Desde que a mediados de abril se creó el Fondo Diocesano ante el Covid-19 por iniciativa del Obispo, D. Casimiro López Lorente, la comisión de seguimiento ha podido constatar una evolución en los efectos de la pandemia. Si durante las primeras semanas la principal petición era de alimentos para poder comer, a medida que se va recuperando una cierta normalidad afloran otras necesidades. La dificultad para poder adquirir productos de primera necesidad es la punta de un iceberg que puede llevar a una situación dramática para muchas familias: la crisis sanitaria pone de manifiesto la precariedad relacionada con la vivienda, el pago de suministros y el acceso a ayudas.
Como cada año, el Departamento de Pastoral Penitenciaria ha hecho pública la memoria sobre su trabajo en las cárceles españolas. Un informe que se presenta como un homenaje y recuerdo a los 162capellanes deprisiones y a los2.560 voluntarios y voluntariasde Pastoral Penitenciaria que colaboran “para hacer de la cárcel un lugar más justo y humano, un espacio donde se encarne el Evangelio de Jesús”, señala el sacerdote mercedario Florencio Roselló, capellán de prisión en la diócesis y Director del Departamento de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal Española.
En esta memoria está recogida toda la realidad penitenciaria en España, incluidas las 2 de nuestra diócesis de Segorbe-Castellón, Castellón I y Castellón II (Albocàsser), y refleja toda la solidaridad, el compromiso, la inversión de tiempo y dinero de la Iglesia, que hacen que las personas que están en prisión sean más personas y crean en un futuro con mucha esperanza. Tal y como se indica en su introducción, «detrás de cada dato hay una hombre preso, una mujer presa, que ha participado en una actividad, que ha rezado, que ha salido de permiso, que ha recibido un paquete de ropa, que ha recibido un dinero en peculio». «Como proyecto de Dios, la Pastoral Penitenciaria cree – que estos hombres y mujeres – tienen futuro, que merecen una oportunidad».
Entre los programas que se desarrollan dentro de las prisiones de la diócesis se encuentran los del área religiosa, como las catequesis, la celebración de la Eucaristía, un taller de Biblia, así como de valores o de parábolas. Otros programas desarrollados son los del área social, como un taller de resolución de conflictos, de asesoría laboral, de costura, o un programa de seguimiento y preparación para la salida a los Pisos de Acogida. En relación al área jurídica se realizan recursos de permiso y clasificaciones, que posteriormente se llevan a los juzgados.
Una vez los presos salen de la cárcel, los capellanes y voluntarios siguen trabajando con ellos en los Pisos de Acogida, tanto en el de hombres como en el de mujeres, pero también realizan una importantísima labor visitando a los presos enfermos en el hospital, o llevando a cabo una coordinación con los abogados en temas de asesoramiento y orientación, entre muchas otras acciones.
Cabe recordar que desde el inicio del confinamiento a causa del Covid-19, los capellanes y voluntarios realizaron la “operación mascarillas”, elaborando más 1.700 unidades para que los internos pudieran estar más protegidos.
Pese a la suspensión de los actos de las fiestas del Grao de Castellón en honor a San Pedro, ayer se pudo celebrar la Misa, a la que asistieron los graueros hasta completar el aforo permitido, y en la que también participó la reina de las fiestas junto a varios representantes del ayuntamiento, de la comisión de fiestas y de Capitanía Marítima.
Se organizó por la Cofradía de Pescadores, quienes controlaron el aforo, el acceso de los fieles con mascarillas y facilitándoles gel, y estuvo presidida por el párroco, Abert Arrufat, en una celebración sin procesión ni ofrenda.
En la homilía, el párroco destacó que “a pesar de todo este tiempo de pandemia y de confinamiento, lo que celebramos es la vida”, invitando también “a repensar el significado de la celebración de las fiestas, una celebración que nace de dentro, junto a los vecinos del Grao y junto a los seres queridos, siendo lo más importante el amor de Dios y el amor a Jesús”.
Será el sábado, 4 de julio, a las 11:00h. en la S.I. Catedral de Segorbe
El Obispo, D. Casimiro López Llorente, presidirá el funeral por los dos sacerdotes diocesanos fallecidos durante este tiempo de pandemia, D. José Blasco Aguilar, canónigo emérito del Cabildo Catedral de Segorbe, y D. Roque Herrero Marzo, párroco emérito de Benasal.
Esta Misa funeral también se aplicará por todos los fieles fallecidos, y a la que están invitados los familiares que no pudieron participar en el funeral general, celebrado en la Concatedral de Santa María de Castellón el pasado sábado, 27 de junio.
Mons. D. Luis Capilla Vicente tiene 75 años y nación en Bejís, aunque su familia se trasladó a Almenara cuando tenía dos años. Ingresó en el Seminario Conciliar de Segorbe, en el que permaneció durante cuatro años, para posteriormente continuar con la formación en Tortosa. Conoció a los Misioneros Claretianos, realizó un año de noviciado en Barbastro, y concluyó sus estudios entre Salamanca y Chur (Suiza).
Fue ordenado el 18 de marzo de 1972 en Almenara, por D. José Mª Cases, en la que fue su primera ordenación sacerdotal. Desde ese mismo año y hasta el 2006 ha sido Misionero Capellán para emigrantes en el Cantón de Zurich, Suiza, y desde el 2006 al 2019 Delegado Episcopal para la pastoral migrante en el Vicariato de Zurich, para los cantones de Zurich y Glarus. Actualmente es el Párroco Administrador de las parroquias de lengua alemana de Wallisellen y Dietlikon.
A día de hoy, Suiza tiene 31.652 casos confirmados, 29.200 curados y 1.682 fallecidos.
¿Cómo vive las noticias que le llegan desde España?
Sigo con atención e interés a través de Internet y de la prensa las noticias de España. Me preocupa la falta de madurez de las y los políticos de España. Naturalmente surge la comparación de la política y su comportamiento en Suiza con la de España y constato que nos queda mucho que aprender.
¿Cuál es la situación actual en Suiza?
El confinamiento en Suiza ha sido muy suave comparado con el de España, donde estuve unos días hasta el 17 de marzo. Algunos negocios estaban cerrados, se trabajaba desde casa, no se celebraban eucaristías pero las iglesias estaban abiertas, se recomendó salir de casa lo menos posible y observar las normas que las autoridades nos daban. Se confiaba en la responsabilidad personal.
¿Cómo está viviendo esta situación la Iglesia suiza?
Las iglesias no se cerraron; permanecieron abiertas, como siempre, de modo que los fieles podían asistir a la Iglesia cuando lo deseaban. La atención a los fieles fue constante y cada parroquia lo hizo según sus posibilidades y el personal. La información y el contacto, a través de los medios de comunicación social y otros canales de información y atención, funcionó muy bien a satisfacción de los fieles.
¿Cómo está viviendo la fe durante este tiempo?
Ciertamente que esta pandemia encierra mensajes en muchas direcciones que tendremos que ir descubriendo e interpretando humildemente con el tiempo, a la luz de la fe. Nada será igual en nuestras vidas a partir de esta crisis, llena de interrogantes que cada uno de nosotros deberá intentar descubrir y dar una respuesta desde la fe, que nos ayuda e ilumina en cada situación.
¿Un mensaje de esperanza?
Sencillamente un mensaje de confianza. Confianza de que estamos en las manos de Dios para hacer su voluntad y dar testimonio de Jesús. Confianza en la Providencia de Dios. Nos habíamos acostumbrado a programar la vida y todas nuestras actividades, y nos olvidamos de que la vida es un don de Dios que Él nos regala como tarea a realizar en comunidad. ¿Habremos aprendido algo de esta pandemia?
Daniel Castro, diácono permanente encargado de la Pastoral del Duelo
Días después de su ordenación diaconal, Daniel Castro recibió el encargo del Obispo de preparar una pastoral del duelo, vinculada con la pastoral de la salud. Era el mes de febrero, y nadie esperaba que cuatro meses después, habiendo pasado los momentos más duros de la pandemia del Covid-19, la atención a las personas que han perdido a un ser querido fuera tan necesaria. El sábado pasado, D. Casimiro López Llorente presidió un funeral por los fallecidos a causa del virus. Es un acto que da consuelo. Pero el dolor por la pérdida sigue, y muchos necesitarán ser acompañados para superar este desgarro.
– ¿Qué ayuda a vivir el duelo por la pérdida de un ser querido?
– Sabemos que en el duelo no hay que perder los vínculos con el que sufre. Y el que sufre, con quien puede ayudarle. El duelo es de uno, pero no es sólo algo privado. Nadie puede hacer el duelo por otro, pero nadie debe hacerlo solo.
Después de casi tres meses de espera, los hermanos Zacarías y Ezequiel Valero ya son cristianos. El 1 de marzo D. Casimiro López Llorente había presidido su rito de elección en la parroquia de El Carmen de Castellón junto con cinco otros catecúmenos. El proceso debía conducir a la incorporación a la Iglesia la noche de Pascua. En ese momento el Obispo concluyó la ceremonia asegurando que rezaría mucho por ellos. Por fin este sábado, 27 de junio, ha llegado el gran día. D. Casimiro los ha exhortado a “ser cristianos para dar testimonio de Cristo”.
S.I. Concatedral de Sta. María de Castellón 27 de junio de 2020
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(2 Mac 12, 43.46, Rom 8,31b-35,37-39; Salmo 22,1-6; Mc 15,33-39;16,1-6)
Hermanas y hermanos en el Señor!
Os saludo a todos en el Señor resucitado. Un saludo muy especial para vosotros queridos familiares, esposos, esposas, hijos, padres y hermanos de todos fallecidos en nuestra diócesis a causa de la epidemia: recibid la condolencia más sincera de nuestra Iglesia de Segorbe-Castellón. Contad con nuestra cercanía y solidaridad, con la comunión con vuestro dolor y, sobre todo, con nuestra oración que mitigue vuestro sufrimiento y que alcance del Señor para vuestros seres queridos el descanso eterno. Saludo a los sacerdotes concelebrantes, de modo particular a los capellanes de los hospitales, y al diácono asistente. Mi saludo respetuoso y agradecido a las autoridades civiles, militares, policiales y sanitarias, a los representantes del personal médico y sanitario y de las residencias de ancianos.
Nada ni nadie, ni tan siquiera la muerte, “nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo” (Rom 8,39), muerto y resucitado para la vida del mundo. Con esta fe y confianza en el amor de Dios nos hemos reunido esta mañana como Iglesia diocesana para orar por los fallecidos a causa de la pandemia. Es una idea piadosa y santa rezar por nuestros hermanos difuntos (cf. 2 Mac 12, 44-45)
176 es el número oficial de fallecidos por la pandemia del coronavirus en la poblaciones de la Diócesis de Segorbe-Castellón. 176 son las familias que han perdido a un ser querido. Por todos ellos este sábado, 27 de junio, D. Casimiro López Llorente ha querido oficiar una Misa funeral en la Concatedral de Santa María: «Siguen viviendo en sus almas inmortales, y un día nos podremos reencontrar con ellos si sabemos acoger la vida de Dios ya en nuestra vida mortal. A partir de esta certeza, los encomendamos a la piedad infinita de Dios, seguros que nuestra plegaria por ellos es el mejor homenaje a su memoria«, afirmaba el Obispo durante la homilía.
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