Esta mañana, martes 5 de febrero, la comunidad de clarisas del convento de la Divina Providencia de La Vall d’Uixó ha escogido nueva abadesa. La madre Verónica de Jesús toma el relevo por tres años de la madre Francisca Coronado. Mons. Casimiro López Llorente, acompañado por el Visitador diocesano, Joaquín Guillamón, han asistido a la elección.
La jornada ha comenzado con una eucaristía, en la que se ha hecho memoria de la mártir Santa Águeda. Tras la elección, las religiosas han agradecido a la Virgen por la nueva abadesa y han recibido la bendición del Obispo. La comunidad está compuesta por ocho clarisas, y es muy activa en la acogida de grupos de las parroquias de la población.F
Fidelidad y testimonio
La madre Verónica de Jesús considera que las prioridades para el cenobio es «sobretodo aumentar nuestra entrega al Señor, ser generosas con Él a través de la oración, la formación de comunidad y trabajando por las vocaciones. Nosotras tenemos que acercar las jóvenes dando razón de nuestra fe con sencillez y cercanía, y Cristo es quien se encargará de llamar«.
No fue una Jornada más de la Vida Consagrada. Unos 50 religiosos de distintas congregaciones de la Diócesis participaron el 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor, en una eucaristía presidida por Mons. Casimiro López Llorente, y celebrada en la parroquia de San Vicente de Castellón, uno de los templos jubilares por el VI aniversario de la muerte del santo dominico: «Ardía del amor de Dios y se dedicaba a hablar a los demás de Él. Como san Vicente, lo que hemos recibido gratis lo tenemos que dar gratis», exhortaba el Obispo.
En la homilía, Mons. López Llorente se centró en tres palabras: consagración, encuentro y misión. Definió la primera como «la donación de la vida respondiendo a la llamada a seguir la huellas de Jesús y así encontrar la verdadera Alegría, la verdadera felicidad». El encuentro, explicaba, es «dejarse encontrar por el Señor para enamorarnos de Él. Un encuentro que nos llena de Vida y que debemos mantener vivo». Finalmente vinculaba la misión al amor: «El amor de Dios no se puede tener si no se ama al hermano que está a nuestro lado».
La misa comenzó con la procesión de las candelas. Tras la homilía los religiosos renovaron su consagración al Señor y en el ofertorio presentaron el pan y el vino como signo de la vocación de entrega a los demás. Una imagen de la cruz representó cómo los religiosos silenciosamente reparten el amor de Dios a las personas más necesitadas, y se concretó con un donativo, «signo de compartir lo que somos y tenemos con los más empobrecidos», explica Fina Gómez, religiosa de la Consolación y presidenta de CONFER Diocesana.
Gustavo Adolfo y Josefina dejaron Venezuela hace un año. Con una edad avanzada tuvieron que emigrar porque Gustavo sufre una dolencia cardíaca y el tratamiento era imposible por la escasez de medicamentos. Hace seis meses que viven en Castellón, donde se han integrado en la parroquia de la Sagrada Familia. Con otros venezolanos y el párroco, Miguel Abril, han organizado una vigilia de oración por su país el domingo 10 de febrero a las 18h.
“La verdad la verdad es que en Venezuela tenemos 20 años sufriendo tanto”, se lamenta Yunei. “Allá no hay comida. La gente piensa que exageramos, pero vaya cinco días y se dará cuenta de cómo están las cosas. Puedes pasar toda la noche haciendo cola para comprar alimentos, y si cuando llegas aún queda algo, no te alcanza para un paquete de arroz. ¡Estamos luchando por un paquete de arroz!. Da dolor cuando ves la policía que detiene a un joven con una bolsa negra… ¡que era para buscar en la basura desperdicios que pudiera comer!”.
La Comisión de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Venezolana ha difundido recientemente un comunicado en el que describe la situación de las últimas semanas: “Las condiciones de vida del venezolano de hoy por todos conocidos en la vulneración de su derecho a la alimentación, salud , trabajo y seguridad, unido a una emigración forzada reciente, se ve ahora agravada por una represión violenta contra quienes manifiesta su descontento.”
Los obispos venezolanos piden el respeto a la vida y seguridad, la garantía de los derechos de todos los ciudadanos, y que se frene “la represión sistemática ante el descontento popular”. Ya no se trata solo de opiniones políticas. El drama está en la carestía que resulta mortal por falta de alimentos o de medicinas. Como Gustavo y Yunei, se calcula que 2,3 millones de venezolanos han tenido que abandonar sus casas.
Cáritas Española mantiene abierta una campaña de emergencia a través de la cual ha destinado en los últimos meses 100.000 € a Cáritas Venezuela. Hay que añadir 190.000 € más para sostener la tarea que en Colombia y Brasil se hace con los exiliados.U
Una luz de esperanza
María José Asensi Arnau es hermana de la Consolación. Hace un año volvió a Castellón después de 27 años de misión en América, 15 de los cuales en Venezuela. Primero estuvo en un hogar para niñas en Barcelona y en la última etapa trabajaba en la escuela que la congregación tiene en Maracai. “Hay miedo, mucha violencia y falta de libertad. Faltan alimentos básicos y medicamentos, y lo poco que se vende es inaccesible por el precio”.
Con todo, asegura que en la situación actual “hay una luz de esperanza muy distinta a la de otros momentos. Creo que está en el corazón de todos. Se ve que hay un camino posible para reconstruir el país. Pero para ello se necesita un tiempo de estabilidad y unas elecciones en las que la gente sepueda expresar libremente”.
Gustavo y Yunei tampoco se resignan a la fatalidad: “Tenemos que esperar y esperar a que todo se solucione pronto y bien. Con fe en Dios creemos que nos guardará y cuidará para poder sacar el país adelante”. Y concluyen: “Claro que nos gustaría volver. Pero de momento nos toca esperar a que todo esto pase y podamos recuperar lo que perdimos. Venezuela se volverá a levantar”.
Monseñor López Llorente ha conmemorado esta mañana el Centenario de la Caixa Rural de Vila-real con la celebración de la Santa Misa de acción de gracias en la Iglesia Arciprestal de la localidad de la Plana Baja. El obispo de Segorbe-Castellón ha animado a los miembros de dicha institución a “no olvidar el pasado para mirar al presente y poder, así, proyectar el futuro con firmeza para caminar desde esos principios que están en su origen, que tan sabiamente percibieron los fundadores, y que se pueden resumir en tres palabras: vocación, misión y el camino del amor”.
“Estáis llamados, como lo estuvieron vuestros fundadores, a vivir desde la fe, en el compromiso cristiano, unidos, para favorecer a todos aquellos que trabajan en el campo. Una caja que se denomina católica no puede estar dirigida solo por el lucro, sino que debe tener también esta sensibilidad social, como la que tenéis y debéis mantener vosotros. Porque en el centro de la obra cooperativa debe estar la persona, para que se desarrolle en todas sus dimensiones, porque así es como colaboráis a la construcción del bien común, generando aquellas condiciones que favorecen el desarrollo de las personas”, ha manifestado.
Compromiso cristiano en la vida económica y social
El obispo de Segorbe-Castellón ha recordado que estos 100 años de historia de la Caja Rural y la Cooperativa no pueden entenderse sin la presencia del Sindicato Agrario Católico: “Hoy recordamos a aquellos catorce jóvenes que el día 30 de enero de 1919 se reunían en el Círculo de la Inmaculada de Jóvenes Obreros para fundar el Sindicato Agrario Católico y su Caja Rural. Y lo hacían desde su fe, su compromiso cristiano, llevados por las exigencias de la doctrina social de la Iglesia, alentados por el padre jesuita Vicent. Ellos tenían muy presente la doctrina social de la Iglesia, plasmada en la magna encíclica ‘Rerum Novárum’ (‘De las Cosas Nuevas’) de León XIII y, también, la ‘Quadragésimo Anno’ (‘En el Cuadragésimo Año’) del Papa Pío XI. Todo lo que, como fruto y derivación de la fe, impulsa a un cristiano a vivir su compromiso en la vida económica y social, porque la fe no pertenece al ámbito privado sino que impulsa el compromiso con los demás”.
La finalidad de la puesta en marcha del Sindicato Agrario Católico y la Caja Rural –ha subrayado- “fue ayudar a los agricultores para que accedieran a maquinaria, a plantas, a fertilizantes y para que los menos pudientes pudieran acceder a préstamos. Ese impulso social les llevó también a ampliar el sindicato, donde no solo entraron agricultores sino obreros y la misma patronal. En un momento donde la Seguridad Social no existía, ellos se preocupaban de que a los socios pobres y enfermos no les faltara dinero ni atención médica. Consideraron también como deber suyo la promoción cultural, por lo que surgió la escuela gratuita nocturna, a la que llegaron a asistir entre 150 y 200 personas. También su implicación en las obras sociales que surgían en la ciudad y su ayuda a la Iglesia de la Sangre y a la reconstrucción de San Pascual. Eso es lo que hay que recordar y agradecer”.
Asimismo, se ha felicitado de que los actuales responsables de la institución centenaria hayan adaptado la Caja Rural y la Cooperativa a los nuevos tiempos y necesidades, al tiempo que han hecho posible el acceso a medios para el trabajo de los agricultores en un mundo globalizado, así como no haber olvidado nunca su dimensión social,»no sólo para vuestros socios de la cooperativa, sino para otras entidades como la Cruz Roja, la Joventut Antoniana y Cáritas”, ha recalcado.
Finalmente, Monseñor López Llorente se ha referido al camino del amor que nos muestra hoy san Pablo en la segunda lectura de la Santa Misa: “Ya podíais ser inmensamente ricos; si no tenéis amor, no sois nada. El amor debe ayudar también al trabajo comunitario, cooperativo, con vuestro consejo rector. Y, cuando hablamos de amor, hablamos del “agapé”, que no es hacer una simple caridad. Fijaos que san Pablo se dirige a aquella comunidad de Corinto donde los más débiles estaban marginados, y les llama la atención porque aquella situación es la que generaba envidia, avaricia, codicia, el deseo de marginar, oprimir y excluir a aquel que no tenía una condición social determinada. Por eso hemos rogado al principio de la eucaristía que El Señor nos conceda la gracia de amarle para que, así, desde Él, podamos amar a los demás. Ese mandamiento nuevo que también tiene que estar presente en vuestra cooperativa y en la caja rural. Que esta magna obra que tantos frutos ha dado en Vila-real y en toda su comarca, siga produciendo frutos de bien para todos. Que aquella andadura que comenzó hace ahora cien años siga con la bendición del Señor por muchos años más, pero sin olvidar la raíz, la condición católica. Cada uno por todos y Dios para todos”, ha concluido.
Monseñor Salinas, presidente de la Comisión de Apostolado Seglar de la Conferencia Episcopal Española y obispo auxiliar de Valencia, ha afirmado en la conferencia que ha pronunciado en el Encuentro Diocesano de Apostolado Seglar celebrado esta mañana en el Seminario “Mater Dei” de Castellón, que “debemos construir una Iglesia en salida que responda a las necesidades de todos los hombres”. Asimismo, ha recordado que el laico debe ser misionero y dejar de ser “un consumidor de servicios religiosos” y dar un paso al frente para “convertirse en un cooperador en la misión de la Iglesia, en la transmisión de la fe y en el camino hacia la santidad”.
“Queremos un laicado misionero –ha recordado- una iglesia que salga de sí misma, que vaya a la búsqueda de todos; como afirma el romano pontífice, ‘a las periferias, a los lugares donde el evangelio no está presente’. Debemos responder a las necesidades de los hombres, a sus dolores, a sus alegrías. Queremos anunciar el Evangelio, no para que sea percibido como una doctrina, sino como una opción de vida que transforma, que nos hace mejores. Queremos mostrar que Dios no es nuestro competidor, nuestro juez, sino el Dios que es, ante todo, misericordia y verdad, y que exige de nosotros una respuesta, Él que es el Camino, la Verdad y la Vida, el maestro que nos introduce y que nos ha dado el Espíritu Santo por el cual nos hace instrumentos de este camino, colaboradores con Jesús”.
Asimismo, ha adelantado a los más de 300 asistentes a esta fase preliminar convocada por Monseñor López Llorente en nuestra diócesis, que el lema del Congreso Nacional del Laicado que tendrá lugar en Madrid en 2020, será “Pueblo de Dios en salida”. Un congreso que pretende ser –ha recordado- “un proceso que ponemos en marcha hoy en Castellón, de manera diocesana, para dinamizar nuestra condición de discípulos misioneros” y construir una iglesia “que sale de sí misma, que va a la búsqueda de todos”.
Finalmente, Don Javier Salinas ha afirmado que vivimos un cambio de época en el que lo que parecía sólido se ha desvanecido, y en el que han crecido nuevas doctrinas que dificultan esta tarea; por tanto, “la iglesia no puede ser una mera administradora de bienes espirituales y debe alentarnos a todo el pueblo de Dios a ir al encuentro de los demás y anunciarles el Evangelio”. «No somos vendedores de nada, somos testigos de Jesús”, ha concluido.
Palabra, sacramento y misión
Por su parte, Monseñor López Llorente ha recordado a los asistentes al encuentro diocesano de apostolado seglar que “es la hora de los laicos, una oportunidad para la implicación de toda la Iglesia diocesana en nuestra misión evangelizadora, que dependerá en gran medida de vosotros, acompañados por vuestros pastores, que son servidores de las vocaciones de nuestra iglesia”. También ha recordado que el encuentro del “Mater Dei” es un buen momento para reflexionar juntos cómo y dónde estamos, “cuál es el papel, la misión que Dios tiene preparado para cada uno, los aspectos positivos y las lagunas, y alentarnos en el futuro” y ha destacado que todo bautizado está llamado a ser santo ahí donde Dios le quiera.
El Obispo de Segorbe-Castellón -recordando las palabras del Papa Emérito Benedicto XVI en la encíclica “Deus Cáritas Est”- ha recalcado que hay tres elementos que no pueden faltar en la vida del cristiano: palabra, sacramento y misión. “Es bueno también, ha reconocido, ver que estáis ahí, silenciosos en el día a día, trabajando por el Reino de los Cielos. Hemos de buscar los caminos que Dios nos va marcando para la nueva evangelización para caminar juntos: laicos, consagrados, pastores, y ponernos al servicio los unos de los otros según la vocación, el ministerio o el carisma que cada cual hayamos recibido del Señor”, ha concluido. La jornada ha finalizado con un diálogo con el ponente, Don Javier Salinas, y una comida de fraternidad.
En este mes de febrero tiene lugar
la Campaña anual de Manos Unidas, que este año celebra su 60º Aniversario: son sesenta
años de compromiso tenaz en la lucha contra el hambre de pan, el hambre de
cultura y el hambre de Dios, como decían en su primer manifiesto. Ya desde un
primer momento, Manos Unidas vio, si embargo, que la negación de los derechos
humanos está en la base y es una de las causas fundamentales de la pobreza y la
exclusión que sufren cientos de millones de personas en nuestro mundo. De ahí
que su compromiso cristiano por el reconocimiento efectivo y el trabajo continuado
a favor de los derechos humanos de todos, en especial de los más pobres y
desfavorecidos y entre ellos de las mujeres y de las niñas, han estado siempre presentes
en la misión de Manos Unidas y vuelvan a estar en el punto de mira de la
Campaña de este año al celebrar este Aniversario
Hablar de derechos humanos
significa, ante todo, poner en el centro de la mirada, del corazón y de la acción
la dignidad de toda persona humana, como hace Manos Unidas. Por el sólo hecho
de haber sido querido y creado por Dios a su imagen y semejanza, todo ser
humano tiene una dignidad innata e inalienable, con independencia de sexo, raza,
lengua, país, religión, edad o condición social; una dignidad que merece ser
reconocida, respetada y promovida por parte de todos. La dignidad de todo ser
humano es el fundamento de los derechos humanos, que son universales e
indivisibles: son universales, porque corresponden a toda persona por el hecho
de serlo y, en consecuencia, deben ser reconocidos a todos; y son indivisibles
porque no pueden ser aplicados por partes separadas, porque se corre el riesgo
de contradecir la unidad de la persona humana. Estos derechos fueron declarados
para eliminar los muros de separación que dividen a la familia humana y los
pueblos, y para favorecer el desarrollo
humano integral, que significa “promover a todos los hombres y a todo el
hombre […] hasta la humanidad entera” (Pablo VI, Populorum Progressio, 14); porque una visión reduccionista de la
persona humana abre el camino a la propagación de la injusticia, de la
desigualdad social y de la corrupción.
Es cierto que se ha avanzado
mucho en este terreno. La afirmación de la dignidad de la persona humana es hoy
un hecho prácticamente universal. También lo es el reconocimiento teórico de
los derechos humanos en la mayoría de los Estados. Pero no es menos cierto que
aún queda mucho por hacer para que su ejercicio y disfrute sea efectivo y real
para todos. Fiel a su origen, Manos Unidas pone de nuevo el foco en la defensa
de los derechos humanos “promoviendo los derechos con hechos”, para que lo
escrito en los textos legales sea real en la vida de las personas y para que
millones de seres humanos, hermanos nuestros, sobre todo los más vulnerables, puedan
disfrutar de esos derechos y puedan vivir con la dignidad de hijos e hijas de
Dios.
Y lo quiere hacer siguiendo en su
lucha para erradicar el hambre en el mundo, porque, a pesar del enorme
incremento de alimentos y todo el trabajo realizado 821 millones de personas
pasan hambre y cada día mueren unas 25.000 personas por causas relacionadas con
la pobreza. Es un verdadero escándalo que exige nuestro compromiso en favor del
derecho a la alimentación, como un imperativo de nuestra fe y de nuestra
responsabilidad con la construcción del bien común. El hambre es contrario al
plan de Dios. En la raíz aparece siempre el egoísmo, la avaricia y la
insolidaridad de los países más ricos.
En su lucha contra la pobreza y
el hambre, y por los derechos humanos se quieren fijar también en el derecho a la
educación, a la salud y al agua, que están entrelazados entre sí. Y porque los
derechos humanos corresponden a todos –sea hombre o mujer- seguirán luchando
para lograr la igualdad entre hombres y mujeres en todos los ámbitos:
educación, atención médica, trabajo decente, reconocimiento social o la
representación en las decisiones políticas y económicas.
Apoyemos con generosidad a la
organización católica Manos Unidas en su lucha a favor de la justicia y a una vida
digna para todos, necesarias para el desarrollo integral de “todos los hombres
y de todo el hombre”.
El Servicio de Pastoral del Sordo de la Diócesis de Segorbe-Castellón organiza el III Curso de Comunicación en Lengua de Signos con el que se pretende que los participantes aprendan este idioma peculiar para que se sensibilicen ante el mundo de las personas sordas y sus necesidades, tanto físicas como espirituales.
Dicho curso se celebrará todos los miércoles comprendidos entre el 13 de febrero y el 15 de mayo en la Parroquia de San Vicente Ferrer de Castellón y cuenta con dos modalidades: una matinal, de 11:30 a 13:30 horas, y una vespertina, de 17:00 a 19:00 horas, a fin de que los asistentes puedan elegir la franja horaria que más les convenga. El coste total del curso es de 50 €. Las personas que deseen apuntarse lo pueden hacer a través del correo electrónico: defendere@yahoo.com
Raúl López Ramos, responsable diocesano de la Pastoral del Sordo, ha manifestado que la misión de transmitir el Evangelio a los sordos y a los sordociegos “es una tarea de todos los fieles y, aunque es difícil y compleja, contamos con la misericordia de Dios Padre, que nos pone en camino”. La Pastoral del Sordo de la Diócesis de Segorbe-Castellón organiza numerosas actividades durante el curso como la catequesis adaptada para personas sordas y sordociegas; cursos de iniciación cristiana (Bautismo, Confirmación y Eucaristía) y asistencia sacramental para que las personas sordas puedan acceder adecuadamente a cada Sacramento que se celebre.
Asimismo, todos los sábados celebran la Eucaristía en lengua de signos y subtitulada en la Parroquia de San Vicente Ferrer de Castellón, a las 19:00 horas. También ofrecen el servicio de Acompañamiento Espiritual (visitas de enfermos, Cáritas y Voluntariado), así como la atención de consultas para sacerdotes y agentes de pastoral.
Los seminaristas que están estudiando en el Centro Superior de Estudios Teológicos Mater Dei han iniciado el segundo cuatrimestre después de superar los exámenes de la primera evaluación. La nueva etapa del curso comenzó con la fiesta de Santo Tomás de Aquino, participando en la formación para los sacerdotes sobre homilética. Este enero se han incorporado dos nuevos seminaristas, uno en el Seminario Mater Dei y el otro en el Redemptoris Mater.
El segundo cuatrismestre consta de ocho asignaturas en el ciclo de filosofía y nueve en el de teología. Para los primeros, ya han comenzado con materias como Historia de la filosofía, Teodicea, Ética filosófica, Fenomenología de las religiones o Lógica y metodología.
Los teólogos, por su parte, se enfrentan a Teología del misterio de Dios, Cristología, Historia de la Iglesia contemporánea, o el libro II del Código de Derecho Canónico dedicado al Pueblo de Dios y la constitución de la Iglesia.
El próximo sábado 2 de febrero se celebra el Encuentro Diocesano de Apostolado Seglar en el Seminario «Mater Dei» de la capital de La Plana, que ha sido convocado por el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Monseñor López Llorente, como preparación del Congreso Nacional del Laicado, que tendrá lugar en Madrid en 2020.
El programa de esta fase precongresual comenzará a las 10:00 horas con la acogida de los participantes y la entrega de documentación para las sesiones. A continuación, sobre las 10:30, se rezará una oración, se saludará a los presentes y se presentará el encuentro. A las 11:00 horas está prevista la ponencia «Laicos: Discípulos-misioneros», que pronunciará Monseñor Salinas Viñals, obispo auxiliar de Valencia y presidente de la Comisión Episcopal del Apostolado Seglar (CEAS) de la Conferencia Episcopal Española.
Seguidamente, a las 12:30, se celebrará el plenario del Encuentro Diocesano de Apostolado Seglar, en el que se escuchará a los laicos de la diócesis, se hablará de los distintos caminos de santidad y se plantearán los primeros objetivos de cara al mencionado congreso que tendrá lugar en la capital de España el año que viene. La jornada finalizará con información de la Delegación de Apostolado Seglar de nuestra diócesis y una comida de hermandad.
Francisco Pérez, delegado diocesano de Apostolado Seglar de la diócesis de Segorbe-Castellón, ha manifestado que el encuentro del próximo sábado 2 de febrero «es un momento de comunión de toda la iglesia diocesana» y -como nos ha recordado nuestro Obispo en su carta pastoral ‘Es la hora de los laicos’- «también de oración y de reflexión sobre la responsabilidad y tareas de los laicos en la misión en la Iglesia y, de modo particular en lo que les es específico, en el mundo». Esperamos que haya buena acogida y que sea un momento de «nuevo aliento para el laicado de nuestra diócesis con miras también al congreso que se celebrará en Madrid en 2020», ha concluido.
El encuentro de Apostolado Seglar es una invitación de Monseñor López Llorente «a todo el Pueblo de Dios de Segorbe-Castellón; vale pues para todos: laicos, consagrados, diáconos permanentes y sacerdotes. Vale, en primer lugar, para todos los laicos –hombres y mujeres-, especialmente para los jóvenes, estéis asociados o no; vale para los miembros de movimientos apostólicos y nuevos movimientos, de cofradías y hermandades y de otras realidades eclesiales, incluidas las que no se consideran movimientos; y, vale, por supuesto, para catequistas, profesores de religión, profesores cristianos, visitadores de enfermos, voluntarios de Cáritas, monitores de tiempo libre, etc. Que nadie se sienta excluido».
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