En unos días celebramos en España y en Hispanoamérica, y de modo especial en Zaragoza y Aragón, la fiesta de la Virgen del Pilar; una fiesta muy entrañable y muy enraizada en la religiosidad de nuestro pueblo. La Virgen del Pilar nos remonta a los primeros momentos de la evangelización de nuestra tierra. Según una antigua y venerable tradición, la Virgen María vino en carne mortal a Zaragoza para reconfortar y fortalecer a orillas del Ebro al apóstol Santiago el Mayor, cansado y desalentado ante la resistencia de quienes escuchaban su predicación del Evangelio. Desde entonces, la Virgen del Pilar alienta y reconforta a la Iglesia en España en la tarea de anunciar a Jesucristo, y de acoger y vivir el Evangelio.
El Pilar, la columna sobre la que se aparece y aparece representada la Virgen, es símbolo del conducto que une el cielo y la tierra; es el signo de la presencia y de la acción de Dios en la historia y de lo que el hombre puede cuando da cabida a Dios en su vida. El Pilar es el soporte de lo sagrado, de la vida, del mundo y de la creación; es el lugar donde la tierra se une con el cielo, el eje a cuyo alrededor ha de girar la vida cotidiana, si quiere ser verdaderamente humana. El pilar es símbolo de fortaleza, de consistencia y de solidez. En María, elegida por Dios para venir a nuestro mundo, la tierra y el cielo, Dios y el hombre, se han unido para siempre en su Hijo, Jesucristo, el verdadero Pilar. En Cristo se desvela la verdad del ser humano, del mundo y de la historia: su origen, su fundamento y su destino no son otros sino Dios mismo.
La Palabra de Dios en la liturgia de este día subraya el significado de la Virgen del Pilar para los creyentes y la Iglesia. María es el Arca de la Nueva Alianza. En el A.T., el Arca de la Alianza era el lugar por excelencia de la presencia de Dios en medio del pueblo de Israel en su peregrinar por el desierto (1 Cro 15,3-4.16; 16,1-2); María, la Virgen del Pilar, es el Arca de la Nueva Alianza por haber llevado en su seno al Hijo de Dios, la nueva y definitiva Alianza; ella es signo elocuente de la presencia de Dios en nuestro mundo y en medio del pueblo cristiano. La Virgen nos sostiene día y noche en nuestro peregrinaje terrenal.
María es dichosa por haber sido elegida para ser la Madre del Hijo de Dios en la carne, por haberlo llevado en su vientre. Pero es, sobre todo, dichosa por haber creído a Dios y en Dios, por haber creído en su Palabra y por haberla acogido y hecho vida propia. María se convierte así en guía de la Iglesia. La Virgen nos alienta a los cristianos a creer y perseverar en la fe y en la vida cristiana. Como a Santiago, la Virgen del Pilar nos reconforta en la fe y el seguimiento de su Hijo y nos alienta en la siempre difícil tarea de anunciar del Evangelio.
En una sociedad cada vez más cerrada a Dios, a su Hijo, Jesucristo, y al Evangelio es hora de volver a hablar de Dios y contar con su presencia en nuestra vida. En un mundo cada día más cerrado en sí mismo, es hora de escuchar y anunciar sin miedo a Cristo y el Evangelio, Vida para el mundo. El pilar de la Virgen nos recuerda la presencia permanente de Dios en la historia humana. Dios es quien confiere el fundamento último y seguro de la dignidad de la persona humana, de toda persona humana, desde su concepción hasta su muerte natural, más allá de la pertenencia a un pueblo, raza o nación. La apertura a Dios es la base segura para construir relaciones más justas y más fraternas entre todos los hombres y entre todos los pueblos; pues Dios, el Dios revelado en Cristo y nacido de María, llama a superar los odios, las divisiones y las injusticias entre los hombres y entre los pueblos. Una sociedad que se cierra a Dios se va haciendo cada vez más inhumana.
Este año celebramos la fiesta de la Virgen del Pilar en el contexto del Año Jubilar diocesano, que nos ofrece la gracia de crecer en comunión para salir a la misión.
Todos los bautizados, renacidos del agua y del Espíritu Santo como hijos de Dios y miembros del Cuerpo de Cristo, estamos llamados a ser discípulos misioneros de Jesucristo. Es decir, testigos auténticos que creen y viven lo que anuncian, cuidan la comunión y la unidad, buscan la verdad, y están animados por el amor a los hermanos para que el Evangelio llegue a todos. Esta misión sólo nos es posible con el aliento interior del Espíritu, que nos hace sentir “la dulce y consoladora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas” (EN 80).
La Virgen del Pilar reconfortó y alentó s Santiago en el primer anuncio del Evangelio en España. La Virgen del Pilar sigue estando con nosotros y nos anima a salir a la misión de anunciar a todos el Evangelio.
El Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, D. Casimiro López Llorente, ha dirigido una carta a todos los catequistas, profesores de religión y profesores cristianos, con motivo del Año Jubilar que estamos celebrando desde el pasado día 12 de abril por el 775º Aniversario de la creación de la sede episcopal en Segorbe.
Todos estamos llamados a acoger este tiempo de gracia, pero de un modo especial «los catequistas, en el proceso de iniciación cristiana de niños, jóvenes o adultos o en el neocatecumenado de adultos ya bautizados»; los profesores de Religión «en la transmisión de la fe y moral de la Iglesia»; y los profesores cristianos «en la transmisión de los valores evangélicos por la palabra y el testimonio de vida en el ejercicio de vuestra tarea docente».
Es por ello que realiza una invitación singular a participar en la celebración del Jubileo en la Catedral de Segorbe, que tendrá lugar el sábado día 15 de octubre: a todos los catequistas de parroquias, colegios y del Camino Neocatecumenal, a todos profesores de Religión en colegios e institutos, así como a los profesores cristianos.
El Jubileo comenzará en la Capilla del Seminario de Segorbe a las 10:00 h. para salir en procesión-peregrinación hacia la Catedral a las 10:45 h., y allí celebrar los ritos y la Santa Misa. Además, al final de la celebración, el Obispo enviará a los catequistas y entregará la missio a los profesores de Religión.
Queridos catequistas, profesores de religión y profesores cristianos.
Como bien sabéis, nuestra Iglesia diocesana está celebrando un Año Jubilar con motivo del 775º Aniversario de la creación de la sede episcopal en Segorbe y, con ello, del origen de nuestra Diócesis. El Jubileo es un tiempo de gracia para la conversión y la renovación personal y comunitaria, pastoral y misionera de toda nuestra Iglesia. Como reza el lema del Jubileo, es un tiempo “para crecer en comunión y salir a la misión”. Si todos los diocesanos estamos invitados a acoger la gracia jubilar, más si cabe, lo estamos quienes tenemos o tenéis una misión especial e importante en la Iglesia: los catequistas, en el proceso de iniciación cristiana de niños, jóvenes o adultos o en el neocatecumenado de adultos ya bautizados; los profesores de religión y moral católica en la transmisión de la fe y moral de la Iglesia; y los profesores cristianos en la transmisión de los valores evangélicos por la palabra y el testimonio de vida en el ejercicio de vuestra tarea docente.
Por ello os convoco e invito de corazón a la celebración del Jubileo en la Catedral diocesana en Segorbe a todos los catequistas de parroquias, colegios y del Camino Neocatecumenal, a todos profesores de religión y moral católica en colegios e institutos de iniciativa pública o social -eclesial o privada-, así como a los profesores cristianos. Tendrá lugar el sábado, 15 de octubre. Comenzaremos en la Capilla del Seminario de Segorbe a las 10:00 para salir en procesión-peregrinación hacia la Catedral a las 10:45, y allí celebrar los ritos del Jubileo y la Santa Misa. Para no multiplicar las convocatorias hemos hecho coincidir esta celebración con la que tenemos anualmente para el envío de catequistas y la entrega de la missio a los profesores de religión. Esto lo haremos como otras veces al final de la Misa.
Os animo a participar en esta celebración del Jubileo. Todos necesitamos crecer en comunión con el Señor y entre nosotros, sabernos y sentirnos Iglesia diocesana, fortalecer nuestra vinculación afectiva y efectiva con nuestra Iglesia diocesana por quien somos enviados como catequistas o profesores de religión, El encuentro en el Señor con quienes compartimos la fe y la misión nos ayuda a recuperar la alegria en la tarea y nos alienta en la misión. Celebrar juntos el Jubileo con la santa Misa reavivará nuestra fe en la presencia del Señor Resucitado en medio de nosotros y abrirá nuestros corazones a la acción del Espíritu Santo para acometer con esperanza en la dificultad la tarea que la Iglesia nos encomienda. Pido a los párrocos y a los directores de colegios de la Iglesia que animen a sus catequistas y profesores a participar en esta celebración. Muchas gracias.
Un año más, la parroquia de San Cristóbal de Castellón ha celebrado la Vigilia de oración a Santa Teresa de Lisieux, Patrona de las Misiones y Doctora de la Iglesia. Desde el año pasado, está organizada por la parroquia junto a la Delegación Diocesana para las Misiones, pues octubre es el mes misionero por excelencia. Además, estamos en pleno Año Jubilar Diocesano por el 775º Aniversario de la sede episcopal en Segorbe.
Tanto el lema del DOMUND, “Seréis mis testigos”; como el del Año Jubilar, “Crecer en la comunión para salir a la misión”, insisten en la dimensión misionera de la Iglesia: vivir en Comunión para ser testigos de Jesús resucitado.
El acto fue ambientado con textos de Santa Teresita y reflexiones sobre los mismos de D. Recaredo Salvador, párroco de San Cristóbal; el testimonio misionero de D. Juan Crisóstomo Nangagahigo, párroco de Santa Joaquina de Vedruna; y de Juanma García-Cervigón, seminarista del Seminario Mater Dei, quienes compartieron la experiencia misionera vivida en Kenia en este verano. La experiencia de Santa Teresa de Lisieux, Maestra de Comunión y de Misión, nos enseña a vivir estas dos dimensiones eclesiales.
Más de un centenar de miembros de Manos Unidas de Segorbe-Castellón ha peregrinado esta mañana a la S.I. Catedral de Segorbe con motivo del Año Jubilar diocesano. La peregrinación es un acontecimiento de gracia, imagen de la Iglesia peregrina del Señor y del camino que realizamos durante nuestra vida hasta llegar a la casa del Padre.
Somos un Pueblo que camina
Poco antes de las 11 h. han salido en procesión junto a nuestro Obispo, desde la Capilla del Seminario Menor Diocesano, pasando por el Portal de la Verónica, hasta llegar al primer templo de la Diócesis. Han accedido por la Puerta Santa, han hecho memoria del Bautismo ante la fuente bautismal, y han orado ante el Sagrario.
A continuación han celebrado la Misa del Peregrino, que ha presidido D. Casimiro, ganado así el Jubileo, la Indulgencia Plenaria concedida en este Año Jubilar por el 775º aniversario de la creación de la sede episcopal en Segorbe.
“Crecer en la Comunión para salir a la Misión”
“Casi ocho siglos de existencia como Iglesia es motivo para dar gracias a Dios”, decía el Obispo en la homilía, pero también “por vosotros, Manos Unidas, esta asociación católica destinada a trabajar contra el hambre de pan, de cultura y de Dios en el mundo, de lucha contra la pobreza”.
Tras la pandemia del Covid persiste “la pandemia del individualismo, del egoísmo y de la secularización”, ha indicado, por lo que es “providencial que el Señor nos haya concedido esta gracia del Año Jubilar, porque ayudará “a recuperarnos como Iglesia, para renovarnos como cristianos, como comunidades y también en vuestra asociación”.
La misión de Manos Unidas
D. Casimiro ha exhortado a los peregrinos a no perder de vista el origen de la misión de Manos Unidas, vivir “desde Cristo Jesús para seguir anunciando, mediante las obras, el amor de Dios para todos”. Solo desde Él podemos ir a la misión, ha continuado, “porque la misión no es algo propio, sino algo que el Señor nos encomienda”, dando a los demás gratis lo que gratis hemos recibido, “en vuestro caso trabajar para que nadie carezca de lo indispensable para vivir: de pan, de cultura y de Dios”.
Demos gracias a Dios por Manos Unidas
“Demos gracias al Señor por cada una de vosotras y de vosotros, – ha recalcado – por vuestros antepasados, por la obra que estáis haciendo”, “sentíos Iglesia, para eso hay que estar presente en las parroquias, como lo estáis, y que los sacerdotes también os consideren y valoren como tal”. “El Señor está con vosotros, no lo olvidemos”.
Analizan la actividad ordinaria y la programación del Año Jubilar Diocesano
Monseñor Casimiro López Llorente mantuvo ayer una reunión, en el Palacio Episcopal de Castellón, en la que participaron todos los Delegados diocesanos.
En la misma, se abrió una ronda de intervenciones en la que los Delegados diocesanos hicieron balance de la actividad ordinaria, así como el calendario de actividades excepcionales que, con motivo de la celebración del Año Jubilar Diocesano, han programado para el presente curso pastoral.
Por su parte, el Obispo expuso los tres grandes ejes del curso pastoral que van a estar centrados en:
Celebración del Año Jubilar
Formación en torno a la Iglesia Diocesana
Preparación del Plan Diocesano de Pastoral para el próximo curso (23-24)
En palabras de D. Casimiro, las acciones del Año Jubilar que más se han de cuidar, son las peregrinaciones por Arciprestazgos a la Catedral de Segorbe, sobre todo, «la preparación espiritual que conlleva, pues sin la necesaria conversión personal, no habrá evangelizadores con espíritu».
Nuestro Obispo, D. Casimiro, se ha reunido esta mañana con los Vicarios y con los Arciprestes de la Diócesis para tratar varios puntos en relación a este nuevo curso pastoral.
Uno de ellos ha sido la preparación espiritual de las peregrinaciones a la Catedral de Segorbe en este Año Jubilar diocesano por el 775 aniversario de la creación de la sede episcopal. Para ello se han propuesto una serie de acciones a llevar a cabo, a nivel arciprestal o en las parroquias del arciprestazgo. Otro de los temas tratados en la reunión ha sido el modo de aplicar las propuestas de los consejos diocesanos sobre cómo favorecer la presencia y acción pastoral y misionera de la Iglesia en las parroquias de pueblos pequeños y en zonas rurales.
El Seminario Mater Dei ha acogido esta mañana la Jornada Diocesana de Inicio del Curso Pastoral 2022-23, a la que han asistido numerosos sacerdotes, diáconos, religiosas, seminaristas y seglares de todos los puntos de la Diócesis de Segorbe-Castellón, y que ha comenzado con la celebración de la Eucaristía, presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente.
Eucaristía
Con ella “inauguramos un nuevo curso pastoral, un nuevo tiempo de gracia que el Señor nos ofrece para crecer en santidad, en comunión, y salir a la misión”, decía el Obispo al inicio de la homilía, porque con la celebración del Año Jubilar “el Señor nos ofrece gracias abundantes”. D. Casimiro ha insistido en preparar con esmero las peregrinaciones por Arciprestazgos a la Catedral en Segorbe que se van a celebrar a lo largo de estos próximos meses.
A raíz del evangelio que se ha proclamado, el de la parábola del sembrador, indicaba como “Jesús sembraba con generosidad, sin pensar donde iba a caer la semilla”, con la confianza y la esperanza “de que aquello que esparcía iba a germinar, crecer y dar fruto”, porque “la Palabra de Dios siempre da fruto”. Se pueden dar cuatro situaciones, cuatro lugares concretos en los que puede caer la semilla, la Palabra de Dios: “al borde del camino, entre pedruscos, entre abrojos o en tierra fértil”.
“Hay que escuchar la Palabra de Dios, con corazón bien dispuesto, noble y generoso, del mismo modo que la Virgen cuando le visitó el ángel”, ha exhortado. “Dejemos que la Palabra de Dios nos interpele, personalmente pero también como Iglesia diocesana, seamos dóciles a ella para que su Reino se vaya implantando entre nosotros y podamos sembrar con generosidad”.
A pesar de las dificultades “hay que sembrar en el corazón de los niños, en la iniciación cristiana”, para que conozcan al Señor y tengan un encuentro personal con Él. “Hay que sembrar en los jóvenes, que están esperando una palabra y que les acompañemos, que buscan en la Iglesia un hogar”. También “en el corazón de nuestros mayores, que a veces se sienten solos, y necesitan la compañía y la cercanía de nuestra Iglesia”. Y “sembremos la Palabra de Dios en el corazón de los enfermos, para que vivan su enfermedad desde la esperanza y la confianza en Él”.
Ponencia
Tras la Eucaristía y el descanso, el Vicario General de la Diócesis de Jaén, D. Juan Ignacio Damas López, ha ofrecido una ponencia que llevaba por título “La Reflexión Diocesana, una oportunidad para crecer en la comunión y salir a la misión”.
La Diócesis de Segorbe-Castellón está viviendo ahora “un marco privilegiado para iniciar un camino de conversión pastoral – ha señalado – por llevar a cabo la fase diocesana del Sínodo y por la celebración del Año Jubilar diocesano”. En relación al proceso sinodal “habéis adelantado un trabajo, aprender como se es Iglesia, como se hacen las cosas en la Iglesia, y conseguir tomar conciencia de que hay un camino muy importante que recorrer: anunciar a Jesús; la gente que lo escucha y se encuentra con Él debe ser acompañada; hacer de ese acompañamiento un proceso de crecimiento; para que puedan anunciar después el Evangelio a la sociedad”. “Felicidades por vuestro modo de hacer el Sínodo”, ha dicho.
Y en relación al Año Jubilar ha destacado cinco puntos de la carta pastoral del Obispo, que reflejan lo que deseamos con su celebración: dar gracias a Dios, favorecer la conversión personal y comunitaria, propiciar la conversión pastoral y misionera, fortalecer la comunión eclesial y nuestra pertenencia e identidad diocesana, y favorecer la corresponsabilidad. Con ello “tenéis ya un marco trazado que puede ayudar a la Diócesis y a las parroquias a la conversión pastoral”, ha indicado.
D. Juan Ignacio ha recurrido al profeta Isaías (55, 6-13) para hablar de la conversión: de una primera conversión, por parte de aquellos que no conocen al Señor; de una segunda conversión, de volver a los caminos de Dios y no seguir los nuestros, algo fundamental para alguien que es evangelizador, que lo es “porque el Señor se le metió en el corazón y no sabe vivir sin Él y sin hablar de Él”; de una conversión personal que se funda con una conversión pastoral, porque “la parroquia tiene que convertirse para ser evangelizadora y misionera”; la conversión es costosa, pero es fuente de alegría.
Para la conversión pastoral ha señalado una serie de puntos que pueden ayudar: pasar de una parroquia de servicios a una parroquia de procesos, no solo atender a la gente que ya está en la parroquia, sino también evangelizar a quien no conoce al Señor; de una parroquia de mantenimiento a una parroquia de regeneración, aprendiendo a ser de otro modo cuando haya problemas estructurales; de una parroquia de autoreferencia a una parroquia en salida, “después de mirarnos a nosotros mismos tenemos que mirar hacia fuera”; y de una parroquia de espacios a una parroquia de tiempos, “pasar de nuestros espacios de seguridad a dedicar tiempo a la gente que no está en nuestro espacio, con la gente que está fuera”.
Para concluir la ponencia, D. Juan Ignacio ha explicado que “el motor de cambio de la conversión pastoral es darnos cuenta de que tenemos que hacer primer anuncio”, delimitando los puntos de todo el proceso de evangelización: testimonio de las obras, anuncio del kerigma, precatecumenado, fe y primera conversión, itinerario de iniciación cristiana, sacramentos de iniciación y vida comunitaria, y apostolado organizado.
Informaciones
El Vicario de Pastoral, D. Miguel Abril, entre otros documentos ha presentado la Programación Pastoral del curso, indicando que se pueden recoger los ejemplares que se necesiten en el palacio episcopal de Castellón (C/ Gobernador, 8), así como las catequesis que se han preparado para mantener viva la reflexión en los grupos sinodales y para celebrar el Año Jubilar. También, varios delegados diocesanos han informado de los actos y de las celebraciones más relevantes a lo largo de todo el curso.
Jornada de Inicio del Curso Pastoral, «Iglesia peregrina del Señor».
Carta del Obispo, D. Casimiro: “Un curso pastoral bajo el signo del Año Jubilar”.
La celebración de la Solemnidad de Nuestra Señora de la Cueva Santa, Reina, Madre y Patrona de la Diócesis de Segorbe-Castellón, marca el inicio del curso pastoral.
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