Mons. Casimiro López Llorente se ha reunido con cerca de cuarenta sacerdotes jubilados residentes en la Diócesis. Ha sido el primer encuentro oficial con este grupo de presbíteros que, a pesar de haber cumplido los 65 años, muchos siguen con una tarea pastoral al servicio de las comunidades católicas. En un vivo diálogo que ha superado el horario previsto, los clérigos han expuesto al Obispo su situación, dificultades y deseos. Leer más
El mes de Junio está dedicado en nuestra Iglesia al Sagrado Corazón de Jesús. Para el papa Pío XII, esta devoción tan extendida entre nosotros es como la síntesis de la fe y de la vida cristiana.
En efecto, la palabra corazón en la sagrada Escritura -y también en nuestro lenguaje- designa no sólo el órgano fisiológico, sino principalmente el centro de la persona: el punto donde confluyen los pensamientos, los sentimientos, los afectos y las motivaciones más profundas de una persona. Y el corazón es símbolo del amor. Cuando hablamos del Corazón de Jesús nos referimos a lo más íntimo de su ser, a lo que le mueve en todo momento, a su amor. Eso incluye sus sentimientos, pero sobre todo su amor, que en Jesús es humano y divino al mismo tiempo.
A través del Corazón de Jesús se nos revela su intimidad más profunda, y ésta aparece como misericordia. Como acaba de decir el papa Francisco, el Corazón de Jesús, «no es sólo el corazón que tiene misericordia de nosotros, sino la misericordia misma. Ahí resplandece el amor del Padre; ahí me siento seguro de ser acogido y comprendido como soy; ahí, con todas mis limitaciones y mis pecados, saboreo la certeza de ser elegido y amado. Al mirar a ese corazón, renuevo el primer amor: el recuerdo de cuando el Señor tocó mi alma y me llamó a seguirlo» (Homilía 03.06.2016). El Corazón de Jesús nos muestra que su amor no tiene límites, no se cansa y nunca se da por vencido. En él vemos su continua entrega sin límite alguno; en él encontramos la fuente del amor dulce y fiel, que deja libre y nos hace libres; en él volvemos cada vez a descubrir que Jesús nos ama «hasta el extremo» (Jn 13,1), sin imponerse nunca; está inclinado hacia nosotros, especialmente hacía el que está lejano; es la ‘debilidad’ de un amor particular, porque desea llegar a todos y no perder a nadie.
Todo el ser de Jesús arde de amor hacia el ser humano. La humanidad de Jesucristo está impregnada de ese amor: Dios se ha hecho hombre por amor a todos los hombres, se ha abajado hasta nosotros para que podamos contemplar su rostro misericordioso y experimentar su amor. Toda la humanidad de Cristo, sus gestos, sus miradas, sus palabras y sus sentimientos muestran su misericordia. Como señaló san Juan Pablo II, Cristo «es la encarnación definitiva de la misericordia, su signo viviente».
Al Corazón traspasado de Jesús debemos recurrir para alcanzar el verdadero conocimiento de Dios y experimentar a fondo su amor y su misericordia. Ahí podemos comprender mejor lo que significa conocer en Jesucristo el amor de Dios, experimentarlo teniendo puesta nuestra mirada en él, hasta vivir completamente desde la experiencia de su amor, para dejarnos transformar por él y para poder llevarlo a los demás. Como escribió san Juan Pablo II, «junto al Corazón de Cristo, el corazón del hombre aprende a conocer el sentido verdadero y único de su vida y de su destino, a comprender el valor de una vida auténticamente cristiana, a evitar ciertas perversiones del corazón humano, a unir el amor filial hacia Dios con el amor al prójimo. Así … sobre las ruinas acumuladas por el odio y la violencia, se podrá construir la civilización del Corazón de Cristo» (Carta de Juan Pablo II de 5 de octubre de 1986).
La principal necesidad de todo hombre está en encontrar un amor que dé un sentido total a su existencia: está hecho para amar y para ser amado. El amor misericordioso de Dios nos enseña el valor de cada hombre, de todo hombre. El Corazón de Jesús se nos ofrece como fuente de la misericordia, donde podemos curar nuestra afectividad, enderezar nuestra voluntad y encontrar el estímulo para amar a nuestro prójimo.
El misterio del amor de Dios es el contenido del culto y de la devoción al Corazón de Jesús y el contenido de toda verdadera espiritualidad y devoción cristiana. Evangelizar el mundo es llegar y llevar al Corazón de Cristo, revelación y fuente del amor misericordioso del Padre.
La Iglesia en Segorbe-Castellón ha conseguido 53.400€ para Ucrania, se trata de la colecta que se promovió hace unas semanas en todas las parroquias de la diócesis, a iniciativa del Papa Francisco y que ha cuatriplicado la recaudación de un domingo normal, a falta del 25 % de las parroquias aún por entregar.
Tal y como informó Radio Vaticana, 3.500.000 personas necesitan ayuda a los dos lados de la línea que separa los territorios bajo control del Gobierno ucraniano y de las milicias. Uno de cada cuatro niños es refugiado. Medio millón de personas tienen necesidad urgente de alimento y hay carestía de anestésicos e insulina. Para casi un millón y medio de personas peligra el acceso al agua potable y el suministro de gas y energía eléctrica es discontinuo.
En el Domingo de la Misericordia, el pasado 3 de abril, Francisco explicó que además de acompañarlos con su constante recuerdo y oración, sintió la necesidad de promover esta ayuda humanitaria: “Este gesto de caridad, además de aliviar los sufrimientos materiales, quiere expresar mi personal cercanía y solidaridad y la de toda la Iglesia. Deseo vivamente que esto pueda ayudar a promover sin posteriores atrasos la paz y el respeto del derecho en esa tierra tan probada”.
Los vicarios y arciprestes de Segorbe-Castellón han revisado esta mañana con mons. Casimiro López Llorente, la marcha del Jubileo de la Misericordia en la Diócesis, que aún tiene por delante actos específicos para los reclusos en septiembre, los catequistas y profesores de religión en octubre, y la clausura de la Puerta Santa en Segorbe el 13 de noviembre. En la reunión también se ha tratado la vida sacerdotal y la peregrinación que los presbíteros realizarán a Roma en octubre.
El padre mercedario Florencio Roselló, capellán de la prisión en la diócesis de Segorbe-Castellón y director del departamento de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal Española ha participado esta semana en Estrasburgo en el Encuentro de responsables nacionales de pastoral penitenciaria sobre Radicalización en las cárceles, con la participación de varios imanes y representantes de otras confesiones cristianas.
«La presencia de la Iglesia en las cárceles llega a todos, también a los musulmanes, y nuestra presencia ayuda a que muchos de ellos eviten el camino de la radicalización», ha dicho el padre Francisco Roselló en declaraciones a Alfa y Omega.
«En España no tenemos un programa específico para evitar la radicalización –matiza el padre Roselló–, pero indirectamente sí lo estamos haciendo. En general, los presos musulmanes, que vienen a constituir el 12 % de la población penitenciaria, ven a capellanes y a voluntarios como personas en las que confiar, porque nosotros no rechazamos a nadie, sino que acogemos y tratamos de ayudar a todos. Además, «muchos llegan ya a la cárcel con la sensación de estar discriminados, por lo que nosotros trabajamos para que no sea así».
«Los capellanes dicen que en la cárcel no se radicalizan tanto», explica Roselló; más bien «los yihadistas entran ya radicalizados. Si se da algún caso de captación de alguien es porque no tiene ningún arraigo y se encuentra solo a nivel afectivo».
Por eso la labor de los capellanes y los voluntarios, tanto en las prisiones como en las casas de acogida, es tan importante. «Nosotros respetamos su religión y sus costumbres, del mismo modo en que acogemos, respetamos y aceptamos a todos los demás internos. Por eso confían en nosotros, porque les ayudamos con ayuda material, con las gestiones de abogados y de otro tipo, no hacemos ninguna distinción», asegura.
Estos dos jóvenes seminaristas recibirán el próximo sábado, 11 de junio el diaconado en la parroquia de de la Asunción de Onda y manifestarán públicamente su vocación de servicio para toda la vida, ahora como diáconos, después como sacerdotes.
» Que la existencia sacerdotal de ustedes sea servicio: servicio a Jesucristo, servicio a la Iglesia, servicio a los hermanos, especialmente a los más pobres y necesitados. No seáis diáconos de alquiler’ ni funcionarios. La Iglesia no es una ONG. Que en el servicio les vaya la vida. Pongan la carne sobre el asador»
(Papa Francisco a un grupo de diáconos por su ordenación)
David Escoín Rubio
Castellón
Seminario Mater Dei
– ¿Por qué y para qué quieres ser sacerdote?
Para agradecer al Señor todo lo que ha hecho en mi vida, ponerme al servicio de la Iglesia y llevar su Palabra al mundo. A mí me ha cambiado la vida y también puede cambiarla a los demás. El mundo necesita de Dios.
– ¿Cómo descubriste tu vocación al sacerdocio?
La llama al sacerdocio es algo que no se descubre de la noche a la mañana sino que es un proceso en el que te vas dando cuenta poco a poco. Comienza como un susurro, al cual uno no le da mucha importancia, hasta que al final te vas dando cuenta, se va fraguando esa llamada y entonces entré al seminario. Lo que más me interpeló fue la Palabra de Dios, la oración, la meditación de la palabra y la participación en la Eucaristía que me fue introduciendo en la vida sacramental y me ha ido ayudando en el sí al Señor.
Cuando le dije a mi novia que la dejaba, le expliqué que Dios me estaba llamando a entregarme no solo a una persona, sino a todos. Estoy aquí porque Dios me ha llamado, podía haberme casado y tener una familia, pero Dios me ha llamado.
– ¿Cómo es el sacerdote que Dios te llama ser?
Un amigo en medio de la comunidad dispuesto a acoger los sufrimientos, las alegrías y poder orientar la vida según la verdad de Cristo a modo de pastor, que se preocupa por las ovejas, que busca acompañarlas, guiarlas y mirar por ellas para que no se pierdan. Un pastor que va delante, en medio y detrás para que no se pierda ninguna.
– ¿Has tenido algún referente como sacerdote?
He tenido varios. Me he ido fijando en las cosas buenas de muchos sacerdotes. San Francisco de Asís ha sido un referente porque se hizo pobre entre los pobres, acogiendo en su casa a gente para darles de comer y su conversión fue también por los enfermos, los necesitados.
– Como sacerdote del s. XXI, ¿cuáles son los retos a los que piensas que tendrás que hacer frente?
A la secularización que se está viviendo en la sociedad y que ha calado tan hondo y que ha desestructurado pilares tan fundamentales como la familia, el derecho de elegir la educación para los hijos y la religión en los colegios. Y sobre todo, ése ambiente en contra del mensaje evangélico y la poca participación de la juventud, ante una sociedad de consumo que tiene un gran reclamo y que aparta mucho de Dios.
Frente a esto el sacerdote no debe dejar de evangelizar desde la acogida, dejar las puertas abiertas y estar atento a las necesidades que tengan. Sobretodo mostrarles el rostro de misericordia de Dios y hacerles palpable a ese Señor que quiere hacerles vivir una vida plena, auténtica.
– Se acerca tu ordenación diaconal, ¿Cómo lo estás viviendo?
Con mucha alegría y también como un gran regalo. Es un don que el Señor ha querido mantener durante todos estos años de llamada y que sigo viviendo. Para mi es el comienzo de una nueva etapa al servicio de la Iglesia.
Francisco Javier Phuc Pham Van
Ninh Binh/ Vietnam
Seminario Redemptoris Mater
– ¿ Por qué y para qué quieres ser sacerdote?
Quiero ser sacerdote porque quiero corresponder a la llamada que Dios me regala por puro amor y misericordia. Su Santo Espíritu me urgió en mi corazón a sentirme querido por Él y luego apareció en mí un deseo de continuar la misión de Cristo dando testimonio de su amor.
– ¿Cómo descubriste tu vocación al sacerdocio?
Yo era monaguillo en mi pueblo natal en Vietnam, y viendo que mi párroco era un sacerdote muy bueno tanto de espíritu como de ejemplos de vida y era muy querido por sus fieles, surgió en mí una idea de querer ser sacerdote como él para que la gente me quisiera. Era una idea de niño que no sabía exactamente cómo era el sacerdote pero para mí es una semilla de la vocación. Mis padres me educaron en la fe junto con mis 10 hermanos y me animaron a seguir descubriendo si Dios me llamaba de verdad. También los sacerdotes de mi pueblo me ayudaron tanto con sus consejos como sus ejemplos de vida, esta idea de ser sacerdote iba creciendo y fortaleciendose en mí. A través de los acontecimientos de mi vida y ante la incertidumbre, hubo momentos de debilidad, de pasión de la carne, quería retroceder abandonándola pero el Señor tiene misericordia de mí, su gracia prevalece a las tentaciones y a la debilidad. Con su ayuda, yo pude superar las crisis para seguirle. Mi vocación fue confirmada cuando yo veía el sufrimiento de la gente y al recordar la palabra de «las ovejas sin pastor», surgió en mí un deseo de ayudar.
– ¿Cómo es el sacerdote que Dios te llama a ser?
Seguidor del Buen Pastor, vivir el celibato para poder entregar por completo al servicio de la Iglesia de Cristo y obedecer al obispo ayudándole a pastorear el rebaño que Dios le encomienda, no solo a cuidar a las ovejas del redil y sino a salir en busca de las de fuera a través de la evangelización.
La formación que estoy recibiendo de vivir el Trípode en el camino neocatecumenal (la palabra, la liturgia y la comunidad); También del Seminario Redemptoris Mater que destaca en 3 características: diocesano – misionero – internacional, es decir, venimos de diferentes países y además de servir a la diócesis, también tenemos la disponibilidad para salir a evangelizar adonde la Iglesia nos necesita. Y así me gustaría ser, un sacerdote que no solo vive la fe con los fieles en la parroquia, si no poder participar en la evangelización de la Iglesia universal de Cristo.
– ¿Has tenido algún referente cómo sacerdote?
San Francisco Javier, patrono de mi pueblo, también mi santo patrono, es un modelo de sacerdote misionero al que siempre le pido su intercesión ante el Señor para que me capacite a seguirle.
Gracias a la santidad que tenía el sacerdote de mi pueblo cuando vivía, tanto de vida espiritual y pastoral cómo de vida cotidiana, surgió en mí el deseo de ser sacerdote ministerial.
Los sacerdotes itinerantes también me impactan por su entrega a Cristo, entregan a la evangelización, dejando todo para salir a cualquier parte del mundo por amor a Cristo.
– Como sacerdote del siglo XXI, ¿cuáles son los retos a los que piensas que tendrás que hacer frente?
El siglo XXI es el tiempo de evangelizar y reevangelizar. ¿qué está pasando en la sociedad contemporánea? Mirad cómo vive la gente actual, una sociedad muy afectada por la secularización. Mucha gente no encuentra la alegría en Dios, sino en el mundo tecnológico, buscando ser feliz en el mundo material, en el sexo, en la droga,…
La misión de la Iglesia es hacer presente a Cristo en el mundo, haciendo volver la gente a la Verdad original que es Dios, la fuente de la felicidad plena.
El sacerdote del s.XXI, como todos los cristianos somos llamados a hacer testigos de Cristo, viviendo en el mundo pero no ser contaminados por el mundo. Debemos apoyarnos fuertemente a Cristo para no desviarnos, si no en vez de evangelizar al mundo seremos «catequizados» por el mundo.
Además de cuidar el rebaño, formándolo en la fe, hace falta evangelizar, saliendo en buscar de las ovejas, dando testimonio de amor de Dios, no solo por la predicación sino por la misma vida.
– Se acerca tu ordenación diaconal ¿cómo lo estás viviendo?
Tenía mucha ilusión, también con muchos nervios y miedo, a veces sentía indigno frente a una cosa tan importante y grande que El Señor me llama a ser, un servidor de la Iglesia. Desde el retiro previo de la ordenación, el Señor me ayudó y me tranquilizó. Estoy contentísimo y muy agradecido al Señor por su Amor que tiene conmigo y por lo que está haciendo en mi vida.
El próximo día 11 de junio, D.m., en la iglesia parroquial de la Asunción de Onda, ordenaré de diáconos a dos jóvenes seminaristas. Estos dos diáconos, que después de un tiempo serán ordenados presbíteros, son dos nuevos dones de Dios a nuestra Iglesia diocesana, que acogemos con mucha alegría y con profundo agradecimiento, y más, si cabe, en tiempos de escasez de vocaciones al sacerdocio. Recordemos que diácono viene de diakonía, que significa servicio; el diacono es, por lo tanto, ‘servidor’. Mediante la imposición de las manos y la oración consagratoria, el Señor resucitado derramará sobre cada ordenando su Espíritu Santo y le consagrará diácono. Así quedarán constituidos para siempre en signo e instrumento de Cristo, siervo, que no vino “para ser servido sino para servir”. Los diáconos habrán de ser con su palabra y con su vida signo de Cristo, siervo, obediente hasta la muerte y muerte de cruz para la salvación de todos. Todas las funciones del diácono se sintetizan en una palabra “servicio”: servicio en “el ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad” (LG 29) para que todos los hombres se encuentren en Cristo, la misericordia encarnada de Dios.
Cristo, «se ha hecho diácono de todos», escribía un Padre de la Iglesia (San Policarpo, Ad Phil. V,2). Como ha hecho él, del mismo modo están llamados a actuar sus discípulos, los diáconos. La actitud de servicio es una de las características que Jesús, nuestra Iglesia y nuestro mundo piden y esperan de los diáconos siempre -también cuando sean ordenados presbíteros. Para mantener viva esta actitud, el diácono ha de ser un discípulo enamorado del Señor, siervo, y un ardoroso misionero en el servicio. Es algo que debe cuidar y aprender a vivir día a día con sumo esmero. El discípulo de Jesús no puede caminar por una vía diferente a la del Maestro, sino que, si quiere anunciar la buena Nueva, que es Jesucristo, debe imitarlo, debe aspirar a ser siempre un servidor como él. Servir es el estilo mediante el cual se vive la misión, el único modo de ser discípulo de Jesús. Su testigo es el que hace como él: el que sirve a los hermanos y a las hermanas, sin cansarse de Cristo humilde y obediente al Padre hasta la cruz.
El papa Francisco acaba de decir a los diáconos (Homilía 29.05.21016) que para ser siervos hay que comenzar por vivir la disponibilidad a tiempo total; hay que ser solícitos para el hermano y estar siempre abiertos a lo imprevisto, que nunca falta y a menudo es la sorpresa cotidiana de Dios; y que hay que vivir la mansedumbre y la humildad del servicio cristiano, que es imitar a Dios en el servicio a los demás: acogerlos con amor paciente, comprenderlos sin cansarse, hacerlos sentirse acogidos en casa y en la comunidad eclesial, donde no es más grande quien manda, sino el que sirve. Así crecerá el diácono como ministro de la caridad y de la misericordia.
Nuestra sociedad y nuestro Pueblo de Dios tienen necesidad de diáconos, que sean discípulos configurados con el corazón de Cristo, siervo, y ardorosos misioneros de la nueva Noticia: servidores de la misericordia de Dios ejercitando las obras de misericordia corporales y espirituales, atentos siempre a las necesidades de los más pobres, frágiles y necesitados, y promotores de una cultura del encuentro, de la reconciliación, de la fraternidad y de la misericordia. Esta actitud del servicio a todos tiene como primer objetivo vivir en todo momento fieles a Cristo Siervo e imitar al Maestro, siempre cercano, accesible, disponible para todos y deseoso de curar y sanar, de comunicar Vida y Salvación.
Pidamos a Dios por estos dos nuevos diáconos: para que imiten siempre en su vida a Cristo, Siervo, y como él sean servidores con entrañas de misericordia para con todos, en especial para con los más pobres y necesitados de pan, de cultura y de Dios.
La Mare de Déu del Lledó se hace cercana a sus devotos en la ciudad y más allá. En mayo la parroquia de Sto. Tomás de Villanueva entronizó una imagen en una jornada jubilosa vivida por los fieles. Y el sábado próximo, 11 de junio, la Basílica organiza una peregrinación de la provincia de Castellón con la Virgen al santuario de Torreciudad. Los actos constarán de la introducción solemne de la Virgen en el templo a las 12:30h, seguida de la celebración de la Misa, Santo Rosario, procesión y exposición solemne del Santísimo. Para información e inscripción, tlf. 964 22 04 82.
La libertad de elección de los padres para la educación de sus hijos solo es posible si junto con una escuela pública de titularidad estatal, se da la alternativa de los colegios concertados, que también son públicos porque están abiertos a todos. Complementaridad sin enfrentamiento e implicación de las administraciones han sido los ejes del mensaje transmitido por la Asociación de Escuelas Católicas, Confederación Española de Centros de Enseñanza, Concapa y Cofapa en representación de los padres, hermanas de la Consolación y Delegación Diocesana de Enseñanza esta mañana en un desayuno informativo.
En la provincia de Castellón hay unos 40 centros concertados con alrededor de 18.000 alumnos, que representan el 25% de la oferta educativa. Esta opción está respaldada por familias y profesionales muy implicados en el proyecto común, con un trabajo constante de innovación y calidad, atendiendo a cada alumno que llega a los centros. “Funciona. Ahí están los resultados. Y los padres siguen demandando esta alternativa”, sentenciaba la hna. Pilar Goterris, del Equipo de Titularidad Educativa de la Consolación. Leer más
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