Notas para ayudar a la sinodalidad y el discernimiento comunitario para crecer en la identidad y pertenencia a la Iglesia diocesana, para redescubrir esta nueva manera de ser Iglesia, por una Iglesia Sinodal: llamados a la alegría de la comunión, participación (corresponsabilidad) y a la misión.
¿Qué es la sinodalidad?
Es hablar de lo que la Iglesia es, de su naturaleza y su misión; es el estilo habitual de la Iglesia en el vivir, celebrar, anunciar, actuar y en su misión.
Es un evento del Espíritu. Es un Kairós, algo grande que requiere una respuesta de nosotros…supone una dimensión orante fundamental que lleva al encuentro personal y en comunidad con Cristo resucitado y a su experiencia y transmisión. El Señor cuenta con nosotros, con cada uno. Esto es un gran don, pero también una gran responsabilidad.
El proceso sinodal busca la renovación y revitalización y trae unas consecuencias: renueva a la Iglesia, revitaliza, es reformador (llama a la conversión) personal y comunitaria y produce alegría.
¿Qué no es sinodalidad? No es una moda pasajera; no es un reparto de poder; no es un peligro a evitar
¿Qué es la Iglesia sinodal?
Es caminar juntos, camino que se hace juntos. Cada uno tiene algo que aprender (laicos, obispo, sacerdotes…) unos en escucha de los otros y todos en escucha del Espíritu Santo.
Es un evento del Espíritu Santo, desde la espiritualidad, desde la oración y a la luz de la Palabra de Dios. Si lo vivimos así tendrá sentido, solamente si lo vivimos así, abiertos a un nuevo Pentecostés para redescubrir y volver a poner la Forma a la Iglesia: que es Cristo.
Y desde ahí discernir cómo vivimos la fe, en comunidad, en la vivencia de la caridad para ser corresponsables… vivir la Iglesia de Comunión…de la escucha (todos escuchar al E.S. y escucharnos unos a otros, también a los alejados y a los pobres) y vivir la vocación misionera del bautismo con nuestros ministerios y carismas.
¿Qué imágenes de la Iglesia nos iluminan?
- Cuerpo de Cristo: san Agustín nos habla del Cristo total, Cabeza y miembros
- Pueblo de Dios en Camino: todos en camino y en comunión: laicos, obispo, sacerdotes, religiosos
- Templo del Espíritu Santo: caminar vivificados por el ES y enriquecidos por los carismas
¿Qué modelo de Iglesia edificar? (los dos primeros a descartar o purificar)
- la pirámide: organizado de mayor a menor. No es mandar o poder, sino servicio
- la esfera: todo igual, todo es lo mismo en una democratización…no vale. Cada uno debe servir al Pueblo de Dios en y desde su ministerio y servicios…
- el poliedro: distintas caras y colores, llamados a la comunión, a la escucha: todos juntos y unidos al ES y los unos de los otros en el servicio.
¿Cuál es el fin o consecuencias del Sínodo sobre la sinodalidad?
Renovar la Iglesia, revitalizarla, reformarla y transmitir la alegría del Espíritu.
Volver a la esencia de la Iglesia, es volver a la forma de la Iglesia que es Jesucristo.
No es buscar otra Iglesia, sino una Iglesia vivida de forma distinta donde la voz viva del Pueblo de Dios se active en la sinodalidad: donde la primacía sea la Caridad y del sentido pastoral, permanecer en la Comunión del Todo, donde la paciencia acompañe el proceso de discernimiento comunitario y de escucha, y donde el retorno a los principios de la Tradición de la Iglesia sea la bandera que nos guíe:
- la importancia esencial de la dimensión orante
- la Eucaristía como forma de la Iglesia sinodal
- asumir el servicio como clave del actuar
- retomar el Evangelio como kerigma
- asumir la eclesiología del poliedro (unidad en la diversidad)
En definitiva, no es la finalidad del Sínodo producir más documentos, sino inspirar al Pueblo de Dios a soñar con la Iglesia que estamos llamados a ser, hacer florecer las esperanzas de la gente, estimular la confianza, vendar las heridas, tejer relaciones nuevas y más profundas, aprender unos de otros, construir puentes, iluminar mentes, calentar corazones, crecer en la comunión y vigorizar la misión.
¿Cómo ponernos en modo Sínodo?
Orando, reflexionar y caminar juntos: es un don y una tarea, juntos reflexionando sobre el camino recorrido, para aprender como Iglesia, a partir de lo experimentado, cuáles son los procesos que pueden ayudarle a vivir la comunión, a realizar la participación y a abrirse a la misión evangelizadora, a llevar la Buena Noticia, a Cristo, la presencia de Cristo en medio del mundo. Para favorecer la iglesia profética, la misericordia, la solidaridad, la ecología integral, el cuidado de la casa común, la apertura ecuménica, el respeto al diferente, la transparencia, el intercambio abierto, respetuoso y enriquecedor.
- Método: la escucha “escucha de Dios, hasta escuchar con él el clamor del pueblo; escucha del pueblo, hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama” (Francisco, discurso del 17 de octubre de 2015)
- Objetivo: el discernimiento, personal y comunitario, que es una gracia de Dios mediante la oración (lectio divina de los Hechos de los Apóstoles) y la reflexión, prestando atención a la propia disposición interior, escuchando y hablando con los demás de forma auténtica, significativa y acogedora.
- Camino: la participación
¿Qué actitudes permiten una escucha y un diálogo auténticos en el proceso sinodal?
Ser sinodal requiere dedicar tiempo para compartir; ser humilde; diálogo en apertura a la conversión y al cambio; discernimiento desde la escucha al Espíritu; dejar atrás prejuicios y estereotipos (etiquetas); superar la plaga del clericalismo; combatir el virus de la autosuficiencia (remamos en el mismo barco); construir puentes y derribar muros; superar las ideologías; la esperanza; soñar en la Iglesia que quiere el Señor y la impregne de la alegría del Evangelio.
¿Con qué herramientas contamos para el proceso sinodal?
- la espiritualidad de la sinodalidad: es un don y tarea. Así pasamos del yo individualista al nosotros eclesial, revestidos de Cristo caminando junto con los hermanos y hermanas en la misión del Pueblo de Dios, como sujetos activos y responsables. La espiritualidad de la comunión es el alma de todo lo demás, que de otra forma se convierten en estructuras más o menos participativas. Sin la necesaria conversión del corazón y de la mente, de poco servirá todo lo demás. De cómo vivamos la Eucaristía, la reconciliación, la escucha de la Palabra va a depender muchísimo el enraizamiento de nuevas formas de sinodalidad en nuestras comunidades, y por supuesto de la misión que llevemos a cabo.
- El discernimiento comunitario: ponernos a la escucha del ES, partir de la luz orante de la Palabra de Dios, de la Lectio Divina de algunos textos de los Hechos de los Apóstoles. Y llevarlo de la oración personal y comunitaria al compromiso, por la reflexión, escuchándonos en el reconocer, interpretar y elegir por dónde nos llama el Señor
- Estar abiertos a la escucha: es la actitud con la que acometemos este proceso: escucha, respeto, diálogo, encuentro, apertura; también escuchar a los que están “fuera”, a los pobres y alejados. Salir a la intemperie, perder la seguridad de los muros, abrirse al Espíritu para que deje remover el suelo y nos ponga en marcha
¿Qué problemas y tentaciones debemos afrontar y superar?
- Modelo eclesiológico falso: huir de la pirámide (el poder) y de la esfera (el democratismo), para afianzar el poliedro (el servicio)
- Dos riesgos: la ruptura y el inmovilismo
- El clericalismo, con sus dos vertientes: el cura es el que manda, piensa, decide y ordena, los laicos obedecen: y a la inversa, hay laicos que siguen queriendo que el cura lo decida y mande todo.
- También la clericalización del laico (formando pequeñas élites…)
¿Cómo concretar la participación en el proceso sinodal?
Se trata de la escucha al Pueblo de Dios, en el Pueblo de Dios (en 3 fases: diocesana, continental, asamblea Obispos (universal)…y vuelve a las diócesis, es para siempre, es un nuevo estilo).
El Pueblo de Dios tiene el sentido de la fe, tiene la infalibilidad en cuanto cree…y lo que afecta a todos por todos debe ser tratado, en la corresponsabilidad, en la implicación, en la escucha, en los carismas.
La consulta debe ser verdadera, sincera, amplia y dinámica. Su fin es la comunión, la participación y la misión en la Iglesia y desde la Iglesia. Inserción en todos los procesos de nuestra reflexión diocesana y escuchando a todos, también a los excluidos y necesitados, a los alejados, tocando como Cristo las llagas de la carne sufriente de la humanidad.
¿Qué hay que hacer? Partir de la pregunta fundamental (nº 26 del documento preparatorio):
- ¿Cómo se realiza hoy ese caminar juntos en mi comunidad, en mi diócesis?
- ¿Cómo ayudar a crecer? en la comunión, en la participación, en la vida, en la misión; partir de experiencias positivas y negativas.
- ¿De qué manera podemos crecer?
Nuestro proceso sinodal está insertado en la dinámica de la reflexión diocesana. En un esquema de cinco partes:
- Sobre la comunión y vivencia como Iglesia diocesana (carta del Sr. obispo)
- Cómo anunciamos a Jesucristo
- Cómo acompañamos
- Qué necesidad de formación constatamos
- Cómo animar la presencia pública de los cristianos
Dentro de este esquema se encuentran insertadas, tanto la cuestión fundamental como las cuestiones que emanan de las 10 temáticas a la que el documento preparatorio nos orienta para realizar la consulta sinodal.