Los seminaristas de la Diócesis y sus formadores se reunieron ayer en el Seminario Redemptoris Mater, en Betxí, en la que ha sido la primera de las felicitaciones navideñas con nuestro Obispo.
D. Casimiro les exhortó a «acoger al Señor para que nazca de verdad en nuestra vida», poniendo como modelo a la Virgen María y su actitud: de oración, de acogida de la palabra del ángel, y de escucha y confianza total en Dios.
Sobre todo, les animó, ante las dificultades en el camino de maduración de la vocación y de discernimiento, a poner la confianza en Dios, a fiarse de su llamada, sabiendo que para Él no hay nada imposible.
“El Señor viene, el Señor nace una vez más por cada uno de nosotros”, les dijo, porque en Navidad “celebramos el nacimiento del Hijo de Dios, que nos trae el amor, la alegría y la paz de Dios”.
“Se hace un niño, frágil y débil, para que no tengamos miedo a abrirnos al amor que Dios nos ofrece”, del que nos quiere hacer partícipes. Ello “debe producir alegría en nuestro corazón, por saberse siempre amados y nunca abandonados por Dios”, y “nos trae su paz, el perdón, la sanación y la salvación”.
Ayer se reunió la Comisión del Fondo Diocesano ante el Covid-19 para valorar las solicitudes de ayuda presentadas por los equipos de Cáritas en el territorio.
En esta ocasión se aprobaron las 6 solicitudes presentadas por los equipos de las Cáritas Parroquiales de la Diócesis.
Las ayudas ascienden esta semana a un total de 2.999,04 euros, destinados al pago de suministros de luz, alquiler de viviendas y necesidades básicas.
Los sacerdotes mayores de la Diócesis se han reunido esta mañana en la Casa Sacerdotal Diocesana «Familia de Nazaret» para celebrar juntos una Eucaristía con motivo de la ya cercana Navidad, que ha presidido el Obispo, D. Casimiro. También ha participado el Vicario General, D. Javier Aparici, el Vicario para el Clero, D. Marc Estela, y el Secretario Particular, D. Ángel Cumbicos.
En la homilía, D. Casimiro les ha invitado a acoger a Jesús que nace en Navidad de una manera sencilla y humilde. Celebramos el misterio del amor de Dios para con nosotros, que se hace hombre para salvarnos. También les ha exhortado a la alegría que llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús, que libera del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento.
Por último, el Obispo ha pedido al Señor por la paz en todo el mundo, en todas aquellas naciones que están en guerra o sufren algún tipo de conflicto, pero de un modo especial por Ucrania y Rusia.
D. Elías Sanz ha explicado, tras la celebración de la Misa, que “la Navidad hay que celebrarla con toda la intensidad hasta el último momento de la vida, porque es fuente de fe, de esperanza, y, sobre todo, fuente de paz que tanto necesitamos a nivel personal y social”.
También ha indicado que “estos encuentros son importantes y necesarios, y sería ideal que se celebraran con más frecuencia para poder compartir la realidad vital de cada uno de los que estamos aquí, porque muchas veces uno lo va pasando en silencio y en soledad, y creo que eso no es bueno, lo bueno es compartirlo todo, también los problemas”.
El capellán la Universidad CEU Cardenal Herrera de Castellón, D. Samuel Torrijo, ha bendecido esta semana las figuras del Niño Jesús que el personal docente, el personal de administración y los alumnos del centro ponen en sus casas.
También bendijo el Belén, instalado en el hall principal, por los alumnos de la asignatura de Desarrollo de la Educación Visual y Plástica y su Didáctica, quienes han explicado que se planteó a partir de un proyecto artístico educativo basado en reflexionar sobre el sentido cristiano de la Navidad a través de la representación del Belén.
Los estudiantes han aplicado los contenidos adquiridos en la asignatura, como elementos básicos, texturas y formas (color, luz y sombras), volumen o espacio, la educación en valores y educación medioambiental.
Para llevar a cabo este proyecto artístico educativo han tenido que pasar por diferentes fases. En primer lugar “indagamos a cerca de la simbología y el valor del Belén, partiendo de la Carta apostólica del Santo Padre Francisco, ya que, además de los hechos cristianos del nacimiento de Jesús, nos habla de la bonita tradición de montar el Belén junto a nuestros familiares”.
Tras ello “decidimos utilizar materiales sencillos, como el cartón y el papel, para concienciarnos de su reutilización y del reciclaje”, pero también “utilizamos procedimientos de construcción del volumen en la etapa infantil, porque es un contenido muy llamativo para ellos, ya que pueden manipular los personajes”. De esta manera “pueden interactuar con el Belén e, incluso, imaginar y crear su propio cuento de Navidad”. Por último, “mencionar que hemos contado con la colaboración de María Luisa Peris, profesora de Medicina, que ha pintado las piedras, al tratarse de un proyecto colaborativo”.
La actuación de la Rondalla Jove y la presencia de una niña de tres meses, las principales novedades
La segunda edición del Belén Viviente de la parroquia de Llucena, congregó el domingo pasado a decenas de vecinos y de visitantes que no quisieron perderse esta representación del Nacimiento de Jesús. Treinta niños del municipio, de entre tres y doce años; escenificaron los momentos más importantes relatados en las Sagradas Escrituras sobre el Nacimiento del Salvador.
La plaza España, los porches, la puerta del campanario, la fachada de la iglesia y el al Altar Mayor fueron los lugares donde transcurrieron las escenas. Los diferentes decorados imitaban escenas costumbristas de la época y también de la comarca de l’Alcalatén.
No faltaron los animales como las gallinas, los conejos, las cabras o el burro sobre el que iba montada la Virgen María y que junto a San José recorrió varias calles de la población. Por primera vez participó la Rondalla Jove de Llucena que interpretó cuatro villancicos populares que alternaron con las escenas.
Sin embargo, la novedad más destacada fue la presencia de una niña de tres meses (Laia Ruiz Vidal) que encarnó el papel del Niño Jesús y que es prima de la niña que escenificaba a la Virgen María.
La final del mundial de fútbol no restó importancia a esta representación que consiguió abarrotar por completo el templo de La Asunción de Nuestra Señora de Llucena. Al final del Belen se procedió a rifar una cesta navideña y un Nacimiento. Y los más pequeños que participaron en la escenificación disfrutaron de una merienda de chocolate.
En los primeros siglos, el sacramento del bautismo, por el que el individuo entraba a formar parte de la comunidad cristiana, del cuerpo místico de Cristo que es la Iglesia, se administraba sumergiendo al candidato en una pequeña piscina con el agua purificadora. Una costumbre que, anteriormente, también había practicado la secta judía de los esenios, con frecuentes abluciones rituales para el perdón de los pecados.
El ritual bautismal, del griego «baptos», que significa lavar o sumergir, trajo consigo cambios en la creciente población cristiana tardorromana: «Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, a fin de que, así como Cristo resucitó del poder del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva. El agua aquí representa la muerte y resurrección hacia una nueva vida» (Romanos 6, 4). Una práctica litúrgica del sacramento que fue evolucionando desde la construcción de baptisterios con piscina de inmersión, los ejemplos más antiguos, hasta la creación de pilas bautismales de bulto redondo, en un largo proceso que vino a abarcar toda la época visigoda en la antigua Hispania, del siglo V (ca. 480) hasta el siglo VIII de nuestra era, con una invasión musulmana, a partir del año 711, que constituye el fin de la Antigüedad, propiamente dicha, en nuestras tierras.
El papel del bautismo resultó ser clave en la Hispania Visigoda, no sólo en el asentamiento de la autoridad episcopal sobre su clero y rebaño a través de la bendición del crisma, sino en la estabilización de la Iglesia y del propio Estado, sobre todo a partir del reinado de Leovigildo (568-586), tras un tiempo de luchas internas de las élites y entre las múltiples identidades religiosas que habían conllevado, hasta ese momento, un reino inestable y fracturado. El bautismo se convirtió en la clave de un programa de asimilación, cohesión y unificación, al igual que en otros reinos cristianos, como el Carolingio, donde los intelectuales de la Corte, con sus reformas, propiciaron el establecimiento del «Imperium Cristianum» en Europa a finales del siglo VIII y principios del IX, consolidando a la sociedad en todos los aspectos.
Hasta ese momento, la evolución de la ceremonia ha ido cambiando mucho desde el Bautismo de Jesús en el Jordán de manos de Juan Bautista, utilizándose primitivamente, en tiempos de persecución, parajes fluviales o marinos; «Juan bautizaba en Enón, junto a Salim, porque había muchas aguas, y venían y eran bautizados» (Juan 3, 23). En un principio, como primero de los siete sacramentos de la Iglesia, los primeros cristianos lo recibían en una edad adulta, al entrar a formar parte de la comunidad y del reino de Dios, en un acto público de fe. El ser sumergido en el agua representa la muerte de nuestros pecados anteriores; cuando emergemos de ésta, emprendemos una nueva vida en Cristo:
«Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mateo 28, 19).
El valor de este elemento, en un mundo de mayoría pagana de convertidos, fue adquiriendo tanta importancia que acabó condicionando el edificio que la contenía y proporcionando la denominación de Baptisterio a la Iglesia que contenía dicha pila bautismal. El ritual y la inmersión, que recordaba la cultura del agua del mundo de la antigüedad clásica, pronto fue trasladado a los infantes, como transmisión generacional de la fe, sin exclusión de los adultos que deseaban recibir el sacramento. Con el tiempo, por lógica, siendo la mayoría de bautizados niños, se fue imponiendo la pila bautismal a la piscina, en gran parte por una cuestión de practicidad e, incluso, de movilidad. A medida que el bautismo ganaba en trascendencia y ante la imposibilidad de los obispos de hacerse presentes en cada uno de los sacramentos realizados, éstos reforzaron su papel reservándose diversos aspectos de los rituales post-bautismales, como la citada bendición del crisma y la imposición de las dos manos.
Con el Edicto de Milán (313) del emperador Constantino y, posteriormente, con Teodosio (380), la libertad religiosa y la oficialidad de la misma en el imperio, conllevó la posibilidad de un oficio público legal, sin clandestinidad (espacios reservados, secretos o subterráneos-catacumbas), y la primera edificación de los primeros templos, a menudo reconvertidos de paganos a cristianos o de nueva planta, con sus capillas bautismales. En las demarcaciones hispánicas, sobre todo tras la conversión al catolicismo del rey Recaredo y del pueblo Visigodo, antiguamente arrianos, en el III concilio de Toledo (589), se encuentra abundante información sobre este rito especial en los concilios de aquel tiempo, como en el de Elvira (ca. 300), I Toledo (400), Gerona (517), Lérida (546), Braga (561), II Braga (572), III Toledo (589), II Sevilla (619), IV Toledo (633), Mérida (666), XI Toledo (675) y XVII Toledo (694).
La conversión del monarca y, por consiguiente, de todo su pueblo, determinó y unificó el catolicismo hispano y su ritual. San Gregorio Magno (540-604), sugirió a San Leandro (534-596) la realización de una sola inmersión en lugar de tres, simbolizando la unidad de la Santísima Trinidad, tal y como plasmó el santo sevillano en su epístola de 588 y reforzó su hermano, San Isidoro (556-636) en una de sus Etimologías. Esta simplificación también asentaba diferencias con los arrianos, que practicaban la triple inmersión. Si bien el bautismo desempeñó un papel de distinción social en el reino visigodo antes de la conversión en el III Concilio de Toledo (589), éste marcó de manera especial y dio un claro empuje y unificación de la identidad hispana, salvo la población judía, en sus inicios frente a la herejía arriana de las élites visigodas y asentando la ortodoxia católica más antigua de la Iglesia, practicada por los indígenas hispanorromanos. Un testimonio de cómo el Bautismo vino a ser una poderosa arma de integración para una burocracia centralizada en un reino religiosamente dividido y con una fuerte tendencia a una fracturación territorial y luchas internas, como se había apreciado durante el establecimiento del priscilianismo (siglo IV) y el arrianismo (siglo V).
En este sentido, la piscina bautismal de Soneja, del siglo VI, ubicada en una estancia lateral de un templo basilical, sigue las líneas habituales de la época presentes en otras estructuras similares, constando de dos escalinatas -a este y oeste- con tres escalones, para descender y ascender, y «aquarium», presenta una planta redonda, a diferencia de otras conservadas cuadrangulares, rectangulares, octogonales, etc., contando cada una de las formas con una gran simbología cristiana propia, no presentando decoración ornamental alguna, al menos conservada.
Otra cuestión, de muy difícil resolución, es la verdadera presencia en la actual localidad de nuestra actual diócesis de Segorbe-Castellón de un emplazamiento cristiano de primer orden como éste. También desconocemos la existencia de otras piscinas bautismales como la presente, hallada de manera accidental y, podríamos decir «providencial», durante las excavaciones de la ermita de San Francisco Javier (finales del siglo XVII), en un emplazamiento sin culto, desde la invasión árabe (711), durante casi mil años.
¿Había conocimiento entre los antiguos pobladores de su primitivo uso? ¿Era lugar de culto en recuerdo de algún acontecimiento martirial durante las persecuciones o donde se conservaba la reliquia de algún santo de los primeros tiempos del cristianismo en nuestra diócesis? ¿A qué primitivo obispado pertenecía tan importante asentamiento en el lugar fronterizo, junto al río Palancia, entre la diócesis Tarraconense y la Cartaginense? «Todos fuimos bautizados por un solo espíritu para constituir un solo cuerpo, ya seamos judíos o gentiles, esclavos o libres» (I Corintios 12-13).
La única realidad que podemos reflejar es, para todos nosotros los cristianos, la excepcionalidad y singularidad del hallazgo, desconociendo si habría otras piezas similares, incluidas también las pilas, todavía no identificadas ni descubiertas por la arqueología que, dada la problemática y literatura de época sobre la cuestión, como la que hemos expuesto anteriormente, sin duda debieron existir, habiendo más templos donde administrar el sacramento aparte de los conocidos por la investigación. «Quien no nazca del agua y del Espíritu no podrá entra en el reino de Dios» (Juan 3, 5).
El Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente, fue entrevistado ayer en COPE Castellón por el Director de la emisora, D. Raúl Puchol.
El Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente, ha acudido esta mañana al Centro Penitenciario Castellón I para felicitar la Navidad a los internos de la prisión.
Ha estado acompañado por el capellán y Director del Departamento de Pastoral Penitenciaria de la CEE, D. Florencio Roselló; por la Delegada diocesana para la Pastoral Penitenciaria, Dña. Sonia Barreda; por la Directora del Centro, Dña. Celia Bautista; por el Director del colegio del Centro, D. Antonio Gargallo; y por representantes de la Asociación Belenista de Castellón.
Durante el transcurso de la visita se ha celebrado el tradicional Festival de Villancicos, han contemplado los belenes que han montado los internos de los diferentes módulos, y se ha entregado el premio al ganador del Concurso de Tarjetas Navideñas.
D. Casimiro les ha felicitado la Navidad y les ha dedicado unas palabras de ánimo. La prisión es un lugar en el que, debido a los errores cometidos, los internos se encuentran privados de libertad, lejos de sus seres queridos, y con la difícil tarea de curar las heridas, les ha indicado, pero también ahí dentro Dios nace para ellos, y está presente junto a ellos. Además, no pierden su dignidad personal, sea cual sea el motivo por el que están en prisión, les ha recordado.
El P. Florencio también les ha felicitado la Navidad, y les ha dicho que los sueños nunca caducan, invitándoles a mantener la esperanza y luchar por sus sueños.
Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón constata que las acogidas y acompañamientos a personas y familias que solicitan ayudas a la entidad han aumentado en más de un 25%, especialmente después del verano.
Por ello, la campaña de Navidad de Cáritas, “Solo el amor lo ilumina todo”, lanza a toda la sociedad una invitación expresa a la colaboración económica para sostener el trabajo de lucha contra la pobreza que realiza esta entidad social.
Una colaboración que se puede materializar con una donación en el Bizum 05921 o en la cuenta corriente ES42 2100 8929 9213 0150 1196, indicando en el momento de realizar la transferencia si se quiere destinar esta aportación a alimentos, juguetes o ropa.
También el Fondo Diocesano, al que semanalmente las Cáritas parroquiales e interparroquiales presentan sus peticiones de personas que necesitan apoyo económico, constata, en los últimos meses, un aumento considerable en las ayudas que concede, centrándose especialmente para hacer frente a gastos de alquileres y de suministros de luz y agua.
En esta línea, la campaña de Navidad de Cáritas recuerda que el 19,3% de los hogares con menos ingresos piden ayuda a parroquias, servicios sociales o a entidades para poder vestirse o alimentarse y que, en su trabajo cotidiano, las Cáritas parroquiales son testigos directos de las heridas que van dejando en buena parte de la población estos tiempos difíciles y complejos.
En este sentido, el director de Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón, indica que desde Cáritas se constata que la precariedad va en aumento y “va haciendo mella en personas que están muy cerca de nuestros hogares” y que “las acogidas y acompañamientos de las personas y familias que se acercan a Cáritas en toda la Diócesis están aumentando en tasas superiores al 25 por ciento”.
Por tanto, Francisco Mir, que recuerda que la sociedad de Castellón es muy solidaria, realiza un llamamiento, “es preciso actuar”, porque se requieren más donaciones para ayudar a “muchas personas que nos necesitan, ya que no tienen ni un empleo decente ni un hogar digno donde refugiarse y convivir con los suyos”.
Por eso incide en que es fundamental el papel de los donantes ya que con sus aportaciones económicas colaboran al sostenimiento de los 22 proyectos que Cáritas Diocesana tiene en marcha. También muestra su esperanza en que, pese a los actuales momentos difíciles, se pueda incrementar el número de nuevos voluntarios y mantener y aumentar, si es posible, el número de donaciones de particulares y, también, los convenios de colaboración con empresas e instituciones.
Campaña de Navidad
La campaña de Navidad de Cáritas de este año lleva por lema “Solo el Amor lo ilumina todo”, e invita a compartir esta Navidad de alegría de amar a los demás, poniendo el foco en que el nacimiento de Jesús está hoy más cerca que nunca de los pobres y vulnerables. La Campaña de Navidad es, junto a la del Día de Caridad (Corpus Christi), una de las dos ocasiones del año en las que Cáritas lanza a toda la sociedad una invitación expresa a la colaboración económica para sostener el trabajo de lucha contra la pobreza que realizan las 70 Cáritas Diocesanas de todo el país.
Por ello, Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón invita a la sociedad a colaborar un año más en esta campaña de Navidad realizando aportaciones económicas a través del Bizum 05921 o de la cuenta corriente en ES42 2100 8929 9213 0150 1196, indicando en el momento de realizar la transferencia si se quiere destinar esta donación a alimentos, juguetes o ropa.
A través de su campaña, Cáritas invita a toda la sociedad a tomar conciencia de que el Amor que compartimos con otras personas nos iguala como humanidad, nos convierte en una gran familia y nos llama a disfrutar del bien común que aspira a encarnarse en el pleno acceso de todas las personas a los derechos humanos.
Ha fallecido el Rvdo. D. Marcelino Cervera Herrero, a la edad de 87 años, en Alpuente (Valencia).
Ingresó en el Seminario de Segorbe en octubre de 1946, recibiendo el presbiterado el día 5 de julio de 1959. Fue Teniente Arcipreste y Cura Ecónomo de la Parroquia San Bernardo de Montán, Ecónomo de la Parroquia Ntra. Sra. de los Ángeles de El Toro y Cura Encargado de Parroquia de San Pedro Apóstol de Barracas. Además, fue Encargado de la Parroquia de El Salvador de Pina de Montalgrao.
La Misa exequial tuvo lugar ayer domingo, día 18 de diciembre, en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Piedad de Alpuente, presidida por el Vicario General de la Diócesis de Segorbe-Castellón, D. Javier Aparici.
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