El Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón celebró ayer por la tarde la Eucaristía en la iglesia de San Francisco de l´Alcora junto a los cofrades de la Cofradía Jesús Nazareno, que nombraron a D. Casimiro cofrade de honor, saliendo de la celebración con su medalla. También se llevó a cabo la imposición de medallas de los nuevos cofrades.
Además, inauguró tres placas de cerámica con las caídas de Cristo con la cruz, situadas en diferentes calles del municipio. En la homilía, les animó a vivir su condición de cofrades desde la condición de cristianos. “Sois una asociación pública de fieles cristianos -les dijo- que en vuestro caso se asocian para favorecer el culto público en torno a Jesús Nazareno, y un fiel cristiano es alguien que cree, que sigue y que da testimonio de la fe que procesa”.
Y, tal como explicó el Obispo, la fe cristiana nace del encuentro personal y profundo con el Señor, es la respuesta confiada a Él, que nos invita a entregarle la vida y a estar disponibles para la misión, porque nos ama con amor infinito.
En este sentido, recordó las palabras del Papa Benedicto XVI refiriéndose a esta capacidad de Dios para orientar nuestra vida a partir del encuentro personal con Él: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o por una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva».
D. Casimiro les exhortó a reavivar, “una y otra vez, este encuentro personal con el Señor, que sale a nuestro encuentro en su Palabra, en la Eucaristía, en cada hombre y en cada mujer, en cada acontecimiento de nuestra vida, y en el sacramento de la Reconciliación, porque muchas veces nos tenemos que dejar sanar y perdonar por Él para seguir caminando, sabiendo que Dios, y la Iglesia, nunca nos rechaza y nos quiere dar el abrazo del perdón”.
Hoy se ha celebrado la séptima edición del Encuentro Diocesano de Jóvenes, organizado por la Delegación para la Infancia y la Juventud, y convocado y presidido por el Obispo de la Diócesis, D. Casimiro López Llorente. Se ha celebrado en el Seminario diocesano Mater Dei bajo el lema “Amor que salva”, con una temática central sobre el Primer Anuncio, objetivo central del presente curso pastoral.
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Ha sido una jornada en la que más de 300 jóvenes de toda la Diócesis y de diferentes realidades han compartido juntos la alegría de seguir al Señor en nuestra Iglesia diocesana, pero también ha servido para ayudar a los confirmandos a preparar su Confirmación.
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Los participantes han podido disfrutar de varias dinámicas, preparadas por algunos de los distintos grupos que integran el Consejo Diocesano de Jóvenes. Es el caso de una gymcana para jóvenes de entre 12 y 15 años que ha organizado JECCxM, Éfeso y Juniors; y otra que ha preparado Hakuna y Effetá.
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También, los jóvenes a partir de 16 años se han formado gracias a varios talleres, como el que ha impartido el guionista y escritor Diego Blanco bajo el título “Héroes, villanos y redención: buscando el kerygma en la ficción”; el que ha ofrecido el Oratorio de Universitarios, “Al principio no era así: de las heridas al amor verdadero”; o el de «No temo», un grupo de jóvenes que se forman en la Teología del Cuerpo, y que han hablado sobre “La verdad sobre el cuerpo y la sexualidad”.
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Por otra parte, han podido escuchar dos testimonios. El primero de ellos sobre “AUTE”, un apostolado de Primer Anuncio que encamina todas sus acciones hacia el propósito de compartir el mensaje de Cristo a los jóvenes y ofrecer todas las opciones que tiene la Iglesia para vivir la Fe. Y el segundo sobre “Exodus 90”, un movimiento espiritual masculino que se apoya en tres pilares básicos: oración, ascetismo y fraternidad.
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Esta Jornada de comunión y alegría en el seguimiento del Señor de los jóvenes cristianos de la Diócesis ha terminado con un concierto del coro EMUNAH, de la parroquia de la Santísima Trinidad de Castellón, y con la adoración al Santísimo.
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Celebración de la Eucaristía
A las 13 h. se han congregado en torno a la mesa del altar para celebrar la Santa Misa, que ha presidido el Obispo, y han concelebrado los sacerdotes asistentes al Encuentro, entre ellos el Delegado diocesano para la Infancia y la Juventud, D. Manuel Díaz; el Subdelegado, D. David Vázquez; y el Rector del Seminario Mater Dei, D. Juan Carlos Vizoso.
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En la homilía, D. Casimiro ha mostrado su agradecimiento al Dios “por cada uno de vosotros, que habéis acudido a su llamada en ese día dedicado a los jóvenes y a los confirmandos”. “Sois una alegría para quien nos habla”, les ha dicho a ellos.
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Centrándose en la Palabra proclamada y en el lema del Encuentro (“Amor que salva”), el Obispo ha querido “limpiar la palabra «amor» de tantas adherencias que ha ido recibiendo a lo largo del tiempo” para centrarse “en el verdadero amor que es Cristo Jesús”.
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El del Señor “es el amor que se entrega hasta el final por cada uno de nosotros, para sanarnos, para purificarnos, para liberarnos, de tanto que nos ata y no nos deja progresar en el verdadero amor”, les ha dicho a los jóvenes indicando la proximidad de la Semana Santa. Por ello, les ha animado a imitar ese amor que nos muestra Jesús, “que busca el bien del otro y se entrega”.
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El Obispo también les ha hablado de las diferentes llamadas al amor que cada uno recibe de Dios, sea a la vida consagrada, al matrimonio o al sacerdocio, y les ha recordado que este domingo celebramos el Día del Seminario, que es “donde se forman aquellos que han sentido la llamada de Jesús para entregar su vida en favor de las comunidades”. Por último, les ha exhortado a llevar ese amor de Dios a los demás, para que, una vez finalizado el Encuentro, “llenos de su amor, ofrezcáis a otros y donde os encontréis ese camino, esa verdad y esa vida que es Él”.
Por san José celebramos el Día del Seminario. Este año, en nuestra Diócesis, lo haremos este fin de semana, en las Misas vespertinas del sábado y en las del Domingo. Nuestros seminaristas del Mater Dei y del Redemptoris Mater y la petición al Padre para que nos envíe pastores según su corazón estarán especialmente presentes en la oración de nuestras comunidades, lo que no debería faltar a lo largo de todo el año. Porque todos y cada uno estamos llamados a orar por la buena formación de nuestros seminaristas y pedir con insistencia y perseverancia a Dios que nos envíe vocaciones al sacerdocio ordenado. Nos urge –y mucho- recuperar o intensificar nuestro amor y compromiso por nuestros seminarios; en ellos se forman, aquellos que han sentido la llamada del Señor al sacerdocio y que serán los futuros pastores de nuestras comunidades.
Hemos de intensificar también nuestra oración por las vocaciones sacerdotales. Sufrimos un fuerte invierno de vocaciones en el mundo occidental, que entre nosotros alcanza extremos muy preocupantes. Esta situación no nos puede ser indiferente. Es, en efecto, muy escaso el número de nuestros seminaristas; y muy pocos proceden de nuestras comunidades. A decir verdad no sólo escasean las vocaciones al sacerdocio; también son escasas las vocaciones a la vida consagrada y cada día son menos los bautizados que entienden su matrimonio y familia como una vocación; pocos son también los seglares que viven su ser cristiano como vocación, llamados a ser testigos del Evangelio en el mundo y en la Iglesia. Necesitamos dar, pues, a toda nuestra pastoral un tinte vocacional, comenzando por la formación cristiana de nuestros niños bautizados en la familia y la catequesis de iniciación cristiana.
Ciertamente que hoy no es fácil hablar de vocación. El contexto cultural actual propugna un modelo de ‘hombre sin vocación’. Interesa lo inmediato, lo útil, el tener, el disfrute de la vida, la fama, la ostentación y el poder; falta una perspectiva global de la persona como proyecto de vida. El futuro de niños, adolescentes y jóvenes, en la mayoría de los casos, se plantea reducido a la elección de una profesión para logar una buena posición económica; su futuro se plantea sin apertura al misterio de la propia vida, a Dios, al prójimo o al propio bautismo. Es necesario que trabajemos por crear una cultura vocacional orando por las vocaciones y acogiendo en parroquias y movimientos el ofrecimiento que se hace de la Diócesis para trabajar en este sentido.
Una mirada creyente sobre el ser humano descubre que todos tenemos una vocación, una llamada de Dios. Así nos lo recordó el Sínodo de los Obispos de 2018 sobre los jóvenes, la fe y el descernimiento vocacional. Dios llama a cada uno a esta vida por amor y para vivir la alegría del amor, que será fuente de felicidad. La nueva vida recibida de Dios gratuitamente en el bautismo desarrolla esa llamada inicial de Dios al amor. Y, llegado el momento, esta vocación bautismal se concretará por parte de Dios en una llamada a vivir el amor en el sacerdocio entregando la propia vida al servicio del Evangelio y de los hermanos; o a vivirlo en la vida consagrada entregándose a Dios y a los hermanos en el carisma de un instituto religioso; o a vivir la llamada de Dios al amor en el amor entre un hombre y una mujer en el matrimonio y en la familia. Dios tiene un plan concreto para que cada uno alcance la felicidad y la perfección en el amor, la santidad. La vocación es el pensamiento amoroso de Dios sobre cada uno. En esa llamada encuentra cada uno su nombre y su identidad, que le garantiza su libertad y su felicidad.
Todos somos responsables de la pastoral vocacional. Ayudemos todos –en especial los padres, los sacerdotes y los catequistas- a nuestros niños, adolescentes y jóvenes a hacerse sin miedo esta pregunta: “Señor, ¿qué quieres que haga en mi vida”. Si sienten la llamada al sacerdocio, ayudémosles a responder con alegría y generosidad mediante nuestra cercanía y acompañamiento. Será nuestro mejor servicio a su libertad y felicidad.
Nuestra misión no es otra que evangelizar, mostrar a Cristo a todos los hombres para que se dejen encontrar por Él, escuchen su voz, respondan a su llamada con entrega y fidelidad. Oremos a Dios Padre para que nos envíe pastores según el corazón de su Hijo. El sacerdocio es un don inestimable de Dios y un ministerio indispensable en nuestra Iglesia. No tengamos miedo de hacer la propuesta vocacional al sacerdocio a nuestros niños, adolescentes y jóvenes.
Castellón celebra las 24 horas para el Señor en la Iglesia de La Sangre
Los arciprestazgos de Castellón se han sumado a la celebración de las 24 horas para el Señor, una iniciativa cuaresmal de oración y reconciliación instituida por voluntad del Papa Francisco. La convocatoria, tal como anunció Mons. Casimiro López Llorente en unacartaal Pueblo de Dios de Segorbe Castellón, se celebró en el conjunto de la Diócesis el pasado fin de semana en vísperas del cuarto domingo de Cuaresma. Sin embargo, tal como informaba la misiva, al coincidir con la celebración de las fiestas fundacionales de la ciudad de Castellón, nuestro Obispo pospuso la celebración en Castellón para este fin de semana.
Ayer tarde a las 20h, tras la celebración del Quinario de la Cofradía de la Purísima Sangre de Castellón, la Capilla acogía la celebración de la Eucaristía que, presidida por el Obispo de Segorbe-Castellón, y concelebrada por el Cabildo Concatedral y párroco de Santa María D. Miguel Simón, el Arcipreste del Arciprestazgo 3, D. Joaquín Muñoz, y el secretario, D. Ángel Cumbicos, daba inicio a la celebración de las 24 horas para el Señor.
«A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino que el Verdadero es el que me envía (…)». Intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora
Tras la proclamación de la Palabra, la homilía del Obispo profundizó en «Dios Padre, el Verdadero«, y en «la hora de Jesús». La reflexión de D. Casimiro se centró en estos dos conceptos, y no como los presenta el mundo contemporáneo, sino desde el mismo Jesús. «Cristo es la manifestación suprema de Dios, y la verdad es Dios mismo que nos ha creado por amor para el amor y ahí está la unión que hay entre verdad y amor».
El Dios que nos revela Jesús, dijo D. Casimiro, «nos manifiesta de dónde venimos, para qué venimos, hacia dónde caminamos: venimos de Dios que es amor, caminemos en el amor recibido y ofrecido en su Hijo Jesús para llegar a la santidad, a la perfección del amor, a la vida misma de Dios».
La «hora de Jesús», continuó el Obispo, «es el momento del cumplimiento de la misión que ha recibido de Dios en favor de cada uno de nosotros». Un amor que se hace presente en la última cena a través de la institución de la Eucaristía, del orden sacerdotal y del mandamiento del amor porque «tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo unigénito, para que creyendo en Él tengamos vida».
«Caminemos en una vida nueva»
Retomando las lecturas, D. Casimiro se refirió a los impíos (Sab 2,1a.12-22), «aquellos que no creen en Dios, lo rechazan y lo llevan hasta la muerte». El texto del libro de la Sabiduría muestra un anticipo de Áquel «que morirá en la cruz por ser testigo de la verdad y los que no creen en Dios intentan imponer su verdad incluso persiguiendo a aquellos que se abren a Dios».
En este sentido, nuestro Obispo reconoció que, en un tiempo tan alejado de Dios como el actual, muchos se dejen llevar por esa tendencia y se alejen de Dios, incluso que aún creyendo en Dios lo hagamos solo en la medida de nuestro criterio y previsiones «pero no vivimos la vida nueva que nos ofrece Cristo Jesús». Así se refirió al lema de estas 24h para el Señor y exhortó a caminar en la vida que nos ofrece Jesús acogiendo «la misericordia del Señor en el Sacramento de la Reconciliación que sirve para sanar, para llenarnos de la gracia de Dios, para así caminar, fieles y confiados en el seguimiento de Cristo».
Durante toda la jornada de este sábado, las parroquias de los Arciprestazgos de Castellón han establecido turnos de adoración en la Capilla de La Sangre, donde permanecerá expuesto el Señor.
El Obispo de la Diócesis ha realizado la convocatoria para conferir el sagrado Orden del Presbiterado a aquellos candidatos que “reuniendo las condiciones de la normativa canónica, habiendo cursado y superado los estudios eclesiásticos así como habiéndose preparado humana y espiritualmente bajo la orientación y guía de sus formadores y la autoridad del Obispo, aspiren a la recepción del Presbiterado”.
D. Casimiro les administrará el Sacramento del Orden el día 22 de junio de 2024, a las 11:00 horas, en la S. I. Concatedral de Santa María de Castellón. Para ello, los aspirantes deberán presentar la correspondiente solicitud acompañada de la documentación establecida, y el Rector deberá remitir los informes recabados al Obispo con la debida antelación.
POR LA GRACIA DE DIOS Y DE LA SANTA SEDE APOSTÓLICA,
OBISPO DE SEGORBE-CASTELLÓN
Por el presente y a tenor de la normativa eclesial anuncio que el próximo día 22 de junio de 2024, a las 11:00 horas, administraré en nuestra Santa Iglesia Concatedral de Santa María de Castellón de la Plana el sagrado Orden del Presbiterado a aquellos candidatos, que, reuniendo las condiciones de la normativa canónica, habiendo cursado y superado los estudios eclesiásticos así como habiéndose preparado humana y espiritualmente bajo la orientación y guía de sus formadores y la autoridad del Obispo, aspiren a la recepción del Presbiterado.
Los aspirantes deberán dirigir al Sr. Rector del Seminario Diocesano respectivo, la correspondiente solicitud, acompañada de la documentación pertinente en cada caso, de conformidad con lo que establece el can. 1050 del CIC, a fin de comenzar los informes y, una vez realizadas las proclamas en las parroquias de origen y domicilio actual, otorgar, si procede, la autorización necesaria para que puedan recibir el sagrado Orden del Presbiterado.
El Sr. Rector respectivo me presentará, al menos un mes antes de la citada fecha, los informes recabados, y, una vez concluido el proceso informativo, trasladará a nuestra Cancillería toda la documentación establecida en nuestra Diócesis a los efectos pertinentes y para su conservación en el Archivo de nuestra Curia diocesana.
Publíquese este Decreto en el Boletín Oficial de este Obispado y los medios acostumbrados, y envíese copia a los Sres. Rectores para su público e inmediato conocimiento.
Dado en Castellón de la Plana, a catorce de marzo del Año del Señor de dos mil veinticuatro.
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
Doy fe
Ángel E. Cumbicos Ortega Canciller-Secretario General
Como cada año durante el tiempo de Cuaresma, desde la Acción Católica de la Diócesis nos invitan a vivir los viernes de Cuaresma como una experiencia de profundo y sincero encuentro con Jesucristo y con los hermanos, en esta ocasión bajo el lema “construir puentes frente a muros”.
En este cuarto viernes, día 15 de marzo, la situación sobre la que proponen reflexionar es sobre:
POLÍTICA Y AMISTAD SOCIAL
Dice Francisco en Fratelli tuttique necesitamos “la mejor política puesta al servicio del verdadero bien común” (n. 154). Es una responsabilidad de todos y todas colaborar en ello. Sobre todo, si entendemos la política como lo que es: todo lo que hacemos para construir la vida y la convivencia social.
La contribución al bien común que puede ser de forma personal o colectiva empieza siempre en la persona que ama, donando parte de sí a los demás, sin perder nada de lo que es y al mismo tiempo enriqueciéndose con el encuentro y la satisfacción de hacer el bien. Cuando esto se multiplica en una sociedad es lo que Fratelli Tutti llama amor social, procesos sociales de fraternidad y de justicia para todos.
Sin embargo, en la vida política prima muchas veces la crispación y el enfrentamiento, en lugar del diálogo y el respeto a la diversidad. Nuestra manera de situarnos en la vida política no puede ser otra que colaborar a construir la amistad social, desde el diálogo y la búsqueda de caminar juntos desde la diversidad. Tenemos una aportación que hacer en este sentido.
Oremos/reflexionemos para que frente a la crispación política pongamos puentes que faciliten la relación, el diálogo y la convivencia, y que se trabaje, sobre todo, por el bien común.
Nuestro Obispo. D. Casimiro, a través de una carta nos invita y convoca a toda la Diócesis de Segorbe-Castellón a participar en la Santa Misa Crismal, que tendrá lugar el próximo día 25 de marzo, Lunes Santo, a las 11 h. en la S.I. Catedral de Segorbe.
En la misiva nos recuerda el significado de la Misa Crismal, en la que “es consagrado el Santo Crisma y son bendecidos los óleos de los catecúmenos y de los enfermos”. Con el Santo Crisma, nos explica el Obispo, serán ungidos aquellos que durante el próximo año reciban el sacramento del Bautismo, de la Confirmación o del Orden sacerdotal. Y con el óleo de los catecúmenos se ungirá a aquellos que serán bautizados, con el fin de ser fortalecidos por el Espíritu Santo “para poder renunciar al mal antes de renacer a la nueva Vida de los hijos de Dios en el Bautismo”. En cuanto al óleo de los enfermos, éste se usará en el sacramento de la Unción de Enfermos, que “remedia las dolencias del alma y del cuerpo de los enfermos, para que puedan soportar y vencer el mal y conseguir el perdón de sus pecados”.
Además, D. Casimiro nos recuerda que en esta Misa “se hace especialmente visible toda nuestra Iglesia diocesana en la iglesia madre, la Catedral”. Presidida por el Obispo, todos los que formamos parte de la Diócesis nos reunimos “en torno a la mesa la Palabra y de la Eucaristía, de las que se alimenta sin cesar”.
Asimismo, la Misa Crismal se celebra cercano ya el Jueves Santo, que es el día en que Cristo instituyó el sacramento del Orden, por lo que los sacerdotes renovarán las promesas de su ordenación sacerdotal. A ellos les invita de un modo especial con el fin de, juntos, “mostrar nuestro agradecimiento a Dios y nuestra alegría por el don del sacerdocio renovando las promesas de nuestra ordenación”.
Y les pide animar a la participación de todo el Pueblo de Dios, sobre todo en las parroquias de Segorbe y de pueblos vecinos, y a todos aquellos que “se preparan para recibir alguno los sacramentos del Bautismo o Confirmación, a sus padres y a sus catequistas, a los visitadores de enfermos y a quienes trabajan en el mundo de la salud y en la atención de los ancianos”.
A todos los fieles cristianos de Segorbe-Castellón:
sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos
Amados todos en el Señor:
Cercana ya la Semana Santa os invito y convoco un año más a la Santa Misa Crismal que celebraremos, D.m., el próximo día 25 de marzo, Lunes Santo, a las 11:00 de la mañana en la Santa Iglesia Basílica Catedral de la Diócesis en Segorbe.
Recordemos el significado especial de la Misa Crismal. En ella es consagrado el Santo Crisma y son bendecidos los óleos de los catecúmenos y de los enfermos. Con el Santo Crisma, el aceite perfumado que representa al mismo Espíritu Santo, serán ungidos quienes durante el próximo año reciban el sacramento del Bautismo, de la Confirmación o del Orden sacerdotal. Con el óleo de los catecúmenos serán ungidos los que van a ser bautizados quedando así fortalecidos con la fuerza del Espíritu Santo, para poder renunciar al mal antes de renacer a la nueva Vida de los hijos de Dios en el Bautismo. El óleo de los enfermos, cuyo uso está atestiguado ya por el apóstol Santiago y será usado en el sacramento de la Unción de Enfermos, remedia las dolencias del alma y del cuerpo de los enfermos, para que puedan soportar y vencer el mal y conseguir el perdón de sus pecados.
En la Misa Crismal se hace especialmente visible toda nuestra Iglesia diocesana en la iglesia madre, la Catedral. Presidida por el Obispo, acompañado por los sacerdotes, sus colaboradores más cercanos, los diáconos y el resto del Pueblo santo de Dios, nuestra Iglesia de Segorbe-Castellón se reúne en torno a la mesa la Palabra y de la Eucaristía, de las que se alimenta sin cesar. Además, en este Misa, cercano ya el Jueves Santo, día en que Cristo instituyó el sacramento del Orden, los sacerdotes renovaremos las promesas de nuestra ordenación sacerdotal.
Por todo ello os invito de corazón a todos a participar en la Misa Crismal. Esta invitación vale de manera especial para vosotros, queridos sacerdotes; juntos queremos mostrar nuestro agradecimiento a Dios y nuestra alegría por el don del sacerdocio renovando las promesas de nuestra ordenación. A los sacerdotes os ruego además que animéis expresamente a participar a quienes se preparan para recibir alguno los sacramentos del Bautismo o Confirmación, a sus padres y a sus catequistas, a los visitadores de enfermos y a quienes trabajan en el mundo de la salud y en la atención de los ancianos. Especialmente ruego a los párrocos de las parroquias de Segorbe y de pueblos vecinos que animen a sus fieles a participar en esta Misa. Haced un pequeño esfuerzo. Finalmente pido a todos los sacerdotes que den a conocer la presente carta en sus parroquias para que llegue a todo el Pueblo de Dios en nuestra Diócesis.
Recuerdo a los sacerdotes y diáconos que tendremos la habitual comida de fraternidad en el Seminario de Segorbea las 14.00 horas. Estáis todos cordialmente invitados.
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