Iniciación cristiana y la familia, retos del arciprestazgo de Lucena tras la Visita Pastoral
La parroquia de la Asunción de la Virgen de Lucena ha acogido este sábado la celebración de clausura de la Visita Pastoral que Mons. Casimiro López Llorente ha realizado al arciprestazgo desde enero. El Obispo ha insistido en la acción de gracias por los vivido durante estas semanas. Él mismo daba testimonio de su experiencia: “El Señor me ha reconfortado en la tarea de ser vuestro Obispo, Padre y Pastor”. Al mismo tiempo ha indicado tres retos: la iniciación cristiana y la familia, y avanzar en los organismos arciprestales. El 25 de abril los párrocos harán con él la revisión de la visita.
Mons. López Llorente ha recordado que la iniciación cristiana es un proceso basado en el encuentro con Cristo, que comienza con el bautismo y que crece de forma ininterrumpida y con acompañamiento personal. “Hay caminos para ayudar a cultivar la semilla de la fe en los niños, como el Oratorio o el Atrium, pero sobretodos estáis vosotros mismos, padres y catequistas, porque la fe no es solo una tradición o conocer. Sobretodo es experiencia de la presencia viva del Señor en nosotros, que sale a nuestro encuentro para darnos la Vida de Dios que es la única que colma nuestro deseo de plenitud y perfección”, explicaba.
Respecto a la familia, el Obispo ponía en el foco el anuncio del evangelio del matrimonio ya desde edades muy tempranas, mostrando cómo Dios ha creado al hombre varón y mujer, acompañando a los novios, a los matrimonios jóvenes y también a los mayores. Incluso animaba a “invitar los que no piensan en casarse, proponiendo vivir su relación bendecida por Dios”.
Mons. Casimiro López Llorente ha insistido en que esta misión implica a toda la comunidad parroquial, y que “en la Iglesia no sobra nadie, todos somos necesarios y cada uno ha de encontrar su lugar”. El Obispo también ha agradecido la acogida en los pueblos y recordaba con especial cariño las visitas a los enfermos, como la de La Foia: “No imagináis lo hermoso que fue ir desde la iglesia con los visitadores, los niños y jóvenes a visitar los enfermos en sus casas. Fue ocasión de orar juntos y darnos cuenta que siguen siendo miembros de la comunidad, y que tienen que sentirse acompañados en el momento del dolor”.
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