Queridos diocesanos:
Este Domingo comenzamos el tiempo litúrgico de Adviento. Tiene este tiempo tres dimensiones. El Adviento mira al pasado: Jesús, el Mesías y Salvador anunciado y esperado durante siglos por el pueblo de Israel, ya ha venido a nuestro mundo; en el Adviento nos preparamos para celebrar con gozo la Navidad, el nacimiento de Jesús en Belén hace más de dos mil años; la ‘primera’ venida en la historia del Hijo de Dios en Belén; es un hecho histórico que nadie puede poner seriamente en duda. El Adviento mira al presente: Jesús es el Señor muerto y resucitado, para que en Él tengamos la Vida y Salvación de Dios; Jesús vive, ha resucitado, está entre nosotros y viene constantemente a nuestro encuentro en su Palabra, en sus Sacramentos, en los acontecimientos de la vida, en cada hombre y mujer, en especial en los hambrientos, sedientos, forasteros, enfermos y encarcelados. Y el Adviento mira, finalmente, al futuro, hacia la ‘segunda’ venida de Jesucristo al final de los tiempos para llevar a total cumplimiento su obra de salvación y reconciliación de toda la humanidad y de la creación. No olvidemos tampoco el decisivo encuentro con el Señor en la hora de nuestra muerte, en que cada uno será examinado y juzgado del amor o de la falta de amor hacia El y, en Él, hacia el hermano pobre y necesitado.
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