La Diócesis de Segorbe-Castellón inicia el Triduo Pascual con la Misa de la Cena del Señor en la Catedral de Segorbe
“La Eucaristía es el manantial de vida y de amor de Dios para la humanidad”
En esta tarde del Jueves Santo, la S. I. Catedral de Segorbe ha acogido la solemne Misa de la Cena del Señor, presidida por Mons. Casimiro López Llorente, Obispo de Segorbe-Castellón. Con esta celebración, la Iglesia ha dado comienzo al Triduo Pascual, el corazón del año litúrgico, que culminará con la resurrección de Jesucristo en la Vigilia Pascual.

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Junto al Obispo han concelebrado miembros del Cabildo Catedralicio y sacerdotes de la parroquia de Santa María, acompañados de diáconos, seminaristas, religiosos y religiosas de distintas comunidades, así como numerosos fieles laicos. Entre los asistentes se encontraban también miembros de las cofradías, con especial representación de la Cofradía de la Verónica, encargada de la organización de esta jornada dentro de la Semana Santa segorbina.

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La celebración ha estado caracterizada por una profunda reverencia y recogimiento, destacando el rito del lavatorio de los pies, signo del amor humilde y servicial de Cristo hacia sus discípulos. Nuestro Obispo ha realizado este humilde gesto con doce fieles cofrades de la Cofradía de la Verónica y Cristo de la Misericordia de Segorbe, en representación de los apóstoles, recordando el gesto de Jesús que, sabiendo que iba a ser entregado, «los amó hasta el extremo», como narra el evangelio de san Juan.

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En su homilía, Mons. López Llorente centró su reflexión en los tres grandes misterios que se celebran en este día santo: la institución de la Eucaristía, del sacerdocio ministerial y del mandamiento nuevo del amor. “En esta celebración se nos invita a ir al Cenáculo y contemplar el amor inmenso de Cristo, que sabiendo que había llegado su hora, amó a los suyos hasta el extremo”, afirmó.

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“El Señor no se limitó a dejar palabras”, continuó el Obispo, “sino que quiso quedarse con nosotros de manera real y permanente en la Eucaristía, que es memorial de su entrega en la cruz, alimento del alma, y sacramento de unidad y caridad”. Subrayó además que la Eucaristía no es simplemente un recuerdo simbólico, sino una actualización sacramental del sacrificio de Cristo, que se ofrece cada vez que se celebra la Santa Misa.

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En este contexto, recordó también el don del sacerdocio ministerial, instituido por Cristo en la Última Cena al encomendar a los apóstoles: “Haced esto en conmemoración mía”. “Sin sacerdotes no hay Eucaristía”, afirmó con fuerza, animando a los fieles a rezar por las vocaciones sacerdotales, especialmente en nuestra Diócesis, y a apoyar a los seminaristas que se preparan para ese ministerio al servicio del Pueblo de Dios.

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Asimismo, el Obispo destacó el mandamiento nuevo del amor, proclamado y ejemplificado por Jesús al lavar los pies a sus discípulos: “Amar como Cristo nos ha amado implica una vida de entrega, de servicio humilde, de atención al otro, especialmente al más necesitado”. En este sentido, recordó que la comunión eucarística no puede separarse de la comunión fraterna: “No podemos acercarnos al altar si no estamos dispuestos a compartir nuestra vida, nuestro tiempo y nuestros bienes con los demás”.

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La celebración culminó con el traslado solemne del Santísimo Sacramento al Monumento, preparado con esmero por la comunidad parroquial, donde quedó reservado para la adoración de los fieles durante la noche. En un clima de profundo recogimiento, los asistentes permanecieron unos instantes en oración ante el Señor, iniciando así el tiempo de la Hora Santa, en recuerdo de la agonía de Jesús en Getsemaní.

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Así, la Diócesis de Segorbe-Castellón se adentra en el Misterio Pascual, acompañando al Señor en su Pasión, Muerte y Resurrección, fuente de esperanza y salvación para toda la humanidad.

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