Intenciones de oración del mes de noviembre
Con el inicio del mes de noviembre se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Santo Padre dirige su intención por el Papa: “Oremos por el Papa, para que en el ejercicio de su misión siga acompañando en la fe a la grey que le ha sido encomendada, con la ayuda del Espíritu Santo”.
En una Conversación con los jesuitas de Mozambique y Madagascar, Francisco les decía lo siguiente:
“Es importante que la gente rece por el Papa y sus intenciones. El papa está tentado, está muy asediado: solo la oración de su pueblo puede liberarlo, como se lee en los Hechos de los Apóstoles. Cuando Pedro estaba prisionero, la Iglesia oró incesantemente por él. Si la Iglesia ora por el papa, esto es una gracia. Yo siento de verdad continuamente la necesidad de pedir la limosna de la oración. La oración del pueblo sostiene”.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “Por el fin de todas las guerras y violencias que asolan la faz de la Tierra, por el triunfo del diálogo, el perdón y la reconciliación.”
En su carta del pasado día 22 de octubre, nuestro Obispo D. Casimiro nos pedía orar y trabajar por la paz:
“La paz es, pues, un don que debemos pedir a Dios. Pero también es tarea de todos, que de ser construida día a día con la implicación de todos para que se extienda entre los hombres y los pueblos. La paz no es la mera ausencia de guerras ni el equilibrio de las fuerzas adversarias ni el fruto de una dominación despótica. El Papa Juan XXIII, en su encíclica Pacem in terris, señalaba hace 60 años que los cuatro pilares sobre los que construye la paz auténtica son la verdad, la justicia, el amor y la libertad, y que tiene su corazón en el respeto a toda persona humana.
Hemos de promover la verdad, para ser rectos y honrados en el pensamiento y en la acción. A la verdad ha de unirse el compromiso por la justicia que pide el respeto exquisito de la dignidad y derechos inviolables de todo ser humano. Pero no se puede construir la paz en el mundo sin amor sincero y compromiso desinteresado hacia todo ser humano. La justicia por sí sola no podrá asegurar la paz al hombre y al mundo. La verdadera paz florece cuando en el corazón se vence el egoísmo y el afán de poder, dando paso a la solidaridad y al compromiso efectivo.
Todo cristiano ha de ser testigo comprometido por la paz y constructor de una cultura de la paz. Unido a todos los hombres de buena voluntad, el cristiano ha de trabajar por el respeto efectivo de la igual dignidad de todo ser humano, ha de poner en práctica el amor fraterno hacia todos”.