«Podemos alimentar dos mundos, pero 800 millones pasan hambre»
El P. José Luis Román (Consell, Mallorca, 1960) ha pasado casi dos décadas en Sudáfrica. Llegó por primera vez en 1991, un año antes de la abolición del Apartheid, y hasta 2013 ha trabajado en la evangelización de los vatsonga y en los squatter camps (chabolas) de Kwazulu Natal, con la etnia zulú. De nuevo en España se dedica a la animación misionera, y esta semana comparte su experiencia en la Diócesis con motivo del lanzamiento de Campaña de Manos Unidas.
- ¿Cuál es el mensaje de la campaña de este año de Manos Unidas?
- Que hay un sinsentido en el mundo. Se han hecho estudios y se sabe que podemos alimentar a dos mundos porque se produce el doble necesario para los habitantes que hay. Sin embargo 800 millones de personas pasan hambre y no se pueden alimentar bien. Manos Unidas impulsa una campaña de tres años para concienciar sobre esta situación. El año pasado se centraba en sembrar una semilla, y ahora en la cosecha y el compromiso.
- El compromiso no nace espontáneamente. ¿Qué se necesita?
- El compromiso viene cuando eres consciente de lo que estás consumiendo, de cómo ha sido producido, si lo ha comercializado una multinacional preocupada solo por el capital o por el cuidado del hombre y la creación… Cuando vas por la calle se ve la cantidad de alimentos que se desperdician en los contenedores. ¿Me comprometo a poner fin a esto? ¿No se pueden cambiar las leyes para, por ejemplo, poder aprovechar productos caducados que están buenos?
- ¿Cuáles son las características de un compromiso cristiano?
- En la Biblia, tanto en el mundo hebreo como en el Nuevo Testamento, está muy claro que Dios se pone a favor de los que sufren: extranjeros, viudas, huérfanos, niños, los que padecen injusticias… Porque son sus favoritos. Dios lo ha querido así, y desde nuestra fe cristiana tenemos una opción hecha por los pobres, que es la opción que Cristo dio. Por eso afirmamos que el derecho a alimentarse es un derecho que Dios nos ha dado, como el derecho a tener un bien común para todos, porque así ha sido creado el mundo. El Señor nos lo está diciendo: “Incluye a los que no tienen, por derecho propio”.
- Cambiamos un poco de perspectiva. Ha vivido el final del Apartheid en 1992 y los años de reconciliación nacional. ¿Cómo se ha hecho?
- Ese sigue siendo nuestro objetivo ahora. La reconciliación ha sido un poco forzada y aunque el sistema político que había de separación racial prácticamente ya no está en las leyes, todavía sigue en el corazón y la mente de la minoría blanca que viene de tradición holandesa, los llamados boers o afrikáans. El obispo anglicano Desmond Tutu consiguió crear a nivel de estado las famosas comisiones de reconciliación y verdad, que eran una especie de tribunales que pretendían que blanco y negro se encontrasen con una petición de perdón, eso sí, reconociendo la verdad. Eso ayudó bastante y nuestro papel como Iglesia es continuar en este proceso de reconciliación a todos los niveles.
- ¿Qué medios concretos realiza la comunidad cristiana con este objetivo?
- Una labor muy bonita es la creación de hogares para los huérfanos. Hay cuatro millones de niños solos a causa del sida, el abandono o abusos. Se les acoge, alimenta, se les cura psicológicamente, se les da una educación para que sean buenos ciudadanos y puedan cambiar el país. Y es muy bonito ver cómo los primeros ya están haciendo este cambio.
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