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Es tiempo de Adviento

26 de noviembre de 2022/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Cartas, Cartas 2022 /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Este Domingo comienza el tiempo litúrgico del Adviento. La palabra latina “adventus” significa “venida”. En el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Jesucristo. La Iglesia da el nombre de Adviento a las cuatro semanas que preceden a la Navidad, como oportunidad para prepararnos con las buenas obras a la llegada del Señor. Este tiempo de espera y de esperanza mira al pasado, al presente y al futuro.

Al pasado porque Jesús, el Mesías anunciado por los profetas y esperado por el pueblo de Israel, ya ha venido en la debilidad de nuestra carne; el Adviento nos prepara para celebrar con gozo la Navidad, la entrada en nuestra historia del Hijo de Dios en Belén; es su “primera” venida. El Adviento mira también al futuro, hacia la ‘segunda’ venida de Jesucristo en gloria y majestad al final de los tiempos en que llevará a total cumplimiento su obra de salvación y reconciliación de toda la creación. Nos recuerda  así el decisivo encuentro personal con el Señor en la hora de nuestra muerte, en que cada uno será examinado y juzgado del amor o de la falta de amor hacia El y, en Él, hacia el hermano pobre y necesitado.

Pero el Adviento mira además al presente. Ya en la primera antífona de las Vísperas del primer Domingo de Adviento decimos: “Anunciad a todos los pueblos y decidles: Mirad, viene Dios, nuestro Salvador”. Al inicio de un nuevo año litúrgico, la antífona invita a toda la Iglesia a renovar el anuncio de la venida del Salvador a todos los pueblos y que resume en dos palabras: “Dios viene”. No se usa el tiempo pasado ni el futuro sino el presente: “Dios viene”. Se trata de un presente continuo, es decir, de una acción que está ocurriendo constantemente, que ocurre ahora y ocurrirá también en el futuro. En todo momento “Dios viene” a nosotros. Dios es un Padre que nunca deja de pensar en nosotros y, respetando totalmente nuestra libertad, desea encontrarse con nosotros y visitarnos; Dios viene y quiere vivir en medio de nosotros, permanecer en nosotros. Viene porque desea liberarnos del mal y de la muerte, de todo lo que impide nuestra verdadera felicidad: Dios viene a salvarnos.

Dios viene constantemente a nuestro encuentro en su Palabra, en sus Sacramentos -en especial en la Eucaristía y en la Penitencia-, en el prójimo, en el pobre y necesitado, en los acontecimientos de la vida y en su Iglesia, en cada comunidad cristiana. Por esta razón, en la oración colecta del primer domingo de Adviento rezamos a Dios, que avive en nosotros el deseo de salir al encuentro de Cristo que viene.

Vivir en cristiano el Adviento comporta, en efecto, mirar más allá de las apariencias, abrir nuestra mirada y nuestro corazón a Dios, dejar que se despierte en nosotros el deseo de dejarnos encontrar personalmente por Dios en su Hijo Jesucristo. Este encuentro avivará nuestra alegría y nuestra esperanza. Para ello hemos de vivir atentos ante la venida del Señor Jesús para acoger y vivir en el día a día la novedad de la vida bautismal, nuestra condición de cristianos y las exigencias de nuestro seguimiento fiel del Señor en el seno de su familia, de su Iglesia, que es nuestra Iglesia diocesana.

En nuestra condición de peregrinos, la vigilancia y la esperanza son pilares imprescindibles de la vida cristiana, de nuestra Iglesia y de cada uno de sus fieles. La vigilancia pide una conversión constante a Dios en Cristo Jesús e intensificar la vida de oración, la escucha de la Palabra de Dios, la participación en la Eucaristía, la revisión de nuestra caridad y compromiso cristianos, y acoger el amor misericordioso de Dios en el Sacramento de la Reconciliación. La esperanza en el triunfo definitivo de Cristo nos ayuda a avivar nuestra fe en la vida eterna y en la resurrección de la carne, y, además, a no perder la paz ante las insidias de los poderes de este mundo.

El Adviento en este Año Jubilar nos exhorta a dejarnos encontrar por el Señor para crecer en comunión y salir a la misión para que todos puedan encontrarse con Cristo y para que el Amor de Dios, que nos salva, llegue a todos. El hombre de hoy busca ansiosamente la felicidad;  con frecuencia la busca lejos de Dios y se siente cada vez más lejos de la felicidad anhelada. En Jesucristo es donde el hombre y la mujer descubren su verdadera imagen, su verdadero destino y su pertenencia a un mundo nuevo. Dios viene para todos.

La Virgen María encarna perfectamente el espíritu del Adviento, hecho de escucha de Dios, de deseo profundo de hacer su voluntad, de alegre servicio al prójimo. Dejémonos guiar por María también en este tiempo, a fin de que el Dios que viene no nos encuentre cerrados o distraídos ante su venida.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Conversión de corazón hacia los pobres

27 de febrero de 2021/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Cartas 2021 /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

El ejercicio cuaresmal abarca el ayuno, la oración y la limosna. Los tres están interrelacionados. La privación del ayuno nos dispone al diálogo filial con el Padre en la oración y ambos llevan a volver la mirada y tener gestos de amor hacia el hombre herido, mediante la limosna. La auténtica conversión aviva no sólo nuestro amor a Dios sino también nuestra caridad al prójimo necesitado. El amor al hermano es la prueba de nuestro amor a Dios. Porque como dice san Juan: “Si alguno dice: ‘Amo a Dios’, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. Y hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano” (1 Jn 4,20-21).       

La llamada de Jesús a la conversión, “Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1,15), incluye la conversión de corazón al amor, sobre todo, para con los pobres de su tiempo. Para ser hoy buena noticia para los pobres llevándoles el Evangelio del amor de Dios, los cristianos hemos de entrar en un proceso de conversión personal y comunitaria, pastoral y misionera, “que no puede dejar las cosas como están” (EG 25). Esto pide un cambio profundo de mente y de corazón y salir a las periferias para acoger, proteger, promover e integrar a los excluidos.

Acoger la llamada de Jesús a la conversión nos lleva al encuentro del necesitado, como Él. Jesús anunció y practicó hasta la entrega de la propia vida, el amor a los pobres y el compromiso con los problemas sociales de su tiempo. Jesús se presenta ante el pueblo como enviado para anunciar el Reino de Dios, para evangelizar a los pobres, proclamar a los cautivos la libertad y a los ciegos, la vista, para liberar a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor (cf. Lc 4,16-19). Él se acerca a los marginados, a los niños (Mc 10,1-16) y las prostitutas (Lc 7, 37-38), a los extranjeros y a los diferentes (Lc 10,30-37), a los pecadores públicos (Lc 19,1-10), a los leprosos y a los enfermos en general (Lc 13,10-13).

Jesús dicta sus propios principios y marca el camino a sus discípulos. Los que quieran ocupar puestos de honor, han de servir y vivir con sencillez, en una sociedad que discrimina y humilla a los pobres (Mc 10, 35-37; 42-43). Frente a un mundo de desigualdades y de miseria, solo cabe desacralizar las riquezas (Lc 18,18-23), compartir con el pobre (Mc 8,1-9), apasionarse por la justicia y la solidaridad: dar pan al hambriento, trabajo al inmigrante y al parado, condiciones de vida digna al enfermo, visitar al olvidado en la soledad de la cárcel, de una familia rota, de una sociedad individualista (Mt 25,34-46). Con su acción, Jesús también educa política y socialmente al pueblo; una educación para participar en el destino propio y de los demás desde la fe en Él.

Así lo entendió y vivió la primera comunidad cristiana, y la Iglesia a lo largo de los siglos. Los Padres de la Iglesia, con sus cartas y sermones, nos prepararon un rico patrimonio de principios y criterios para unir la fe con el servicio a los pobres. En la Edad Media asistimos a la creación de numerosas iniciativas sociales y organizaciones de caridad. En los tiempos modernos, hay una Iglesia que va a seguir manteniendo su distintivo de caridad y amor a los pobres y a los débiles. Toda esta experiencia acumulada y enriquecida constantemente por el Magisterio de la Iglesia ha ido cimentado la enseñanza moral que empezó a organizarse, sistemáticamente, desde finales del s. XIX, bajo el nombre de Doctrina Social de la Iglesia.

Para muchos entre nosotros, esta rica doctrina es la gran desconocida. En este curso, dedicado a la caridad y la justicia, queremos darla a conocer en las parroquias y en las Jornadas de formación para laicos y sacerdotes, que, previstas para finales de enero, han quedado aplazadas a causa de la pandemia. A este fin se dirige también la Semana Social que celebraremos los próximos días, del 1 al 4 de marzo. 

Siempre y también en la actual situación de crisis sanitaria, económica, laboral, social y política, nos apremia el amor de Cristo. La pandemia nos ha mostrado las graves carencias nuestro estilo de vida. El Señor nos llama a vivir el mandamiento del amor y el compromiso por la justicia como servicio a los más necesitados para cooperar en la construcción de una sociedad y un mundo más justo, fraterno y solidario. La Doctrina Social de la Iglesia nos ofrece los principios siempre válidos, criterios de juicio y directrices para la acción en las relaciones personales, familiares, laborales, sociales, políticas e internacionales. Acojamos esta formación en nuestro proceso de conversión hacia los más pobres y necesitados.

Con mi afecto y bendición,

+Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Adviento: invitación a la alegría del espíritu

12 de diciembre de 2020/0 Comentarios/en Cartas, Cartas 2020, Noticias /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Paso a paso nos vamos adentrando en el Adviento, tiempo para la Esperanza. El Adviento nos llama, en efecto, a dejar que se encienda o se avive en nosotros la fe para creer y acoger al Niño-Dios que nace en Belén: Él es la esperanza que no defrauda. En Navidad, Dios se hace unos de los nuestros en Jesús, para mostrarnos que Dios es Amor y darnos este amor; Dios crea todo y a todos por amor, Él nunca nos abandona y quiere hacernos partícipes de su misma vida para siempre. La vida eterna, la vida misma de Dios, es la única capaz de saciar nuestro deseo de amor, de vida y de felicidad.

Este tercer domingo de Adviento nos invita a la alegría del espíritu. Lo hace con las palabras de san Pablo a los filipenses: “Gaudete in Domino”, “Alegraos siempre en el Señor”, porque “el Señor está cerca” (cf. Flp 4, 4-5). Ya el profeta Sofonías, al final del siglo VII antes de Cristo, se dirige a la ciudad de Jerusalén y sus habitantes exhortándoles a la alegría: “Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, hija de Jerusalén. (…) El Señor tu Dios está en medio de ti como poderoso salvador” (So 3, 14. 17). Dios mismo “se goza y se complace en ti, te renovará con su amor, exultará sobre ti con júbilo” (So 3, 17-18). Esta promesa se realizó plenamente en Navidad, y la hemos de renovar en el “hoy” de nuestra vida y de nuestra historia.

La alegría que estas palabras han de suscitar en el corazón de los cristianos no está reservada sólo a nosotros: es un anuncio profético destinado a toda la humanidad, en especial a los más pobres. Pensemos en todos los que están sufriendo los efectos de la pandemia, en especial los contagiados y sus familias, los parados y un largo etcétera. También nosotros podemos estar atenazados por el miedo y la incertidumbre, por la tristeza y la angustia.

Algunos se preguntarán si no es cínico y fuera de lugar invitar a la alegría en medio de la tragedia del Covid-19. ¿Qué alegría podemos vivir en esta situación? Pensemos en los numerosos enfermos y los que les asisten, o en las personas solas que, además de experimentar sufrimientos físicos, sufren también en el espíritu, porque a menudo se sienten abandonados. ¿Cómo compartir con ellos la alegría sin faltarles al respeto en su sufrimiento? Y pensemos también en quienes han perdido el sentido de la verdadera alegría, especialmente si son jóvenes, y la buscan en vano donde es imposible encontrarla: en la autoafirmación y el éxito, en las falsas diversiones, en el consumismo, en los momentos de embriaguez, en los paraísos artificiales de la droga y de cualquier otra forma de alienación. No podemos menos de confrontar la llamada a la alegría de este Domingo con la realidad dramática de la pandemia y todas sus consecuencias.

Como en tiempos del profeta Sofonías, la palabra del Señor se dirige de modo privilegiado precisamente a quienes soportan pruebas, a los “heridos de la vida y huérfanos de alegría”. La invitación a la alegría no es un mensaje alienante, ni un estéril paliativo, sino más bien una profecía de salvación, una llamada a un rescate que parte de la renovación interior. Porque la alegría de que se aquí se trata no es algo superficial y efímero, como la que tantas veces nos ofrece nuestro mundo; se trata de una alegría profunda y estable, que llena la vida de paz y de sosiego. La alegría cristiana deriva de la certeza de que “el Señor está cerca” (Fil 4, 5); es la alegría, la paz y la serenidad de saberse siempre amados y nunca abandonados por Dios en su Hijo, Jesús. La fuente de la perenne alegría cristiana brota de lo hondo: de ese fondo de serenidad que hay en el alma, que, aún en la mayor dificultad, en la enfermedad y también en la muerte, se sabe siempre e infinitamente amada y protegida por Dios en su Hijo, Jesús. Él nace en Belén y muere y resucita, para hacernos partícipes de la vida misma de Dios.

La alegría que el Señor nos ofrece debe hallar en nosotros un corazón agradecido y dispuesto a acogerle. El Adviento nos llama a preparar los caminos al Señor, nos llama a la conversión de corazón y de vida a Dios, el único que puede purificar verdaderamente la vida y llenarla de alegría y de paz. Somos frágiles, limitados, finitos y pecadores; pero gracias al Hijo de Dios, que nace en Belén, puede resplandecer en nosotros el amor y la vida de Dios, que llena nuestro corazón de alegría.

Para transformar el mundo, Dios eligió a una humilde joven de Galilea, a María de Nazaret, y le dirigió este saludo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. En esas palabras está el secreto de la auténtica Navidad, de la auténtica alegría. Con san Pablo os digo a todos: “Alegraos, porque el Señor está cerca”.

 

Con mi afecto y bendición,

+Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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El Obispo, D. Casimiro, invita a unirse a la Jornada de ayuno y oración ante la Ley de la Eutanasia

11 de diciembre de 2020/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Noticias, Por la Vida /por obsegorbecastellon

Ante la inminente aprobación de la Ley de la Eutanasia, nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, ha dirigido una carta a toda la comunidad diocesana invitando a participar en la Jornada de ayuno y de oración que ha convocado la Conferencia Episcopal Española, y que se celebrará el miércoles, 16 de diciembre, “para pedir al Señor que inspire leyes que respeten y promuevan el cuidado de la vida humana”.

Asimismo, D. Casimiro solicita que sea leída y difundida la nota que han publicado esta mañana los Obispos de la CEE “La vida es don, la eutanasia un fracaso”, también al final de todas las Misas, incluidas las de la Víspera, del próximo domingo, 13 de diciembre.

Por otra parte, realiza una petición especial “a las parroquias, comunidades eclesiales, colegios de la Iglesia, movimientos, asociaciones y cofradías” a que organicen momentos de oración comunitaria con dicho fin.      

En el comienzo de la carta, el Obispo dice que “lo que se venía anunciando, se va a convertir en una triste y dolorosa realidad: el Congreso de los Diputados va a aprobar en breve la Ley Orgánica de regulación de la eutanasia”, aunque concluye dirigiéndonos palabras de esperanza, pues “en Navidad, Dios Creador y Señor de toda vida humana, se hace hombre para mostrarnos su amor por cada vida humana, también de los enfermos terminales e incurables. Acojamos el amor de Dios, y mostrémoslo en un cuidado cercano a nuestros hermanos enfermos, especialmente al final de su vida terrena”.

Puedes leer la Carta AQUÍ

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Carta del Obispo ante la inminente aprobación de la Ley de la Eutanasia

11 de diciembre de 2020/0 Comentarios/en Noticias, Cartas, Cartas 2020, Obispo, Por la Vida /por obsegorbecastellon

Castellón del Plana, 11 de diciembre de 2020

Ante la inminente aprobación de la Ley de la Eutanasia

 A todo el Pueblo de Dios en Segorbe-Castellón   

Queridos diocesanos todos:

Lo que se venía anunciando, se va a convertir en una triste y dolorosa realidad: el Congreso de los Diputados va a aprobar en breve la Ley Orgánica de regulación de la eutanasia.

En unión con toda la Iglesia católica, con el Santo Padre y el resto de los Obispos, en mi carta semanal de 4 de octubre pasado, os recordaba que la eutanasia o el suicidio asistido es siempre una forma de homicidio, pues implica que un hombre da muerte a otro y que la Iglesia considera ‘como enseñanza definitiva’ que la eutanasia es un crimen contra la vida humana y un grave pecado; viola la ley de Dios y atenta contra la dignidad de la persona. En la eutanasia y en el suicidio asistido están en juego la dignidad de la persona y de la vida que ha recibido. La vida es un don sagrado e inviolable que ha de ser acogida, respetada y protegida por todos, incluido el Estado, hasta su muerte natural. En lugar de la eutanasia o el suicidio asistido, a los enfermos terminales o incurables, hemos de ofrecerles, también el Estado, los cuidados paliativos, que tienen como objetivo aliviar los sufrimientos en la fase final de la enfermedad y de asegurar al paciente un adecuado acompañamiento humano, médico, afectivo y espiritual. Los cuidados paliativos son la expresión más auténtica de la acción humana y cristiana del cuidado de estos enfermos.

Ante la inminente aprobación de la Ley de la eutanasia, los Obispos de España hemos publicado una Nota con fecha de hoy que lleva por título La vida es don, la eutanasia un fracaso (se adjunta) y convocamos a una Jornada de ayuno y de oración el próximo miércoles, día 16 de diciembre, para pedir el Señor que inspire leyes que respeten y promuevan el cuidado de la vida humana.

Como vuestro Obispo os pido a todos que leáis y difundáis esta Nota de la Conferencia Episcopal y a los sacerdotes que sea leída al final de todas las Misas del próximo Domingo, 13 de diciembre, incluidas las de la Víspera. Así mismo pido a toda la comunidad diocesana unirse a esta Jornada de ayuno y de oración. Ruego a las parroquias, comunidades eclesiales, colegios de la Iglesia, movimientos, asociaciones y cofradías que organicen momentos de oración comunitaria con dicho fin.      

No perdamos la esperanza. En Navidad, Dios Creador y Señor de toda vida humana, se hace hombre para mostrarnos su amor por cada vida humana, también de los enfermos terminales e incurables. Acojamos el amor de Dios, y mostrémoslo en un cuidado cercano a nuestros hermanos enfermos, especialmente al final de su vida terrena.

 

Con mi afecto y bendición,

+Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Cristo Rey: Testigo de la verdad

21 de noviembre de 2020/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Cartas, Cartas 2020, Noticias, Por la Vida /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Este domingo, el último del año litúrgico, celebramos la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. Jesús mismo se declara Rey ante Pilatos en el interrogatorio a que lo sometió cuando se lo entregaron con la acusación de que había usurpado el título de ‘rey de los Judíos’. “Tú lo dices, yo soy rey”, responde Jesús a Pilatos; “pero mi reino no es de este mundo”, aclara (cf. Jn 18, 36-37). Por esta razón, Jesús rechazó el título de rey cuando se entendía en sentido político (cf. Mt 20, 25).

El reino de Jesús, en efecto, nada tiene que ver con los reinos y los poderes de este mundo. No tiene ejército ni policía, no dispone de fuerza coactiva ni de un boletín oficial para imponer su voluntad, no usa el dinero para comprar voluntades. Jesús no pretende imponer su autoridad ni su Evangelio por la fuerza, sino que usa la palabra, la convicción personal y la adhesión de corazón para ofrecer a todos el Reino de Dios. Jesús no vino a dominar sobre los pueblos, sino a liberar a la humanidad de la esclavitud del pecado, de la mentira, de la opresión e injusticias humanas, para reconciliarnos con Dios y con nuestros semejantes.

Con su encarnación, muerte y resurrección, Jesús ha instaurado definitivamente el Reino de Dios: un Reino de la verdad y de la vida, de la santidad y de la gracia, de la justicia, del amor y de la paz. Este Reino está ya presente y actúa en este mundo, y llegará a su plenitud al final de los tiempos, después de que todos los enemigos y por último la muerte sean sometidos. Entonces el Hijo entregará el Reino al Padre y finalmente Dios será “todo en todos” (1 Co 15, 28).

Jesús ha nacido y ha venido al mundo para ser testigo de la verdad (Jn 18, 37). La ‘verdad’ que Cristo vino a testimoniar en el mundo es que Dios es Amor, y que Dios crea todo por amor y para la vida, para darnos parte en su misma Vida y para que seamos eternamente felices con Él. Venimos del amor de Dios y hacia Él caminamos. Su amor es tal que nunca abandona al ser humano, tampoco en momentos de dificultad, como en la actual pandemia. Esta es la verdad de Dios, del hombre y del mundo, que es fuente de esperanza. De ella dio pleno testimonio Jesús con el sacrificio de su vida en el Calvario. La cruz es el ‘trono’ desde el que manifestó la sublime realeza de Dios-Amor: ofreciéndose como expiación por el pecado del mundo, venció el dominio del ‘príncipe de este mundo’ (Jn 12, 31) y, resucitando, instauró definitivamente el Reino de Dios.

Todos estamos llamados a participar de este amor de Dios y de su Reino. El camino para llegar a esta meta no admite atajos. En efecto, toda persona está invitada a acoger libremente la verdad del amor de Dios. Y tanto el amor como la verdad no se imponen jamás: llaman a la puerta del corazón y de la mente y, donde pueden entrar, infunden paz, alegría y esperanza. Este es el modo de reinar de Dios, este es su proyecto de salvación, que se revela y desarrolla poco a poco en la historia.

La realeza de Cristo no puede ser comprendida por quien se aferra al poder de este mundo. Confesar hoy, en tiempos de relativismo, la verdad que Cristo nos ofrece, es objeto de incomprensión o de burla escéptica, como lo fue Jesús por parte de Pilatos. Además la realeza de Cristo va unida al amor por la verdad, que no siempre es cómoda. Hay una forma de ejercer hoy el poder que busca someter la verdad a la ‘verdad oficial’. El totalitarismo, dijo san Juan Pablo II “nace de la negación de la verdad en sentido objetivo. Si no existe una verdad trascendente, con cuya obediencia el hombre conquista su plena identidad, tampoco existe ningún principio seguro que garan­tice relaciones justas entre los hombres”.

Se manipula la verdad con el fin de lograr y mantener el poder. Y así el fraude, el robo, la corrupción, la mentira, el aborto o la eutanasia -vendidos como progreso y como un derecho, cuando en verdad son un crimen-, y muchas otras formas injus­tas de tratar al hombre y de no reconocer su dignidad sagrada, dejan de reconocerse como males. La manipulación de la verdad mantiene a los hombres en la esclavitud, bajo la apariencia de libertad. Algunos experimentan la crueldad de esta situación, mientras que otros son esclavos de la mentira en el sueño de una aparen­te libertad.

Jesucristo, al liberarnos de la mentira, nos capacita para ordenar toda nuestra vida y nuestras acciones según Dios. Jesucristo abre ante nosotros un nuevo horizonte de libertad, que vence el miedo ante todo poder humano. Dejemos que su Reino se haga presente en medio de noso­tros. Sólo él puede liberarnos de toda forma de tira­nía.

 

Con mi afecto y bendición,

+Casimiro López  Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Contigo, somos una gran familia

7 de noviembre de 2020/0 Comentarios/en Cartas, Noticias, Noticias destacadas, Obispo /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Este domingo celebramos el Día de la Iglesia Diocesana. Es una ocasión muy apropiada para conocer algo más a nuestra Iglesia diocesana, para sentirla y amarla como propia, y así implicarse más, si cabe, es nuestra propia gran familia.

Nuestra Iglesia diocesana de Segorbe-Castellón es antes de nada la comunidad, que formamos todos los cristianos católicos que vivimos en el territorio diocesano. Está presidida por el Obispo quien, como sucesor de los apóstoles y con la cooperación de los sacerdotes, la pastorea en nombre de Jesús, el Buen Pastor; nuestra Iglesia diocesana anuncia, celebra y realiza el Evangelio de Jesús, la Salvación de Dios, para todos. Está integrada por 146 comunidades parroquiales y por otras comunidades eclesiales, que son como células o miembros de un cuerpo mayor: la Iglesia diocesana; una gran familia de familias. Todas ellas serán células vivas y evangelizadoras, verdaderas comunidades eclesiales, si están unidas con la Iglesia diocesana en su vida y misión.

Como nos enseña el Concilio Vaticano II, en la Iglesia diocesana – unida a la Iglesia universal- vive y actúa la Iglesia de Cristo. Sólo unidas a la Iglesia diocesana, las parroquias y otras comunidades serán de verdad comunidades eclesiales donde se anuncie, celebre y viva la comunión de Dios en la comunión fraterna, siendo así signo y sacramento de unidad con Dios y entre los hombres.

Nuestra Iglesia diocesana no es algo ajeno a cada uno de los que la formamos; es nuestra Iglesia, es la gran familia de los creyentes, es nuestra propia gran familia. Nuestra Diócesis es un don del amor gratuito de Dios para todos y cada uno de nosotros. Es querida por Jesucristo y está alentada por la presencia del Espíritu Santo para ser el lugar de la presencia del Señor y de su obra salvadora, sanadora y liberadora entre nosotros y para todos. El mismo Jesús nos ha encomendado la hermosa misión de anunciar el Evangelio, de celebrar los sacramentos, de vivir la caridad y la misericordia de Dios para que su Vida y Salvación lleguen a todos. Hemos de saber acogerla con gratitud y amarla de corazón.

Muchos cristianos se han alejado de la fe y de la Iglesia. Otros muchos acuden a la Iglesia sólo cuando la necesitan; satisfecha la necesidad, la olvidan y viven al margen de ella, de su vida y de su misión, y de sus necesidades personales y materiales. Con frecuencia no valoramos debidamente tantos bienes recibidos a través de ella, como son, entre otros: la fe en Jesucristo y su Palabra, la vida nueva del Bautismo, la Eucaristía y los demás sacramentos, la educación en la fe de niños, adolescentes, jóvenes y adultos, el acompañamiento de matrimonios y familias, la atención a mayores y enfermos, la ayuda  a los necesitados, el compromiso con nuestra tierra y la esperanza en la vida eterna. En estos tiempos de pandemia hemos podido observar la implicación de nuestras cáritas, la entrega de sacerdotes y capellanes de hospitales, de catequistas, de voluntarios y de un largo etcétera, para seguir sirviendo a los enfermos y sus familias, a los necesitados, a los mayores o a los niños en su formación cristiana.

A los católicos nos urge redescubrir y vivir nuestra identidad cristiana y eclesial. Ambas son inseparables. No se puede ser cristiano al margen de la comunidad de los creyentes. Amar, sentir y vivir la Iglesia como algo propio no será posible si cada uno no vive la fe y la vida nueva recibidas en el bautismo; y esto siempre, en el seno de la comunidad parroquial unida a la gran familia de la Iglesia diocesana. Un cristiano solo no existe, decía S. Agustín; somos cristianos junto con el resto de los cristianos, como miembros de una gran familia: la gran familia de los hijos de Dios.

Amemos a nuestra Iglesia diocesana, valoremos y agradezcamos los bienes que recibimos de ella. Cada uno la necesitamos si queremos vivir nuestra condición de bautizados, máxime en tiempos de pandemia, de crisis económica y social, de desesperanza e incertidumbre. Como en nuestra propia familia, la vida y la misión de nuestra Iglesia piden nuestro compromiso. La prueba del grado de nuestro amor a nuestra Iglesia será nuestro compromiso en la vivencia de la fe y vida cristianas, y en la cooperación en sus tareas.

Para llevar a cabo su misión, nuestra Iglesia diocesana tiene muchas necesidades materiales que atender y que cubrir. Esto no es posible sin la generosa colaboración económica de todos sus miembros. Hemos de crecer en la comunicación de bienes, de las personas y de las comunidades. Seamos generosos. Muchas gracias a todos.

 

Con mi afecto y bendición,

+Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Los santos: amigos de Dios

24 de octubre de 2020/0 Comentarios/en Cartas, Cartas 2020, Noticias, Noticias destacadas, Obispo /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

En unos días celebramos la fiesta de Todos los Santos. En este día recordamos a esa muchedumbre innumerable de hombres y mujeres de todo tiempo y nación, de edad, estado y condición –laicos, matrimonios, religiosos y consagrados a Dios y pastores- que han alcanzado la santidad como regalo y gracia de Dios. Ellos acogieron con humildad y generosidad el don del amor y de la vida de Dios en su vida terrena. De la gran mayoría no conocemos su nombre, porque no han sido canonizados por la Iglesia; es decir, no han sido reconocidos como santos ni propuestos a todos los fieles como ejemplos de santidad y de vida cristiana. Pero por la fe sabemos que gozan ya para siempre del amor y la gloria de Dios.

A todos los une haber encarnado en su existencia terrenal las bienaventuranzas con la ayuda y el impulso del Espíritu Santo: fueron pobres en espíritu, hambrientos y sedientos de justicia, humildes, misericordiosos y limpios de corazón, trabajadores por la paz y, muchos de ellos, insultados y perseguidos a causa del nombre de Jesús. Son una multitud de hombres y mujeres, también personas de la ‘puerta de al lado’ (papa Francisco), que han llegado a la casa del Padre siguiendo a Cristo por el camino de las bienaventuranzas. Todos ellos viven ya con Dios, gozando de Él e intercediendo por nosotros.

Como nos recuerda san Bernardo, el significado principal de esta solemnidad es que la contemplación del ejemplo de los santos suscite en nosotros el gran deseo de ser como ellos: es decir, el deseo de vivir en esta vida como hijos y amigos de Dios para ser contados para siempre en la gran familia de sus hijos. Ser santo significa, en efecto, vivir unido a Dios como amigo suyo y miembro de su familia en esta vida para vivir así para siempre en el cielo.

Todos estamos invitados y llamados a la santidad. Dios nos crea por amor para la vida, para la presente y para la futura: Dios quiere que todos tengamos parte de su misma vida y de su amistad para siempre. Pero, ¿cómo podemos llegar para ser santos, para ser amigos de Dios? Para ser santos no es preciso realizar obras extraordinarias, ni poseer carismas excepcionales. La santidad es antes de nada don de la gracia de Dios, que viene a nuestro encuentro. Para ser santo es necesario, ante todo, acoger y vivir la vida nueva que Dios nos ofrece y da en el bautismo; el camino para ello es conocer, escuchar y creer en su Hijo, Jesús, dejarse encontrar personalmente por Él, adherirse a Él y a su Palabra de corazón, dejarse transformar por la Palabra y la gracia de Dios, alimentar la nueva vida bautismal en los sacramentos y seguir a Cristo día a día sin desalentarse ante las dificultades.

Quien confía en Jesús y se fía de Él, hace de Cristo el centro y fundamento de su vida, lo ama de verdad y se entrega a Dios viviendo en el camino de la Vida, que Jesús nos propone. Quien quiere se santo, sabe que ha de ir muriendo a sí mismo, porque el que quiere guardar su vida para sí mismo la pierde, y quien la entrega a Dios y a los demás, encuentra la Vida (cf. Jn 12, 24-25). Es el camino de la Cruz, el camino de la ofrenda de sí mismo por amor entregado a Dios y al hermano.

La llamada e invitación a la amistad y la unión con Dios en Cristo, es siempre actual y también es válida para los bautizados de hoy. Esto pide tomarse en serio nuestra condición de bautizados, de hijos e hijas de Dios, de discípulos del Señor y de miembros de la Iglesia; y esto no de modo superficial, puntual o limitado a unos actos, tiempos o circunstancias; abarca a toda la persona y toda la vida.

El camino hacia la santidad tiene sus exigencias y pide un esfuerzo constante, pero es posible para todos: porque, más que obra del hombre, la santidad es ante todo don de Dios. Es Dios quien nos ha amado primero y nos ha hecho sus hijos adoptivos en su Hijo, Jesús; su amor habita en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado. El amor de Dios, que nos precede siempre, espera nuestra repuesta libre, que es posible con el auxilio de gracia. ¿Cómo no responder al amor del Padre celestial con una vida de hijos agradecidos? Cuanto más acogemos el amor de Dios, tanto más entramos en el misterio de su vida y amistad.

Descubrir que somos amados por Dios de modo gratuito y personal, nos ha de impulsar a amarle y a amar también a nuestros hermanos. Amar con un amor verdadero a Dios y al prójimo, buscando siempre el bien del otro: este es el camino el camino de la santidad, de la dicha y de la felicidad eterna.

Con mi afecto y bendición

 

+Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Misioneros, testigos del Amor de Dios

10 de octubre de 2020/0 Comentarios/en Cartas, Cartas 2020, De Misiones y Cooperación con las Iglesias, Noticias, Noticias destacadas /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Nos disponemos a celebrar el próximo domingo, 18 de octubre, la Jornada Mundial de las Misiones, el Domund, bajo el lema “Aquí estoy, mándame” (Is 6,8). Este año, marcado por el dolor, el temor y la incertidumbre que en todo el mundo está causando la pandemia de la Covid-19, el camino misionero queda iluminado por la frase del lema, tomada del relato de la vocación del profeta Isaías. Es la respuesta siempre nueva a la pregunta del Señor: “¿A quién enviaré?” (ibíd.). Esta llamada viene del corazón de Dios, de su Amor misericordioso que interpela a nuestra Iglesia y a cada bautizado personalmente. Dios nos invita a ser misioneros de su Amor, mostrado y ofrecido en Jesucristo. Jesús nos llama especialmente en esta situación a salir de nosotros mismos por amor a Dios y al prójimo para compartir, servir e interceder.

“En el sacrificio de la cruz, -escribe el Papa en su Mensaje- donde se cumple la misión de Jesús, Dios revela que su amor es para todos y cada uno de nosotros. Y nos pide nuestra disponibilidad personal para ser enviados, porque Él es Amor en un movimiento perenne de misión, siempre saliendo de sí mismo para dar vida. Por amor a los hombres, Dios Padre envió a su Hijo Jesús (cf. Jn 3,16). Jesús es el Misionero del Padre: su Persona y su obra están en total obediencia a la voluntad del Padre (cf. Jn 4,34; 6,38; 8,12-30; Hb 10,5-10). A su vez, Jesús, crucificado y resucitado por nosotros, nos atrae en su movimiento de amor; con su propio Espíritu, que anima a la Iglesia, nos hace discípulos de Cristo y nos envía en misión al mundo y a todos los pueblos”.

Jesucristo mismo es la encarnación, revelación y realización más perfecta del amor de Dios en la historia humana. Quien se encuentra personalmente con Cristo resucitado, vivo y presente, escucha su pregunta y acoge su propuesta a compartir su misión de llevar el amor de Dios a todos los hombres y mujeres; el misionero sabe que Jesús “camina con él, habla con él, respira con él. Percibe a Jesús vivo con él en medio de la tarea misionera” (Francisco, EG 266).

El misionero sale de sí mismo para ir al encuentro de todos, especialmente de los más pobres, enfermos y necesitados, y mostrarles con palabras y obras a Dios, que es compasivo y misericordioso, cercano y providente. Con su vida entregada al Señor, el misionero sirve a los hombres y les revela la alegría que produce ser y saberse amados por Dios. Por medio de los misioneros, la cercanía y el amor de Dios alcanzan a cada persona allá donde se encuentra. El amor es la identidad de Dios que ofrece y da a todo aquel que lo acoge amor, perdón, reconciliación, luz, vida, esperanza y salvación. El amor es también la identidad de la Iglesia, hogar donde cada persona puede y debe sentirse acogida, amada y alentada a vivir desde el amor de Dios manifestado en Cristo; y es también la identidad del misionero, que acompaña a las personas, compartiendo su día a día en sus alegrías y en sus penas.

La misión nace de un amor apasionado por Jesús y que se convierte en un amor apasionado por todo hombre y mujer. Quien contempla a Jesús crucificado, reconoce todo el amor, que nace del corazón traspasado de Cristo, y que está destinado a la humanidad entera. El misionero descubre que Jesús le quiere tomar como instrumento para llegar cada vez más cerca de su pueblo amado y de todos aquellos que lo buscan con corazón sincero.

El día del Domund es una ocasión privilegiada para que todos los integrantes del Pueblo de Dios tomemos conciencia de la permanente validez y la urgencia del mandato misionero de Jesús: “Id por todo el mundo y anunciad el Evangelio a toda creatura”. Un mandato y un envío que valen para todos los cristianos. La Iglesia, toda comunidad cristiana y todos los cristianos hemos sido convocados para ser enviados, para salir al mundo y ser testigos con obras y palabras de la Buena Noticia del Amor de Dios.

Esta Jornada debe servir también para renovar nuestro recuerdo agradecido por los misioneros, para orar por ellos y ofrecerles nuestra ayuda generosa: los misioneros, siguiendo la llamada del Señor, lo han dejado todo y entregan su vida para que la Buena Nueva del Amor de Dios resuene en todos los continentes. Son muchas y, en algunos casos extremas las carencias y necesidades materiales de los misioneros en el cumplimiento de su tarea evangelizadora y promotora del desarrollo integral de las personas, en especial de los más pobres. Seamos generosos en la colecta de este día. Sigamos rezando al Señor para que suscite en nuestra Iglesia nuevas vocaciones para la misión, entre nosotros y en los países llamados de misión: para que no falten nunca misioneros, testigos del Amor de Dios.

 

Con mi afecto y bendición,

+Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Inscribid a vuestros hijos a clase de religión

18 de mayo de 2019/0 Comentarios/en Cartas, Cartas 2019, De Enseñanza, Noticias destacadas /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos todos, mis queridos padres y madres:

Ya está abierto el periodo para apuntar a vuestros hijos a clase de Religión y Moral católica en el colegio o en el instituto. Un año más dirijo a todos vosotros y, en especial, a los padres y madres para recordaros la importancia que tiene la asignatura de Religión y Moral católica en la formación de nuestros niños, adolescentes y jóvenes, y para animaros a apuntarles a esta asignatura.

La formación religiosa en la escuela no un privilegio para unos pocos, ni menos aún un añadido artificial a la formación humana, cultural y técnica. La enseñanza religiosa es fundamental en la formación integral de los alumnos y para el pleno desarrollo de su personalidad; les ayuda a adquirir una personalidad sólida, equilibrada, libre, responsable y abierta a Dios; la dimensión trascendente y religiosa es connatural a toda persona. A proyecta su luz sobre todas las áreas del pensamiento, la clase de religión da unidad a todo el desarrollo de la persona desde la libre adhesión personal a Dios.

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La Diócesis de Segorbe-Castellón te invita a realizar en Documento de Voluntades Anticipadas. Hacerlo es muy sencillo. En este video te explicamos cómo hacerlo para que, llegado el caso, ¡no decidan por ti!
Toda la información religiosa de la Diócesis en EL ESPEJO de Cope Castellón:
NOTICIAS destacadas:
- La Iglesia de Segorbe-Castellón al servicio de los evacuados por el incendio
- D. Casimiro pide oración por la lluvia ante la tremenda sequía
- La Sinodalidad centra la reunión del Obispo con los Delegados Diocesanos
- La Iglesia de l'Alcora estrena retablo del Santo Sepulcro
AGENDA:
Sábado: Jóvenes de nuestra Diócesis representan la Pasión en Castellón y Nules
Domingo: Celebración del Domingo de Ramos en Castellón y Segorbe
Lunes 3 abril: Santa Misa Crismal en la Concatedral de Santa María
CARTA DEL OBISPO: Nos ayuda a centrar la mirada en lo verdaderamente importante de las celebraciones de la Semana Santa
ENTREVISTA: Conocemos con detalle el cometido de los Ministros Extraordinarios de la Comunión
Vídeo de la XXX Procesión Diocesana de Semana Santa 2023 en Castellón organizada por la M.I. Cofradía de la Purísima Sangre de Jesús de Castellón

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20 Mar

#24horasparaelSeñor #Cuaresma

2⃣4⃣🙏 Diferentes parroquias de la Diócesis de Segorbe-Castellón han celebrado las 24 horas para el Señor entre el viernes y el sábado de la tercera semana de Cuaresma.

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20 Mar

#DíaDelSeminario #Seminaristas #VocacionesSacerdotales

🙏👦🧑⛪ D. Casimiro exhorta a “no tener miedo de proponer la vocación” en la celebración el Día del Seminario.

https://bit.ly/3LvGGcq

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1 día atrás

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✝ Esta mañana ha tenido lugar la Misa exequial del Rvdo. D. Pascual Font Manzano, presidida por el Obispo de la Diócesis, D. Casimiro, en la Basílica de San Pascual de Vila-real 🙏 ... Ver másVer menos

Misa Exequial por el eterno descanso del Rvdo. D. Pascual Font Manzano - Obispado Segorbe-Castellón

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Esta mañana ha tenido lugar la Misa exequial del Rvdo. D. José Pascual Font Manzano, presidida por el Obispo de la Diócesis, D. Casimiro López Llorente, en la
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obispadosegorbecastellon

¡Que no decidan por ti!.... Video de la Diócesis ¡Que no decidan por ti!.... Video de la Diócesis para guiarnos en la cumplimentación y registro del Documento de Voluntades Anticipadas
#Caritas #Almassora #EspaiAmbCor @caritassegorbeca #Caritas #Almassora #EspaiAmbCor @caritassegorbecastellon 

👚👖👡 El Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón ha bendecido esta tarde el nuevo "Espai amb cor" de Almassora.
¡Hoy tienes una cita con el Señor en la @uchceu_ ¡Hoy tienes una cita con el Señor en la @uchceu_universidad de #Castellón!

🙏 @behakuna te invita a escuchar la charla “Festejemos la Creación", de Gabriel Ibiza; y a participar en la Hora Santa 🕗 😇

🗓 Lunes, 27 de marzo
⌚20:00 h. 
🏫 CEU Castellón
🎞️ XXX Procesión Diocesana de Semana Santa e 🎞️ XXX Procesión Diocesana de Semana Santa en Castellón organizada por la M.I. Cofradía de la Purísima Sangre de Jesús de Castellón @cofradia_la_sangre_castello

#semanasanta #cofradias #castellon #purisimasangre #nazareno #semanasanta2023 #procesion
XXX Procesión Diocesana de Semana Santa en Castel XXX Procesión Diocesana de Semana Santa en Castellón organizada por la M.I. Cofradía de la Purísima Sangre de Jesús de Castellón @cofradia_la_sangre_castello

#semanasanta #cofradias #castellon #purisimasangre #nazareno #semanasanta2023 #procesion
Acogemos a la Mare de Déu dels Desamparats en la Acogemos a la Mare de Déu dels Desamparats en la Jornada Diocesana por la Vida, en la Basílica del Lledó... Bajo tu amparo, ¡Madre!, nos acogemos  @cofradialledo @basilica_desamparados_valencia @40diasporlavida.es @familiasgcs @archivalencia

#JornadaDiocesanaporlaVida #virgendesamparados #castellon #valencia #peregrina #virgenmaria #eucaristia #NoAlAborto #basilicalledo #basilica
Fervor, devoción y vítores de los fieles de la D Fervor, devoción y vítores de los fieles de la Diócesis de Segorbe-Castellón a la Mare de Déu dels Desamparats... Bajo tu amparo, ¡Madre!, nos acogemos #JornadaDiocesanaporlaVida @cofradialledo @basilica_desamparados_valencia @40diasporlavida.es @familiasgcs
La Balílica del Lledó acoge la visita de la Virg La Balílica del Lledó acoge la visita de la Virgen Peregrina de los Desamparados en el año que celebramos eñ centenario de su coronación...¡Vixca la Mare de Déu!...@basilica_desamparados_valencia
D. Casimiro da consuelo a los evacuados por el inc D. Casimiro da consuelo a los evacuados por el incendio acogidos en el Seminario Diocesano de Segorbe @colegioseminariosegorbe
#DefensaDeLaVida #SiALaVida ✍️ Responsables d #DefensaDeLaVida #SiALaVida

✍️ Responsables de distintas confesiones religiosas, han firmado esta mañana una “Declaración Interconfesional e Interreligiosa sobre la Dignidad de la Vida Humana” 🤰👶👩‍🦰👴

✝ ☪ ☦ “Rogamos a nuestros fieles, a la sociedad en general y a la comunidad política, que reflexionen una vez más y asuman el compromiso de cooperar y trabajar juntos para que toda vida humana sea protegida y custodiada como un don de Dios, dotado de la más alta dignidad”.
¡Recuerda! El 25 de marzo tienes una cita muy i ¡Recuerda! 

El 25 de marzo tienes una cita muy importante en la Basílica de Ntra. Sra. del Lledó, para celebrar la Jornada por la Vida, junto a la Virgen Peregrina de los Desamparados.

¡No puedes faltar!
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🙏👦🧑⛪ D. Casimiro exhorta a “no tener miedo de proponer la vocación” en la celebración el Día del Seminario.
D. Casimiro nos exhorta a "caminar desde el Señor D. Casimiro nos exhorta a "caminar desde el Señor a la raíz cristiana de nuestro origen como pueblo"
Los jóvenes de la Parroquia Santos Evangelistas r Los jóvenes de la Parroquia Santos Evangelistas rezan el Vía Crucis por la Iglesia perseguida👏
Conferencia de Mons. José Ignacio Munilla @obispo Conferencia de Mons. José Ignacio Munilla @obispomunilla en el @realcasinoantiguo 
Conferencia interesante sobre la dignidad de la vida humana.
Tenéis el directo en nuestro canal de Youtube @DiocesisSegorbeCastellon
Únete a la Jornada Diocesana por la Vida en la Ba Únete a la Jornada Diocesana por la Vida en la Basílica de Ntra. Sra. del Lledó
🎞️🚶‍♂️🚶‍♀️⛰️⛪ VI Encu 🎞️🚶‍♂️🚶‍♀️⛰️⛪ VI Encuentro Diocesano de Jóvenes 

Hemos contado con @quiquemira @marialorenzo99 @aute___ @aisha.rapmusic @diegoblancoalbarova y @juanfelixcolomina

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Entrevista a María Ángeles Bou, coordinadora de Entrevista a María Ángeles Bou, coordinadora de la campaña en Castellón. Misa de envío de 40 Días por la Vida.

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