iglesia tiene una gran capilaridad: llega a las aldeas más remotas.
Más de la mitad de las escuelas de la Iglesia Católica están en las misiones: allí hay 119.200 escuelas.
El 26% del trabajo social de la Iglesia universal se desarrolla en los Territorios de Misión: allí hay 26.898 instituciones sociales (hospitales, orfanatos, residencias de ancianos…).
En los últimos 30 años, la Iglesia ha abierto de media 2 instituciones sociales y 6 instituciones educativas al día en las misiones.
“Dios continúa buscando a quién enviar al mundo y a cada pueblo, para testimoniar su amor, su salvación del pecado y la muerte, su liberación del mal”.
(Mensaje del Papa Francisco para la Jornada)
Misioneros en tiempos de coronavirus
Sabiendo que son muchos más, desde aquí queremos recordar a aquellos misioneros que pertenecen o tienen relación con nuestra diócesis, y de los que nos hemos hecho eco, sobre todo durante el confinamiento, para dar a conocer su situación y para que nos dieran una palabra de luz y de esperanza desde la fe. Han sido:
Luisa Herrera, misionera en Israel; Álex Díaz, sacerdote misionero en India; Magdalena Vicent, misionera en Japón; Lucas Blanch, sacerdote en Colombia; María Castell, misionera en Estonia; Constancia Silvestre, misionera en Burkina Faso; Mons. D. Luis Capilla, en Suiza; la familia Tortosa Rubert, misioneros en Hungría; y la familia Rubio Millán, misioneros en Ucrania.
También nos gustaría recordar a José Miguel Celma, misionero en Indonesia, Chile, Argentina y Uruguay, fallecido el mes pasado a causa del Covid-19.
¿Qué tienen todos ellos en común?, una llamada de Dios, a la que todos respondieron: “Aquí estoy, envíame”.
Que el Covid-19 no frene tu donativo
El Domund se enfrenta este año a una situación difícil por la pandemia, y desde Obras Misionales Pontificias se anima a que la situación sanitaria no obstaculice el donativo de aquellos que quieran participar en la misión de la Iglesia. Se puede colaborar de muchas formas:
Por Bizum: 00500
Por transferencia: Destinatario. Obras Misionales Pontificias – ES32 0049 5117 2821 1009 4950
“La celebración del Domund significa reafirmar cómo la oración, la reflexión y la ayuda material de sus ofrendas son oportunidades para participar activamente en la misión de Jesús en su Iglesia”.
(Mensaje del Papa Francisco para la Jornada)
Lee AQUÍ el mensaje del Papa para la Jornada Mundial de las Misiones 2020
Nos disponemos a celebrar el próximo domingo, 18 de octubre, la Jornada Mundial de las Misiones, el Domund, bajo el lema “Aquí estoy, mándame” (Is 6,8). Este año, marcado por el dolor, el temor y la incertidumbre que en todo el mundo está causando la pandemia de la Covid-19, el camino misionero queda iluminado por la frase del lema, tomada del relato de la vocación del profeta Isaías. Es la respuesta siempre nueva a la pregunta del Señor: “¿A quién enviaré?” (ibíd.). Esta llamada viene del corazón de Dios, de su Amor misericordioso que interpela a nuestra Iglesia y a cada bautizado personalmente. Dios nos invita a ser misioneros de su Amor, mostrado y ofrecido en Jesucristo. Jesús nos llama especialmente en esta situación a salir de nosotros mismos por amor a Dios y al prójimo para compartir, servir e interceder.
“En el sacrificio de la cruz, -escribe el Papa en su Mensaje- donde se cumple la misión de Jesús, Dios revela que su amor es para todos y cada uno de nosotros. Y nos pide nuestra disponibilidad personal para ser enviados, porque Él es Amor en un movimiento perenne de misión, siempre saliendo de sí mismo para dar vida. Por amor a los hombres, Dios Padre envió a su Hijo Jesús (cf. Jn 3,16). Jesús es el Misionero del Padre: su Persona y su obra están en total obediencia a la voluntad del Padre (cf. Jn 4,34; 6,38; 8,12-30; Hb 10,5-10). A su vez, Jesús, crucificado y resucitado por nosotros, nos atrae en su movimiento de amor; con su propio Espíritu, que anima a la Iglesia, nos hace discípulos de Cristo y nos envía en misión al mundo y a todos los pueblos”.
Jesucristo mismo es la encarnación, revelación y realización más perfecta del amor de Dios en la historia humana. Quien se encuentra personalmente con Cristo resucitado, vivo y presente, escucha su pregunta y acoge su propuesta a compartir su misión de llevar el amor de Dios a todos los hombres y mujeres; el misionero sabe que Jesús “camina con él, habla con él, respira con él. Percibe a Jesús vivo con él en medio de la tarea misionera” (Francisco, EG 266).
El misionero sale de sí mismo para ir al encuentro de todos, especialmente de los más pobres, enfermos y necesitados, y mostrarles con palabras y obras a Dios, que es compasivo y misericordioso, cercano y providente. Con su vida entregada al Señor, el misionero sirve a los hombres y les revela la alegría que produce ser y saberse amados por Dios. Por medio de los misioneros, la cercanía y el amor de Dios alcanzan a cada persona allá donde se encuentra. El amor es la identidad de Dios que ofrece y da a todo aquel que lo acoge amor, perdón, reconciliación, luz, vida, esperanza y salvación. El amor es también la identidad de la Iglesia, hogar donde cada persona puede y debe sentirse acogida, amada y alentada a vivir desde el amor de Dios manifestado en Cristo; y es también la identidad del misionero, que acompaña a las personas, compartiendo su día a día en sus alegrías y en sus penas.
La misión nace de un amor apasionado por Jesús y que se convierte en un amor apasionado por todo hombre y mujer. Quien contempla a Jesús crucificado, reconoce todo el amor, que nace del corazón traspasado de Cristo, y que está destinado a la humanidad entera. El misionero descubre que Jesús le quiere tomar como instrumento para llegar cada vez más cerca de su pueblo amado y de todos aquellos que lo buscan con corazón sincero.
El día del Domund es una ocasión privilegiada para que todos los integrantes del Pueblo de Dios tomemos conciencia de la permanente validez y la urgencia del mandato misionero de Jesús: “Id por todo el mundo y anunciad el Evangelio a toda creatura”. Un mandato y un envío que valen para todos los cristianos. La Iglesia, toda comunidad cristiana y todos los cristianos hemos sido convocados para ser enviados, para salir al mundo y ser testigos con obras y palabras de la Buena Noticia del Amor de Dios.
Esta Jornada debe servir también para renovar nuestro recuerdo agradecido por los misioneros, para orar por ellos y ofrecerles nuestra ayuda generosa: los misioneros, siguiendo la llamada del Señor, lo han dejado todo y entregan su vida para que la Buena Nueva del Amor de Dios resuene en todos los continentes. Son muchas y, en algunos casos extremas las carencias y necesidades materiales de los misioneros en el cumplimiento de su tarea evangelizadora y promotora del desarrollo integral de las personas, en especial de los más pobres. Seamos generosos en la colecta de este día. Sigamos rezando al Señor para que suscite en nuestra Iglesia nuevas vocaciones para la misión, entre nosotros y en los países llamados de misión: para que no falten nunca misioneros, testigos del Amor de Dios.
Desde octubre pasado, con la convocatoria por parte del Papa del Mes Misionero Extraordinario, se ha estimulado «la conversión misionera de muchas comunidades». Así lo asegura Francisco en su mensaje para el Domund de este año. El lema del 2020, «Aquí estoy, envíame (Is 6,8)», hace un llamamiento a la dimensión misionera de todo cristiano. En el contexto actual de pandemia, esta interpelación «se renueva y espera nuestra respuesta generosa y convencida», como se afirma en el mensaje pontificio.
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