El pasado sábado día 27 de enero tuvo lugar, en el Seminario Mater Dei, la Asamblea Diocesana de la Hospitalidad de Ntra. Sra. de Lourdes de Segorbe-Castellón, que estuvo presidida por el Vicario de Pastoral, D. Miguel Abril.
Entre los puntos del orden del día, presentaron el tema pastoral de este año, y que corresponde al final de una de las diez palabras de Nuestra Señora de Lourdes transmitidas a la Iglesia por santa Bernardita: “Vaya a decir a los sacerdotes (2022) que se construya aquí una capilla (2023) y que se venga en procesión (2024)”.
De este modo, esta meditación se abre sobre la procesión; el vínculo que existe entre la procesión y la capilla; lo que une a los sacerdotes, la capilla y la procesión; y, finalmente, el lugar que ocupa el «Vaya a decir» inicial. Todo con la particularidad de que la meditación se centra en el término procesión, que también significa peregrinación.
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A continuación, se informó sobre la 66 peregrinación diocesana al Santuario, con la presentación del cartel y la ruta del viaje que tendrá lugar del 27 de junio al 1 de julio, junto a nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente. Las inscripciones se podrán formalizar del 15 al 27 de abril, en el Palacio Episcopal de Castellón (C/ Gobernador, 8) de lunes a viernes de 19:00 a 20:30 horas. Para más información en el teléfono 964 231 334.
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La jornada concluyó con la celebración de la Eucaristía en la capilla del Seminario.
Tras la emotiva jornada vivida ayer junto al Papa Francisco, nuestros peregrinos encaran hoy la última jornada de su peregrinación a Roma. Y lo han hecho esta mañana con la celebración de una Eucaristía en la Basílica de San Pablo Extramuros que es, después de San Pedro, la iglesia más grande de Roma. Surgió en la primera mitad del siglo IV por voluntad del emperador Constantino, en el lugar que la tradición indica como la tumba del Apóstol Pablo.
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En la homilía, D. Casimiro, ha hablado de la personificación de la fe en los apóstoles Pedro y Pablo, así como San Mateo, en el día de su festividad. “Hemos recibido gratis la fe, gratis la debemos dar”, ha dicho.
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“La iglesia está llamada a evangelizar, lo que sólo posible si está fortalecida”, ha continuado nuestro Obispo, hablando del encuentro que Mateo y Pablo tuvieron con el Señor, y de la llamada a la misión. Se trata de un “encuentro personal, y luego en la comunidad, que está compuesta por los que necesitan de médico, es decir, por pecadores”. “No podemos vivir una fe tradicional sino personal”.
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También ha explicado que “la llamada nos hace discípulos”, de modo que podamos “hacer propia la vida de Dios acogiendo la gracia según la vocación a la que estamos llamados”. “Hemos sido llamados para ser apóstoles – ha recalcado – es decir, testigos de la Resurrección del Señor”.
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Y, por último, al hilo del objetivo de este nuevo curso pastoral, “el Primer Anuncio es mostrar el kerygma, el amor de Dios – ha indicado – a los de fuera y a los de dentro de la Iglesia”. Para ello, el Obispo ha pedido la intercesión del “Apóstol de los Gentiles, ya que muchos de nuestro entorno no conocen realmente a Cristo, o vivimos en la vida de la Iglesia como si no lo conociéramos, sin conversión”. “Pidamos a San Pablo que nos muestre el camino a Jesús, el Hijo de Dios vivo, para vivirlo en coherencia en nuestra vida, para que lo que decimos sea acorde con nuestra vida personal”. “Pidamos a San Pablo que nos dé la vida eterna de Dios, porque todo el que cree en Él tiene vida eterna”.
Para concluir la Peregrinación, antes de su regreso han podido visitar también la Basílica de San Juan de Letrán, que es la Catedral de Roma, donde se encuentra la sede episcopal del Obispo de Roma, y que está dedicada a Cristo Salvador.
Los peregrinos que se encuentran en Roma vivieron ayer el día más intenso, experimentando la belleza de ser hijos de nuestra Madre la Iglesia. Con gran alegría participaron en la Audiencia con el Santo Padre en el la Plaza de San Pedro del Vaticano, como signo de unidad con la Iglesia Universal y de comunión con el obispo de Roma.
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Nuestro Obispo le saludó y le agradeció, en su nombre y en el de toda la Diócesis de Segorbe-Castellón, que nos haya concedido el don de la indulgencia plenaria que hemos podido ganar durante el Año Jubilar diocesano que hemos celebrado. Además, tal y como nos escribió en su carta del domingo pasado, le expresó al Papa nuestro sincero amor filial y nuestra comunión con él.
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D. Casimiro le entregó un plato de cerámica de l ´Alcora que, a través de los escudos de la Diócesis y el del pontificado de Francisco, deja constancia de la comunión de la Iglesia de Segorbe-Castellón con el sucesor de Pedro.
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En su catequesis, Francisco habló de la pasión por la evangelización, el celo apostólico del creyente. Fueron palabras que, sin duda, nos ayudan a todos en este nuevo curso que acabamos de comenzar y que vamos a dedicar al Primer Anuncio.
Resumen en español:
En nuestra catequesis de hoy nos acercamos a la figura de san Daniel Comboni, un misionero lleno de celo apostólico por el continente africano. Daniel fue un enamorado de Dios y deseaba llevar ese amor a todas las personas que encontraba en su camino. En un contexto marcado por el horror de la esclavitud social, descubrió que la raíz más profunda de toda esclavitud es la del corazón, —es decir el corazón esclavo del pecado—, de la cual nos libra el Señor, y dedicó su vida a combatir esas esclavitudes anunciando el Evangelio.
La experiencia del amor gratuito de Dios nos hace verdaderamente libres. Esta certeza llevó a Daniel Comboni a trabajar incansablemente para que los cristianos no sean sólo “espectadores” sino “protagonistas” de la acción evangelizadora de la Iglesia. Con su testimonio de vida, este santo nos indica que la fuente de toda actividad misionera es la caridad y que la misión no se lleva adelante de manera solitaria, sino siempre en comunión con toda la Iglesia, “caminando juntos”.
Tras la audiencia, nuestros peregrinos visitaron la Basílica de San Pedro, donde celebraron una Eucaristía, que presidio el Obispo en el altar de la Cátedra, junto a la tumba del apóstol Pedro.
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“Como peregrinos venimos a las raíces de nuestra fe, junto con los apóstoles, que son los cimientos de nuestra Iglesia, donde se hace presente la Iglesia de Jesús”, dijo en la homilía.
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Además, “el Vicario de Cristo sobre la tierra, el Papa Francisco, es el icono de la comunión”, lo que nos ha concedido el Señor “en nuestro Año Jubilar”.
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“Hemos podido estar con el Papa – continuó D. Casimiro – que nos ayuda con su magisterio”.
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También, en el altar de la Cátedra de San Pedro pidió a Dios “que aumente nuestra fe”. “No es fácil seguir a Cristo, lo vemos en Pedro, pero al final de su vida vino a Roma a seguir a Cristo, y aquí murió”. Que “Pedro nos ayude a fortalecer nuestra fe y nuestra comunión con Cristo”, pidió.
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Por la tarde visitaron los monumentos más destacados de la Roma Barroca.
Ayer fue el segundo día de la Peregrinación Diocesana a Roma, dedicándolo casi por completo a visitar Asís. Pudieron visitar la ciudad y celebrar la Eucaristía en la Basílica de San Francisco de Asís, rezando también ante la tumba del santo por las necesidades particulares y por las de toda la Diócesis de Segorbe-Castellón.
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Cabe indicar que en la Peregrinación están participando sacerdotes y fieles, encabezados por nuestro Obispo, de todos los puntos de la Diócesis. Entre otros, son de Castellón, Almassora, Vila-real, La Vall d´Uixó, Segorbe, Onda, Alfondeguilla, la Vilavella, Benicàssim, Oropesa y Betxí.
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En la homilía, D. Casimiro exhortó a “crecer en la comunión para salir a la misión”, y lo hizo recordando la frase de San Francisco: “reforma mi Iglesia”. Debemos “reformar el corazón, las arrugas del pecado que nos impiden tantas veces entrar en comunión con Cristo crucificado y con hermanos”.
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El punto de referencia, indicó, es el amor de Dios, pues “en su amor nos ha elegido a nosotros, pequeños y sencillos”. “Del mismo modo que eligió a María, la pequeña y sencilla de Nazaret, nos ha elegido a nosotros para llegar a la plenitud del amor, a estar con Él por medio de nuestra vida cotidiana”, continuó el Obispo, y “esto es la santidad, cuyo camino es la humildad”.
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Así, “la vida de Dios transforma nuestra persona”, del mismo modo que transformó la de San Francisco. “Él se dejó tocar por Cristo Jesús, se dejó transformar en su vida corriente, por medio de su amor que es la Eucaristía”. También la de Santa Clara, o la de Carlos Acutis, dijo recordando las palabras del Beato: “¡No podemos perder un momento sin vivir en las cosas que gustan a Dios!. Estamos en la autopista del cielo, porque Dios se nos da en su palabra, en su cuerpo para amarnos siempre en el cielo”.
Ayer por la mañana llegaron a Roma las 110 personas que, encabezadas por nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, están participando en la Peregrinación Diocesana como colofón al Año Jubilar diocesano con el que hemos celebrado el 775º Aniversario de la creación de la sede episcopal en Segorbe, y el origen de nuestra Iglesia diocesana.
Muchas generaciones de peregrinos han llegado a Roma, procedentes de todos los rincones del mundo cristiano, con el fin de venerar las tumbas de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, y profundizar en su comunión con la Iglesia de Cristo, fundada sobre los apóstoles. De esta forma fortalecen las raíces de su fe. Durante estos días lo hace la Iglesia de Segorbe-Castellón, porque junto a ellos y junto a nuestro Obispo vamos todos, unidos en la oración.
Por la tarde visitaron la Basílica de Santa María la Mayor, construida por el Papa Sixto III en el año 432 en recuerdo del Concilio de Efeso, que en el año 431 había definido que María sí es Madre de Dios. Se trata de una de las cuatro Basílicas papales de Roma y es la única que ha conservado la antigua estructura paleocristiana.
Allí celebraron una Eucaristía, que presidió D. Casimiro y concelebraron los ocho sacerdotes de la Diócesis que están participando en la Peregrinación. “Venimos a dar gracias a la Madre”, dijo nuestro Obispo en la homilía, con el deseo de que “la Peregrinación nos lleve al encuentro con Cristo Jesús, a las raíces de nuestra fe, por medio de María, Madre de la Iglesia”.
Además, explicó que María está implicada en la redención, es la Madre de la Iglesia y la Madre de los creyentes, que nos lleva a la salvación. Ella es la creyente por excelencia por su gran fe. “Da una muestra de fe plena y total al ángel que le habla de parte de Dios, y pone toda su existencia en la acción de Dios”. Además, su fe “es operativa a lo largo de la vida, en servir a Isabel, en el nacimiento de su hijo y en su entrega en la cruz”, continuó. “María nos dice que creer en Dios es acogerlo en la vida, es llegar a la convicción de que sin Dios nada somos”. Nos enseña pue a creer y a fiarnos de Dios.
También es mujer de caridad, porque “la fe nos impulsa a la caridad”. Ella “no solo va a ayudar a Isabel sino a llevar al Señor”, indicó. Del mismo modo, todo cristiano debe llevar el amor a Dios al prójimo, sirviendo.
Y María es modelo de unión con Dios en su Hijo, y nos llama al encuentro con Él, “a mantenernos en la fe y a no fiarnos de nuestras propias fuerzas”, sino más bien “que nos aliente la Madre de Dios a llevar la caridad, a Cristo, a las personas que tenemos a nuestro lado”.
Del mismo modo, “el Papa nos enseña que toda acción misionera es llevar a Jesús, que está en María, imagen de la Iglesia”. “Pedimos por nosotros, para que nos haga agentes de evangelización. Te lo pedimos a ti, Salus Populi Romani”.
La próxima semana peregrinaré a Roma con algo más de un centenar de personas. Aunque sólo algunos pocos participen presencialmente, en verdad peregrina toda nuestra Iglesia diocesana. Porque, como decía San Cipriano, “el Obispo está en la Iglesia, y la Iglesia en el Obispo”. Os llevaré en mi mente y en mi corazón a todos cuantos formáis conmigo esta Iglesia que peregrina en Segorbe-Castellón.
La peregrinación será como el colofón del Año Jubilar diocesano con el que hemos celebrado el 775º Aniversario de la creación de la sede episcopal en Segorbe y del origen de nuestra Iglesia diocesana. En la Misa de clausura del Jubileo, el pasado 11 de abril, dimos graciasa Dios por tantos dones recibidos de Dios a lo largo de su historia y del Año Jubilar, en el que hemos experimentado una vez más su misericordia, su amor, su cercanía, su perdón, su aliento y su presencia. El Jubileo ha sido realmente un tiempo de gracia para nuestra conversión y purificación, personal y comunitaria, para la renovación de nuestra vida cristiana y para la conversión pastoral y misionera de toda nuestra Iglesia. Ahora, en la audiencia privada prevista con el Santo Padre, queremos agradecerle personalmente que nos haya concedido el don de la indulgencia plenaria que hemos podido ganar durante el Jubileo. Además deseamos expresar al Papa Francisco nuestro sincero amor filial, nuestra adhesión a su persona y a su ministerio petrino y nuestra comunión efectiva con sus directrices pastorales. Rezaremos por el Papa, por su persona e intenciones, para que el Señor le conceda sabiduría y fortaleza y nos confirme en la fe en momentos de duda y desorientación.
Como tantas generaciones de peregrinos a lo largo de los siglos, vamos a Roma para venerar las tumbas de los santos Pedro y Pablo y de los primeros mártires de la fe y profundizar en la comunión con la única Iglesia de Cristo, fundada en los Apóstoles. Esto pide de todo peregrino una actitud de fe, un espíritu de penitencia y un clima de oración. Vamos a las raíces apostólicas de nuestra fe cristiana para encontrarnos con el Señor Resucitado, con Cristo vivo, de quien ellos fueron sus testigos con su palabra, vida y martirio. Se trata de refrescar las raíces de nuestra fe, que en muchos de nosotros, por la intemperie del momento, han podido perder el humus y el amor primero.
Desde los primeros tiempos, la Iglesia se fue cimentando sobre la base de una estrecha comunión en la fe y en la misión con los Apóstoles reunidos en torno a Pedro, y con los sucesores de los Apóstoles -los Obispos- reunidos en torno al Sucesor de Pedro, el Romano Pontífice. No hay otro camino para transitar por las vías del Evangelio y del seguimiento de Cristo que el abierto por el testimonio apostólico.
Las Eucaristías en las cuatro Basílicas Mayores -San Pedro, San Pablo Extramuros, San Juan de Letrán y Santa María La Mayor- serán una ocasión privilegiada para acrecentar y consolidar nuestra comunión con el Señor, con el Papa, sucesor de Pedro, y con la Iglesia Universal. Así se hará visible y quedará sin duda fortalecida la unidad y la comunión que nos une a los Obispos, sucesores de los Apóstoles, con el Papa, sucesor de Pedro, y a nuestra Iglesia diocesana con la Iglesia Universal. En Santa María la Mayor pondremos a nuestra Iglesia diocesana bajo la protección y guía de la Santísima Virgen, Madre de la Iglesia y de los creyentes. Ella acogió la Palabra de Dios, la retuvo fielmente y junto a la cruz se mantuvo en pie. Que María nos enseñe a acoger a su Hijo para que los peregrinos regresemos con una fe más firme, una esperanza más alegre y un amor más ardiente por el Señor.
Venerar las tumbas de los santos Pedro y Pablo es recordar el destino universal del Evangelio y nos impulsará a la misión de anunciar a Cristo y su Evangelio a toda la creación como hicieron los Apóstoles. Que esta peregrinación nos lleve a todos a comprometernos con nuevo celo en la tarea de dar testimonio de Cristo en nuestro mundo.
Recemos para que estos días en Roma sean tiempo de oración, ocasión para revivir el testimonio de fe de los apóstoles y de los mártires, y de crecer en el amor y en la esperanza cristiana. Que nuestra peregrinación haga más profundo nuestro amor por la Iglesia Universal y nos una más íntimamente con el Sucesor de Pedro. Que nos ayude a crecer en comunión con Cristo y con los hermanos, con la Iglesia universal y la Iglesia diocesana, para salir con esperanza a la misión.
Con renovada esperanza y dispuestos a ser acogidos por la Virgen, la peregrinación diocesana a Nuestra Señora de Lourdes, partió ayer hacia el Santuario
Casi 500 personas desde diferentes puntos de la Diócesis de Segorbe-Castellón partieron ayer en autobuses y coches particulares en dirección al Santuario de Lourdes.
La peregrinación, integrada por 75 enfermos, un equipo de médicos y sanitarios, sacerdotes y hospitalarios, llegaba ayer tarde-noche al pequeño municipio del pirineo francés.
Los hospitalarios de Segorbe-Castellón viajan de nuevo al Santuario Mariano, viendo el rostro de Jesús en cada uno de los enfermos a quienes van a acompañar y asistir, conscientes de que la peor enfermedad es la del alma.
Diferentes delegaciones celebraron esta misma semana la “Misa de Envio” elevando petición a la Virgen María para que las vivencias de estos días se prolonguen durante el año y podamos vivir en nuestras comunidades parroquiales la fraternidad, el servicio y el amor que viviremos estos días en Lourdes.
D.Casimiro, muy unido siempre en oración por quienes más sufren, encabeza esta peregrinación, que a las 8,30 de esta mañana participará en la Misa en la gruta, que se podrá seguir en directo a través del canal de youtube del Santuario.
Durante la celebración, el Obispo de la Diócesis ha presentado ante la Virgen a los jóvenes y niños de la Hospitalidad de Segorbe-Castellón.
El próximo fin de semana, organizado por nuestra Hospitalidad diocesana, peregrinaremos un año más al Santuario de Lourdes, acompañando a setenta y cinco enfermos. Quien ha estado en Lourdes sabe que en pocos otros lugares como en la Gruta de Massabielle se experimenta la presencia cercana y amorosa de nuestra Madre, la Virgen María, que nos alienta en nuestro camino y nos lleva siempre al encuentro con su Hijo.
Este año, ante la imagen de la Inmaculada en la Gruta, recordaremos la misión que la Virgen encomendó a Bernardita, el 2 de marzo de 1858, durante la decimotercera de las dieciocho apariciones: “Vaya a decir a los sacerdotes que se construya aquí una capilla y que se venga en procesión”; y más en concreto, nos centraremos en la segunda parte de sus palabras: “que se construya aquí una capilla”. Bernardita cumplió la misión que la ‘Señora’ le había encargado, se dirigió al párroco de Lourdes, Mn. Peyramale, y poco después comenzó la construcción de la capilla, centro del Santuario. ¿Cuál es el significado de todo ello?
La construcción de la capilla requiere unas bases. En este lugar, la base existe. A nivel material es la Gruta, cuyo tesoro es la fuente, sobre la que se construirá la capilla pedida por la Virgen: la Basílica de la Inmaculada Concepción. En el plano espiritual, la base de la capilla y, por tanto, de toda peregrinación a Lourdes, es el contenido de la relación que María entabló con Bernardita. Y este contenido es la gracia que Dios da a la Virgen María, la ‘Inmaculada Concepción’: Dios la llena de su gracia para que la difunda ampliamente en la Gruta de Lourdes a todos los peregrinos.
En efecto; el gran milagro de Lourdes no son tanto las curaciones de algunas personas, sino la aceptación de la gracia de Dios que una multitud de enfermos y peregrinos recibe a través de María, la Virgen Inmaculada. Su fruto es la conversión, es decir, la vuelta de la mirada y del corazón a Dios, la aceptación de la salvación ofrecida por Cristo Jesús, la esperanza que no defrauda, y el cambio de vida. Es la gracia propia del Santuario. No se trata de una gracia entre otras. Es la gracia inicial del Evangelio: “Convertíos, porque el Reino de los Cielos está cerca” (Mt 3,2).
La petición que tuvo que transmitir Bernardita fue la de construir una capilla para que la Gruta se convirtiera en santuario y en un lugar de peregrinación, donde se pudiera rezar y celebrar los sacramentos de Eucaristía y de la Misericordia. Todo empezó con el rezo del santo Rosario que Bernardita rezaba con María. También hay que mencionar la ‘procesión’ que, para Bernardita, era la marcha con los demás en recogimiento y oración silenciosa desde su casa hasta la Gruta, como preparación para el encuentro con la ‘Señora’, y luego el momento de acción de gracias al final del mismo.
Además la Virgen añadió un gesto que se ha convertido en lo específico de la Gruta de Lourdes: “Vaya a beber y a lavarse en la fuente”. Este gesto ilumina las actividades de la piedad popular, pero también se refiere a la vida sacramental, fuente de purificación, de vida y de gracia. Al gesto del agua se unen otros dos gestos, uno vinculado a la roca y otro a la luz. Estos tres gestos introducen al Misterio pascual, al misterio de la muerte y resurrección de Jesús, el Salvador del mundo, la roca sobre la que fundamenta nuestra fe y luz para el mundo. La petición de construir una capilla abre por tanto a la celebración de los sacramentos de la Iglesia y a participar en su vida y en su misión de anunciar el Evangelio y llevar al encuentro con Cristo.
En nuestra peregrinación a Lourdes daremos una vez más gracias a Dios por el regalo precioso que nos ha hecho al entregarnos a María como Madre. La Virgen es siempre presencia de Dios, de su vida, amor, perdón y ternura en nuestras vidas; a sus pies depositaremos nuestros sufrimientos y nuestras fragilidades; en ella, consoladora de los afligidos, encontraremos consuelo maternal. María nos llevará al encuentro con su Hijo, la misericordia encarnada de Dios. Nuestra Señora de Lourdes nos enseñará a acoger a Dios, su gracia y su voluntad en nuestras vidas para seguir caminando con fe, confiando y esperando siempre en Dios, incluso en la enfermedad y en la dificultad. Con mi afecto y bendición.
El Seminario Diocesano Mater Dei ha acogido esta mañana la celebración de la Asamblea anual de la Hospitalidad Diocesana de Nuestra Señora de Lourdes que ha reunido a los hospitalarios y consiliarios de las diferentes secciones de la Diócesis de Segorbe-Castellón.
Todo ello tras la celebración de las elecciones a la presidencia que tuvieron lugar el pasado 5 de marzo, en la que se presentaron las candidaturas de Pascual Aznar y Noelia Nicolau. Con un 42% de la participación, finalmente resultó elegido D. Pascual Aznar, que afronta, a partir de ahora, el reto inminente de la organización de la próxima peregrinación diocesana prevista para el mes de junio.
La Asamblea comenzaba a las 10.30 horas con la oración de la mañana, para abordar, a continuación, el orden del día que, entre otras cuestiones, ha presentado las cuentas anuales.
Lema Pastoral del año
El consiliario de la Hospitalidad Diocesana, D. José Luis Valdés, presentó el lema pastoral de este año y que, tal como se presentó en el 49º Congreso Nacional de Hospitalidades celebrado el pasado año en Castellón, tiene su origen en las palabras que dirigió la Virgen a Bernardita: «Vaya a decir a los sacerdotes que se construya aquí una capilla».
En este sentido, esta es la meditación que se propone para la preparación de las peregrinaciones que se van a celebrar en este 2023, incluida de la nuestra Hospitalidad y que está dirigida a todos cuantos participan en la labor pastoral que realizan los capellanes del santuario de Ntra. Sra. de Lourdes en favor de los peregrinos.
Por eso, más que ninguna otra, esta historia singular de María y Bernardita está iluminada por las Sagradas Escrituras, la Enseñanza de la Iglesia, pero también por la experiencia de los peregrinos de Lourdes que no dejan de vivirla.
Tal como recordó D. José Luis Valdés, el lema es una invitación «a la misión» trasnmitida a Bernardita, por María misma, objeto de esta misión desde su Inmaculada Concepción, para participar plenamente en la ofrenda de su Hijo para la salvación del mundo.
El papel de los sacerdotes
Como ministros de la Palabra y de los sacramentos, los sacerdotes anuncian a Cristo Jesús y lo entregan sacramentalmente para que cada bautizado sea fortalecido por él. Servidores de la Iglesia, los sacerdotes enseñan y santifican al pueblo santo y fiel de Dios.
María ama a los sacerdotes con un amor maternal y protector, viendo en cada uno de ellos un ministro servidor y cooperador ferviente de su Hijo para la salvación del mundo.
Y, como hace con Bernardita, María atrae hacia sí a los pecadores a los que indica los sacerdotes para que vayan a confesar sus pecados y reciban el perdón sacramental de todas sus faltas y vivan de la superabundancia de la misericordia de Dios.
A todo ello se suma la petición de construir una Capilla. En el plano espiritual, es el contenido de la relación que María entabló con Bernardita lo que es la base de la capilla y, por tanto, de la peregrinación a Lourdes.
Este contenido es la gracia que Dios da a María, para que la difunda ampliamente en la Gruta de Lourdes. Las curaciones y milagros son solo un aspecto. Así, el gran milagro de Lourdes no se encuentra en las curaciones de algunas personas, sino en la gracia de la aceptación que una multitud recibe de María, la Virgen Inmaculada. El fruto de esto es la conversión, es decir, el cambio de vida y la aceptación de la salvación ofrecida por Cristo Jesús.
La asamblea finalizaba este mediodía con una Eucaristía que ha estado presidida por el Obispo, Mons. Casimiro López Llorente a lo que ha seguido una comida fraterna. Durante la homilía el Obispo se ha referido a la figura del «hijo menor» en este tiempo de Cuaresma, y recordando la parábola del Hijo pródigo se ha referido a la veces que abandonamos la casa del Padre. El hijo menor, ha dicho «nos muestra el camino del arrepentimiento de nuestros pecados y faltas para volver al Padre» y ha exhortado ha analizar nuestra vida «a la luz de la Palabra, mirándonos a nosotros mismos con los ojos de Dios», para recorrer el camino del Hijo pródigo y que nos nos ocurra cómo al hermano mayor, «siendo misericordiosos como nuestro Padre con aquellos que no piensan como nosotros».
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