Atzeneta recordará al sacerdote y misionero Ricardo Miralles
El miércoles próximo se cumplen 25 años de la muerte de Ricardo Miralles, sacerdote de Segorbe-Castellón que inició la misión diocesana en Safané, Burkina Faso. Cuando su cuerpo se trasladó a la parroquia, salieron a recibirle centenares de personas de todo credo y durante semanas acudían personas para dar el pésame. Un jefe tribal dijo: “Aquí nunca se hará daño a ningún padre; Siempre estaréis protegidos porque lo que habéis hecho por Safané no lo ha hecho nadie”. Su tumba, junto al campanario de la iglesia, siempre tiene flores. La parroquia de Atzeneta, su pueblo natal, acogerá el mismo 19 de septiembre a las 11h una Eucaristía en su memoria.
Esta historia comenzó en los pasillos del Concilio Vaticano II. Allí entablaron amistad el Obispo de Segorbe-Castellón, Mons. José Pont i Gol, con el de la diócesis de Nouna-Dégougou, Mons. Lesourd. Al final de la primera sesión, San Juan XXIII reunió a obispos españoles para pedirles una renovada implicación misionera. De ese impulso salió primero una misión en Chile, y en 1964 la de Safané. Ricardo Miralles fue el primero en ir, y permaneció durante 25 años en dos periodos. (En la foto, junto al Obispo Pont i Gol, en la entrada del Obispado con material para enviar a la misión)
Su carácter, cercanía y jovialidad lo hacía muy querido por todos. Cuentan quienes lo conocieron bien que una vez recibió una carta en la que por única dirección ponía “Padre Ricardo. Alto Volta”. El obispo local, Mons. Zépheryn Toé, lo describía así en la misa funeral: “Es más que un prestidigitador en medio de los grupos de niños y de adultos a quien ofrece siempre gratuitamente mil formas de diversión. Lo que caracterizaba profundamente al padre Ricardo era el amor al hombre y la bondad de su corazón. Es necesario subrayar fuertemente su amor por los enfermos y todos los que están en el sufrimiento y la pobreza. Él ejercía su carisma para preparar en los pueblos un clima de simpatía favorable a la acogida de la Buena Noticia de la Salvación”.
Dos días antes de su fallecimiento participaba en las jornadas diocesanas de inicio de curso en Dégougou, a 60 km de Safané. Entonces ya no se encontraba bien. Se pasó el encuentro en su habitación diciendo que necesitaba dormir. Pero no dejaba de vomitar y el viernes por la tarde pidió que lo llevaran al hospital. Se le diagnosticó una amebiosis hepática, y en la noche del sábado al domingo rindió el último suspiro cuando se preparaba su traslado a la capital. Tenía 65 años.
Una vida fecunda
Ricardo Miralles había nacido en Atzeneta en 1928. Realizó los estudios eclesiásticos en Tortosa y fue ordenado en 1953. Sus primeros destinos fueron en Albocácer y Vilar de Canes, hasta 1965, fecha en que viajó por primera vez a Burkina Faso. Un año después se creaba la parroquia de Safané, que tiene una extensión de 2.000 km cuadrados (como un tercio de la provincia de Castellón). Regresó en 1973, para pasar tres años como párroco de Santiago Apóstol de La Vall d’Uixó. Y de nuevo regresó a África hasta el final.
En estos años la parroquia de Safané ha dado numerosas vocaciones sacerdotales y religiosas. Acogió una comunidad de hermanas de la Consolación que regentan un colegio. La colaboración ha estado mantenida con numerosos sacerdotes de la Diócesis y mucho seglares y entidades que han ayudado al desarrollo de esa población. El legado de Ricardo Miralles sigue vivo, e interpela a reavivar el espíritu misionero.
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