“Dios se hace hombre para que seamos hijos de Dios”
La Concatedral de Santa María de Castellón ha acogido esta mañana la Misa de Navidad presidida por el Obispo D. Casimiro López Llorente, en un ambiente de alegría y recogimiento. La celebración contó con el acompañamiento musical del coro parroquial junto a la Coral de Barreros de la Mare de Déu del Lledó, y con Augusto Belau al órgano.
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En su homilía, el Obispo centró su mensaje en el misterio central de la Navidad: el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, quien, al hacerse hombre, abre a la humanidad las puertas de la filiación divina. “Dios se hace hombre para hacernos hijos de Dios”, destacó, recordando que este acontecimiento es fuente de esperanza para todos, incluso en las adversidades más difíciles.
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D. Casimiro invitó a los fieles a redescubrir el significado profundo de la Navidad, acudiendo simbólicamente al pesebre de Belén como hicieron los pastores: “Ellos, los más humildes, fueron los primeros en acoger la buena noticia del ángel y en contemplar al Salvador”. Añadió que el nacimiento de Jesús nos muestra la cercanía de Dios, quien “se ha hecho frágil para que lo acojamos con el calor con que siempre acogemos a un pequeño”.
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El Obispo subrayó que la Navidad es una ocasión para renovar la fe y reflexionar sobre la importancia de trabajar por un mundo más justo y solidario. “Él es el Príncipe de la Paz, y la paz que nos trae nace de estar reconciliados con Dios y, desde ahí, unidos con los demás”. Recordó la necesidad de construir relaciones de amor, justicia y verdad, pilares fundamentales para una paz duradera.
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No faltaron palabras sobre el papel de los cristianos en la sociedad actual, llamados a ser “signos de paz” en el entorno familiar y social, enfrentando la crispación y fomentando la concordia. También apeló a la solidaridad con los más necesitados: “Trabajar por la paz significa ser solidarios con aquellos que sufren tragedias, como los damnificados por las recientes inundaciones, y con todos aquellos que necesitan nuestra cercanía y apoyo”.
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Además, destacó el valor de la Navidad como fundamento de la dignidad humana: “La gloria de Dios es que el hombre viva y viva para siempre”, recordó, citando a San Ireneo. Animó a los presentes a dejarse llenar por el amor de Dios y a ser testigos de esperanza y fe: “En este Niño se nos revela de dónde venimos y hacia dónde caminamos. Él nos muestra el camino para participar, para siempre, de la vida de Dios”. D. Casimiro concluyó con un deseo para todos los presentes: “Que esta Navidad sea santa, llena del amor de Dios. Una Navidad auténtica que nos impulse a ser sembradores de paz, amor y justicia allá donde nos encontremos”.
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