Enviados a ser testigos de Cristo
Queridos diocesanos:
Este domingo, 23 de octubre, celebramos la Jornada Mundial de las Misiones, el Domund, bajo el lema “Seréis mis testigos”. Son palabras de Jesús en el momento de su partida antes de su ascensión al cielo, cuando dice a sus discípulos: “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra” (Hech 1,8). Estas palabras valen para todos los tiempos. La Jornada del Domund nos recuerda que esta encomienda de Jesús es para todos los bautizados.
Para ser cristiano no basta con estar bautizados. Ser cristiano es ser discípulo misionero de Cristo; ambas cosas están indisolublemente unidas. Todos los bautizados estamos llamados a estar con Jesús, a conocerle y aprender de Él, a seguirle, a vivir unidos con Cristo y, en Él, con el resto de bautizados, con toda la Iglesia, para ser sus testigos gracias al Espíritu Santo que hemos recibido en el bautismo y la confirmación. La gracia de Dios nos ha hecho testigos de Jesucristo. Cada cristiano está llamado a ser misionero y testigo de Cristo. Y la Iglesia, la comunidad de los discípulos de Cristo, no tiene otra misión que la de evangelizar el mundo dando testimonio de Cristo. La Iglesia existe para evangelizar, como estamos recordando de forma reiterada en nuestro Jubileo diocesano.
Jesús, en sus palabras de envío, usa el plural: ‘seréis mis testigos’. Con ello indica el carácter comunitario-eclesial de la llamada misionera. Todo bautizado está llamado a la misión en la Iglesia y bajo el envío de la Iglesia. La misión se realiza no por propia iniciativa sino que se hace y se ha de hacer siempre en comunión con la comunidad eclesial, que nos ha enviado.
Además, Jesús envía a los discípulos sobre todo para ser sus testigos; es decir, han de vivir su vida personal en clave de misión. La esencia de la misión es dar testimonio de Cristo, es decir, de su persona, vida, pasión, muerte y resurrección, por amor al Padre y a la humanidad, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. Es Cristo, Cristo resucitado, cuya vida debemos compartir, a quien hemos de ofrecer en palabras y acciones, anunciando a todos la Buena Noticia de su salvación con alegría y franqueza. Para ser testigos de Cristo es fundamental el testimonio de vida evangélica de los cristianos. El ejemplo de vida cristiana y el anuncio de Cristo van juntos. El testimonio coherente y gozoso de Cristo será la fuerza de atracción para la fe en Cristo y el crecimiento de su Iglesia, especialmente en los tiempos recios que vivimos.
Para la misión de ser sus testigos, Jesús prometió a sus discípulos la gracia y la fuerza del Espíritu Santo. Recibido el Espíritu Santo en Pentecostés, los apóstoles salen a anunciar y testimoniar a Cristo muerto y resucitado a los habitantes de Jerusalén. El Espíritu Santo los fortalece, les da valentía y sabiduría para testimoniar a Cristo delante de todos. Esto vale también para el presente. El Espíritu Santo es el verdadero protagonista de la misión. Ningún cristiano puede dar testimonio de Cristo el Señor si no es bajo la inspiración y por la fuerza del Espíritu. Contemos con su presencia especialmente cuando nos sintamos cansados, desanimados y perdidos; acudamos al Espíritu Santo en la oración, para dejarnos reconfortar y fortalecer por Él. El Espíritu da la palabra justa, en el momento preciso y en el modo apropiado.
Cristo envía a sus discípulos a ser sus testigos “en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta el confín de la tierra”. La misión es universal, no tiene límites geográficos. Su llamada nos impulsa a ir siempre más allá de los lugares habituales para dar testimonio de Cristo. La Iglesia ha de estar siempre ‘en salida’: hemos salir a la misión entre nuestra tierra y a los llamados países de misión.
Así lo han entendido tantos misioneros y misioneras que son testigos de Cristo, allá donde no ha llegado la Buena Noticia de su amor. En este día del Domund los tenemos especialmente presentes en nuestra oración y les queremos mostrar también nuestra solidaridad fraterna con nuestra generosa aportación económica en la colecta de este día. Son muchas y, en algunos casos, extremas las carencias y necesidades materiales de los misioneros en su tarea evangelizadora, con la que promueven el desarrollo integral de las personas y de los pueblos, en especial de los más pobres. Con la colecta de este día, les ayudamos a cubrir o paliar esas carencias mediante los proyectos pastorales, educativos y sociales, que llevan a cabo. Con nuestra ayuda se construyen iglesias y capillas, se forman catequistas, se mantienen misioneros y comunidades religiosas, se abren y mantienen hospitales, residencias de ancianos, escuelas, orfanatos o comedores para personas necesitadas en todo el mundo. Seamos generosos en la colecta. Muchas gracias en nombre de los más pobres.
Con mi afecto y bendición,
+Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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